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Nelly se está bañando

en Autosatisfacción

Nelly se está bañando

¿Por qué has dicho a la abuela que te pones nerviosa si miro cuando te baña? Soy tío Eduardo, Nelly. Tu mamá es mi hermana. ¿Por qué has dicho eso? La abuela ha reído y ha cerrado la puerta. Yo he quedado fuera. Te saliste con la tuya. No puedo ver como te baña.

Pasado mañana cumples siete años. No te hagas mayor, cielo. Queda tal cual eres. Conserva siempre esa piel suave de fruta temprana. Mantén tu armonía de líneas dormidas, de hojilla verdoya, de tierno renuevo, de promesa en agraz. Abuela estará frotando tu espalda con la esponja verde. El agua, jabonosa y tibia, contorneará tus glúteos. La esponja, en las sabias manos de la abuela, buscará tus rinconcillos escondidos –"levanta los brazos, Nelly"-, se regolfará en tus pliegues íntimos –"este culete ha de quedar bien limpio"-, encontrará tus recovecos húmedos –"ahora la patatita"-. Luego abuela te enjuagará. El agua te empapará la cara. Cerrarás los ojos y arrugarás la nariz con ese gesto pícaro tan tuyo. El agua te acariciará las mejillas morenas, los labios gordezuelos, el cuello. Se derramará sobre tu pecho liso de pezoncillos endurecidos, sobre tu vientre y tus piernas. ¿Por qué le has dicho a la abuela que cierre la puerta? Eres mala, Nelly. ¿De qué tienes vergüenza? Eres lo mejor que hay en el mundo. Pienso en ti y me da un vuelco el cuerpo.

Te imagino tendida en la cama, desnuda, con las piernas flexionadas y abiertas. Me sonríes. Te acaricio con la mirada. Con las manos de mis ojos acaricio tu piel. Abuela te secará con la toalla grande. Te frotará el cuerpo hasta dejarlo enrojecido. "Esto activa la circulación" dirá como acostumbra. Te arrebujarás en la toalla ladrona de perlas y de gotillas de agua, como de rocío, que de seguro te salpican hombros, vientre y cintura. Te imagino tendida en la cama y lleno mis ojos de ti, de cada uno de los dulces ángulos que, entrelazados y ordenados en trama y urdimbre, configuran tu niñez esplendorosa. Recreo la mirada en la fina hendidura de tu entrepierna, angosta boca de cueva de las mil maravillas en tu pubis lampiño. Tu piel es suave y cálida. En mi sueño te beso centímetro a centímetro, Nelly. Te chupo. Te lamo. Te saboreo. Sueño que te visto con mi saliva. Me sonríes. La abuela estará acabando de bañarte. La puerta sigue cerrada. ¿Por qué la vergüenza? Me conformo con poco, niña mía. Te miraba en la bañera y, al quedarme solo, me masturbaba con tu imagen fresca en la retina. No te enterabas. Tampoco te enteraste de que suelo masturbarme oliendo el oso de peluche con el que duermes. Tiene tu aroma. Huele a tobogán del parque, a braguitas de algodón, a calcetines. Sugiere el recuerdo de un recuerdo de polvos de talco, algodón dulce y caramelos. Huele a ti, Nelly. Me lleno de tu aroma.

Ignoro el por qué de mi obsesión, de ese desespero por respirar el aire que respiras. No me tengo por pervertido. Soy así. No puedo remediarlo. Si te oigo reír, tu risa-cristalito me raja el corazón. Si lloras, son las lágrimas tiburones voraces que me rasgan a tiras las tripas. Eres cascabel, campanilla de plata, amanecer de Abril. Abuela te estará secando. Te pondrá camiseta y braguitas rosa que acoplará a tu culete –me pierdo, imagino acariciarlo y me pierdo- y ajustará la goma a tu cintura. Te peinará. Sueles protestar. Dices que te tironea el pelo. Me encanta que te haga coletas. Te hacen todavía más niña. A ti no te gustan.

Te estará vistiendo. Aguardo impaciente que se abra la puerta del baño. Saldrás arrebolada. Limpia oliendo a limpio. Correrás apresurada por el pasillo y por mis venas. Viva. Con la vida que me roba la obsesión que te tengo. Potrilla en las inmensas praderas del futuro. Saldrás sol y milagro. Te diré: "Dale un beso al tío". Me rozarás la mejilla con tus labios gordezuelos. Conservaré la sensación del contacto para, a la noche, masturbarme y lograr –ojalá con tu osito al alcance- el mejor, el más fuerte, el más redondo y perdurable de los orgasmos.

Nelly…¿Por qué has pedido a la abuela que cierre la puerta?

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