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Guillermo un dentista conocido como -La Guillota-

en Gays

GUILLERMO UN DENTISTA CONOCIDO COMO "LA GUILLOTA"

No tengo la menor idea de como contar esta historia, pero trataré de hacerlo de la mejor manera posible.

Hace dos o tres años en los noticieros dieron la noticia de que una señora fue asaltada en su departamento y los ladrones le dieron tantas patadas que por esa causa a ella le deshicieron el hígado y murió desangrada antes de llegar al hospital.

Ni le di importancia al hecho, era uno más de los crímenes que habitualmente se cometen en Montevideo o en cualquier ciudad del mundo.

A los pocos días me encontré con un amigo y me mencionó el hecho, comenté alguna cosa sin pasar a mayor profundidad del hecho pero cuando este amigo me dijo quien había sido el marido de esa señora, me interesé pos conocer más detalles.

Esa señora había estado casada con Guillermo, un dentista que en ese entonces andaría por los cincuenta y tantos años, mi amigo me dijo que ese dentista tenía el consultorio en un depto. de la Calle Convención y Maldonado.

Mi cerebro a toda máquina captó las palabras, dentista, Guillermo y Calle Convención y Maldonado y todo vino a mi mente.

En mis primeros años como profesor me designaron para dar clases en un liceo que había en la Calle Sierra casi el Palacio Legislativo, el liceo existe aun, pero la calle se llama de otra manera.

Una tarde como otras tantas, salí de allí y me puse en la parada del ómnibus a esperar uno que me llevase a otro liceo en el cual tenía que dictar unas clases un par de horas después.

Pasaron varios coches a los cuales no le di importancia, pero uno de ellos pasó tres veces antes de que yo lo notase, eso me lo dijo el ocupante al poco tiempo de subir a ese vehículo.

El tipo al pasar por tercera vez por donde yo estaba se detuvo y me preguntó si podía llevarme. Me quedé totalmente en blanco. el tipo era atrayente tendría unos 35 o 40 años, (unos diez o quince más que yo), me dio tanta conversación hasta que me convenció.

Yo no iba para el lado de Convención, iba a dar clases en otro liceo pero como ya dije tenía que hacer tiempo y él tipo con su charla interminable, me dijo que se llamaba Guillermo era dentista y tenía el consultorio en esa calle.

-Querés venir a mi consultorio?

-No, si no me duelen las muelas...!!!

Se rio mucho de mi contestación y tocándome el bulto me dijo:

-Con esta pinza no querés buscarle la raíz a mi muela?

Yo también rei por su apresurada contestación y apreté más su mano sobre mi bragueta para que sintiese el efecto que había producido su mano al presionar mi "pinza".

Le dije que tenía casi un par de horas libres... que iría si luego me acercaba al liceo donde tendría mi próxima clase.

Me dijo que no había problema, y fuímos hasta su consultorio donde se encontraban su secretaria y un par de pacientes.

Dirigiéndose a su secretaria le dijo:

-Amalia, me encontré con el Sr. Pérez y le tengo que hacer un tratamiento de conducto, que nadie nos moleste, hasta que yo le avise.

-Bien, doctor, llamó la Sra. de XXX para que lleve el perro a su casa para ponerlo con su perra...

Entramos al consultorio, nada de particular, un consultorio de dentista comun y corriente.

-Sentate en el sillón, quiero ver el conducto para hacerte el tratamiento.

Reímos por su ocurrencia, me senté en el sillón mientras él se acomodaba arriba mío para besarme apasionadamente a la vez que podía sentir su cuerpo hirviente sobre mí.

Luego fue bajando hasta que logró desprenderme el pantalón y se puso a hurgar con sus largos dedos dentro de él, hasta que logró extraer mi pija que estaba casi al borde de la erección total, esos besos me habían calentado muchísimo!!

Chupó como deseperado sin dejarme hacer otra cosa que acariciarle la cabeza y empujarla más contra mi pelvis para que pudiese tragar algo más, si quedaba algo más porque el dentista, se tragaba mi pija con una facilidad asombrosa chupándola desde el meato hasta la raíz, la lamió, la succionó un buen rato y no se detuvo hasta que de ella fluyeron las primeras gotas de precum.

Cuando sintió el sabor salado de ese líquido lo saboreó con sus lengua y me dijo:

-Ahora tu verga está lista, metémela por favor!!!!

