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El tío Marabú

en Gays

EL TÍO MARABÚ

Después que abandonamos Salvador estuvimos un día y una noche descansando en Cabo Frío, merecido reposo sobre todo para mi ano lastimado por la imprevista caída que tuve en la última ciudad que visitamos y que narré en mi anterior relato.

La doctora desapareció del grupo como siempre porque pasaba en la habitación del guía pero algo habrá sucedido porque en la última escala que fue en una fazenda cerca de Blumenau ni se acercó a Rodrigo pero por supuesto que no me anteví a preguntarle nada porque no tenía derecho a meterme en su vida.

Mi recto aún seguía inflamado a pesar de que me seguía poniendo el ungüento que me había dado la bahiana, pero mi verga que no tenía lesión alguna empezaba a corcovear como avisándome que quería acción porque los espermatozoides se habían reproducido dentro de mis bolas y querían salir de su escondrijo.

Intenté masajearme un poco mientras los pasajeros dormían dentro del bus pero por temor a ser descubierto no seguí insistiendo en ello y me dormí.

A Blumenau llegamos temprano por eso nos llevaron a un shopping para que compráramos algo mientras hacíamos tiempo de que nos habilitaran la fazenda, pero también tuvimos que esperar porque estaba todo cerrado.

Finalmente arribamos la fazenda casi al mediodía donde nos recibió un anfitrión muy zafado, éste vestía de payaso y mientras nos servían una caipirinha como copa de bienvenida se puso a jugar con Rodrigo hasta que se le puso detrás haciendo como que lo cogía.

Hacía eso diciendo que a Rodrigo le gustaba que él le diese por atrás pero Rodrigo protestaba y quería sacárselo de encima replicándole que a él no le gustaba eso en cambio al payaso sí.

Con toda la narración de ese jugueteo olvidé decir que el payaso cuando se presentó dijo que era "El Tío Marabú".

En ese momento no supe si era amanerado o todo ese jugueteo era parte de la diversión porque yo sabía muy bien que Rodrigo nunca daba el culo siempre iba de activo, pero uno nunca sabe porque hay muchos gays que con sus maridos van de activos negándoles el culo y luego van a buscar pijas por otros lados.

El Tío Marabú era muy joven aparentaba no tener más de 18 años pero después que se presentó ante la pregunta de una pasajera le respondió que tenía 22 y agregó que tenía novia pero no supimos si era novia o novio.

"Marabú" es rubio supongo que por ser descendiente de alemanes como casi todas las personas en esa región de las sierras del estado de Santa Catarina, aunque muy blanco de piel su rubio cabello no es el rubio típico de los alemanes sino que a lo mejor se deba a algún antepasado de cabellos más habanos.

En el mes de junio en ese lugar también hace frío por eso los excursionistas nos abrigamos bastante porque unas horas antes habíamos estado disfrutando del cálido clima de Cabo Frío y ahora ya se notaba el cambio de la temperatura porque nos acercábamos al gélido Montevideo.

A la tarde dimos unas vueltas por el parque de la fazenda pero ni rastros del Tío Marabú, había desaparecido o su trabajo era simplemente recibir a los huéspedes y hacerse humo?.

Después de cenar nos llevaron a una cabaña de madera con techo quinchado para festejar con baile el cumpleaños de una pasajera y allí vimos que Marabú y otros chicos del lugar escoltaban una grandísima torta para la homenajeada.

La doctora apareció a último momento pero ni se acercaba a Rodrigo aunque este insistió en sacarla a bailar ella se alejó de la pista de baile.

Yo estaba bastante incómodo, no solamente por la música que no me gustaba sino por el frío que se hacía sentir a esas horas de la noche y en ese lugar apto para el verano por eso me fui a un rincón a fumar un cigarrillo y allí apareció mi salvación.

Por uno de os agujero de las paredes de troncos vi al Tío Marabú que estaba en otra habitación por eso salí de la cabaña para poder entrar por la otra abertura aunque más no fuese para hablar con él.

Después que él hubo respondido a mi saludo le comenté lo frío que estaba ese lugar y entre otras cosas me dijo que él no vivía en la fazenda pero cuando trabajaba se quedaba porque el pueblo estaba muy lejos.

Le di la mano para que viese lo fría que se me había puesto y entonces me dijo que si quería podíamos ir hasta su pieza donde me daría una caipirinha con la cual se me pasaría el frío.

De allí fuimos directamente al edificio principal de ese complejo hotelero donde se encuentran los restaurantes, las cocinas y entre todas esos lugares se encuentran las habitaciones destinadas al personal.

Después de entrar en una minúscula habitación con dos camas Marabú abrió un placard extrayendo de allí una botella de vodka luego me dijo que iba a buscar jugo de limón e hielo y desapareció dejándome solo en ese lugar.

A los pocos minutos vi que se abría la puerta, efectivamente era mí anfitrión que traía dos vasos con los elementos necesarios y los depositó sobre una mesa antes de agregarle el vodka.

