RENATO ¿COMO VAS VESTIDO?
Te levantaste de la cama un puntito alborotada. Luego
fuiste a más. Lo delataba la caliente comezón de tu entrepierna que creció y
no menguó cuando, en la ducha, dirigiste, con el ¿se llama teléfono? en la
mano, los chorrillos paralelos a tu sexo y disfrutaste del continuo dar del
agua en tu punto más sensible. Sí. Andabas alborotada. Incluso -confiésalo,
so golfa- hiciste complicados cálculos y conseguiste pasar por la obra en
construcción de junto al gimnasio a la hora del almuerzo de los obreros,
justo cuando salían camino del bar. Te dijeron de todo, claro. Te encantó. A
ti, los ''¡tía buena!'' te saben a poco. Los ''te iba a echar un polvo
que...'' son ya palabras mayores. Adoras gustar y que te lo digan a las
claras. Y estás en tu mejor momento. Ganaste un par de kilos en los últimos
meses y ese par de kilos ha ampliado tus horizontes y te ha descubierto
mundos antes ignorados: Todavía gustas a los arquitectos y empiezas a
despertar el más vivo y encendido entusiasmo entre los albañiles.
Te han dicho de todo y han aprovechado la ocasión para reafirmar su
virilidad -los hombres necesitan reafirmarse continuamente- al presumir de
kilómetros de verga puestos a tu disposición para dejarte catátonica de
placer. Te han descrito, con pelos y señales, la forma en que te
desgarrarían las braguitas así, de un manotazo, manchándote de yeso las
ingles y el trasero-, y te han informado de cómo ibas a enloquecer de placer
al sentir el tenaz empuje de sus vergas insaciables. No has podido evitar
una sonrisa. Total, ellos tan contentos y tú tan pagada. Es la placentera
misión que cumplen las obras en construcción. Son centros de terapia sexual
interactiva. Quizá por eso hay tantas.
En fin, menos romances. A lo que íbamos: El cuerpo te ha estado pidiendo
marcha todo el día, y, a media tarde, te has planteado el dilema: O salir de
casa...y de caza, con escote profundo, tus piernas más largas y tu mini más
ceñida, y enseñar pechos y tanga -todo el género en el escaparate-, en
cualquier pub, o quedarte en el santo hogar, enfundarte ese chándal tan
cómodo que te resistes a retirar de la circulación por lo a gusto que te
sientes con él, y pasearte por un chat erótico. Te decides por la segunda
opción. Se te hace un mundo empezar ahora con las pinturas de guerra. Estás
vaga. ¿Tendrá razón tu amiga cuando dice que las personas activas viven la
vida mientras los perezosos vivís el internet?.. Posiblemente, pero
es tan
hermosa la pereza. No hay mejor ocupación que no hacer nada. Piensas en
ocasiones que hacer el amor, o ¿para qué ir con eufemismos? practicar el
sexo no tiene otro objetivo que conseguir esa sensación de plenitud perezosa
que sigue al orgasmo. Pero ve al grano, Nieves. Basta de andarte por las
ramas. Estabas diciendo de entrar en un chat erótico. En cualquiera.
Has de elegir un nik para entrar en el chat. ¿Cuál mejor que tu propio
nombre? Tecleas ''nieves''. A los cinco segundos la pantalla te indica que
cambies el nik, porque Nieves ya ingresó en el chat. Pruebas con
''insatisfecha''. El ordenador se te carcajea en las narices. Parece que esa
es la primera palabra que se os ocurre a las mujeres cuando pensáis en el
sexo. Al fin ordenador y tú llegáis a una solución de pacto y compromiso:
''Chola''. Un nik como cualquier otro.
Recién has ingresado en el chat cuando ''Amanteinfatigable'' te envía un
privado con un ''Hola, tienes un bonito nombre'' tan educado como sugerente.
