LA LAPICERA DE OLGA
Hace unos diez años yo necesitaba el asesoramiento de un escribano para que me
hiciese unos papeles para presentar en una oficina pública.
Un amigo de esos que nunca faltan me recomendó a uno llamado Serafín que viviía
en un departamento en el barrio del Buceo.
Lo llamé por teléfono para concretar una cita en la cual le plantearía el
asesoramiento y los papeles que necesitaba.
Me dijo que su estudio era en el mismo depto. donde vivía, me propuso algunos
horarios en los cuales estaba libre, consulté con mi agenda y finalmente
concretamos en que yo concurriría a su estudio a las 17 horas de un día viernes.
Toqué el timbre, aparecó un tipo de unos 35 años, castaño, delgado y con un
bigotito muy bien recortado a lo Errol Flynn.
Se presentó como Serafín, me hizo pasar a un escritorio muy bien instalado, me
indicó que me sentara en una poltrona de tercipelo rojo, dio la vuelta y se
sentò en otra poltrona similar, también roja.
Le expliqué como era el certificado que necesitaba, lo comprendió
inmediatamente, me hizo algunas preguntas. tomó nota de mis respuestas y me
preguntó si lo necesitaba con urgencia.
-Un poco..., unos días puedo esperar...
-Bien, bien, venga el lunes a retirarlo.
Eso fue todo lo que sucedió en nuestra primera entrevista.
El tal Serafín era un tipo parco creo que esa no es la palabra para describirlo
pero no se me ocurre otra. O sea que no se excedía en atenciones para sus
clientes, yo había ido a eso y me atendió muy concentrado en su trabajo, un poco
ausente, diría yo. Una seriedad que no era seriedad más bien dicho su cuerpo
estaba en esa habitación. pero su mente quien sabe a cuántos miles de kilómetros
se encontraría de ese sitio.
Pasé el fin de semana ocupado con mis asuntos, pero también mis pensamientos
estaban ocupados por la intriga que esa actitud tan rara de Serafín había
despertado en mi ser.
El lunes siguiente concurrí a la hora fijada para retirar el documento. Me
recibió con la misma actitud ausente y misteriosa de la primera vez. Me hizo
pasar a su escritorio, me facilitó el documento para que comprobase que no
tuviese errores.
Después de leerlo y no poner objeciones se lo dí para que lo firmase, le pagué
el precio que me había dicho y al despedirme en la puerta de su depto., su
actitud cambió un poco, pero no mucho. Extendiéndome la mano me dijo: -Espero
que le vaya bien, llámeme para avisarme como le fue con ese trámite y se viene a
tomar una copa conmigo.
Le agradecí y me fui más perplejo que la primera vez que había cruzado el umbral
de su puerta.
Hice todos los trámites necesarios, presenté ese papel sin consencuencias
negativas y una vez finalizado todo, llamé a Serafín para avisarle que todo
estaba bien encaminado.
Muy contento recibió la buena noticia, si es que cabía en su vida ponerse
contento o feliz por algo o por alguna insignificancia como esa, ya que él
habría hecho tantos papeleos a lo largo de su vida y de su carrera...
Que podría importarle si al fin y al cabo era un papel más.!! -Bien, bien,
vengase a las 19 horas y tomaremos una copa.
Iba a decirle que no se molestara o algo similar, pero percibí a travé del tubo
teléfonico la firmeza de sus palabras por lo cual no me atreví a poner
objeciones. Recuerdo muy bien que era un día muy frío, fue el primer viernes
después de las vacaciones de julio, por un día de huelga no tenía clases y pude
aceptar su invitación.
Imagínense ir hasta el Buceo a esa hora en invierno, el frío y el viento son muy
crueles y fuertes ya que es una zona de playa y el Río de la Plata hace sentir
sus furia en esos lugares.
Llegué helado y todo despeinado. El me abrió la puerta y al verme en ese estado
tan calamitoso me invitó a pasar diciéndome: -Como se ha puesto!! Pase, pase y
sientese que la loza radiante en pocos minutos lo calentará.
Así lo hice, mientras mi anfitrión desapareció por una puerta y casi al instante
volvió con una bandeja con dos cafés. La cual depositó en la mesa del living y
me dijo si quería agregarle whisky o cognac.
