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Diana de marcha nocturna

en Hetero: General

DIANA DE MARCHA NOCTURNA

Diana había salido con unas amigas a tomar unas copas a una discoteca cercana a su ciudad, iba vestida con un vestido negro de tirantes con unos detalles blancos de encaje a la altura del pecho, iba muy bella. Salió a la pista de baile a divertirse con varias de sus compañeras. Estaba bailando de forma muy sensual, moviendo las caderas, un chico alto que estaba cerca se fue aproximando hasta bailar pegado a ella.

Luego la invitó a si se iba con él a otro bar a tomar alguna copa más. Diana aceptó, el chico le gustaba y era muy simpático. Salieron de la disco y entraron en otro bar, un bar en el que en el piso de arriba estaban la pista de baile y la barra y en el de abajo los baños para que éstos fueran amplios. El sacó un par de vodkas con naranja mientras ella se movía en la pista mirándole con mirada insinuante.

Se acercó Diana a la barra y tomó un sorbo de su vaso, cogió un hielo con la boca y se lo ofreció a Pedro en un ardiente y apasionado beso que se prolongó por espacio de unos segundos.

Bajemos a los baños, tu baja primera y yo bajo después---- la susurró el hombre.

Ella se dirigió a los baños sin decir ni una palabra y él sin poder contenerse ni esperó a que ella desapareciera por la escalera. Llegaron abajo y entraron en el de los hombres metiendose rápidamente en la primera cabina. El la puso contra de espaldas a la puerta mientras la besaba apasionadamente. Su lengua jugaba primero con la de ella para después huir de ella recorriendo toda la boca de la chica.

Con las manos entretanto la besaba fue desnudándola bajando los tirantes del vestido y dejándolo caer para que ella quedase completamente desnuda a excepción del tanga, un hilo dental de color negro que mientras por delante cubría escasamente el coño de Diana por detrás un fino hilo negro quedaba atrapado por las dos duras y tersas nalgas.

Después del primer beso, él bajó a su cuello mordisqueándola y dando pequeños chupones al igual que ella que le iba soltando botón a botón la camisa para luego quitársela. El seguía descendiendo por la piel de la chica mientras ella se sujetaba con las manos a la parte de arriba de la puerta, estaba ya muy mojada y eso que todavía no había tocado Pedro ni sus pechos ni su coño.

Con la lengua llegó cerca de uno de los pezones pero lo bordeó y le dio vueltas sin tocarlo hasta que el pezón como si estuviera impaciente se fue endureciendo paulatinamente como pidiendo ser mordido, solo cuando el hombre lo vió muy erecto lo dio un ligero mordisco estirándolo que hizo que la chica emitiese un gemido que en caso de haber estado solos hubiera sido oído a muchos metros de distancia, repitió la misma operación en el otro pecho, mientras con la boca realizaba estos juegos con las manos estrujaba el pecho de al lado.

Siguió descendiendo hasta el ombligo, lo succionó ligeramente y bajó hasta la cinturilla del tanguita, la cogió con los dientes y la fue bajando hasta sacarla el tanga por los pies, se sentó en la taza del wc mirándola fijamente a los ojos, las miradas echaban chispas. Eran puro fuego, desde esa postura podía observar el cuerpo de su conquista, era una mujer morena de aproximadamente metro setenta, pelo moreno rizado de melena leonada, ojos marrones aunque con un ligero brillo verdoso muy bonitos, pechos medianos turgentes con aureolas grandes de color café claro, vello pubico negro en una tira fina y un culo duro y levantado hacia arriba y muslos torneados.

Ella se arrodilló y se puso a cuatro patas entre sus piernas y mirándole a los ojos con cara de vicio le bajó la cremallera del pantalón y le soltó el cinturón, extrajo la polla la cual ya estaba erecta, era un buen instrumento, tenía una gota cristalina en la punta la cual lamió y saboreó mientras le liberaba enteramente el glande pero siempre observándole con cara de viciosa.

El se sacó los pantalones del todo, ella le cogió los huevos con la boca y se metió primero uno, lo chupó bien chupado y luego hizo lo propio con el otro mientras masturbaba suavemente la verga haciendo que Pedro gimiera y echase la cabeza para atrás por el placer. Ella entonces pasó la lengua desde los testículos la fue subiendo por todo el tronco del pene hasta llegar a la punta y alli abrir la boca e ir metiendo el falo dentro de ella y bajando por ella tragándose todo ese pedazo de carne hasta que la tuvo casi toda dentro.

Entonces comenzó un movimiento de mete y saca ayudándose con la mano derecha que masturbaba el miembro y con la izquierda que acariciaba los huevos apretándolos ligeramente, ella no quería que el chico se corriera así que paró en la mamada y se levantó completamente desnuda y se sentó a horcajadas sobre el hombre penetrándose enteramente.

Había tensionado los músculos de su vagina para que penetración fuera muy lenta y suave y que el rozamiento aumentase el placer. Cuando estuvo ensartada del todo echó su cuerpo hacia detrás sujetándose con Pedro por las manos, de esta forma el clítoris era estimulado por el pene en su base, así comenzó a subir y bajar sobre la verga, el rozamiento en esta postura era máximo con su órgano de placer y la penetración muy profunda.

Luego ella se inclinó sobre él para besarle, se besaban como si ese fuera el último polvo que fueran a realizar, como si el mundo se terminase en aquel mismo instante, las manos del chico rozaban los pechos y los pezones como si de estos salieran llamas que quemaran la piel, ella regulaba la velocidad de la follada, a veces botaba con bastante velocidad y ritmo y otras veces muy lentamente recreándose mientras la polla entraba en su vagina.

Pedro aprovechaba para con las manos abrirla las nalgas y con un dedo que previamente ella había ensalivado acariciarle el anillo del esfínter anal y el perineo consiguiendo que Diana jadease cada vez más como una loca, sujetándola de las nalgas se levantó llevándola contra la puerta, él de pies sostenía el cuerpo de la chica con sus manos mientras la gravedad hacía que ella se ensartase con facilidad y él entonces tomaba la iniciativa en el polvo. Era un polvo acompasado pero que conforme pasaba el tiempo aumentaba en velocidad.

Volvieron a cambiar de postura, ahora ella se situaba de rodillas sobre la taza de espaldas a él y Pedro se la metía de golpe, entraba muy rápidamente como resbalando, el coño de Diana estaba completamente empapado y encharcado, era pura gelatina de lo mojada que estaba, ya apenas podía contener los gemidos mordiéndose los labios.

El entonces aumentó el ritmo, Diana para ese momento ya había tenido varios orgasmos y sus muslos brillaban por los fluidos que caían por ellos como riachuelos, Pedro se la sacó y se quedó de pies con ella en la mano indicándola que pusiera la boca. El se masturbó ligeramente mientras ella se metía la punta del glande para que cuando él se corriera que iba a ser en breves segundos tomar todo el néctar de su nocturno amante.

Uno, dos, tres chorros llenaron la boca de la chica de semen cayendo parte por sus comisuras. Ella le miraba con cara de viciosa satisfecha mientras él tenía los ojos en blanco por el placer recibido. Diana se levantó, se besaron y se adecentaron antes de salir. Luego Pedro la llevó a casa y quedaron en repetir el polvo varias veces más.

El relato es imaginario pero va dedicado a Diana una morenaza preciosa y simpática con un cuerpo de bandera.

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