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Ardientes Musas que me inspiran. (Parte 2)

en Confesiones

Después de la primera aventura entre mi sobrina y yo tuvimos otros encuentros en tanto duraron las clases particulares, pese a que en paralelo también me follaba a su abuela… Mi MADRE, pero una vez acabadas no hemos vuelto a llegar ese grado de intimidad para lograr follar de nuevo. Sin embargo, los buenos resultados de mi sobrina llamó la atención a mi cuñado… y me propuso darle clases a su otra hija de conversación de inglés. Me lo pensé unos días pero accedí en beneficio propio, tal vez así practicaría el idioma forzando a otros a aprender. Ahora me llenaba de tareas a las que acudir, debía de organizarme, eso también me beneficiaba para olvidarme de mi fracaso matrimonial y trabajar tanto no me importaba si diluía mi culpabilidad. Cuando comenzaron la clases con Mónica no imaginé que se uniría también su prima y el resultado de aquello fue una bomba de relojería que acabó por estallar como narro en mi relato “Las clases particulares”.

Por otro lado, No debo recordar que tras mi divorcio encontré en mi madre el apoyo moral que necesitaba, ella supo consolarme, porque toda madre que ama a sus hijos sabe que es lo que realmente necesitan y el sexo es uno de esas cosas que a mí me faltaba. Mucho antes de nuestras primeras vacaciones, al ver como perdía parte de mi sueldo en meretrices, mi madre muy sabia me invitó a tomar una taza de café para hablar extendidamente de mi situación, y en esa larga charla puede extraer de sus palabras que… “El sexo es un viaje de amor de ternura y de pasión un viaje gratis al cielo, un viaje entre un hombre y una mujer, un viaje de ida y regreso, del cual quisiéramos continuar por ser tan maravilloso… viajan nuestros cuerpos, nuestros espíritus muy unidos formando un solo cuerpo repleto de amor y deseos. ¡No hay exaltación más grande! En eso no hay diferencia entre una mujer y un hombre, sentimos lo mismo, pensamos lo mismo… por eso el amor no tiene nada que ver con la venta y compra de sexo”. Ahí comprendí que mi madre vislumbraba mi situación porque ella se hallaba en la misma encrucijada. Por todo ello, desde la primera entrega con mi madre quise hacerla feliz y ella a mí para que nunca se nos olvidase…

…En cada acto sexual con mi madre se entremezclan el amor, la ternura, el deseo y la pasión… todo va unido por el sexo entre los brazos y las piernas, nuestras miradas fijas, nuestros corazones que laten a un mismo compas, nuestra respiración y el sudor de nuestros cuerpos que nos unen en el clímax máximo de nuestros sentidos vista, oído, tacto, olfato, y sabor que nos hace inmensamente felices. Para mí, lo mejor es observar sus ojos al escucharla gemir, tocar su piel, sentir su aroma dulce de mujer que me rememora a mi niñez… degustar el sabor de sus partes íntimas y mamar de los pezones que me alimentaron con la primera leche, en tanto percibo como abrazan sus paredes vaginales mi endurecido falo que la está penetrando sin cesar desde la punta a la raíz en movimientos cadenciosos de salida y entrada profunda aplastando mis testículos en su voluptuosa vulva. Por lo que follar a mi madre va unido a un sentimiento de amor entrañable, en el que no hay diferencia entre madre e hijo, los dos sienten lo mismo y piensan igual sincronizados en lo físico y en lo anímico, llegando al culmen de dicho acto besándola mientras la lleno de esperma en lo más profundo de su vagina.

Gracias a que mi madre está muy liberada y yo soltero, continuo teniendo mis experiencias para tener material con que narrar mis relatos, y el ejemplo más claro lo tengo con mi progenitora. Ella es una mujer madura que aún se mantiene muy activa en todos los ámbitos de la vida laboral, social y sobre todo en el sexual, tiene la desgracia que su marido, o sea, “mi padre” que ya NO está para muchos trotes más bien para el desahucio, como dice ella. Cuando nos vemos siempre hay cosas que confesar, ya sabes cómo son las mujeres de esa generación y además tenemos mucha confianza contándonos nuestras intimidades… una tarde me soltó que ya no se acordaba de la última vez que la folló su marido. No soy hijo único pero mi hermana al estar lejos soy yo con quien más habla de sus cosas. Así que mientras que el padre de familia se encuentra en el negocio familiar trabajando o el bar con los amigotes echándose una partida a las cartas, en mis visitas vespertinas le hago compañía después de salir de mi trabajo, en especial los viernes y los fines de semana que tengo más tiempo.

Quedo con ella para echarle una mano con las cosas pesadas, claro entre tareas surgen los roces, algunos manoseos… que si me toca el culo o me presiona con sus tetas en un encontronazo. Nos organizamos bien porque yo lo tengo bien claro a la hora de hacer las cosas, sea lo que sea, y mi madre es de las que acostumbran a que el hombre sea quien ponga y disponga, aunque a ella le guste intervenir. Sí, aunque no lo parezca cuando la ves bien arreglada aparentando ser una treintañera tendente a cuarenta muy sexy, ella es una madura de unos 58 años. Sin embargo sigue teniendo un coño jugoso, rosado y húmedo como el de una jovencita. No podría adivinar cuantas pollas han eyaculado dentro de ese chochito, pero de lo que puedo estar seguro es que sigue queriendo probar pollas jóvenes. A pesar de sus años seguía seduciendo a jovencitos y follándoselos, y en realidad con bastante poco esfuerzo. Es lo que tiene ser una madura folladora, y sobre todo gracias al hecho de ser profesora en la escuela de adultos, donde cada curso tenía acceso a tantos viriles jóvenes dispuestos a follar con ella. Sin embargo aquel suplemento docente vespertino lo abandonó justo cuando ella y yo iniciamos nuestro afer, y con ello su reconquista de la viril masculinidad de esos jóvenes y no tan jóvenes.