-Cognac está bien. Fue hasta un rincón y volvió con una botella de Príncipe de
Polignac con dos copas. Sirvió el cognac, levantó su copa: -Por su éxito en sus
asuntos particulares. Brindamos, yo sonriendo un poco de nervios y por ese
brindis tan extraño. El siguió con su cara adusta, rozó mi copa con un choque
casi impercetible, bebió un sorbo depositó la copa sobre la mesa y se dedicó a
beber su café. Ni idea tenía de que tema se podí hablar con este tipo, me
turbaba su presencia y su seriedad.
-Miré Omar, Puedo llamarlo así? -Claro, si ese es mi nombre.
-Tengo 38 años y me cuesta mucho entablar relación con la gente, tanto tiempo
compenetrado en mis libros de leyes, en mis asuntos familiares no me han
permitido disponer de tiempo extra para las relaciones públicas.
Yo escuchaba tratando de ser cortés, el tipo se había portado bien conmigo, como
cualquier otro había cumplido con su trabajo y nada más, pero...
Ese pero significa, que no me desagradaba del todo, más bien me atraía, me
intrigaba cual sería la causa o el secreto que lo habían formado de esa manera?
Me contó cosas de sus tiempos de estudiante, hasta que finalmente me confesó que
vivía solo allí porque sus padres habían muerto y su única hermana fue
atropellada por un auto cuando tenía diez años de edad, sus padres y él nunca se
repusieron de esa pérdida.
Habló casi una hora y en ese tiempo se tomó como cuatro copas de cognac, yo
solamente le acepté tres.
Miré el reloj y le dije: -Disculpe, no quisiera interrumpirlo pero son más de
las ocho y treinta y me tengo que retirar.
-Ah!! Perdone, no me di cuenta de la hora. Me acompañó hasta la puerta, estiré
la mano para despedirme él me la agarró entre las suyas y sentó que esas manos
me transmitían de alguna manera que su dueño tenía una gran desesperación porque
yo no se la soltara. Miré su rostro y sus ojos miraban hacia abajo depositados
en las manos que no se soltaban.
Sentí algo extraño que me impulsó a abrazarlo, él no me rechazó, me apretó muy
fuerte contra su cuerpo y escondió su cabeza en mi hombro. No me demostró deseo
pero tampco rechazo. Me dijo que allí no, que mejor fuésemos al dormitorio donde
estaríamos más cómodos.
Con nuestros brazos rodeando la cintura, me dejé llevar hasta ese lugar de su
casa que aun no conocía.
Esa habitación era muy amplia y con una cama matrimonial en la cual nos tiramos
mientras nos besáabamos muuy apasionadamente.
Se notaba una gran desesperación en la forma de besar de Serafín ponía mucho
empeño y esfuerzo, tenía una necesidad extrema en besar y ser besado pero pude
sentir a traves de esa lengua deseperada que su cuerpo lo pedía pero su mente no
le permitía gozar de lo que estaba haciendo y de lo él quería que yo le hiciese.
Sus manos trataban de sacarme la ropa, querían meterse dentro de mi pantalón y
lo consiguieron, ya que él tironeó tanto de mis ropas hasta quue logró aflojar
el cinturón y las metió por el estrecho paso que logró abrir entre la cintura de
mi pantalón y el cinturón.
Sentí como se abrió paso entre el slip y mi carne hasta que logró apoderarse de
mi verga que estaba tratando de levantar cabeza entre las ropas apretadas y la
presión de su mano.
-Esperá, será mejor sacarnos toda la ropa. Se retiró hacia un lado, se puso de
pie y comenzó a quitarse las ropas costosas que vestía, mientras yo lo observaba
muy absorto.
Tenía un cuerpo muy bonito, no muy trabajado pero muy excitante, cuando
finalmente se quitó el slip, pude apeciar una verga gorda pero totalmente caída
mirando hacia el piso.
Pensé "será bueno verla en acción!!", por lo que me acerqué la tomé con mi mano,
le corrí el forro que cubría el glande y pude apreciar una hermosa cabeza de
pija que en esos momentos sería toda para mi!! La besé con rozamientos de mis
labios sobre ese pedazo de carne rosado y mustio.
Serafín posó sus manos en mi nuca, apretó mi cabeza contra su cuerpo, su verga
entró toda dentro de mi boca. Me puse a mamar con todas las ganas que disponía
en ese momento, pero esa verga no respondió a ninguno de mis excitantes juegos.
