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Juan de Colonia del sacramento (día 1)

en Gays

JUAN DE COLONIA DEL SACRMENTO-DÍA 1

Hace mucho tiempo en el chat encontré a Juan de Colonia pero nunca pude concretar una cita con él hasta ahora porque se negaba a venir a Montevideo poniendo excusas y yo no tenía ganas de ir hasta allá solamente para echarme un polvo con alguien que decía tener 25 cm de verga.

En el chat todos mentimos diciendo cosas que no son reales por eso le seguí el apunte cuando me decía que tenía entre sus manos una verga de 25cm, gruesa, muy cabezona y en determinado momento me decía que se estaba pajeando mientras chateaba y que lo había interrumpido porque se le había empañado la pantalla de su PC con la gran cantidad de leche que había expulsado su verga.

Para las noches solitarias me servía por eso seguí chateando con él, diciéndole disparates como que me excitaba mucho, que yo también empañaba la pantalla y pavadas por el estilo para tratar de ver hasta donde llegaba.

Pero finalmente el último viernes de Enero se concretó la cita tantas veces postergada o no concretada y ya voy a relatar como sucedió para que mis amigos se enteren de lo acontecido allí.

Me dijo que me esperaba en la plaza de toros de Colonia a las 9 de la noche que en realidad es de día con el cambio del huso horario que adoptaron los países del sur del continente.

Salí de mi casa después de almorzar, tomé por la Ruta 1 rumbo Colonia, pagué los peajes correspondientes y cuando llegué a esa deliciosamente histórica ciudad me dirigí al hotel de un gallego que había frecuentado en otras épocas.

Lamentablemente ese señor había fallecido pero el nuevo dueño muy amablemente me asignó una habitación donde me duché porque hacia mucho calor y quería llegar a la Plaza de Toros lo más fresco y perfumado posible.

Todavía faltaba mucho tiempo por eso di unas vueltas con mi coche por el barrio histórico y cuando eran como las 20.30 me encaminé hacia el lugar llamado Real de San Carlos donde pensaba encontrar a Juan vestido de short negro y remera rosada con un barco azul.

Esperaba que al menos lo que había dicho en el chat sobre su aspecto fuese cierto, porque además de lo bien dotado que decía ser, me había dicho que tenía 35 años, que era muy varonil en su aspecto, adornando su rostro con un bigotito muy recortado, 1.72 de estatura con 85 kilogramos de peso, de cutis banco pero muy velludo por lo que se le asomaban sus rizados vellos por los escotes de sus vestimentas.

Con todo ese panorama se me hacía agua la boca y si era cierto lo de su dotación cualquiera se enloquecería por él.

A los pocos minutos de haber estacionado mi auto frente a la Plaza de Toros, bajé de él y me puse a caminar por los desiertos alrededores del exterior de esa centenaria construcción y al cabo de un rato vi acercarse a una persona vestida como me había dicho el muchacho del chat al citarme, la única diferencia que encontré a su descripción era que el tipo que se aproximaba no pesaba los 85 Kg. que me había dicho sino que aparentaba tener una decena más de lo mencionado en su e-mail.

Aparentaba estar muy nervioso pero en cuanto nos vimos nos saludamos como si nos conociéramos de mucho tiempo y como que estuviésemos acostumbrados a tener cierta intimidad.

Conversamos un poco sin tocar para nada el tema del sexo o de las preferencias sexuales hasta que finalmente tomé la iniciativa porque no me había hecho ese viaje solamente para conversar yo quería ver, comprobar si era verdad y probar los 25cm que ostentaba poseer.

-Estoy en el Hotel E... por que no venís a mi habitación y pasamos un buen rato?

Muy nervioso y tímidamente me respondió:

-Nooo!!! Acá en Colonia soy muy conocido y no quiero dar pie para habladurías en ese hotel me conocen... van a cimentar que entré a la habitación de un turista...

Luego me dijo que era escribano, que trabajaba en una empresa argentina y por eso iba dos o tres veces por semana a Buenos Aires donde conseguía tipos que lo hacían disfrutar pero en Colonia vivía con sus padres cerca del lugar donde me había citado y acá no tenía aventuras.

A pesar de que no se puede entrar a la Plaza porque está clausurada por temor a derrumbes él me dijo que podíamos entrar y hacer algo allí dentro.

Acepté inmediatamente porque tenía ganas de hacer algo pero lo que más quería era comprobar si era verdad lo de su dotación.

Con toda la presentación acompañada por la conversación posterior comenzaba a oscurecer por eso fui hasta el coche a buscar los elementos necesarios y luego de cerrarlo nos metimos por las galerías desiertas de ese lugar.

Allí dentro comenzamos a besarnos, luego la pasión aumentó por lo que continuamos haciéndonos mimitos de lengua mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos cubiertos con la ropa playera.

Sus nalgas firmes estaban bajo mis manos, pero no pude contenerme más y pasando una mano hacia adelante la metí por la cintura de su short apoderándome de su verga la cual estaba completamente erecta queriendo salir por ese lugar.

