EL PARAGUAYITO DE PIRIAPOLIS
En la época que era adolescente e iba mucho a veranear a la casa de mis abuelos
en Piriápolis conocí a un chico paraguayo de unos 16 años, uno más que yo en ese
entonces.
Nos hicimos amigos y empezamos a dar vueltas por el balneario con otros
muchachos que también veraneaban por allí.
Manuel que así se llamaba, era un chico de 16 años, no muy alto y oscurito de
piel, su padre había alquilado esa casa por los tres meses de verano, él había
venido con sus padres, sus hermanos menores y la empleada doméstica, se notaba
que esa familia era una inútil total en las labores de la casa porque como no
les alcanzó la que trajeron de Paraguay contrataron a una chica de los
alrededores para que la ayudase en la tareas de la casa.
Ellos aparecieron en Piriápolis antes de Navidad y se quedaron hasta Marzo, pero
su padre regresó a ocuparse de sus negocios en el mes de febrero aunque algunos
fines de semana aparecía por el balneario a pasar unos dís con ellos.
A nadie le extrañaba que viniese por la casa de mis abuelos a buscarme para ir a
la playa o a dar algunas vueltas por lugares de entretenimiento.
En ese tiempo no había tanto peligro como ahora y las casas permnecían abiertas,
aunque no estuviésemos en ellas o por alredores.
Esa tarde "fatídica", Manuel vino a buscarme, como nadie lo atendió, entró
pensando que estaríamos viendo TV o en algun lugar de la vivienda.
Mis abuelos no estaban y yo aproveché para darme una ducha porque hacía mucho
calor y para que andar con rodeos, andaba caliente y quería aprovechar el baño
para darme una buena enjabonada de pija y de paso meterme algun dedo enjabonado
en el culo y con la mano libre pajearme a gusto y sacarme toda la leche que
tenía guardada en mis bolas desde la noche anterior en la cual un amigo me había
hecho una deliciosa mamada la cual me dejó en paz hasta el otro día.
El paraguayito, en su recorrida por la casa buscándome siguió visitando
habitaciones y entró repentinamente al baño y se me quedo viendo, el me dijo que
grande tienes la verga condenado!, con la cara que puso al expresar eso me rei y
la dije pásame una toalla.
Mi verga estaba tremendamente crecida porque me interrumpió en el momento justo
que estaba por producirse la eyaculación y es en ese momento que las pijas
cobran su mayor esplendor y extensión.
Quedé petrificado al notar su presencia en ese momento tan delicado y más con la
cara de terror que puso acompañada por un babeo de su boca expresando cuanto
estaba gozando ese momento.
Terminé de enjuagarme y con el "susto" mi verga se retrajo un poco y se me
cortaron las ganas de acabar.
Tuve que decirle nuevamente que me pasase una tolla y con el grito que di se
despertó de su admirado gesto, me paso la toalla pero me rozó la verga con la
mano, después salí del baño y me fui a mi cuarto le dije que se sentase en la
cama mientras me vestía, pero él se sento en el suelo mientras yo seguía desnudo
de pie haciendo como que buscaba la ropa para ponerme y mirándolo de reojo como
contemplaba mi pija semi- erecta.
Después me sacó de honda porque me empezó a hablar de que nunca habí viso una
verga así hasta que terminó por confesarme que yo le gustaba, yo le dije que eso
no era correcto cosa que no le importó o no escuchó porque se acercó a mi me
quitó la toalla que estaba anudada sobre mis caderas y tenía el nudo sobre mi
pelvis dejando a mi pija colgante de una manera que se notaba que lo enloquecía
y sin más palabras se la llevó a su boca y empezó a chupármela, yo veía como no
le cabian mis cerca de 20cm en la boca.
Sí porque a los 17 años ya tenía la pija del mismo tamaño que la tengo ahora, mi
cuerpo creció un poco más en altura pero la verga se quedó allí a pesar de las
estiradas que le daba se detuvo en ese tamaño y ésta se negoó a crecer más.
Manuel la chupó delciosamente, yo miraba hacia abajo porque seguí de pie y él
sentado en el suelo abría su boca al máximo para que lo cogiese con mi verga
hasta su garganta.
Con la calentura que tenía y la paja interrumpida con su presencia en el baño,
ese ir y venir dentro de su boca lo aceleré al máximo hasta que el con sus manos
retiró mi verga de allí y se puso a darme lamida en los huevos cosa que me
excitó mucho sentir esa lengua áspera que me lamía desde abajo.
