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Cuentos no eróticos: La sonrisa

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Cuentos no eróticos: La sonrisa

 

"Está cada vez más débil. -comentó el doctor-Se va desgastando. Son quince días en coma. Pero no se desanime, señora. Confíamos en que reaccione."

La mujer reprimió un sollozo. Era milagro que le quedaran lágrimas. Llevaba un par de semanas en el hospital: paseos y paseos por interminables corredores, esperas angustiosas, fugaces visitas a su marido o, mejor dicho, a lo que fue su marido durante tantos años. Parecía haber trascurrido una eternidad desde la llamada telefónica:

"Un accidente. Está en el hospital. Venga pronto."

Ella se lo había repetido mil veces: "Te gusta demasiado correr. Un día te estrellarás." Vicente reía: "Hay que vivir a tope. Corriendo me siento casi un dios."

¡Casi un dios! Fractura de cráneo y de costillas, shock traumático, pérdida de conciencia...¡Casi un dios! Y las noches en vela, y las dos operaciones, y Vicente acostado en aquella cama, como una cosa, en coma, sin tan siquiera abrir los ojos.¡Casi un dios!

Carmen se sentó en una butaca de la sala de espera de la planta. Se sentía agotada. Le fue ganando el sopor. No era sueño, más bien agitado duermevela. La despertaron las palabras esperadas:

"Ha salido del coma."

La enfermera sonreía. Era morena, alta, un poco hombruna. Permanecía en pie frente a Carmen:

"Ha recuperado el conocimiento"

"¿Puedo verlo?"

"Aguarde un momento".

No fue un momento. Trascurrieron dos horas y media antes de que le permitieran acercarse a la cama. Vicente la miró.

"No se preocupe, señora – explicó el doctor- Sufre amnesia. Es muy corriente en estos casos. Desparecerá en cosa de días. Me temo que no la reconozca aún. Pero anímese. Su marido ha reaccionado. Nos ayuda. Quiere vivir."

Sí. Había reaccionado. Oía latir su corazón y le gustaba oírlo. También tenía sueño y a ratos dolor, pero eso no importaba. Lo importante era el mar. El mar estaba en su cabeza y, al tiempo, él flotaba en el mar. Nadaba y el sol le daba en el rostro. Había gaviotas, y crestas de espuma salpicaban el verde azul. No sabía quién era. Solo un hombre en el mar. Un hombre capaz de todo: de amar, de odiar, de ser feliz, de llorar, de cantar a pleno pulmón, de rezar en silencio, de fabricar su propia vida a dentelladas contra el mundo.

"Soy Carmen. ¿No te acuerdas de mí?"

Vio a la mujer frente a él. Entrada en carnes. Cuarenta y tantos. Vulgar.

"Soy Carmen".

Las sirenas de su mar no eran así. No había nada así en su mar. Le molestaba mirar a aquella mujer. Cerró los ojos. "Déjeme en paz –pensó- Yo también puedo ser Carmen o un jilguero, pero es tonto presumir de eso. No quiero que nada me saque de este mar".

"Soy tu mujer, ¿no me recuerdas? ¿No recuerdas a Vicentín, a Mari Carmen y a Antoñito? Son tus hijos. ¿No recuerdas la fábrica? ¿No puedes acordarte de nosotros?

Carmen, la fábrica, los hijos...¿No había mar entonces? Aquella mujer fea y madura ¿era la suya? ¿Cómo pudo casarse con ella? ¿Y tres hijos? ¿Estaba anclado a tierra por tres hijos? ¿Una fábrica? Y aquella fábrica, aquella mujer y aquellos hijos ¿deseaban que dejara el mar para maniatarlo, para obligarle a comportarse de un modo determinado, para tomarlo de la mano y llevarlo de un lado a otro? No. Eso sí que no.

"Vicente. Te llamas Vicente..."

Sintió sueño. El mar le cubría. Era inútil nadar. Fuera no había sol. Estaban Carmen y la fábrica y los hijos. En el mar, no. Allí había paz y descanso. Era bueno quedarse en el mar. Se zambulló en él.

"El pulso es muy débil"- anunció la enfermera.

"Se ha fatigado. Necesita descansar"-opinó el doctor.

Carmen salió al corredor y paseó nerviosamente. Al cabo de un rato se le acercó el doctor. Estaba muy serio.

"No me lo explico –hablaba con lentitud, midiendo las palabras- Cuando salía del peligro, algo falló. No ha superado la debilidad. Se ha dejado llevar. No ha luchado."

Carmen rompió a llorar con desconsuelo.

"¿Recuperó la memoria en algún instante?"- preguntó entre hipidos.

El médico se encogió de hombros.

"No lo sé. Solo sé que sonreía. Y no lo entiendo. En veintiséis años de profesión, nunca jamás había visto morir a un hombre sonriendo."

El mar. El maaaaaaaaar…el….---------------------------------------

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