Brindamos por mi primera visita a la fazenda y en son de broma brindé por su trasero (bumbum como le dicen allí), a lo que muy complacido festejó mi ocurrencia.

Me tiré ese lance de alabar su bumbum para ver como reaccionaba, porque yo tenía unas tremendas ganas de descargar mis vesículas seminales y el culo de Marabú no estaba nada mal, además era lo único que tenía a mano para mi pija deseosa.

Me dijo que podía tocárselo para sentir con las yemas de mis dedos que era un bumbum verdadero y no relleno como se podía suponer al ver tan rollizo montón de carne empinada que ostentaba por detrás.

Mi segunda caipirinha estaba pasando por mi garganta cuando oí esa invitación y no me hice rogar inmediatamente estiré mi mano pellizcándole el monte de piedad.

Realmente estaba muy duro el firme trasero que mis dedos apretaban por eso le dije en mi mal portugués:

-Eu gostaria visita-lo com mia lingua, gostaria sentir su dureza con ela.

Ni corto ni perezoso Marabú inmediatamente se bajó los pantalones dejando ante mis ojos ese perfecto bumbum blanquito y aterciopelado.

Comencé a besar toda la redondez que tenía ante mi boca para luego lamerlo a la vez que mis dedos hurgaban entre sus nalgas buscando el agujerito que mi lengua recorrería después de que me hubiese saciado con esa carne deliciosa.

Él se dejaba hacer todo suspirando muy suavemente hasta que mi lengua llegó a su hoyito caliente no demostró nada más que esos sonidos, pero cuando sintió que lo estaba visitando por allí su verga se puso tiesa, aun no la había visto pero la tenía entre mis manos cuando mi lengua entró en su nidito de placer.

Por lo que percibieron mis dedos me di cuenta que tenía lindo tamaño y se estaba humedeciendo rápidamente con la excitación que le producía mi lengua al estar dilatándole el esfínter.

Detuve el tratamiento porque quería verlo de frente pero a la vez deseaba que me la chupase un poco porque mi verga estaba muy apretada dentro de mi slip y necesitaba salir urgentemente de su prisión.

Cuando dejé de visitar su hoyo Marabú se dio vuelta exhibiendo su herramienta la cual me pareció bastante larga pero muy fina, inmediatamente me hizo recordar a las salchichitas de Viena pero por supuesto en otro color más tenue.

Me puse de pie para desvestirme ante la mirada de Marabú que también se sacó los pantalones que tenia enredados en sus tobillos y luego se quitó la remera que cubría su lampiño pecho.

Cuando me vio completamente desnudo exclamó:

-Que bonito pau!!!!

Y sin que se lo pidiese comenzó a besarlo de una manera muy delicada pero ávida a la vez para luego introducir mi glande en su boca con la cual me hizo unas succiones increíblemente fuertes haciéndome gritar de dolor alternado con el placer que me estaba dando esa boca que por primera vez me hacía un tratamiento de esas características.

Ya sobre la cama Marabú se monto a horcajadas sobre mí ofreciéndome su agujero para que siguiese introduciéndole mi lengua a la vez que él seguía afanosamente tragándose todo mi pau.

Fue fantástico sentir como su esfínter se abría para luego contraerse con cada milímetro de mi lengua que se iba metiendo por su apretadito canal, a través de los terminales nerviosos de mi lengua pude sentir como su músculo anal me iba mordiendo la punta de mi amaestrado órgano gustativo.

Fue tanto el placer que estaba sintiendo en mi glande y al mismo tiempo en mi lengua que no pude contener por más tiempo la eyaculación, la cual apareció sin previo aviso para inundarle la boca a mi compañero con un inmenso torrente de porra extraída de lo más profundo de mis reservas seminales.

Marabú se ahogó pero igualmente siguió tragando todo el líquido caliente que le llenaba su boca contestando a mi placer con un bárbaro cierre de su esfínter aprisionando mi lengua dentro de él.

Mientras disfrutaba con los ojos cerrado tanteé a ciegas hasta que me apoderé de su verga para pajearlo unos instantes hasta que sentí su leche saltar mojándome parte del pecho y del ombligo con ese viscoso y cálido néctar juvenil.

Descansamos un buen rato en el cual me volvió a servir otra generosa cantidad de vodka en el vaso en el cual predominaba el hielo derretido y las cáscaras de limón y luego bebimos por el buen polvo que nos habíamos echado.

A través de la conversación me enteré a regañadientes que Marabú también había probado la verga de Rodrigo, pero no quiso entrar en detalles diciéndome solamente que casi nunca tenía oportunidad de gozar con ella porque el guía venía a la fazenda al regresar de las excursiones y no quería quedarse sin materia láctea ya que la guardaba para su mujer en Montevideo.

Terminado el descanso y el parloteo que lo acompañó me puse a mirar como su verga permanecía mustia sobre sus bolas donde resaltaba el castaño de sus pendejos con el blanco de la piel en esa parte oculta de los rayoso solares.