Después de un buen rato en esa posición me pidió que se la metiera y yo que ya
estaba caliente lo coloqueó con el pecho sobre la cama quedando de rodillas
sobre el piso le separé las piernas y me puse tras suyo, escupí mi mano y la
llevé hasta su culito apretadito y lampiño ensalivé todo el agujero y con un
dedo traté de meterle saliva hacia adentro tratando de distender el esfínter
cosa que no logré, pero mi calentura no daba más, escupí una gran cantidad de
saliva justo sobre mi glande lo apoyé en el culo que me ofrecían y se la
introduje de un solo golpe, escuchando como aullaba de placer al mismo tiempo
que lloraba por el dolor pues me confesó que era su primera vez.
Me encantó y al mismo tiempo me dolió mucho la verga porque ese culo bramaba,
parecía que tenía fuego por dentro, la culpa de las lesiones que le produje en
los pliegues de su ano la tiene la poca experienia y las ansías deseperadas que
tenía por meterla.
Ahora con el tiempo y la experiencia hubiese dilatado su ano, con lamidas,
cremas, dedos en fin todas las técnica aprendidas a lo largo de los años, pero a
los 17 uno trata de sacarse la calentura y nada más, no importan las
consecuencias.
Su culito se desgarró y un hilito de sangre salió de una de las fisuras
producidas por mi miembro deseperado por arremeter sin pensar en las
consecuencias.
El gritaba que le dolía, pero yo empujaba cada vez más y hasta que no sentí un
cosquilleo enorme como señal de que la leche salía no disminuí el mete y saca.
Cuando se la saqué y vi la sangre me asusté porque pensé como arreglaríamos eso?
Su verga que era bastante chica y morena estaba empapada por su leche que
chorreaba de ella y de la colcha de mi cama donde había pegado al salir de allí.
Estuvimos unos días sin intentarlo nuevamente porque Manuel me dijo que le ardía
mucho cuando hacía de cuerpo y me mostraba las heridas de su culito todos los
días para que le dijese si iba mejorando.
Como se excitaba mucho cada vez que me veía, me la volvía a chupar hasta que no
lograba extraer hasta la última gota de leche no cesaba de agasajar al órgano
que le daba placer.
Después de que mejoró me lo cojía todas las veces que él me lo pedía con
vaselina que era lo que se usaba en ese entonces.
Manuel me confesó que fue la primera vez que alguien le visitaba las
profundidades de su recto, pero que su garganta estaba acostumbrda porque se la
había chupado a varios compañeros de estudios en Asunción, pero que con ellos no
se excitó tanto como conmigo, aunque su culo le hacía cosquillas cada ve que
chupaba una verga o que sus compañeros le llenaban la boca de leche, le faltó
valor o la necesidad de sentire una verga dentro suyo como le pasó el día que me
vio de pija dura en la ducha.
A veces se quedaba en mi cuarto hasta altas horas de la madrugada jugando a las
cartas o a cualquier otro juego que fuese una excusa para lo que vendría
después.
Pasamos unas lindas vacaciones, en las cuales me lo cogí de todas ls formas que
sabía y de las que invetamos con la práctica de hacerlo varias veces por día y
en los lugars más insólitos.
Manuel estaba dispuesto a bajarse los pantalones a cualqier hora y en cualquier
momento, ya sea entre las rocas, los árboles o en las alturas de los cerros Pan
de Azúcar o San Antonio donde íbamos muy seguido en busca de aventuras las
cuales teminaban siempre con sus entrañas llenas de leche y su esfínter cada día
más dilatado.
Con esa prácticas diarias el culito de Manuel se convirtió en un verdadero túnel
del placer donde mi verga púber encontraba satisfacción a toda hora.
El nunca me pidió el culo para probar si le gustaba, por eso no se lo dí, pero
para que se lo iba a dar si el suyo me daba satisfacciones suficientes para
seguir visitándolo sin retaceos.
En marzo volvió a su tierra a su vida normal de clases, pero el muchacho que
regresó a su tierra era muy diferente del que había salido.
Comenzó entre nosotros una correspondencia muy erótica, la cual duró hasta que
Manuel me contó que estaba tan deseperado por sentir que su esfínter fuese
separado por una verga que al no tenerme cerca se lo entregó a uno de los
compañeros de estudios con los cuales había debutado en la mamadas.
El amigo de Manuel quedó asombrado de la facilidad con la que le entraba su
verga de unos 22cm, y como se movía al recibirla. jamás había imaginado que el
"inocente" se moviese y disfrutase con el culo lleno de esa manera.
Todo eso me lo contó en sus cartas, que lamentablemente no tuvieron continuidad
por mucho tiempo porque el padre de Manuel se fue a Miami con su empresa y
familia, se instalaron allí y nunca más volvieron a veranear por playas
uruguayas.
Si Manuel lee esto me gustaría que me escribiese, para saber que fue de él y de
su vida, ya que hace casi 30 años que no se nada de él.
OMAR
Cualqier comentario como siempre lo recibiré muy gustoso en:
omarkiwi@yahoo.com