miprimita.com

El ritmo vital

en Otros Textos

El ritmo vital

Le vi solo en tres ocasiones. Era un tipo original. Le recuerdo con simpatía pese a los años trascurridos.

Nos conocimos en un bar de los de antes, en que el mármol cubría mesas y mostrador. Nos presentaron y, a poco, charlábamos con confianza, como viejos camaradas.

"Usted y yo hemos conectado. –dijo- Hay personas que simpatizan instintivamente, en tanto que otras se repelen. No es cuestión de atractivo personal. Es algo más hondo. He pensado en ello y creo que la clave de estas atracciones estriba en lo que llamo el nivel vital".

Paladeó mi extrañeza, me ofreció un cigarrillo y tomó otro.

"Sí. –siguió- El nivel vital y el ritmo vital: dos conceptos fundamentales en la vida de relación. Cada persona tiene un nivel vital que viene condicionado por muchos factores: carácter, cultura, medios económicos, profesión. Una persona se encuentra a gusto con quienes tienen un nivel compatible con el suyo. No es clasismo ¿eh? No es que los individuos hayan de pertenecer a la misma esfera social para entenderse. Es otra cosa. No sé definirla, pero la siento. Es el nivel vital."

"Pero los niveles no están congelados. Las personas viven, y la vida obra cambios en su personalidad. El nivel de cada individuo se halla en constante evolución, y esa evolución tiene una trascendental importancia. Ahí entra el ritmo vital, que puede igualar dos niveles antes muy distantes o distanciar dos previamente compatibles. Esa es la explicación de los alejamientos que se producen sin causa aparente: Quienes los sufren tenían antes un mismo nivel vital, pero su ritmo de evolución ha sido distinto y su comunicación ha desparecido".

"Por eso, usted lo habrá experimentado, si nos encontramos con un antiguo compañero de escuela, nos damos cuenta, pasada la primera alegría, de que ahora no es como antes, de que se ha roto algo que no podemos arreglar. Hablaremos animadamente mientras recordemos viejos tiempos (nuestros antiguos niveles comunes) pero, saliendo de ahí, no sabremos decirnos otra cosa. Nuestro ritmo vital fue distinto y nos ha distanciado".

"¿Usted comprende –y se inclinaba hacia mí hablando- lo importante que sería poder determinar el ritmo vital de una persona? Evitaríamos matrimonios que, a la larga, resultarían desgraciados, porque muchos solo coincidieron en el mismo nivel unos meses, podríamos escoger amistades sin temor a posteriores desengaños, tendríamos el mundo en nuestras manos, porque el nivel vital lo conocemos, -es como ahora somos- pero el ritmo nos es desconocido y, sin embargo, debe tener una fórmula. Se trata de encontrarla".

Hablamos todavía un rato. Luego nos despedimos. Quedé pensando en aquella extraña teoría sobre la amistad.

Volví a verle unos meses después. Fue en la calle. Le saludé cordialmente. Me tomó del brazo.

"¿Lleva usted mucha prisa?" –se interesó.

"No demasiada".

"Le invito a tomar un café. – me propuso- He de charlar con usted."

Entramos en un bar y pedimos unos cortados. Mi acompañante apuró la bebida antes de abordar el tema.

"Casi lo tengo ya –sonrió- Llevo muchas noches en vela intentando construir la máquina que pueda medir el ritmo vital de las personas y estoy a punto de conseguirlo. Todavía no puedo decirle más, aunque será de los primeros en saber de mi éxito. ¿Se imagina? Seré famoso, me aclamarán como benefactor de la humanidad. Cada persona, gracias a mí, llevará impreso en una esquina de sus tarjetas de visita "Ritmo vital tantos coma tantos". Al tomar una tarjeta sabremos si estamos conociendo a un ser sin interés para nosotros o a un amigo para toda la vida. Esto es algo grandioso. Inconmensurable."

Nos despedimos al cabo de un rato. Se le veía feliz. Rebosaba optimismo.

La tercera vez fue en una boda. Estaba, como yo, entre los invitados. Le interrogué sobre la máquina:

"¿Qué tal los experimentos?".

Me miró largamente.

"Ya no hay experimentos"- suspiró.

"¿Y eso?"

Me tomó del brazo y me llevó aparte.

