El aroma del color de las rosas
El fragmento de códice que sigue, atribuído a Snorri Stulusson, se conserva en la Biblioteca Nacional de Rejkiavic y versa sobre un episodio de la vida de la hechicera Niev, última descendiente del linaje de Vurt. Los estudiosos sitúan la acción del relato en la primera mitad del siglo IX de la era cristiana. La traducción es mía. Pido de antemano perdón por las imprecisiones que puedan encontrarse el texto y que se deben, no al bardo que compuso la historia, sino a la dificultad que presenta el idioma islandés, acrecentada por los arcaísmos y giros, hoy en desuso, contenidos en el códice. Pero basta de presentaciones. El texto dice así:
Niev despertó y miró a su alrededor. Se sentía desorientada. No atinaba a recordar dónde se encontraba. Desconocía las hechuras del paisaje. Estaba convencida de no haber visto antes las azuladas colinas que conformaban el horizonte. Se pasó la mano por la frente. Se hallaba ligeramente mareada. Parpadeó.
Reparó en el aroma. Un olor dulzón. Intentó identificarlo. Sí, la brisa soplaba impregnada del aroma del color de las rosas. Se horrorizó.
Desde muy niña había sabido de la existencia y del poder de los diablos. No arrancaban de cuajo brazos y piernas. No producían llagas purulentas en los costados. No hacía enfermar de la peste negra. Solo mataban por dentro: Borraban la memoria. Primero eliminaban los recuerdos recientes. Luego el olvido retrocedía en el tiempo rápido, muy rápido, cada vez más y más acelerado. Bastaban minutos para que, quien respirara el aroma del color de las rosas, emprendiera una carrera irreversible hacia su infancia y olvidara su propio nombre y el significado de las palabras. Estaba en inminente peligro. Rebuscó en los rincones más escondidos de su magia y recordó. Existía un único remedio para el daño producido por el influjo de los diablos: El cocimiento de las raíces del cuachal*. Los cuachales crecen en las umbrías. Corrió al sotobosque. El unicornio** la siguió. Buen compañero. Pero ¿por qué trotaba tras ella un unicornio? Recordaba vagamente una cabaña de cazadores. ¿O era la aldea? Había incendios y Rikal*** la tomaba en brazos, pero ¿quién era Rikal? Madre le enseñaba magia y le había encargado que recogiera hierbas en el monte. Tenía que encontrar cuachal. No sabía por qué ni para qué, pero tenía que encontrarlo. ¡Ah, sí! El olor. El aroma del color de las rosas.
Tuvo suerte. Arrancó un par de matas de cuachal y separó las raíces. Las retuvo en la mano sin saber qué hacer. Cumplía once años y estrenaba una cinta azul para el pelo. Le sentaba bien. Se veía guapa. Las amigas la envidiaban, pero estaba el olor. ¡Le hubiera gustado tanto tener una hermanilla! El río. Debía recoger agua y necesitaba encender fuego. Su madre se quejaba de que pareciera un muchacho. La agradaba trepar a los árboles y robar huevos de los nidos. Llenó de agua el cuenco que había tomado no sabía de dónde. Echó en él, por puro instinto, las raíces y lo puso al fuego, que había encendido mecánicamente. Lloraba. Se había soltado de la mano de su madre y estaba perdida en el mercado. ¿Cómo te llamas, niña? Me llamo Niev, del linaje de Vurt. ¿Cómo has dicho? Que me llamo....¿Cómo me llamo? ¿Cuál es mi linaje? Madre, ¿qué hago junto a un río que nunca he visto poniendo un cuenco al fuego?
Tomó aire y se llenó de aroma. Era grato al olfato. Su madre le cantaba una nana muy hermosa. Las manos de padre eran grandes y fuertes y el color de las rosas olía bien.
Se sentó en tierra. El cocimiento borboteaba frente a ella. Quedó inmóvil, la mente en blanco y los ojos sin brillo, mientras el unicornio se agitaba inquieto, porque conocía el inmenso poder de los diablos.
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Notas:
*cuachal: El término empleado en el códice es "quachi", que en algún dialecto noruego no se olvide la interrelación de noruego e islandés- significa "lenteja". Como las lentejas, al menos en la actualidad, pese a ser ricas en hierro, no tienen una especial virtud contra el olvido, he preferido denominar "cuachal" a la planta citada, ignorando la especie y familia botánica a que pertenece.
**Unicornio: La alusión a este animal mitológico supone una novedad en las sagas islandesas y abre una serie de interrogantes y sugerentes hipótesis sobre las posibles relaciones de nórdicos y pueblos hindúes en la más remota antigüedad.
***Rikal: Adalid y cabecilla de los independentistas groenlandeses, al que cupo la gloria de vencer a los islandeses en la celebérrima batalla de Khörnn. Se supone que conoció a Niev en sus años mozos.