miprimita.com

Siboney

en Otros Textos

Siboney

No nos iban bien las cosas y no había forma de ahuyentar la tristeza.

"No importa. –suspiró mi amigo- Mañana quizá cambie la suerte".

Se puso a canturrear por lo bajo. Lo hacía muy mal y lo sabía. Me quedé mirándole. El me miró también en tanto seguía con su tarareo.

"Qué canción es esa? –pregunté-.

"Siboney".

A pesar a la mala racha, a pesar de que no teníamos donde dormir y no sabíamos cuando comeríamos de caliente, no pude reprimir la risa.

"¿Siboney?" repetí una y otra vez entre carcajadas.

"Sí. Siboney"-rió también él-.

Si se ríe, todo es diferente. Cada golpe de risa es una afirmación de nosotros mismos. Nuestra risa nos limpiaba por dentro. Nos hacía mejores y más fuertes. Nos repetía que el sol sale cada mañana y que eso es lo importante.

A partir de aquel día nos ocurrieron muchas cosas y solo algunas fueron buenas. De vez en vez mi amigo sonreía:

"¿Quieres que cante Siboney?".

Si lo decía, era porque hacia falta decirlo.

A poco nos perdimos de vista. Son cosas que pasan. Que si en Barcelona hay trabajo, que si yo prefiero quedarme en Gijón. Nos separamos. Mi situación fue arreglándose, pero ya nada sería lo mismo. Me faltan aquellos años jóvenes. También el hambre. Y, sobre todo, me falta reír más a menudo oyendo Siboney.

Mas de trazada30

Al día siguiente de la final

Cumpleaños en casa de Diablo

Matrícula de honor

Julio César y yo, el pirata

Dos botellas de ron de Isla Bonita: Hasta el fondo

Dos botellas de ron de Isla Bonita: Primer trago

Una tarde especial

Gracias a todos

Historias no eróticas: Niev la hechicera (6)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (4)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (5)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (3)

Historias no eróticas: Niev la hechicera (2)

HIstorias no eróticas: Niev la hechicera (1)

Huesos

Cuentos no eróticos: El aroma del color de las...

El dictado

Cuentos no eróticos: San Pascual Bailón

Cuentos no eróticos: El inventor de palabras

Cuentos no eróticos: El fin del mundo

Cuentos no eróticos: La mecha

Cuentos no eróticos: Trastorno mental transitorio

Cuentos no eróticos: El conservador

Cuentos no eróticos: La sonrisa

Cuentos no eróticos: Descansar en paz

El ritmo vital

Ver Nápoles y morir

Cuanto quiero

Bea y Aurora se divierten

La manzana de Adán

Especialistas

Propiedad exclusiva

Amor, disfruta

Soneto cínico contra el amor honrado

Ahora sí

Dos planetas

Concierto para antes de cenar

Marta y maría

Costaleros

Antes, en y después

Te amo

Poemas de fuego: Sonetos encendidos

Un señor revolcón

Poemas de fuego: Sonetos del dormitorio

Poemas de fuego: Sonetos del beso

Poemas de fuego:Sonetos de la noche

Poemas de fuego: Sonetos del deseo

Poemas de fuego: Mar cambiante

Poemas de fuego: El sueño de la muchacha

El cuadro

La primera nochebuena

Entrevista conmigo mismo

Alonso Díaz Ramírez de Guzmán

He ligado con Sharon Stone

Flor de Pasión

Amo Jonás

Culos de mujer

El hombre del sombrero anticuado

¿Cómo me visto hoy?

Ese dulce descanso

Historia de un poema

El villano en su colchón

Milagro de mi lengua en ti

Por mis cojones

Isabel

Moscas, caracoles, vacas, perros y caballos

La cabaña en ruinas

Tríos de doses

Sea un amante bien educado

La mujer perfecta

Unas braguitas color verde manzana

Segundo ejercicio: La señora de Torres y el diablo

Relatos inquietantes: La señorita Cristina

Naufragios: Namori se está ahogando

Charlando por el móvil

La carrera inmortal

Murió Natarniel

El diablo y yo

Tres dias de mayo

En un mismo suspiro

Carne de mi carne

La vaquera de la Finojosa

Noche apasionada

Simplemente una hembra

Renato ¿cómo vas vestido?

Feliz cumpleaños

Dentro el armario

Niña inocente

La venganza

Megan sigue siendo virgen

Tía Mini

Débito conyugal

Adiós niñez

Tabú

Más que amigas

Vecinos

Papá ya no se casa

La Habana

Haz el amor

Nelly se está bañando

Futbolistas

Madre

Mi mujer, tú y yo

Herta

No aceptes caramelos de desconocidos

Catorce mil quinientos

Maria la Gata

Maridito

Culo gordo