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La llave y el candado (3)

en Dominación

LA LLAVE Y EL CANDADO (III)

Clara y Elena entraron en una tienda de lencería y fueron acompañadas por una de las dependientas a una estancia en la trastienda fuera de miradas indiscretas, allí las esperaba el matrimonio propietario de la tienda, hicieron que Clara se desnudara completamente y quedara en mitad de la habitación. La indicaron una bandeja con tres copas de champán y una botella que reposaba sobre una mesita en una de las esquinas.

Clara obedientemente la cogió y la llevó donde ellos estaban, cada uno cogió una copa, ella pudo observar que las copas eran de un tamaño más grande que las de cava normales. Clara dejó la bandeja en su sitio y se acercó para situarse en mitad de las tres personas de pies con las manos a la espalda a la altura de la cintura. El hombre se levantó situándose de rodillas entre las piernas de la muchacha y poniendo la copa de cava en los pechos de ella la vertió resbalando el dorado liquido por la piel de Clara y cayendo de su monte de venus como si fuera un surtidor de la que Pedro bebió, luego lo hicieron las dos mujeres hasta que la piel de la muchacha rezumaba un olor a champán.

Posteriormente Conchi se levantó y empezó a sacar varios conjuntos de ropa intima, unos compuestos de braguita y sujetador en colores pastel otros en tonos rojo, negro, blanco, y otro en combinación de colores, también extrajo braguitas solas , conjuntos de sujetadores y tangas, tangas solos, hilos dentales, picardías y bodys, todo tipo de lencería de la que Clara se fue probando hasta quedarse con un amplio surtido.

Cuando hubo terminado de escoger dijo Conchi:

Ahora llega lo más importante, la túnica ceremonial que nos ha pedido Oscuro.

Se levantó y trajo una túnica en color negro que le fue puesta a Clara metiéndosela por la cabeza y sujetándola por la cintura con un cordón trenzado en color oro, llevaba un par de aberturas, una por delante y otra por detrás, que casi llegaban hasta la cintura salvo por unos 10 cms pero que no se veían a simple vista ya que uno de los bordes se superponía con el otro. Se la probaron y quedaron contentos todos del resultado, se llevó seis túnicas, dos en color negro, dos rojas y dos blancas.

Mientras se había estado probando la ropa Pedro no la quitaba ojo de encima mientras acariciaba a Elena. Conchi llamó con una campanilla y apareció la chica que las había recibido en la tienda, al principio Clara no la había reconocido porque la muchacha se había pasado todo el rato mirando al suelo pero ahora si, era una compañera suya de facultad, una chica que en la universidad se comportaba de una manera muy atrevida pero que en la tienda era un ejemplo de sumisión y autocontrol.

La muchacha recogió la ropa y se la llevó para empaquetar. Elena entonces la hizo una seña a Clara para que se acercase. La chica se arrodilló a los pies de su Maestra en posición de espera con las nalgas en contacto con sus talones, las manos sobre las rodillas y la cabeza gacha. Elena entonces la mandó ponerse una de las túnicas rojas y levantarse y colocarse al lado de Conchi que se hallaba sentada en una silla. Conchi introdujo la mano entre la tela y la colocó sobre los muslos de la sumisa subiendo por ellos hasta encontrar su coño el cual descubrió mojado diciéndolo en alto. Su marido y Elena rieron de buena gana para posteriormente pasar la mano del coño al culo y comprobar que las dos aberturas cumplían la misión para las que habían sido creadas.

Entró la chica que había ido a empaquetar las cosas con un par de cámaras de video con sus respectivos trípodes que colocó y puso en funcionamiento para luego quitar a Clara la túnica y llevársela para completar el paquete. Antes de irse recibió la orden de desvestir a las otras tres personas, lo hizo rápidamente y de manera eficaz dejando doblada la ropa a un lado.

Se retiró, Conchi era una mujer de unos cincuenta años pero bien conservada, morena de ojos negros, labios carnosos, pechos rotundos rematados en dos pezones de color café oscuro, pubis recortado con un mechón de vello y culo redondo como una manzana bien sana. Sujetó a Clara del brazo y la condujo a una cama situada al lado de una de las paredes, una gran cama redonda con dosel . La hizo tumbarse boca arriba y ató sus manos a los barrotes de la cabecera y abrió las piernas de la chica colocándolas con las rodillas hacia arriba.

Pedro, ya puedes follarla, no desflorarla porque no creo que sea virgen esta perra.