Eso que la mordí, la apreté, la succioné con fuerza, pero lamentablemente nada
le hizo efecto, ni un milímetro había crecido, ni siquiera se había puesto
pesada ya que ni siquiera hizo ningun movimiento de que algun momento se iba a
endurecer y menos levantarse.
"Será impotente?" fue lo que pasó por mi mente. Se notaba que él estaba ansioso
por una buena cogida o mamada pero algo le pasaba estaba bloqueado o por alguna
razón no lograba excitarse?? Dejé de agasajar a ese órgano que no respondía, me
levanté, me quité la ropa ante su atenta mirada mientras el trataba de pajearse
con la intención de lograr una erección que no llegaba.
Desnudo totalmente y con mi pija bastante dura porque con los agasajos que le
había hecho a su verga muerta la mía si había respondido, me tiré en la cama al
lado suyo. El me la empezó a chupar con la misma vehemencia con la que minutos
antes buscó entre mis ropas para apoderarse del órgano que necesitaba para su
placer. Estábamos de costado, intenté un 69, mi pija se perdió en su boca con
las chupadas increíblemente delicadas que le prodigaba a mi verga, pero la suya
por nada se endurecía dentro de mi boca a pesar de masajearle los huevos y de
meterle mis dedos en su ano, nada hacía reaccionar a ese pedazo de carne sin
vida.
Estuvimos un rato así hasta que finalmente se detuvo y me habló.
-Pérdoname, pensé que contigo sería diferente... Tengo unas ganas bárbaras,
desesperadas por hacerlo contigo pero no logro excitarme... Hay un solo metódo
que lo logra.... creí que contigo no iba a ser necesario por que me gustas mucho
pero... -Bueno, si es la única forma, decime cual es y lo hacemos....
-Abrí ese cajón y sacá una lapicera que hay allí. Me señaló el cajón donde
estaba esa lapicera y mientras la buscaba me imaginé que habría que escribirle
algo con ella sobre su cuerpo o algo parecido pero nunca se me cruzó por la
mente el poder que tenía ese pedazo de plástico para excitar a una persona!!!
Era una lapicera común en esa época, una Bic pero no transparente como son
ahora, era de esas amarillo mostaza que no dejaban ver la tinta en el interior,
la agarré y se la di.
-No!, tocame la pija con ella!! y ponela bajo el prepucio.
Dijo desesperado, a lo cual yo obedecí.
Fue como una varita mágica, con solo tocarle la cabeza, está se empezó a mover
hasta que finalmente la puse dentro de su pija y la tapé con el prepucio como me
había indicado.
Asombrosamente esa pija que estaba muerta a la cual intenté darle vida de muchas
formas estaba cobrando una buen tamaño y una dureza excepcional!!! Sí, esa
lapicera vieja y gastada tenía el poder de excitarlo de una manera
increíblemente desesperante. La ansiedad que tenía antes y no lograba excitarlo
se transformó en una desesperada necesitad de chuparme gozando.
Se acomodó sobre mí, acercó a mi boca esa pija totalemente parada y gruesa en
extremo mientras me decía que le le pusiera la lapicera en el orto para que de
esa manera no se le fuese la excitación.
Yo obedecí todo, porque me encantó esa verga, quería chuparla ahora que tenía
vida, ya que antes no fue grato hacerlo porque esa carne muerta no me daba
ningun placer. Abrió las piernas mostrádome un culo peludo, bastante apretado
hasta que introduje más de media lapicera por ahí.
El empezó a bajar y subir, a tragarse mi pija hasta el final, sin protestar y
eso que le llegaba hasta la garganta.
Su pija era incómoda por el grosor, pero traté de hacer todo lo que mi lengua y
boca pudiesen hacerle. Estuvimos un buen rato en ese 69 mientras mis manos
movían la lapicera dentro de su orto el cual con cada movimiento respondía con
unos gemidos ahogados porque su garganta estaba llena por mi pija que el se
afanaba en no perder ni un centímentro, tal era su necesidad y deseperación que
la chupaba y la lamía en todos los lugares de su extensión.
Mi cuerpo no resistió mucho más tanta excitación hasta que sentí que mi propia
verga aceleraba sus latidos y una explosión de leche caliente salió justo dentro
de su garganta. El al sentir que ese líquido se deslizaba por su garganta empezó
a cogemre la boca con su pija cada vez más dura y palpitante hasta que sentí que
su esfínter anal apretaba la lapicera y sus chorros de leche pegaron en mi
paladar hasta que segundos después su ano se aflojó totalmente y pude sacar la
lapicera con toda facilidad.
