Charlando por el móvil
Marita, mujer, no puedes hacerme esto, las amigas estamos para ayudarnos, si fuera al contrario te dejaría sin problemas mi apartamento de la playa, compréndelo, yo no puedo ir allí, me conocen , está el portero, hay vecinos que viven todo el año, fíjate que apuro, en cambio tu chalet es ideal, se llega en un momento, es tan discreto, venga mujer, hoy por ti mañana por mí, él no tiene dónde llevarme, es estudiante y vive con sus padres, ya pasé la edad de hacerlo en el coche, me gusta estar cómoda, darme el gusto en una buena cama, dejar la falda plegada en el respaldo de la silla, nada de enredarme los pies con el cambio de marchas, una señora es señora hasta para estas cosas, y Carlos, porque se llama Carlos - ¿no te lo había dicho?- es un sol, pero es joven, tiene poco mundo, mejor así, los hombres se malean con el tiempo, mira nuestros maridos, mucho fútbol, mucha partida de póquer y a nosotras que nos parta un rayo, a Carlos lo conocí por casualidad, cosas del destino, y el caso es que lo había leído en lo del horóscopo "Virgo, hoy comenzarás una hermosa relación", suena el timbre de casa y era él, venía a hacer una encuesta, nada más verle pensé que era muy mono, con el mechón de pelo que le caía sobre los ojos, tan dulce, la voz tan bonita que daba gusto oírle ¡ah! y tiene una sonrisa que hace que se te afloje la goma del tanga, te lo juro, Marita, sabes que no soy de las que se dan un revolcón con el primero que llega, pero Carlos es especial, no te lo presento para que no me lo robes, y me pregunta cuántas horas al día veo la televisión, iba a decirle que con él al lado no la miraría ni un minuto, pero no le contesté eso, no quise asustarle, me había pillado recién levantada de la siesta, casi sin arreglar y muy mal que me supo, solo había tenido tiempo de quitarme las legañas y de pintarme los ojos, bueno, también los labios, estaba de aprobado rasito, y Carlos me pregunta si suelo ver los documentales de la segunda cadena, y yo pues que sí, que eso hace como fino, no te he dicho ni como iba, muy normal, llevaba ese vestido playero con escote de barca que compramos juntas, sí, mujer, tú te encaprichaste de la blusa rosa que te está tan bien y yo del playero, bastante escotado, la verdad, y en eso que, sin mala intención, me inclino hacia delante, la vista me queda a la altura de su entrepierna y veo que en un segundo mi chico monta la tienda de campaña, eso agrada, una se siente la protagonista de la peli, y sobre todo siendo él tan joven, qué forma de mirar, casi se me cuela dentro, se le salían los ojos, yo no llevaba sujetador y me vería hasta el ombligo, tampoco es para tanto, aunque he de reconocer que de pechos no estoy nada mal, y él como si yo fuera la piscina y él estuviera en el trampolín, miradas como esa hacen que una se sienta segura y se reconcilie con la vida, hemos cumplido los treinta y cinco, pero todavía gustamos, Marita, por lo menos yo, me sentía tan bien que seguí inclinada para que el chico se pusiera a gusto y por la tienda de campaña se veía que lo estaba, comenzó a tartamudear, casi me parto de la risa, no daba pie con bola, y yo un poco más inclinada, se me endurecieron los pezones, tuve una inspiración y le comenté que tenía que salir y que podía llevarle en el coche adónde él quisiera, pero no creas, se lo dije en fino, no en plan zorra, me salió muy natural, no le dejé ni contestar, me arreglé en un momento, informal, falda vaquera y top, sujetador para qué, cuánto menos ropa lleves es más fácil quitártela, le invité a una copa en un pub discretito, estaba muy cortado, eso reconforta, que una está acostumbrada a los machitos pavos reales que te van perdonando la vida y miran como si te hicieran el favor de saber que existes, Carlos no es así, estaba embobado, ni se atrevía a tocarme, tenía que arrimarme yo, lo hacía con todo el gusto del mundo, un roce por aquí, otro por allá, se fue animando y a poco estábamos haciendo manitas ¿te imaginas? A estas alturas y haciendo manitas como cuando éramos colegialas, recuperar de golpe la adolescencia, los granos no, Marita, los granos no, solo las ilusiones y las trenzas, volver a aquellos tiempos en que una decía "Carlos" y ya lo había dicho todo, más no se puede, una palabra tan corta y te da un vuelco el alma, pero no estamos para perder el tiempo, hay que ir a lo positivo, nos besamos en el coche, caramba con el móvil, me estoy quedando sin batería, te decía que nos besamos en el coche, él no sabía qué hacer con la lengua, con las manos sí, le salieron manos por todo el cuerpo, mil, dos mil, un millón de manos, me dio un repaso guapo, Marita, yo le tanteé el palo de la tienda, estaba más mojada que en la ducha, pero soy sensata, se hacía tarde, a mi marido le gusta encontrarme en casa cuando vuelve del trabajo, así que nos dimos los números de los móviles y fin del primer día, a la noche el hombre de la casa, que es más pesado que las moscas en Septiembre, me buscó en la cama y esta vez me encontró, que yo llevaba mucha calentura en el cuerpo, él ni se lo creía, hacia mucho que no me veía tan entusiasmada, solo fue cuestión de cerrar los ojos e imaginar que era mi Carlos quien me arreglaba el capacito, y al otro día, o sea ayer, Carlos me llama al móvil, hemos quedado esta tarde, Marita, pero no es plan agarrar calentones en el coche, has de dejarme las llaves del chalet, mujer, te estaré eternamente agradecida, no puedo desaprovechar la ocasión, jamás me lo perdonaría, éste chico no se me escapa, tú tienes la palabra, soy ordenada, ya lo sabes, el chalet quedará perfecto, pero necesito las llaves, Marita, por lo que más quieras, préstamelas y no seas una mala amiga