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Mañana en la playa

en Trios

MAÑANA EN LA PLAYA

Daniela había ido con su marido Juan de vacaciones al norte de España y esa mañana se habían escapado a una playa nudista que les había recomendado unos amigos. Accedieron a la playa por un sendero que bajaba por una ladera y llegaba a una playa no muy grande de fina arena blanca. Se colocaron cerca de uno de los extremos de la playa y se quitaron la ropa.

Daniela que es mañana iba a disfrutar de una experiencia gloriosa era una mujer morena recien llegada a la treintena con el pelo rizado en una gran melena leonada, ojos castaños, labios definidos y sensuales sin llegar a ser muy carnosos, pechos firmes y generosos sin llegar a ser grandes, pezones color café claro de aureola más bien grande, culo de tamaño justo y bastante firme y un pubis donde solo quedaba una fina tira de vello púbico de color negro. Se tumbaron en las toallas después de haberse dado crema, al de un rato Daniela se sentó y se quedó observando a la mar.

En ese preciso momento pasaba una chica por la orilla de edad parecida a la suya, estatura media, era una mujer de una belleza casi felina una cara muy atractiva con una mandíbula un poco marcada y sobresaliente pero que le daba un atractivo infinito, ojos marrones grandes, labios sensuales, pechos de tamaño medio con los pezones rosas de aureola pequeña, un culo redondo duro como una pequeña manzana y un pubis rasurado entero. Los ojos de las dos mujeres se cruzaron en un instante y se quedaron como embobadas durante solo unos segundos que les parecieron eternos.

Al volver del paseo la otra mujer la miró de forma insistente haciéndola un imperceptible gesto con la mano para que se bañara con ella, Daniela le dijo a su marido que se iba a bañar y se metió en el agua hasta donde estaba la otra chica que se llamaba Elisa según la dijo después de presentarse y darse dos besos que hicieron que las dos mujeres se mojaran casi de manera inmediata. Con las manos por debajo del agua y sin que nadie se percatara se tocaron el culo y se acariciaron, el deseo había nacido y había que buscar la forma de satisfacerla.

Elisa que llevaba varios días yendo a la misma playa se la conocía a la perfección y la dijo a nuestra amiga que se fijase donde iba ella y que al cabo de cinco minutos la siguiera. Elisa salió del agua y desapareció detrás de un paredón rocoso que había en la zona izquierda cerca de donde Daniela y su marido habían puesto las toallas.

Daniela la siguió y nada más pasar la pared de roca la otra mujer la cogió de la muñeca y la tumbó en el suelo abalanzándose sobre ella, la besaba en la boca con pasión mientras Daniela se prodigaba en caricias sobre la mujer, se deseaban mutuamente como nunca habían deseado nunca a otra mujer, Daniela no tenía mucha experiencia con mujeres más bien poco y Elisa aunque tenía más no se podía considerar una experta pero estaba claro que conocían el cuerpo de una mujer porque cada caricia era como una estocada certera que hacía gemir a la otra muchacha.

Elisa llevaba la iniciativa, de la boca fue bajando por la barbilla y dejándose llevar al cuello, allí se centró en besos muy suaves y con la punta de la lengua que hicieron que el coño de su amante pareciera un pozo de fluidos de lo caliente que estaba, luego se fue dejando llevar hasta los pechos los cuales mordía con pasión pero sin hacer excesiva presa con los dientes, la lengua tomaba la iniciativa entonces cuando se acercaba a los pezones y los repasaba en torno a ellos con la lengua pero sin tocarlos haciendo que se pudieran duros.

Cuando esto conseguía los cogía con los labios y los estiraba sacando un gemido de Daniela. Iba girando su cuerpo como si fuera la aguja de un reloj, ya estaba en el ombligo, las manos entretanto acariciaban los muslos y las piernas masturbando ligeramente el coño en alguna de sus excursiones.

Cuando llegó al conejito de Daniela ya estaban en postura 69, Elisa sobre la otra mujer con la lengua recorriendo los labios vaginales una y otra vez primero de manera ruda pero luego mas suave y alternando estas dos formas mientras con la mano abría el coño como si fuera una almejita.

Juan mientras había observado el camino de las dos chicas y se había imaginado lo que estaba sucediendo pero había esperado un rato hasta que su excitación y el morbo pudo con él y fue tras la pared rocosa situándose en una zona donde de ser descubierto en ese momento solo podía serlo por su mujer y no por la otra. Comenzó a acariciarse la polla que iba creciendo hasta alcanzar un tamaño considerable.

Su esposa si le había visto y esto hizo que se mojase todavía más y que estuviera más excitada si cabe, Elisa estaba a mil y al borde del orgasmo al cual llegó tensionando toda su espalda y echando todos sus flujos en la boca de Daniela que los cogió como si fuera el mayor de los néctares.

Elisa se levantó y se puso a la altura de Daniela la cual también había tenido su orgasmo y se besaron con deseo intercambiando los fluidos de Elisa. En ese preciso momento fue cuando Elisa vió al marido de Daniela e hizo un mohín de desaprobación pero fue solo un instante porque cuando la mujer la acarició el sexo delicadamente la hizo estar de nuevo cachonda y entonces olvidarse del marido.

Elisa se tumbó boca arriba con las piernas bien abiertas y la otra chica se situó a cuatro patas entre sus piernas acercando su boca al coño de Elisa, con la lengua la acariciaba la cintura pero sin apenas rozarla para luego proseguir este paseo lingual por las ingles siempre apenas tocándola como si quisiera que su lengua fuera un imán que hiciera que el poco vello que la quedaba se pusiera de punta atraída por ese imán.

Elisa estaba cada vez más encharcada y con la mano acariciaba como podía el coño de Daniela pero fue el marido de ésta el que tomó la iniciativa y plantándose detrás de su mujer la penetró de un golpe en el coño.

AAAAAAAAAAAHHHHHHH---- chilló de placer Daniela.

Con las manos abría la concha de Elisa y con dos dedos la penetraba mientras con el pulgar la frotaba en el ano y la punta de la lengua hacía maravillas en el clítoris de la chica. Juan se follaba a su mujer de manera salvaje pero luego reducía la velocidad, las dos mujeres estaban constantemente jadeando, esto hacía que la polla del hombre se pusiera más dura si cabe, que la verdad poco podía más porque ya era una barra de acero.

Elisa comenzó un orgasmo que le pareció durar una eternidad lo mismo que Daniela frotada por los dedos hábiles de su marido y de Elisa, con los músculos de la vagina que los comprimía y relajaba a su gusto hizo que su marido se corriera dentro de ella.

Se levantaron los tres y se fueron al agua a bañarse, después fueron a comer juntos y quedaron que el resto de las vacaciones las pasarían los tres en el piso que la pareja había alquilado.

Este relato es imaginario pero va dedicado a una buena amiga mia que me lo ha sugerido (Daniela(nombre ficticio)) y para Elisa(nombre ficticio) que me honran con su amistad.

Si queréis podéis escribirme a:

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