No aguanté por mucho tiempo contemplando esa verga caída y me apoderé de ella para besarla antes de comenzar a lamerla percibiendo a través de mi lengua el gustito salado de la poca leche que se había secado sobre su glande porque la demás estaba pegada sobre nuestros cuerpos.

Marabú tuvo una tremenda reacción por el jugueteo que mi lengua le hacía en toda la longitud de su herramienta respondiendo con una erección que me dejo sin aire porque su pau me llegaba a la garganta pero por suerte no era grueso sino me hubiese sofocado mucho más.

Con todo ese sabor penetrando por mi garganta acompañado por los suaves gemidos del Tío Marabú me excité nuevamente sintiendo un cosquilleo muy agradable en el agujero de mi pau y por eso abandoné lo que tenía dentro de mi boca para decirle a mi partenaire que me gustaría visitar con mi pija el interior de ese culito que me había dado tanto placer al morder mi lengua pero que no tenía condones en ese lugar para poder hacerlo.

Marabú muy complaciente abrió el cajón de una mesilla de noche y alcanzándome una caja me dijo que le gustaría mucho que lo penetrase porque mi pau era muito gostoso y le gustaría sentir cuando la porra saliese dentro de él.

Manos a la obra o mejor dicho pija a la obra por eso le dije que me la chupase un poco para que se pusiese más dura mientras le lubricaba el ano con mi saliva dilatándolo con mi lengua a la vez que le empujaba la saliva para adentro de su canal con mis dedos embadurnados en ella.

Cuando su esfínter estuvo listo para una penetración sin imprevistos me puso el condón y luego se acomodó sobre mí para sentarse en el mástil que lo aguardaba abajo.

Rápidamente se acomodó sobre la cabeza de mi pija para luego ir bajando lentamente hasta que pude sentir como se abrían sus labios anales para dar paso a medio pau que entró sin dificultad en esa cuevita cálida y mordedora.

Cuando su esfínter se hubo acostumbrado arremetió pavorosamente tragándose toda mi verga para luego comenzar una feroz cabalgata haciéndome gemir de placer cada vez que su culo apretaba mi herramienta para luego aflojar su esfínter liberándola para nuevamente volver a clavársela toda en su interior delicioso.

Una vez que nuestras vesículas seminales quedaron vacías reposamos unos instantes en los cuales repusimos fuerzas antes de ir a bañarnos porque nuestros cuerpos eran un verdadero desastre por los fluidos que estaban pegados sobre ellos.

Por suerte a Marabú no se le ocurrió hacerme ningún mimo en el ano porque éste aun estaba lesionado a consecuencia de la caída que había tenido en Salvador cuando estaba cabalgando a Xeripé y se nos rompió la silla en la cual disfrutábamos grandiosamente, caída en la cual se me desgarró parte de mi recto pero gracias a los milagrosos ungüentos de Donha Miracema iba mejorando aceleradamente, pero no como para que alguien jugase con esa parte en reparación.

Bajo la ducha nos dimos unos interminables besos y la consecuencia de tanta efusividad fue una nueva erección para que Marabú disfrutase otra vez con mi pau haciéndole una felación con la cual le extrajo con su boca la poca esperma que aun queda en mi organismo la cual fue vertida muy tímidamente sobre la lengua de mi chupador.

Después de secarnos nos vestimos y como ya era muy tarde volví directamente a mi cabaña donde encontré a mi tío roncando sin sospechar nada de lo saciado que había quedado su sobrino porque Marabú si que sabía homenajear a los huéspedes.

Dormí como un bebé, agotado y satisfecho aunque con un poco de dolor en mis bolas por lo vacías que habían quedado.

Al otro día luego del desayuno nos presentamos en el hall de la fazenda con todo nuestro equipaje pronto para volver a Montevideo.

A Marabú no lo veía por ningún lado, pero justo en el momento en que íbamos a subir al ómnibus apareció muy agitado, se había quedado dormido por lo agotado que había quedado con los tres polvos que nos habíamos echado en su habitación por eso casi no llegó a despedir al grupo de excursionistas.

Se despidió en general sin hacer ningún saludo especial para mí, pero supongo que no quería hacer evidente su preferencia por algún pasajero o simplemente yo le serví para saciar su sed de sexo y para nada más.

De la doctora se comentó que anduvo acosando a los chóferes, pero ignoro si concretó que alguno de ellos la llevase a la cama aunque los dos estaban bastante bien se mantenían en su lugar, pero uno nunca sabe las necesidades sexuales a veces son impostergables y ellos estuvieron más de 20 días sin desahogarse...

Volvimos a Montevideo sin ningún inconveniente salvo que acá encontramos el invierno más crudo del último siglo.

Lo único que sé de la doctora es lo que me cuenta por E-mail, pero hasta ahora no volví a verla.

OMAR

 

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