EL GENDARME CHILENO
Hace unos tres o cuatro años que conocí Chile y a un gendarme chileno con el
cual tuve una aventura inesperada y bastante precipitada.
Para Semana Santa con David buscamos ir a un sitio nuevo, o sea al que nunca
habíamos ido. Finalmente por complacerme aceptó hacer una excursión a Bariloche,
Sur de Chile y finalmente Santiago.
Para mi todo era nuevo porque nunca había estado por esos lados, para él lo
único novedoso fue el Sur de Chile, porque lo demás lo conocía, pero como le
gustaba mucho Santiago quiso volver y así se iniciaron nuestras vacaciones.
David quería comprar ropa en un mercado que había conocido en un viaje anterior
a Santiago, pero por los datos que daba sobre ese lugar nadie sabía donde era
hasta que finalmente dio con una mucama del hotel que nos indicó que tomásemos
el metro y nos bajásemos tres estaciones de allí.
Tomamos el metro, creo que fue en la Estación de la Universidad Católica, digo
creo porque fue todo tan rápido que ni idea tengo de como es Santiago, porque la
excursión nos tuvo un día en esa ciudad, y una mañana libre que fue en la que
fuímos en busca de ese mercado.
Bajamos del metro en la estación indicada, subimos a la superficie, cruzamos la
calle y nos encontramos con el mercado, el cual tenía cientos de puestos de
venta de ropa y otras cosas, pero la mayoría eran de venta de ropa.
Compré algunas cosas y mientras David recorría y preguntaba precios me fui a dar
una vuelta por la zona.
Casi al lado había una estación de trenes, quise pasar para conocerla pero un
gendarme gigante, mediría uno noventa de altura, tipo indio de cara y manos
color rojizo las cuales se destcaban con el color claro de su uniforme me
impidió el paso.
Muy amablemente me dijo que la estación estaba cerrada, que ese día ya había
salido el último tren y no se permitía la entrada.
Le expliqué que era turista y de que país había venido.
Con la misma amabilidad y educación que tuvo al decirme que no se podía entrar
accedió a mostrarme la estación.
Era un lugar muy limpio y cuidado, pude ver las locomotoras que estaban allí
esperando que al otro día se reanudasen los vijes, pude ver las oficinas desde
afuera porque dentro había gente trabajando.
Terminado el recorrido le agradecí su amabilidad y le pregunté si podía pasar al
baño porque había tomado mucho liquido en el desayuno y quería desocupar mi
vejiga.
Me indicó donde estaba el baño, entré y quedé muy aliviado al sentir que mi
vejiga quedaba vacía nuevamente.
Ya había guardado la pija dentro de mi slip cuando se abrió la puerta y vi que
entraba el gendarme, se acercó a uno de los mingitorios de pared, abrió su
bragueta y sacó una pija rojiza como la piel de su cara y de sus manos; luego se
puso a orinar.
Miró hacia el costado y vio que mis ojos no se apartaban de su "pico" como les
llaman en Chile.
-Te gustan los picos? Demoré un poco en contestarle hasta que le dije: -Me llamó
la atención el color tan rojizo...
Terminó de orinar la sacudió, la descabezó para que pudiese apreciar más el
color que tanto me había deslumbrado, por lo que pude verle un glande rosado
pálido que se destacaba enormemente con el color rojizo de su prepucio, se
acercó a mi con el "pico" en la mano y me preguntó: -Qieres hacerle una mamada?
Asentí con la cabeza mientras el fue hasta el lavatorio, la lavó y me hizo señas
de que entrásemos a uno de los gabinetes.
Cerró la puerta, me senté en el inodoro mientras él se ocupó de sacar los huevos
para afuera sin otro ademán de bjarse o desabrocharse los pantalones.
Me la acercó a la boca, pude sentir el aroma de su orina recién salida, aunque
se había lavado por su uretra seguían saliendo algunas gotitas, la besé por
todos lados primero el glande, después metí mi lengua y mis labios en el pliegue
que se forma entre el glande y el prepució allí había un aroma y un sabor muy
fuerte a pija, que me encantó, seguí lamiendo y besando ese tronco hasta que mi
nariz olió sus pendejos oscuros y lacios.
El gendarme suspiraba y me pedía que de una buena vez me la metiera en la boca
que no tenía mucho tiempo, que tenía que volver a su guardia, se puso muy
nervioso meintras yo seguí explorando toda la superficie de esa barra de carne
que ya estaba muy dura a pesar de que nunca había visitado las profundidades de
mi garganta, exploré otro poco la levanté con una mano y me dediqué a lamerle
las bolas las cuales estaban aprisionadas contra la tela su pantalón.