Aunque había sentido el roce de ésta sobre la mía con tan apretado abrazo no me imaginé lo grande que era hasta que la tuve en mi mano.

Me separé de él para observar como se quitaba la ropa, primero pude apreciar su pecho velludo en extremo como me lo había dicho en el chat, su barriga era un rollo enorme que caía hacia delante pero cuando se quitó el short me dejo sin habla.

Los 25 cm. de carne rolliza que me había descrito tan exhaustivamente haciendo alharaca de su dotación, no eran tales porque con mi buen ojo para esas magnitudes puede apreciar que tenía delante de mi vista un soberbio ejemplar de verga, pero no tenía mucho más de 22 cm., tal vez en un momento de máxima excitación alcance la medida dicha por mi chateador.

Me agaché sin siquiera haberme quitado el short y me puse a oler semejante trozo que miraba hacia el cielo por la firme erección que tenía la pija de este tipo, luego lo lamí hasta que finalmente abocané su enorme glande y me dispuse a mamárselo con todo mi incontenible deseo de tenerlo entre mis fauces.

Por mucho rato disfruté de esa barra de carne dura oyendo los gemidos de mi contrincante que los exhalaba muy temeroso de que alguien pasase por allí y nos descubriese pero a la vez me empujaba su verga hacia dentro de mi boca con poco éxito porque era imposible tragar toda esa inconmensurable cantidad de carne humana.

Finalmente saciado de chupar la abandoné para lamer sus bolas peludas, mientras él me dejaba hacer apretando mis hombros que era la única parte de mi anatomía que sus manos podían alcanzar.

Me asustaba el tamaño de su verga porque no sabía si Juan quería metérmela o quería probar la mía que a esas alturas estaba completamente mojada de precum el cual escurría por mis piernas mojando el short que aun seguía en su sitio.

Luego me levanté para quitarme el short y ofrecerle mi verga para que me la chupase un poco antes de quién sabe que haríamos después...

Cambiamos de lugar quedando yo de pie con él hincado a mis pies, pero en vez de agarrarme la pija se puso a lamerme el culo con toda la maestría adquirida tal vez en Buenos Aires.

Casi acabé a los pocos minutos porque me estaba haciendo disfrutar inmensamente con esa lengua traviesa la cual la estaba introduciendo cada vez más en las profundidades de mi ano, distendiéndome con gran habilidad el esfínter a pasos agigantados.

En ese lugar que estaba bastante oscuro pensaba meterme semejante herramienta!

Esa posición de pie me parecía bastante incómoda, por eso mientras gozaba con su lengua acompañada por sus dedos dentro de mi agujero le dije que me pusiese el gel lubricante que había traído para cualquier imprevisto, porque temía que me doliese cuando me metiese semejante herramienta y para que la penetración fuese más fácil me metió sus dedos untados con el gel con xilocaína.

A pesar de que tenía mis dudas sobre el tamaño descrito a través del chat igualmente pasé por el sex shop que hay en la galería de London y compré condones extra-large y un gel que me recomendó el empleado de ese lugar diciéndome que con la xilocaína no iba a tener problemas porque además de ser anestésico y lubricante ese gel era un relajante muscular muy eficaz.

Después de una rato de dilatación efectuado con sus dedos dentro de mi recto, se colocó el condón sobre la amoratada cabeza de su órgano y acercándolo a mi expectante agujero lo apoyó allí presionando a continuación e introduciendo ese glande que a pesar de la anestesia me hizo gemir de dolor porque la xilocaína estaba solamente en el exterior habiendo entrado muy poco en interior de mi terminal.

Juan se acomodó con firmeza logrando de esa forma que pasase el borde de su glande, dejando para unos instantes después una gran parte de su larga pija la cual fue metiendo muy despacio hasta que logró que mi recto se dilatase lo suficiente como para permitirle hacer movimientos acelerados de mete y saca.

Aunque yo le decía que lo hiciese despacio porque me estaban gustando los golpes que su verga daba en mi próstata él desoyó mis palabras y prosiguió metiendo y sacando cada vez con más intensidad.

Por suerte el delicioso placer que me estaba dando acompañado por los dolores que tenía mi intestino por haberse dilatado tanto finalizó en pocos minutos porque él acabó muy rápido, haciéndome sentir en lo más profundo de mi recto las pulsaciones de su verga acompañadas por una interminable expulsión de semen que supongo que habrá llenado el reservorio del condón.

Todos esos movimiento los sufrí y los gocé con sus manos apretando mi verga la cual fue pajeando incansablemente hasta que unos pocos segundos después de haber sentido su descarga ésta comenzó a escupir grandes chorros de esperma sobre el piso del lugar en el cual estábamos parados.

A pesar de haber vaciado sus bolas no quiso sacármela de dentro de mi maltrecho recto hasta que no sintió entre sus manos que mi verga se aflojaba porque no tenía mas jugos que expulsar.

En el descanso me fumé un cigarrillo ante su atenta mirada puesta en mi verga y sus manos en la suya tratando de lograr otra erección.