Vas a devolverle el saludo, y te interrumpe ''Comeconchas'' recabando tus
datos censales con modos particularmente inquisitorios: ''De dónde eres y
edad''. Antes de que reacciones, ''28 cm.'' te invita a que le contemples
mientras se masturba y ''Pollaman'' exige que le envíes fotos tuyas desnuda.
Consigues, mal que bien, responder al ''Hola, tienes un bonito nombre'' de
''Amanteinfatigable'' con tu paticular ''hola'', pero ahí te quedas: otro
privado llena la pantalla. Es ''lobocarnicero'' que necesita imperiosamente
saber cómo vas vestida y si prefieres llevar braguitas o tanga. Te sientes
patito en un tiro al blanco de caseta de feria. ''28 cm.'' no acaba de
comprender que renuncies al glorioso espectáculo de su masturbación y te
ofrece una última oportunidad de asistencia al evento.''Comeconchas'' te
llama cerda por no haberle facilitado los datos de tu documento de identidad
y ''Pollaman'' te sugiere que, si no tienes fotos tuyas desnuda, puedes
enviarle las de alguna amiga, que a él tanto le da. También ''Bichovoraz''
se apunta a la fiesta y se interesa por lo que llevas puesto sobre tus
carnes pecadoras. Te resultaría más rentable aceptar la propuesta de
''Casado infiel'' que te ofrece un montón de billetes si te acuestas con él
de aquí un rato en Ciudad de México. ''Mirón'' te invita a que te lo montes
con su perro que es de toda confianza y tiene un envidiable pedigree, y
''Comeconchas'' vuelve a la carga para comunicarte que, además de cerda,
debes ser lesbiana, ya que no has caído rendida ante sus encantos
cibernéticos. A todo esto, ''Amanteinfatigable'', tras el cruce de
''holas'', necesita saber qué ropa te tapa las vergüenzas, y, cuando creías
haberlo visto todo, aparece ''Amoduro'' que te toma como esclava y ordena
que te pellizques los pezones con pinzas de la ropa, introduzcas un tremendo
pepino en cada uno de tus carnales orificios y te ates las manos a la
espalda con el cable de la plancha, mientras repites una y otra vez que eres
una basura.
Gritas ¡basta! y desconectas el ordenador. Se te fue la comezón de la
entrepierna. Te desapareció el alboroto de las entrañas. Tu líbido naufragó
como una cotización de Bolsa. Te abandonaron los ¿malos? pensamientos.
Rebuscas en la biblioteca.
Desechas ''El amante de Lady Chaterley'', el ''Decamerón'' y el ''Trópico de
Cáncer''. Te decides por el ''Discurso del Método'' de Descartes, que es
lectura acorde con tu estado de ánimo. Y pensar que antes te pedía marcha el
cuerpo...
Abres el libro por donde sea y lees unas cuantas páginas. Lo cierras. Te
tomas un descanso. Piensas que los chats eróticos son imprevisibles. A veces
acaban del modo más morboso. Incluso con el mismísimo Descartes. Y fíjate:
Puedes elegir entre estar sola como ahora lo estás o seguir con él durante
un buen rato.
¿Cómo sería Descartes? ¿Sabría separar su aburrido trabajo de todo lo demás?
¿Le encantaría vivir? ¿Bromearía con los amigos? ¿Atisbaría por las ventanas
de su sesudo estudio intentando comprobar si los muslos de las lavanderas
existían? ¿Clavaría la mirada en los traseros de las chicas? ¿Le daría a
alguna una palmada fuerte y rotunda en pleno culo? ¿Intentaría tocarle los
pechos? ¿Sería un buen amante?
Metódico Descartes... Humano Descartes... Erótico Descartes... Si pudiera
comunicarme contigo a través del libro que tengo entre las manos ¿qué te
diría?
Hola, tienes un bonito nombre. Ni siquiera sé tu edad pero ¿puedo llamarte
Renato? ¿En serio que puedo? Y di, Renato, ¿cómo vas vestido?
Renato ¿quieres ver como me masturbo?