Quedamos unos instantes uno sobre el otro. Su pija se fue contrayendo dentro de
mi boca hasta lograr el mismo tamaño y la misma flacidez que tenía antes de que
la tocase con la lapicera.
Mi verga se contrajo dentro de su boca pero no llegó a el extremo de la suya,
quedó grande y pesada pero sin la dureza que tenía antes de la eyaculación.
-Gracias Omar!! Lo disfruté muchoooooo!! Hacía años que no tenía una gozada como
esta.....
Descansamos un rato mientras la tormenta de viento se había transformado en una
granizada espectacular, como golpeaban esos pedazos de hielo contra los
ventanales!!! Finalmente me invitó a cenar, porque con esa tormenta no me podría
ir.
Mientras el se bañaba, avisé a casa que no iría. Nos vestímos como para una
fiesta en un restaurant!! El se puso un traje azul y corbata roja mientras yo me
puse toda la ropa que había llevado puesta cuando llegué a su depto.
Esa cena fue toda una ceremonia. Y eso que la cena consistió en una empanada
gallega que le había dejado su cocinera en el horno y que él se dispuso a
calentar, mientras brindamos con vino blanco comimos algunos trozos de queso y
aceitunas, haciendo tiempo que la cena se calentase.
A pesar de ser invierno y de esa tormenta que se estaba desarrollando comímos un
helado de chocolate con crema, nueces y fruta abrillantada bañados en licor de
cerezas.
Entre la sesión de sexo y la opípara cena habían pasado varias horas, él recogió
todos los platos y los dejó en la cocina para que a la mañana siguiente los
lavase su empleada.
Eran cerca de las once de la noche cuando encendió la televisión.
Nos sentamos en el living en un sillón grande los dos muy juntitos y abrazados
mirando una película que estaban dando.
Al finalizar la película me invitó a "dormir" por lo que fuímos nuevamente a su
dormitorio pero esta vez sin los temores anteriores nos desvestímos muy
rapidamente y nos metímos dentro de la cama.
Debido a la loza radiante que habíaÿen ese departamento allí no había frío, el
ambiente estaba muy cálido por lo que empecé a besarlo en las mejillas para ir
acercándome a sus labios mientras mis manos la apretaban los omóplatos. El se
dejaba hacer, siempre con su aire desganado, pero con la desesperada necesidad
de besar y ser besado, de acariciar y ser acariciado.
Mi verga estaba sobre la suya, mis piernas a los lados de las suyas lo apretaban
mientras mis manos acariciaban su espalda y mi pija dura trataba de reavivar a
la suya. -Omar, sabes que necesito y quiero desesperadamente corresponderte al
placer que tratas de proporcionarme pero no puedo, no logro excitarme con todas
las caricias que me haces...
-Qué te pasa, tenés verguenza, si ya lo hicimos antes, no tenés confianza en mi?
-No.... soy yo... agarrá la lapicera y ponemela en la boca....
Nuevamente fue como si un resorte saltase, esa mágica lapicera era el único
elemento que lograba que a Serafín se le pusiese la verga dura y lograse su
excitación.
Me tenía intrigado, pero ya que había logrado mi objetivo, ni me puse a analizar
nada, simplemente me ocupé de placer mutuo de esos momentos. Serafí tenía un
lindo culo para ser penetrado, lo puse de rodillas, boca abajo, mordiendo la
lapicera con su cabeza apoyadao sobre una almohada y procedí a separarle las
piernas. Así podía admirar la pilosidad de sus nalgas, no podía ver su agujero
anal por tanto pelo que lo cubría, me metí el dedo índice en la boca, lo chupé,
lo ensalivé para luego acercarlo a ese matorral de pelos que ansiosamente lo
estaba esperando, fui tocando hasta que finalemtne encontré el lugar donde se
encontraba mi objetivo, apreté y fui metiendo el dedo en ese agujero apretado y
cálido a la vez.
Podía oir los ahogados gemidos de Serafín a través de la lapicera que tenía
entre sus labios.
Mi dedo entró casi en su totalidad, lo saqué para lubricarlo un poco más con mi
saliva y nuevamente fue culo adentro sin que mi anfitrión dejase de gemir y de
apretarlo con su esfínter hasta que el lugar se aflojó y pude meter otro dedo.
