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Unas braguitas color verde manzana

en Fetichismo

Unas braguitas de color verde manzana

 

Hace más de siete meses que las compré. El verde manzana no es color habitual en braguitas. Hay braguitas negras. Blancas. Rojas. Malvas. Otras son estampadas. O divertidas, con letreros del tipo: "¿Pero a qué esperas, tonto?"· Verdes manzana hay poquísimas. Yo no las conocía. Hasta hace siete meses.

Vaya por delante una confesión personal. Me lo paso de cine cuando me acuesto con una mujer, pro disfruto un millón de veces más si me masturbo oliendo sus braguitas sucias. Cada uno es de una manera y yo soy así. Me ponen los olores corporales, los efluvios de sexo, los asomos de secreciones que impregnan las prendas. Oler braguitas es una gozosa violación de la intimidad más escondida. También es perversión, y buscar y encontrar en la mujer su verdadera naturaleza de perra callejera. Me encanta. Adoro hacerlo. Descubrí mi afición por verdadera casualidad. Tenía quince años. Mi prima catorce. Le subí la falda y le bajé las bragas. Eran blancas. De algodón. Todavía infantiles. Pero olían. Mis manos, que palpaban sus muslos, dejaron de hacerlo. Tomé la prenda y me la llevé a la nariz. Fue un estallido. Un terremoto. Una verdadera revelación. Mi prima se puso hecha una furia, pero esa es otra historia. Lo fundamental fue que aquella misma tarde cambió mi vida.

No hay dos culos de mujer que huelan exactamente igual. Hay, eso sí, categorías maestras. Los hay que huelen dulce, a limpio, con regusto de limón y de agua de colonia. Otros tienen un olor acre y fuerte, obsceno de tan primario. Hay olores calientes que sugieren fiebre de entrepierna y los hay densos e inquietantes, en que se trasparentan gotillas de orina. Podría escribir una enciclopedia sobre los olores de las bragas. Todos me ponen a mil, lo confieso.

Durante años he ido detrás de las mujeres y he ligado con ellas solo por olerles las bragas. Con el tiempo he depurado la técnica y variado la estrategia. Los años enseñan. Ahora compro las bragas yo mismo –soy cliente VIP de la sección de lencería de unos cuantos grandes almacenes- y luego, cuando encuentro a las chicas apropiadas, les pido que lleven las bragas un día o dos y que me las devuelvan después, a cambio de un regalito o de un billete. Algunas me envían a hacer puñetas, pero la mayoría acepta. Cincuenta euros hacen milagros. Me miran de un modo muy raro, piensan que estoy loco, pero usan mis braguitas y me las dan, así que todo en orden. Lo demás me tiene sin cuidado.

Pero a lo que iba: Hace más de siete meses compré unas braguitas color verde manzana. Supe, en cuanto las vi, que solo podía llevarlas una chica muy especial. La he buscado todo este tiempo y anteayer tuve la suerte de encontrarla. Era tal y como yo la había soñado. Pelirroja, claro. Unicamente una pelirroja puede ponerse unas braguitas color verde manzana. Muy joven. Diecisiete recién cumplidos. Le hice la propuesta: "Mira, no lo tomes a mal, pero si te pusieras esta braguitas…" No me dejó seguir.

"¿Eres fetichista, tío?"- me preguntó.

Hoy las niñas nacen enseñadas. Saben latín antes de aprender a hablar.

"Pues sí. Soy fetichista"- confesé.

"¡Qué fuerte!"- la pelirroja se lo estaba pasando en grande- "¿Y quieres que me ponga esas braguitas verdes? Hecho. ¡Lo que voy a presumir con las amigas! ¡Es una pasada! No te importará que cuando te devuelva las bragas venga con amigas ¿verdad? Si no, o me van a creer. Quedamos pasado mañana aquí y a esta misma hora ¿vale?"

Y se fue, pelo corto, sudadera blanca, jeans, zapatillas deportivas…y las braguitas color verde manzana en la mochila.

He estado excitadísimo hasta hoy. "Ahora mismo Carla –no sabía su nombre, pero decidí llamarla Carla- llevará las braguitas color verde manzana. Les estará regalando su peculiar olor. Las impregnará con su aroma. Ahora misma mi pelirroja de piel blanquísima sembrada de pecas cubrirá con las braguitas color verde manzana su culito joven, ese culito que de pecas, nada, porque las pecas son huellas de besos que da el sol a las pieles blancas, y mal se puede besar lo que no está al alcance".

Imaginaba los glúteos duros y armoniosos, rabiosamente blancos, el vientre recogido e ombliguillo breve y albura cegadora, los pelillos rojos del pubis, los íntimos pliegues, las carnosas hendiduras, y todo en dulce contacto con las braguitas color verde manzana, a las que regalaban olores secretos. Demasiado para el cuerpo, palabra.

Ahora tengo las braguitas en las manos. Estoy en casa y tengo en las manos las braguitas color verde manzana. Carla –yo la llamo así- me las devolvió entre risas y estoy en casa, en mi dormitorio. Me desnudo y me tiendo en la cama. Cierro los ojos. Me tapo la cara con las braguitas color verde manzana. Rodeo mi miembro erecto con la mano derecha. Inspiro aire que, por pasar a través de las braguitas, me llega impregnado de olores pelirrojos. Comienzo a masturbarme.

Aprieto los párpados. La oscuridad es cuchillo que me desgaja del mundo y convierte mi masturbación en único universo. Solo hay olor. Olor que multiplica el olor por sí mismo. Olor que llena de goce cada fibra de mi organismo. Todas y cada una de las sensaciones que se cuelan a través de los cinco sentidos se me concentran en el del olfato. Tus braguitas color verde manzana sobre el rostro, tu olor, niña pelirroja, el olor de tu culo, el olor de tu sexo, y mi excitación que crece, y mi mano más y más deprisa, avivando el ritmo, tu olor, tu olor, tu olor, y el mundo que estalla, y los planetas que se convierten en globos de colores, y el Nilo que se despeña en su segunda catarata, y ya puedo morir porque lo he olido todo…

…………………………….

He de comprar unas braguitas color azul celeste. Le irán bien a una rubia natural, de ojos claros y piel dorada. En cuanto las compre, empezaré a buscarla.

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