Culos de mujer
Os quiero.
Glúteos musculados, enjutos y fibrosos de corredora olímpica de mil quinientos metros.
Culos de nerviosa lagartija, de gitanilla y olé, que baila zambra y olé, y se mueve, se mueve, se mueve al ritmo del rasgueo.
Traseros minerales, pesados y cobrizos de india del altiplano.
Culos de monjas, blancos como trajes de novia, que nadie ha pellizcado salvo en las sacristías.
Nalgas de colegialas cubiertas por braguitas compradas por mamá.
Glúteos de bailarinas del ballet "Tropicana" de la Cuba de Castro.
Culos serios y honestos de señora casada, hacendosa y decente, con ojete fruncido y bragas que sujetan.
Traseros respingones, rotundos, curvilíneos, divinos, esplendentes.
Culos de carne dura sambeando la samba bajo el cielo de Río.
Trasero que va y viene, trasero de palmada, que me cruzo en la calle y me escarba en las ingles.
Nalgas de adolescentes con pelusilla rubia que se hace sol al sol.
Culos bamboleantes, manteca y celulitis de las Gracias de Rubens.
Grupas maravillosas de masaje diario, sin un gramo de grasa, de las callgirls más caras de todo Nueva York.
Allí donde la espalda pierde su honesto nombre, se impone vuestra gloria, nalgas suaves, gemelas. La regata es camino del camino de entrada.
Glúteos adolescentes entrevistos y vistos al subirse las faldas por viento o picardía.
Pellizco que se escapa del alma y que se hinca en duras redondeces.
Culos ya en la frontera, de carnes fatigadas de mantenerse firmes.
Traseros de maestras que enamoran a niños a los que enseñan cosas.
Culillos quinceañeros de lolitas traviesas que merecen que alguien las ponga en sus rodillas, les levante las faldas y les dé unos azotes que enrojezcan su culo.
Glúteos de nadadora, elásticos y prestos, que aguardan el momento de endurecer el agua.
Culos de discoteca moviéndome los ojos en un pimpón continuo.
Traseros lujuriosos que, al notar que me excito, se me apoyan a plomo contra la verga enhiesta en el vagón del metro.
Tu culo, valenciana, que sueño y que no tengo.
Trasero de quien quiero, cuyos vientos conozco, porque duerme a mi lado cada día del año.
Grupas, pura armonía, que giran, increíbles, en la pista de hielo.
El primer traserillo que yo sobé y palpé por bajo de la falda.
Culo de vecinita sorprendida al descuido o no tan al descuido- mientras se desnudaba ventana con ventana.
Traseros rayos uva bajo trajes chaqueta y teléfonos móviles de mujeres de empresa.
Culos de puta vieja, cuyas regatas saben de millones de pollas.
Nalgas de niña tonta que cree que el mundo es bello, el amor muy hermoso y ella muy desgraciada.
Culazos de hembra de antes, de cuando se comía jamón, carne y chorizo en vez de proteínas, hidratos light y fibra.
Trasero imaginado de esa "Maja desnuda" que Goya, por ser sordo, solo pintó de frente.
Culos de secretaria mirados desde abajo, al pie de la escalera de aquella estantería en que están los archivos que ella solo maneja.
Grupas, nerviosas, jóvenes, que por maravillosas solo existen en sueños.
Redondeces y curvas que acarician la vista.
Pedernal, frío y brasa. La brasa que me abrasa, escondida y fruncida, el frío en los costados, y el pedernal tu carne, nieve, azúcar y mármol.
Tu culo. Sí, tu culo. A ti te digo, amiga, que ahora me estás leyendo.
¡Olvido tantos culos, tantas nalgas que amo!
No escribiré sonetos que traten de tu culo. Un soneto son versos y tu culo es más serio.
Nalgas de las portadas y páginas centrales de "Playboy", tan perfectas que solo algún fotógrafo ha podido inventarlas.
Culos de calentonas de dedos viajeros que entran en los ojetes y los llenan de fuego.
Traseros de señoras que lucen enfajados y coinciden en bodas, en fiestas y en estrenos.
Oficinistas jóvenes de grupas bullangueras sobre piernas larguísimas que escriben al dictado de jefes que las miran hambrientos de sus culos.
Culos de amiga-amante que sabe acomodarse a que durmamos juntos, a gusto y acoplados.
Culos de colegialas que ríen y se duchan veinte niñas duchándose- al terminar su clase diaria de gimnasia.
Traseros juguetones de putilla decente que encela y se resiste.
Ancas majestuosas de top model con clase, que luce trasparencias sobre una pasarela.
El culo que deseo desde que sueño culos.
Tu culo, vida mía.
Traseros revoltosos de animadora rubia del equipo de basket de este o aquel colegio.
El culo apetitoso de la mejor amiga de mamá, que me besa y me revuelve el pelo como si fuera un niño.
Traseros de enfermeras que me han puesto inyecciones en este culo mío.
Grupas bajo las burkas, en perpetuo escondite tras esas burdas telas.
Tu culo, Marisol, en aquel "Interviú" de hace ya tantos años.
Los glúteos y las nalgas, las grupas, los traseros, de todas las mujeres que conozco, de las que no conozco, de todas las mujeres que he soñado desde que vine al mundo, de todas las mujeres que sueñe en el futuro.
Todos los culos de mujer hechos un mismo culo.
Un solo culo.
Sueño que lo acaricio y que lo cosquilleo. Que lo rasco suave. Sueño que lo pellizco, lo sobo, lo palmeo, lo magreo, lo palpo, lo exploro, lo recorro. Busco su gruta íntima. Busco ese frunce oscuro que es centro de mi centro. Lo beso, me aventuro en círculos calientes, lo lamo a lengüetazos de deseo y saliva. Disfruto siendo perro, con maneras de perro, que huele en chapoteo el culo de las hembras y sigue con la lengua su dulce geografía.
Hoy quiero zambullirme y hacer del beso negro un beso luminoso. Buscarlo con el dedo mojado de saliva. Entrar en él, domarlo, relajarlo, agrandarlo. Mi verga se estremece, dura, enhiesta, caliente. Preparo con el dedo ese empuje más recio. Ven. Ponme los talones encima de los hombros. Así. Ajusto la verga en tu puerta de carne. Empujo poco a poco. Tu culo me recibe. Me estaco entre tus muslos. Me estrujas con los músculos de tus glúteos hambrientos. Conjugación perfecta. Somos uno y ninguno, y dos, y yo en tu culo, mujer. Te sodomizo. Estoy en ti y me ciñes. Me encierras. Eres guante. Mi funda. Mi refugio. Y me derramo en ti.
Eres un solo culo. Y me derramo en ti.
Todos los culos de mujer hechos un mismo culo. Y sigo derramándome.
Los glúteos y las nalgas, las grupas, los traseros de todas las mujeres. Os quiero y os deseo. Son latidos ahora. Latidos en resaca. En plena retirada.
Los culos. Las últimas pulsiones.
Sí, los culos. Y la paz que es preludio de mil nuevos combates.