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Historias no eróticas: Niev la hechicera (6)

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Historias no eróticas: Niev la hechicera (6)

Niev se dispone a ejecutar su venganza olvidando el conjuro que protege la vida de Esejot.

XI

En el lecho

Y cuando intentas clavar el puñal en la sotabarba de Esejot, los músculos de tu mano no te obedecen. Te esfuerzas en adquirir el necesario impulso, pero en vano. Perpleja, rebuscas en tu interior, todavía la punta del arma a una pulgada escasa del mentón de tu enemigo-amante, y, al hacerlo, te apercibes de que la fuerza de la espada mágica "Terrible" ha detenido tu mano. Es imposible herir de muerte a Rikal mientras la espada sea suya. Así lo dispuso el diablo Lonkín en el momento en que la forjó.

Dejas con cuidado el puñal donde antes estaba y te planteas la gran cuestión. ¿Cómo has podido ser tan estúpida? * ¿Qué sentido ha tenido tu conducta? ¿Si no podías vengarte de Esejot, para que viniste? ¿Para acostarte con él? ¿Era necesario que te acostaras?¿No fue todo un tremendo error? Incluso los pensamientos de hace un rato...Encontrar hermoso a Esejot...¡Que los dioses te confundan! Sentirte atraída por él...¿Estás loca, Niev? ¿No sirvió de nada tu largo aprendizaje en hechicería?

Serénate. Vuelve en ti. Recuerda. Este monstruo que duerme a tu lado ha asesinado a tu madre y a tu hermanilla. No fue él personalmente, pero tanto da. El es el responsable. No puedes matarle, tampoco convertirle en eunuco. No. Has de ganarte su confianza. Eres mujer y has de saber jugar tus bazas. No hace falta destruir su masculinidad, es más que suficiente acabar con su hombría. Esa ha de ser la suprema venganza. Dejarlo en nada, convertirlo en tu esclavo, hacer de él un muñeco, poco más que el paño que te pones entre las piernas cuando te baja la sangre cada mes, algo para usar y tirar. El tiene el poder. Si lo dominas, el poder será tuyo. Y si es vigoroso, también puedes disfrutar de esa fuerza, porque tu disfrute será un arma más en tu camino hacia el dominio total. Los hombres son tan inseguros, pese a su aparente suficiencia, que la confesión por parte de una mujer de que la satisfacen plenamente, les llena de orgullo y de vanidad, e incluso les inclina a pensar que están ante la mujer de su vida **.

Convendría que te comunicaras con Trave. Estará aguardando tus instrucciones. Si al menos una parte del plan trazado ha tenido éxito, los capitanes de Esejot deben dormir a pierna suelta, aturdidos por el vino drogado. Incluso es posible que Esejot bebiera de ese vino antes de llegar tú, porque su sueño es extrañamente profundo. Dudas si arriesgarte a dejarlo e intentar buscar a tu gente, pero rechazas la idea. Temes que tu enemigo-amante despierte y te eche de menos. Además cometiste un tremendo fallo. Salir desnuda de la alfombra, como tu madre te echó al mundo, fue un brillante golpe de efecto. Lástima que ese golpe tuviera un alto precio: Que no tengas ni un simple paño con el que cubrirte las vergüenzas. Rebuscas por la tienda. Cotas de malla, todas. Armaduras, por castigo. Ropas livianas, ni una. Pasas los dedos por el cabello enmarañado. Tampoco hallas nada con qué peinarte. Vuelves del revés el contenido de la tienda y sigues sin encontrar nada que ponerte. Pero ahí está la espada: la mítica "Terrible". Si tuvieras yeso podrías sacar un molde y, con tiempo, encargar una copia exacta para después sustituirla. Sí. Eso harás. Tu nuevo plan se basa en la paciencia. Y con paciencia se presentan oportunidades. Solo se requiere habilidad, tacto y pies de plomo. Con la ayuda de las hechiceras del linaje de Vurt tal empresa no solo parece factible, sino que lo es.

Esejot se agita a tu lado. Se debate en esa tierra de nadie que media entre el sueño y la vigilia. Es tu turno. Has de tomar la iniciativa antes de que despierte del todo, porque luego será muy difícil llevarle por donde deseas. Te arrodillas en el lecho y te inclinas sobre su vientre. Su sexo, ahora en reposo, se te presenta chico y tierno, casi infantil. Lo tomas entre tus labios y lo acaricias con la lengua. Despierta mucho antes que el propio Esejot. Va ganando en consistencia, tamaño y dureza. Sabes que ese es el camino y lo emprendes con determinación, intentando convencerte a ti misma de que la excitación que empiezas a experimentar se debe, simplemente, a que has comenzado a cumplir tus nuevos planes de venganza.

