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Cuentos no eróticos: El conservador

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Cuentos no eróticos: El conservador

"¡Ah los jóvenes! Siempre tan idealistas"- sonrió.

Estábamos en su amplio despacho, sentados en cómodos butacones de terciopelo oscuro, sólo que yo no me sentía a gusto, sino en tensión. Mucha madera, libros, un gran ventanal sobre el Paseo de la Castellana y él, Mauricio Palomares, ministro del Interior y líder del partido conservador. Las fotografías de los periódicos y las cámaras de televisión no le hacían justicia. Daba ahora la impresión de ser más recio, más alto incluso. Imponía.

"Y es natural que sean idealistas –continuó- La ingenuidad es el sarampión de la juventud."

Me removí en el asiento. Iba a protestar, pero no me dio opción. Hizo un gesto con la mano y continuó hablando:

"Usted cree que hay un abismo entre nosotros. Estará convencido de que es imposible que le comprenda. Viene aquí en representación de su movimiento juvenil a denunciar una serie de hechos y de injusticias, empleando un lenguaje revolucionario que considera nuevo e irrebatible. Está tan ofuscado que no comprende que lo que dice, de tan sabido, ya lo tengo olvidado. Yo mismo lo grité cuando tenía sus años. Pero –movió los brazos en círculo- aquí me tiene. Conservador. Deseando que la situación actual quede fija, como una fotografía o un recuerdo."

"¿Quiere –se le animó la voz- que juegue unos minutos a adivino? Mirándole me veo yo de joven, y no me es difícil predecir lo que será su vida. Seamos sinceros. Lo que hablemos quedará entre nosotros. ¿Sabe por qué soy conservador?"

"Bueno –contesté-, porque tiene mucho que conservar."

"Ese es su error, joven –sonrió tristemente.- Es porque tengo muy poco y no vale casi nada."

"Yo –siguió- nací en una familia de clase media. Me eduqué en un colegio religioso, pero eso no influyó demasiado en mí. La Universidad, sí. Allí abrí los ojos a la vida. Era como usted es ahora, con la diferencia de que a nosotros no se nos hubiera ocurrido pedir audiencia a un ministro, sino apedrearle. Éramos más extremistas. Al ver una injusticia, siempre las ha habido, nos hervía la sangre. Soñábamos con dinamitar las estructuras. Estábamos dispuestos a partirnos el alma por defender nuestras convicciones. Luego un día me di cuenta de que estaba perdiendo la fe en los demás. Da lo mismo que gobierne uno u otro: siempre habrá injusticia. Pero aquella paulatina pérdida de fe era abstracta. Me quedaba la fe en los amigos, en el amor, en mí mismo, en Dios. Seguí ofreciéndome cada minuto. Era joven. Después fue una traición, una traición pequeña, sin consecuencias, pero traición al fin, de uno a quien creía compañero." No te vuelques tanto, Mauricio, no te des así. Piénsatelo antes " me decía a mí mismo. De la noche a la mañana perdí la generosidad, porque la generosidad está reñida con el cálculo. Y aquella mujer. Pero ¿para qué entrar en detalles? La vida es dura y castiga más a quien más ofrece."

"Fui así gastando juventud y perdiendo esperanza. Viendo tanto desastre dudé de Dios y un mal día me di cuenta de que no quedaba en mí nada que valiera la pena. ¿La familia? Ya tendrá hijos, joven. Al crecer se convierten en perfectos desconocidos. Fue entonces, al fallarme las convicciones, cuando me di cuenta de que me había vuelto conservador. No pude hacer nada por evitarlo. Deseé casi ferozmente que la vida se detuviera y que nadie me robara las briznas de fe que aun me quedaban, las pequeñas ganas de vivir, los restos de mí mismo. Eso soy ahora. Ya no puedo dar nada. Por eso no lo doy."·

Quedó unos momentos en silencio. Luego siguió hablando:

"De todos modos, algo haré por usted. Resolveré la situación de esos obreros. Quizás otros lo merezcan más, pero yo no puedo remediar la injusticia. Lo único que puedo hacer es cambiarla de sitio."

Sonrió tristemente.

"Si usted, que todavía tiene tanto dentro, se hiciera de los nuestros... –suspiró- Pero es inútil. Usted es joven y por tanto es la oposición. Mejor así, porque gobernaría peor que cualquier otro. Los hombres vacíos son los más y se ha de buscar siempre el bien de la mayoría."

Se puso en pie dando por finalizada la entrevista.

"En fin, a veces aun creo en algo. Es cuando me parece que me hice conservador demasiado pronto."

Me acompañó a la puerta y no he vuelto a verlo jamás.

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