Cuanto quiero
Nunca deseé
que el Rey de Suecia me entregara uno de sus premios
a los acordes de la Marcha de Pompa y Circunstancia,
ni tampoco
convertir al Papa de Roma a la doctrina del Islam
o ganar diez medallas de oro en la misma Olimpiada.
No he ansiado jamás
casarme con una hija de los Reyes de España
ni ser galáctico del mejor Real Madrid.
No me interesan las pequeñas cosas.
Estar contigo sí. Sueño contigo.
Sueño
que te prometo amor para lograrte
y que, buscando amor,
me respondes con besos ardorosos.
No, no pretendo ganar mil millones de dólares en la Bolsa de Tokio
o escribir la tercera parte del Quijote.
Deseo únicamente
que ciñas mi cintura con tus muslos,
y comerte los pechos,
panes de leche, cerecillas dulces,
y abarcarte los glúteos,
mármol que encierra fuego, con mis manos,
y entrar a plomo en ti, recio y rotundo,
para que así la vida
se nos convierta en gozo y en latido,
el sudor compartido se haga cielo,
y tú seas mi todo.
Eso es lo que pretendo. Y cuanto quiero.