La primera nochebuena
Mira, Zabulón, a mí no me vengas con esas historias, que no me chupo el dedo. ¿Te crees que estoy tonta o qué? Es la segunda vez en tres años que no duermes en casa. La excusa de la primera vez no coló, pero fue mejor que ésta. Me dijiste que habías perdido una oveja y que tuviste que buscarla por los montes. Pero ahora,¿crees que voy a tragarme que cuando estabas dormitando se te apareció un ángel y te anunció que había nacido un niño que era Dios? Por favor No soy tan sabia como el Rey Salomón, pero cualquiera que tenga dos dedos de frente puede imaginar lo que hiciste anoche. ¿Fuiste a casa de la golfa de Rebeca, verdad? Siempre te ha gustado, mal hombre. Si esa, cuando anda, va dando culadas al aire Y tú como un idiota no le quitas ojo. Solo me faltaba la excusa que me has dado. Que si el ángel, que si una mula y un buey, que si un portal en Belén, que si una estrella ¡Ay Jehová, Jehová, que desgraciada soy! ¡Que mala suerte tuve de casarme con este perdido!
Zabulón, ¿y dónde está el requesón, la manteca y la leche que tenías que traer a casa? ¿Te parece que voy a creer que se los ofreciste a un niño que es Dios? Seguro que la mala puta de la Rebeca los tiene en su despensa y andará riéndose de mí por toda Judea. Y encima me hablas de tres reyes magos. ¡No te digo! Estrellas, reyes, niños que son Dioses, ángeles O te has vuelto loco o crees que la loca soy yo. Casi me asustas, Zabulón. El caso es que ya me lo decía mi madre: "No vayas con ese Zabulón que no es trigo limpio. A golfo no le gana nadie". ¡Que razón tenía! Y yo, tonta de mí, no le hice caso y dejé que me preñaras. Tres chiquillos tenemos y anoche era la fiesta de cumpleaños del pequeño. Contábamos con el requesón, con la leche y con la manteca, y tú le das todo a la Rebeca, mal hombre, que a ver si me voy a creer que los ángeles y las estrellas se dedican a cenar como señorones.
Esta no te la perdono, por mis muertos que no te la perdono. Ya puede ser Dios ese niño amigo tuyo, ya. ¿Y dices que había muchos más pastores en el portal ese de las narices? ¿A que no estaba Malaquías? Claro que no. Ese es un hombre decente, como se debe ser. Y el caso es que yo le gustaba de joven, pero mira por donde metí la pata prefiriéndote a ti, que no me lo perdonaré nunca por más años que viva. ¡Ay Jehová, Jehová! Y encima una mula y un buey. Podías haberte inventado algo mejor, no sé, un caballo con alas, un águila de color azul turquesa, un gato que hablara. Pero no. Tenían que ser una mula y un buey. No vales ni para inventar mentiras, desgraciado.
En fin, que no sé que voy a hacer contigo. Lo que haré yo sí lo sé. Irme a casa de mi madre con los niños. Ya te arreglarás como puedas. Vete con la Rebeca si te atreves. O si no, vete con el niño ese del que tanto hablas. O con la mula. O con la estrella. O con el ángel. O mejor con los reyes magos. ¿Serás cínico?
¡Que razón tenía mi madre!