Separé las nalgas un poco más, le tomé las manos y se las coloqué allí para que
no volviesen a juntarse, yo quería ver como ese canal peludo se abría ante las
embestidas de mis dedos, hasta que finalmente logré mi objetivo y pude ver hacia
adentro un pedazo de carne rosada, palpitante y muy caliente al tacto.
Miré mi verga que se mantenía dura, palpitante y todavía estaba húumeda por la
saliva de Serafín que minutos antes la había tenido dentro de su boca, pero esa
humedad no era suficiente para una penetración y menos en ese culo tan apretado,
por lo que tuve que escupir sobre el glande de mi pija y el resto de saliva que
no cayó allí la recogí con mis dedos y la pliqué en la salida del aparato
digestivo de mi "amigo".
Apoyé el glande empapado en saliva en esa abertura y presioné empujando mi verga
contra el interior de ese canal estrecho y peludo, Serafín se quejó un poco pero
como tenía la lapicera entre sus dientes sus sonidos guturales eran
incomprensibeles. Empujé otro poco y la cabeza de mi órgano amigo se perdió
dentro del túnel de Serafín, pude sentir los movimientos de su cuerpo hacia
atrás, en vez de rechazo por el dolor que le podujo mi pija al entrar su cuerpo
respondió en el otro sentido, por lo que mi pija entró casi hasta la mitad
mientras mis manos buscaban su verga que estaba dura y completamnte empapapda de
un líquido pegajoso que no era semen, sino precum. Yo creí que se había acabado,
pero no, se excitó tanto que se puso a temblar y a gemir mientras mi pija hizo
el recorrido que faltaba y se instaló comódamente en ese lugar oscuro, caliente
y placentero que le daba cobijo. Una vez que su recto se acostumbró al tamaño de
su visitante me animé a sacar la mitad, pude apreciar que estaba enrojecida por
el calor que reinaba allí adentro, pero como era muy agradable la metí
nuevamente y comencé los movimientos de ir y venir mientras por debajo de
nuestros cuerpos pajeaba la pija de Serafín, que este no podía tocársela
siquiera porque tenía ocpadas sus manos abriendo sus nalgas para que yo viese
como mi verga entraba y salía de sus entrañas.
En un momento que sus gemido aumentaron, se la saqué totalmente para ver en que
estado estaba la cabeza porque sentía que me quemaba mucho. Efectivamente estaba
muy enrojecida y afiebrada la mojé con saliva, la poyé otra vez en ese agujero
de donde había salido y de un solo empujón la mandé otra vez a las profundidades
de donde había salido.
Serafín dio un grito y al abrir la boca se la cayó la lapicera, soltó las nalgas
porque sus manos fueron a buscarla para colocarla nuevamente entre sus dientes,
ya no pude ver más como entraba y salía mi órgano de su interior, ni falta quw
hacía con ese último y único empellón llegué a golpear su próstata por dentro, y
acto seguido de su pija empezó a fluir una gran cantidad de leche que mojó mis
manos las cuales siguieron pajeándolo hasta que de su pija no salió ni una gota
más de semen. Mi verga se mantenía en lo más profundo de su ser, a pesar de que
su esfínter pugnaba por expulsarla hacia afuera mi cuerpo presionaba hacia
adentro para que no lograse su propósito hasta que mi leche quedase incrustada
en sus entrañas.
-Omar, gocé mcuhísimooooo...!!! Pero sacámela yaaaa...me molesta mucho no
aguantoooo..!! Serafín había dejado la lapicera y quería que acabase de una
buena vez. Apreté sus nalgas con mis dedos y uñas, empujé otra vez lo poco de
verga que se había salido de su interior con sus intenetos de expulsión y me
dediqué a lograr mi objetivo de llenarle lo más profundo de ese canal oscuro y
caliente con mi semen. Cosa que logré con esa última metida y con los
pellizcones que recibieron sus nalgas con mis uñas.
El se desplomó sobre la cama y me arrastró con su caída, mi pija siguió dentro
suyo hasta que se marchitó allí dentro y ante tantas contracciones de su
esfínter finalmente fue expulsada de ese recinto tan placentero.
Nos besamos y no dormimos abrazados frente a frente.