"Mi máquina era maravillosa. La ideé para investigar en la psique humana y discurrir sobre la vida y puse tanto amor en ella que se convirtió en algo con vida propia. Solo vivía para mí –yo la había creado- y yo vivía solo para ella. La última vez que usted y yo nos encontramos estaba al borde del gran descubrimiento. Luego pasó lo que pasó".

"¿Fracasó la máquina?"- aventuré.

"No, no es eso. –sonrió tristemente- Es algo mucho más duro. La máquina es un éxito. Conseguí lo que me propuse. Pero, cuando hablé con usted, la máquina y yo teníamos un mismo nivel. Nos amábamos. Nos comprendíamos. Ahora ya no. La máquina es perfecta y tiene un ritmo endiabladamente más rápido que el mío. Sigue registrando datos, dando cifras, ofreciendo resultados, pero todo es inútil: nuestros ritmos son muy distintos. Estudio su proceso y no lo comprendo. En realidad la odio. Averiguó el secreto y no pudo dármelo. La tengo noche y día frente a mí y, a cada momento que trascurre, tengo menos posibilidades de comprenderla porque se distancian más nuestros niveles. Es el ritmo vital ¿sabe? Ese ritmo existe y a mí se me ha escapado de las manos. Por favor, hablemos de otra cosa".

Pero no hablamos más. Simplemente se perdió entre los invitados. Son cosas que pasan.

Mas de trazada30

Al día siguiente de la final

Cumpleaños en casa de Diablo

Matrícula de honor

Julio César y yo, el pirata

Dos botellas de ron de Isla Bonita: Hasta el fondo

Dos botellas de ron de Isla Bonita: Primer trago

Una tarde especial

Gracias a todos

Historias no eróticas: Niev la hechicera (6)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (5)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (4)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (3)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (2)

HIstorias no eróticas: Niev la hechicera (1)

Huesos

Cuentos no eróticos: El aroma del color de las...

El dictado

Cuentos no eróticos: San Pascual Bailón

Cuentos no eróticos: El fin del mundo

Cuentos no eróticos: El inventor de palabras

Cuentos no eróticos: La mecha

Cuentos no eróticos: Trastorno mental transitorio

Cuentos no eróticos: El conservador

Cuentos no eróticos: La sonrisa

Cuentos no eróticos: Descansar en paz

Ver Nápoles y morir

Cuanto quiero

Bea y Aurora se divierten

La manzana de Adán

Especialistas

Propiedad exclusiva

Siboney

Amor, disfruta

Soneto cínico contra el amor honrado

Ahora sí

Dos planetas

Concierto para antes de cenar

Marta y maría

Costaleros

Antes, en y después

Te amo

Poemas de fuego: Sonetos encendidos

Un señor revolcón

Poemas de fuego: Sonetos del dormitorio

Poemas de fuego: Sonetos del beso

Poemas de fuego:Sonetos de la noche

Poemas de fuego: Sonetos del deseo

Poemas de fuego: Mar cambiante

Poemas de fuego: El sueño de la muchacha

El cuadro

La primera nochebuena

Entrevista conmigo mismo

Alonso Díaz Ramírez de Guzmán

He ligado con Sharon Stone

Flor de Pasión

Amo Jonás

Culos de mujer

El hombre del sombrero anticuado

¿Cómo me visto hoy?

Ese dulce descanso

Historia de un poema

El villano en su colchón

Milagro de mi lengua en ti

Por mis cojones

Isabel

Moscas, caracoles, vacas, perros y caballos

La cabaña en ruinas

Tríos de doses

Sea un amante bien educado

La mujer perfecta

Unas braguitas color verde manzana

Segundo ejercicio: La señora de Torres y el diablo

Relatos inquietantes: La señorita Cristina

Naufragios: Namori se está ahogando

Charlando por el móvil

La carrera inmortal

Murió Natarniel

El diablo y yo

Tres dias de mayo

En un mismo suspiro

Carne de mi carne

La vaquera de la Finojosa

Noche apasionada

Simplemente una hembra

Renato ¿cómo vas vestido?

Feliz cumpleaños

Dentro el armario

Niña inocente

La venganza

Megan sigue siendo virgen

Tía Mini

Débito conyugal

Adiós niñez

Tabú

Más que amigas

Vecinos

Papá ya no se casa

La Habana

Haz el amor

Nelly se está bañando

Futbolistas

Madre

Mi mujer, tú y yo

Herta

No aceptes caramelos de desconocidos

Catorce mil quinientos

Maria la Gata

Maridito

Culo gordo