Ese lugar estaba muy oscuro pero la luna que estaba en su apogeo traviesamente mandaba algún rayo de luz por los agujeros del deteriorado lugar iluminado lo suficiente como para poder ver algunos movimientos de nuestros cuerpos.

No sé si hacía calor o fue por la gran agitación que me había producido tanto rato con ese trabuco metido hasta el fondo que por eso comencé a transpirar abundantemente por eso le pedí que me llevase a un lugar con más aire.

Atravesamos las vallas para terminar en el ruedo de la Plaza donde había un pastizal bastante crecido y allí en ese sitio pude verlo nuevamente porque la luna iluminaba totalmente ese desolado y solitario lugar.

Cuando el sofocón hubo pasado me abrazó acariciándome las nalgas y mientras yo lo besaba apasionadamente él empezó a tantearme el hoyito semi abierto y algo adolorido.

-Tenés un culo sensacional!! Quiero que me lo des otra vez porque sigo caliente con vos!!!

A pesar de que algo me dolía y yo quería probar otras cosas no pude negarme porque la calentura había vuelto a apoderarse de mí con ese beso tan prolongado en el cual nuestras salivas hicieron de las suyas.

Volvió a lamerme el hoyito, luego lo lubricó con el gel con anestesia y finalmente se sentó en el pasto con la verga en la mano para que yo se la mamase un poco antes de ponerle el condón.

Una vez que el condón cubrió su grandiosa verga me indicó que me sentase sobre ella y después de acomodármela en mi entrada posterior bajé lentamente hasta que sentí que me pegaba dentro de mi vientre.

Como me había sentado de frente me fue muy fácil apoderarme de su boca y mientras lo cabalgaba nos lamimos los labios mordiéndonos las lenguas con una desesperación incontrolable.

A Juan le gustaba apoderase de mi pija porque en cuanto sintió que iba a eyacular nuevamente aceleró la paja que me estaba haciendo y mientras yo le mojaba el pecho con mi no tan abundante lechada, él se descargó dentro de mi recto con otra generosa cantidad del líquido viscoso el cual nunca llegué a ver porque quedó prisionero dentro del condón.

Nos aflojamos totalmente sin que su verga se saliese de mi interior hasta que ésta por gravedad y flojedad abandonó mi cuevita, luego vi como él se sacaba el condón le hacía un nudo para después tirarlo sobre los pastos con todo su contenido intacto.

Realmente este tipo me había agotado no solo por los dos interminable polvos que nos habíamos echado sino porque a pesar de la xilocaína mis pliegues quedaron bastante machucados dándome las molestias referentes a esa dilatación tan extrema.

Juan quiso que se la chupase nuevamente porque quería metérmela otra vez antes de la despedida pero como le dije que me molestaba bastante el interior de mi recto solamente se conformó con que se la chupase rápidamente.

Aunque no tenía fuerzas ni mucho deseo lo hice porque quién sabe si lo volvería ver de nuevo, pero una vez que su órgano estuvo en posición de ataque me lo comenzó a pasar por la raja ya que me hizo poner bocabajo sobre los pastos enterrando mi tiesa verga entre ellos.

Con los cachetes de mis nalgas comencé a apretársela hasta que se excitó muchísimo por lo que comenzó a pajearse a toda velocidad vertiendo otro torrente de espesa leche sobre mi agujero que al sentir ese calorcito en sus cercanías me hizo dar vuelta exhibiendo mi terrible erección.

Pude verlo arrodillado con la verga en la mano chorreante aun y como él seguía impávido gimiendo bajito le pedí que me pajease para que pudiese irme tranquilo.

Una insignificante cantidad de leche salió por mi uretra la cual apenas llegó a mojarle la mano al tipo que me había dado tanto placer.

Nos vestimos apresuradamente porque oímos ladridos de perros y supusimos que alguien se aproximaba, pero antes de despedirme le dije que había quedado tan satisfecho con lo sucedido que por eso quería verlo nuevamente ya que pensaba quedarme todo el fin de semana en Colonia.

Pensó un poco hasta que finalmente me dijo que al otro día podía pasarlo a buscar en el mismo sitio y que si yo quería iríamos hasta Carmelo para disfrutar de todos los lugares cercanos.

Cuando miré el reloj vi que era más de medianoche, tenía hambre porque no había comido nada y además tenía sueño porque esas horas de intenso sexo me habían dejado agotado por eso le pregunté si le parecía bien que pasase a las 11 de la mañana para partir hacia esos lugares.

Concertada la cita nos dimos un beso de despedida y después me fui hacia el centro de Colonia donde por suerte encontré una pizzería abierta donde me comí dos muzzarellas con cerveza antes de volver al hotel donde ni siquiera me duché porque no me tenía más en pie.

Al otro día me di una reparadora ducha de agua tibia la cual me dejó totalmente relajado para emprender el nuevo día que me depararía nuevos descubrimientos en el Depto. de Colonia.

OMAR

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