A la madrugada me desperté con mucha sed, a lo mejor fue esa empanada gallega el
vino y el cognac que produjeron esa sed tan grande que me hizo despertar, fui a
tomar algo a la cocina y de paso fui a orinar dado que mi cuerpo tení acumulados
todos esso líquidos que habíamos bebido en la cena.
Las luces de la calle iluminaban el escritorio por lo qué me tenté y fui a ver
como era lo que allí había.
Entré al escritorio y me puse a mirar las hermosas encuadernaciones en cuero que
llenaban las estanterías me llamó la atención un libro verde con letras doradas,
lo agarré y me puse a ojearlo sin mucha atención, hasta que en un a página decía
que extrañaba mucho las felaciones que le hacía Olga.
Al leer esto presté más atención, para saber de que se trataba ese libro.
Ese libro era una especie de diario de la vida de Serafín, lo escribía como si
estubiese hablando con su hermana muerta, a ella le contaba que desde que la
había atropellado ese automóvil, su vida era un infierno, que nunca más había
encontrado a nadie que hiciese las felaciones tan bien como ella, que la
extrañaba cada día más y que lo único que le daba fuerzas para seguir luchando
era esa lapicera que fue lo último que sus manos habían tocado.
En otra hoja le agradecía al policía que la sacó de la mano de Olga, porque
según decía en esas hojas cuando Olga fue a cruzar la calle llevaba esa lapicera
en su mano, y quedó apretada entre sus dedos.
No quise seguir leyendo, mejor dicho no me atreví porque si se despertaba
Serafín ibamos a tener un momento desgradable después del gran placer que su
culo le había proporcionado a mi verga no tenía ganas de pasar un mal momento.
Volví a la cama donde plácidamente dormía él, agotado y satisfecho por el placer
que había recibido su cuerpo y su mente aunque fuese momentáneo pero lo habían
recibido; me acosté a su lado y me dormí nuevamente.
A las siente a. m. sonó el despertador, Serafín que se despertó primero me llamó
diciendo que había que levantarse porque a las ocho vendría su empleada y tenía
que irme.
Nos bañamos juntos, pero su cuerpo seguía sin los efectos de la lapicera por lo
que fue un baño sin sexo, ni desayunar me dejó y me despidió diciendo que lo
disculpase pero estaba por llegar la mujer de la limpieza.
A los pocos días me encontré con el amigo que me lo recomendó y le pregunté
quien era esa Olga, aunque ya sabía parte de la historia.
Este amigo no amplió mucho la información de Olga, solamente sabía que era
hermana de Serafín, que la atropelló un auto cuando tenía diez años.
Cuando le pregunté por la lapicera me dijo que sí, que tenía una lapicera en su
mano, pero no sabía nada más.
No quise preguntarle si sabía algo de las felaciones que Olga le hacía a su
hermano porque a lo mejor el lo ignoraba y yo no tenía derecho a ventilar esos
asuntos fraternos.
El viernes siguiente me llamó Serafín otra vez, pero en esa oportunidad fue más
directo y me invitó a "repetirlo".
Siempre con la lapicera de Olga entre los dos, lograba su excitación, lo penetré
otra vez y logramos unos orgasmos muy fuertes.
La semana siguiente esperé su llamado, se produjo muy tarde de la noche, me dijo
que llamaba para despedirse porque se iba por seis meses a Europa, que al
regreso me llamaría nuevamente para seguir viéndonos como hasta ahora.
Pasaron los seis meses en los cuales ocurrieron muchas cosas en mi vida, en la
de mi hermano Leo y en la vida de nuestra familia, pero el llamado de Serafín no
se produjo.
Como al año de nuestro primer encuentro lo llamé a su casa, pero el teléfono no
existía más.
Intrigado busqué en el directorio telefónico el número de algun vecino, disqué
uno cualquiera de los que aparecían en esa dirección y por suerte me atendió una
señora muy amable que me dio toda la información que yo quería.
Le dije a esa señora que él me había hecho un certificado y que quería ubicarlo
nuevamente para que me hiciese otro.
La señora muy amablemente me dijo que el teléfono había sido cortado después que
encontraron el cadaver de Serafín con una bala en la cabeza.
Esa señora tmabién me dijo que era una muy buena persona, un experto en leyes
pero desde que había muerto su hermana tenía unos ataques depresivos tremendos y
en el último de ellos había quemado un libro verde y se había disparado un tiro
en la cabeza.
OMAR
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