Comentarios al capítulo XI:

* Es esta otra de las grandes preguntas que suele plantearse la humanidad, demostrando con ello su estupidez ya que la pregunta no tiene respuesta.

** Evidencia ésta que conocen todas las mujeres por muy poco hechiceras que sean.

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XII

Vida aldeana

Quienes lean esta saga de aquí trescientos o cuatrocientos años –si es que las tierras frías existen por entonces- tal vez envidien los tiempos heroicos y turbulentos en que Esejot, Trave, Nen, Pabicl, Karnc, Niev y tantos otros trenzaron y destrenzaron luchas y alianzas, encuentros y desencuentros, en el reino. Es posible que los lectores del futuro piensen que la humanidad se hallaba pendiente de las andanzas y aventuras de sus héroes y villanos, y que cada uno de sus triunfos o fracasos era jaleado o lamentado por millones de personas. Nada más lejos de la realidad. La práctica totalidad de los habitantes del planeta no conoció nunca el peligro que corrieron sus vidas, ni supo de la existencia de Caront o de Socied. Fue mucho después cuando se generaron las leyendas. Solo pasados ciento cincuenta años se ocuparon los estudiosos de profundizar en la vida de Niev para hacer de ella, según la convicción de cada cual, la más generosa de las heroínas o la mayor de las villanas, la salvadora de las tierras frías o la reencarnación de la traición para con los suyos, un trasunto de la mítica Ce-Malinali, quien, según las viejísimas y misteriosas leyendas de los antiguos dioses, se amancebó con el demonio invasor en lugar de quitarle la vida cuando tuvo ocasión para ello.

La historia marca fechas, etiqueta días, como fundamentales, pero esos días señalados no lo son para quienes los vivieron. Para ellos son unos días corrientes, tan anodinos como cualesquiera otros de sus vidas. Tomemos una aldea de las tierras altas del Reino y repasemos su particular crónica en los tiempos heroicos. La misma tarde en que el guerrero Esejot decidió robar la espada "Terrible", la hija mayor del vinatero, soñando con salir de su soltería, bordaba sus iniciales en una funda de almohada de su ajuar, preguntándose qué mozo de la aldea apoyaría su cabeza en ella. El fragor de la batalla entre la fuerzas del mal y los custodios sabios de la espada no se escuchó en la aldea. En cambio sí se oyeron, y mucho, los gritos de la mujer del herrero, que perseguía a escobazos a su marido entre la algazara general por un no sé qué con la vecina de la casa de enfrente. La mañana en que Esejot derrotó a Trazad y Socied y ganó a "Terrible" por derecho de conquista, con lo que peligró el futuro del planeta, la aldea se conmovió por causa bien distinta. Se secó el arroyo de las colinas azules y hubo que trasladar el ganado comunal a los pastos de la hondonada.

En el minuto exacto en que los torvos guerreros de Esejot asesinaban a la madre y a la hermana de Niev, la hija del pregonero barría la calle y encontró en tierra una monedilla de cobre. Nada notable sucedió el amanecer en que Niev montó por vez primera en el unicornio, si acaso que un leñador se lastimó un tobillo, pero el accidente fue nimio y él sanó sin secuelas.

De un lado la lucha de héroes y antihéroes, de otro el apacible pasar el tiempo de los aldeanos. ¿Dónde está la verdad? * ¿Tiene sentido el nervioso ir y venir de los guerreros a través de la historia? ¿Tan escaso es el valor de la vida? Estas son preguntas que se plantean a menudo, pero que raramente se responden. Morir de pie...¿De qué valen las posturas cuando se muere? ¿No es mejor envejecer rodeado de nietos?

Y sí. Lo sé. Todo esto no es sino intentar retrasar lo inevitable. Los narradores solemos encariñarnos con las personas cuyas vidas relatamos, y, si hemos de abordar sus aspectos oscuros, deseamos hacerlo como de puntillas para que los errores pasen inadvertidos. Pero eso no es justo. Un compás de espera, sí. Un momento de reposo, vale. Mentir nunca. Se acaba la tregua. Si Niev se dejó ganar por la ambición, se reconoce y punto. Si su particular y amorosa alianza con Esejot hizo daño a algunas personas, ocultarlo no cambiará lo sucedido. Los muertos no entierran a los muertos. Quedan sus tumbas para escarnio o memoria. Mejor, por tanto, pasar página, tomar aire y disponerse a, en su momento, narrar la parte oscura de la historia de Niev.

Comentarios al capítulo XII:

* La creencia de que la verdad suele estar al fondo a la izquierda carece de toda base científica.

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