No todos los días se encuentran tipos tan educados que te piden por favor que los cojas, pero yo no estaba preparado no había visto su culo, ni lo había tocado porque él permenecía vestido chupándome la verga a mandíbula abierta.

Se fue bajando el pantalón, mostrándome unas nalgas bastante carnosas, gorditas y duritas las cuales me apresuré a tocar mientras él sin darme tiempo a nada se sentaba sobre mi en el sillón del consultorio, mientras que con una mano me agarraba la pija con la otra se abría el orificio anal para que le entrase mientras el bajaba sobre ella.

No voy a decir que fue agradable, me molestó y me ardió un poco porque se la metí en seco, porque ni siquiera me dio tiempo a lubricarle el ano con saliva o con alguna crema.

Después de que mi verga estuvo toda alojanda dentro suyo me llevé una gran sorpresa, su recto estaba totalmente húmedo, no me atreví a preguntarle el motivo pero supongo que antes de salir a buscar a alguien para que lo cogiese, él se habría metido alguna crema, con los dedos o con algun vibrador porque en otras visitas vi que tenía un vibrador escondido en un cajón.

Saltó sobre mi verga dándonos interminables minutos de placer para ambos, hasta que su pija no soportó tanta excitación por la paja que se estaba haciendo al mismo tiempo que se reboleaba sobre mi verga su uretra expulsó el líquido blanquecino pegando este sobre el salivadero del sillón odontólogico.

Como este primer encuentro con "La Guillota" que así le decían al dentista por llamarse Guillermo, sucedió en épocas que eran más seguras para el sexo, no fue necesario usar condón y mi verga se derramó en las profundidades de sus entrañas llenándoselas con toda la leche que había en mis vesículas seminales.

De ese primer encuentro no puedo decir nada más, fue a las apuradas, con una sala de espera bastante poblada de pacientes y con la ropa a medio sacar, por eso no pude verle mucho el cuerpo ni lo que ocultaban sus ropas interiores.

A ese primer encuentro sucedieron otros tantos en el tiempo en que nos tratamos, el estaba separado de esa señora que habían matado tan salvajemente, tenían una hija la cual concurría al liceo por donde él me habíia levantado.

Me contó que se había separado de su mujer porque a él le encantaba que le pusiera el vibrador mientras la cogía y que sin ese artilugio él no se excitaba para cumplir con sus obligaciones maritales.

A pesar de tener una verga aceptable, conmigo siempre hizo de pasivo, no la usaba, solamente me permitía chupársela en unos interminables 69 que hacíamos en el consultorio, porque era el único lugar que tenía para sus fechorías.

Cundo estaba muy excitado, desesperadamente me ofrecía el culo para que lo penetrase tragándose mi verga como si en ello le fuese la vida, en cambio otras veces me pedía que lo cogiese con el vibrador mientras él me la chupaba para extraerme todo el néctar que le gustaba tanto. Dejé de verlo porque nuevamente intentó formar un nuevo hogar, con una señora que le toleraba el vibrador y la forma en que le gustaba usarlo.

Lo volví a encontrar unos años antes de que asesinaran a su primera mujer, porque dio la casualidad que mis amigos de Neptunia habían hecho amistad con él y en un cumpleaños allí él me reconoció.

Como lo iba a reconocer!! La hermosa cabellera que tenía dos décadas antes había desaparecido quedándole una amplia pelada y además se había dejado un bigote muy ancho.

Conversamos de tanto años sin saber nada uno del otro, se quejaba de que tenía un hijo de casi veinte años que era un atorrante porque no quería estudiar ni trabajar, que él trabajaba como un burro, para mantener su casa y mantener a los muchachitos jóvenes, porque esos eran los que le gustaban en ese tiempo.

En realidad eso de que los mantenía no me lo dijo, pero mis amigos me lo contaron después.

Terminó separándose de su segunda mujer, la cual le sacó muchas propiedades, luego estuvo rodando por las casas de sus amigos hasta que el año pasado se peleó con mis amigos y se fue para España, eso es lo que dijo, nadie supo más nada de él.

Todo esto vino a mi memoria porque antes de Fin de Año me saludó una señora con una niña de unos diez años, y como no la reconocí, se dio a conocer diciéndome quien era.

Era su hija, pero yo no le pregunté por él porque creo que ella ignoraba los placenteros ratos que pasé con su padre en el consultorio.

OMAR

Como siempre espero comentarios en: omarkiwi@yahoo.com

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