Mi nariz quedó metida en el hueco que se forma entre las dos bolas y la raíz de
la verga, yo lamía hacia la derecha y luego hacia la izquierda tratando de darle
el mismo tratamiento a cada uno de las ciruelas que tenía al alcance de mi
lengua.
Digo ciruelas porque eran de ese tamaño, su pico era grande pero esas bolas lo
hacía parecer más pequeño.
Su pija seguía hacia arriba sostenida por mi mano, dejé de mover mi lengua hacia
los lados y me dediqué a ir subiendo hasta la cabeza lamiendo toda la parte
posterior desde la raíz para detenerme al llegar al lugar donde debería
encontrarme con el frenillo.
No existía!! Su prepucio estaba suelto!! Subí otro poco, abrí la boca y su
glande rosa pálido se perdió dentro de mi boca, fui tragando, lamiendo, chupando
hasta la mitad de esa verga gorda, en eso el se movió hacia adelante y me la
metió toda hasta que chocó con mi garganta.
No pude seguir haciendo nada más porque el empezó un violento mete y saca dentro
de mi boca hasta que su pija empezó a latir mucho y sentó el sabor del liquido
pre-seminal.
-Dale bajate los pantalones que quiero metértela!!! Me la sacó de la boca y vi
que estaba impresionante!! Congestionada!!! Sus colores se habían puesto más
vivos y chorreaba pre-cum en abundancia.
-Tenés un condón? Me dijo que no, entonces le respondí que no.
Le dio mucha rabia y furiosamente me la empezó a meter y sacar de la boca hasta
que sentí que jadeaba mucho y que las convulsiones de su pico se acrecentaban.
Lo empujé hacia atrás justo en el momento que se iba a producir la eyaculación.
-Ahhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!! Fue el grito que salió de su garganta y vi como
saltaba una gran cantidad de semen que justo fue a dar a mi cara.
El quedó de pie contra la puerta del privado con la pija en la mano mirando como
yo trataba de limpiarme la cara y la ropa que se habían mojado con es leche
espesa y abundante.
El siguió con la pija afuera hasta que se le fue bajando mientras yo me
limpiaba, después que me sequé todo lo que pude, bajé mi mano hasta mi bragueta
y sentí que mi pija estaba dura.
Abrí el cierre, la saqué y empecé a pajearme siempre sentado en el inodoro.
El no dijo nada, me hizo poner de pie y subir al inodoro, allí me la empezó a
chupar.
No me hizo los mismos agasajos de lamidas que yo le había hecho a su pico,
simplemnte se lo metió en la boca y chupó hasta que le dije: -Me voooooy!!
Querés que te acabe en la boca? La sacó de mi boca y me dijo espantado: -No!!!
Apuntá para otro lado no me manches el uniforme.
Giré un poco el cuerpo y seguí pajeándome hasta que sentí que mi leche estaba a
punto de salir, el puso su mano debajo de mis huevos y los apretó, con mi mano
la guié para que me tirara de la base de la pija mientras yo movía el prepucio
sobre la cabeza y me pellizcaba el frenillo hasta que tres chorros de leche
fueron a estrellarse contra la pared.
Antes de que se me bajara se la metió en la boca y mis últimas gotas fueron
extraídas por su lengua que me lamió el glande a toda velocidad.
Es de imaginar que había un olor a leche impresionante, no solo en mi cara y en
su boca, salímos de allí sigilosamente pero quien iba a estar en ese lugar si la
estación no estaba habilitada al público??? El tenía miedo que su uniforme
tuviese algun vestigio del placer mutuo del que habíamos disfrutado por lo que
lo revisé cuidadosamente y al decirle que no le había caído ninguna gota de
leche se tranquilizó, se lavó las manos, la pija, la cara e hizo gargaras para
que no le quedase olor a semen en la boca.
Terminado todo ese ritual de higiene, yo me lavé la cara y salímos al exterior
de ese baóo de Estación de Trenes de Santiago.
Me acompañó hasta la entrada, me dio la mano y me fui al mercado a encontrarme
con David.
Lo encontré muy entusiasmado comprando camisas y al mismo tiempo estaba
preocupado porque no me encontraba y me quería regalar una camisa a mi.
Le dije que anduve por ahí mirando la Estación de Trenes.....
Salímos del mercado cargados con muchos paquetes de sus compras, y al pasar
frente a la estación vi al gendarme en su puesto.
Lo miré a los ojos y este ni se inmutó hizo como que jamás me había visto.
Volvímos al hotel porque a la tarde íbamos a conocer Reñaca y Viña del Mar, pero
allí no pasó nada interesante que merezca contarse.
OMAR
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