Pedro subió a la cama y se situó entre las piernas de la chica y colocando la polla en la entrada del coño de la muchacha la penetró de un solo golpe y comenzó a follarla con fuerza y vigor a veces pero otras ralentizando las penetraciones pero apretando muy profundamente, la mordisqueaba los pezones y se los lamía. Elena y Conchi mientras se habían acostado en la cama en un espacio que había quedado libre poniéndose en postura de 69, la lengua de Conchi volaba sobre el coño de Elena de tal manera que encendía el clítoris de esta como si fuera de fuego para luego penetrarla con dos dedos en su conejo y acaríciala con el pulgar en su ano, en su estrellado agujero.

Pedro follaba a su vez a la sumisa de manera un tanto brutal pero elevando su cuerpo hacia rozar el tronco de su polla contra el clítoris extrayendo sus mas íntimos gemidos. La descabalgó antes de eyacular y de que ella tuviera un orgasmo, la quería torturar con la ausencia de placer. Elena entonces que había visto la escena después de haber quedado satisfecha con la dueña de la tienda se levantó y liberó a su pupila de las ataduras y la retiró un poco para que Conchi que se había colocado un tremendo falo de látex en su cintura se pusiera boca arriba.

Clara situó sus dos muslos a cada lado de la cintura de la mujer y su vagina sobre el pene de plástico y haciendo fuerza se fue ensartando en él hasta que con mucho esfuerzo se sintió completamente empalada, comenzó a botar sobre él suavemente deslizándolo por sus piernas y dejándose caer inmediatamente.

La polla artificial ya entraba y salía sin dificultad y entonces Pedro se colocó a su espalda y tras Elena lubricarla el agujerito de manera conveniente con mantequilla la penetró el hombre con suavidad pero con firmeza. La acometía sujetándola de las caderas, Elena se situó sobre la boca de Conchi para que esta la comiera el coño y ella a su vez besarse apasionadamente con su alumna y lamerle los pezones, primero en suaves círculos alrededor de la aureola para cuando se pusieron duros pellizcárselos con lujuria.

La lengua de Conchi a la vez que sus dedos en su ano hacían maravillas y tenían a la Maestra en un autentico éxtasis, la sumisa a su vez después de haber recibido el permiso de correrse se corría en un gran orgasmo cayendo los flujos por el consolador. El hombre también eyaculaba llenando el condón de su semen. Clara giró la cabeza al oir un gran jadeo y descubrió a la dependienta que les había recibido desnuda y espatarrada en una silla después de haberse masturbado. Los cuatro habían disfrutado en la cama y luego se ducharon, Clara hubo de jabonar y aclarar a tod@s y la dependienta a su vez la limpió a ella pero siendo vigiladas por Conchi y Elena para que no hablaran entre ellas.

Elena se despidió de los dueños de la tienda prometiendo volver y dejando el encargo de que la llevaran a Clara el paquete a casa. Se fueron a comer a un restaurante un tanto especial pero eso ya será cosa del próximo capitulo.

Continuara...................................

Este relato es imaginario si queréis escribirme( prefiero que me escribáis a que me agreguéis aunque solo sea dos líneas presentándoos y pidiéndome que os agregue yo) o agregarme a:

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Creacion de una sumisa (3)

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La ardiente Elena

Calor en la playa

Tarde en la oficina

Despedida de solteros

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Amaia, secretaria en practicas

Viaje a la obediencia

Alazne, inocente vecina

Ayyyyyy maider

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Sábado de botellón

Elena y Fernando

Casa rural X (2)

Casa rural X

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Elisa y su antiguo alumno

Renata

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Internado

Tania

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Sorpresa en la consulta

Orgía hotelera

Monica y la rubia

Nerea es entregada

Corinne vence su timidez

Laura la dominanta

Reencuentro en la farmacia

Sopresa matutina

Dopi se ambienta

Dopi sigue marchosa

Cuatro esquinas

Diana se siente zorra (1)

Patricia entre pajas

Patricia

La blanca nieves y los siete hombres

El descampado

Sonia en su cuarto

Fin de semana en un hotelito

De empleada a sumisa

La noche en el camping

Dominación en la disco

La llave y el candado (5)

Maria comprando lenceria

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Conociendo a la perrita Sara

De noche y en la playa

Sara, una sumisa entregada (2)

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Relato 100 de picante100 (2)

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La llave y el candado (4)

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La llave y el candado (1)

La llave y el candado

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Novata en el reino de sade (2)

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Sumisión en la granja