En una ocasión surgió la oportunidad de hablarle claro sobre su manera cachonda de toquetearme… le comenté que alguien debería quitarle las telarañas, no se sorprendió más bien se puso vanidosa diciéndome que no sabía quién lo iba a hacer ahora. No entendía en ese momento de qué me hablaba exactamente, pensaba en mi padre, pero mis pensamientos eran erróneos. El caso es que nos relajamos, tonteamos y sin más probé a meterle mano notando que aún tenía un chochito muy cálido, esa vez lo tenía sin depilar, después se lo ha ido arreglando rasurándoselo… lo noté muy cálido ¡¿A acaso tú no has deseado probar el de tu madre?! Son los mejores coños que te puedes follar… acogedores, cariñosos, sumisos y tragones, y fuera de la edad fértil no hay problema de preñarlas, se dejó follar a pelo sin condón… ¡Joder cómo es eso de ponerla y clavarla hasta dentro en tanto dé de sí haciendo tope con los huevos!  Ya imaginas, en nada sobre la encimera de la cocina aparté las bragas y para adentro sin miramientos. La sensación era única cuando la estaba follando notando la calidez de su esponjosa y lubricada vagina en mi capullo… se me puso a reventar al notar lo mojada que ya estaba. Y para acabar una buena lechada toda para adentro en lo más hondo de su útero, de forma que no hubiese posibilidad que se le saliera una sola gota…, se colocó las bragas bien puestas y faena acabada a esperar a su marido.

Ese día llegó mi padre del bar de jugar la partida, pero otros días llegaba directamente del trabajo… cenamos los tres juntos. Da mucho morbo saber que ella se presta natural con su esposo teniendo la leche aún caliente de su hijo dentro de su coño. ¡Vamos se me pone hasta dura otra vez pensado como transcurrió aquella la cena!

Así es como lo vivió mi madre… Esa tarde me acompañaba mi hijo en la cocina como solía hacer en muchas ocasiones, pero esa me apeteció poner cachondo a mi semental. Comencé a hacer exhibirme sin dejar que me tocase… solo llevaba unas bragas y una bata de casa encima. Quedé en un desnudo integral, no sé porque cada día me gusta más poner a la vista mi cuerpo ante él ofreciéndole mi sexapil. Acabé en bolas sobre la encimera y me puse a mastúrbame sin dejar de mirar a los ojos a mi hijo que seguía con agrado cada uno de mis pasos. Observaba que su polla estaba a punto de reventar… me enardecía saber que se lo estaba provocando. Si la gente que me conoce supiera de mis juegos sexuales y lo cachonda que me pongo con un macho como mi hijo no darían crédito, por lo recatada que he sido siempre, refinada y exquisita. Sin embargo Fernando me pone como una loba ávida de ser penetrada, su enorme cipote con su tronco venoso me llena toda la vagina haciéndola palpitar y he decir que de lo hermosa que es, no es fácil llenarla. Mi hijo se acercó y comenzó a amasarme las tetas mientras me metía y sacaba sus dedos de mi conejo… le solté los pantalones para liberar semejante tormento. Sacó los dedos del chumino de su madre para que la tiesa y dura polla entrara como un torpedo en mi interior, follamos sobre la encimera deseándonos mucho. Me abracé a su cuello y con las piernas le sujeté de la cintura atrayéndolo hacia mí, no se escaparía tan fácilmente ese cabrón que deseaba follarse a su propia madre ¡El hijo de puta la tenía grande y dura a romperse! Él me agarraba del culo dándome unas fuertes clavada que me hacían gritar, llegando donde otros no se atrevieron a entrar. Pegado a su oído le susurraba…

-“¡¡Lléname con tu leche, llena mi barriga con un buen chorro de leche y préñame que quiero tener la panza más grande del mundo!!”

Me hacía ilusión jugar a que pudiera preñarme un macho como él, y pese a que ya era imposible por mi menopausia él arreciaba duro contra su madre abriéndole el coño como un pervertido cabrón. Pegué mis tetas hincándole mis pezones a su pecho, y completamente conexionados en un acople perfecto por nuestros genitales, nos movíamos a la par sincronizados. Era la primera vez desde su nacimiento que su cuerpo estaba dentro de mí otra vez. Siempre he tenido la capacidad de encenderlo sin necesidad de hacer nada extraordinario, mi sola presencia le excitaba desde que era adolescente, lo sé por las pajas que se hacía después de espiarme en mi cuarto o el baño…, pero oírme decir que quería que me hiciera una barriga tenía para él un efecto enloquecedor, arremetiendo con más ímpetu. Los miedos de un rechazo mutuo del principio habían desaparecido una vez metido dentro de mí el enorme rabo que porta, poco me faltaba para reclamarle que me jodiera como una Puta Zorra. Notaba que se me venía, la dureza de su verga y el aumento del ritmo pélvico lo daban a entender, entonces le animé a que terminara…

-“¡Dame más duro y rómpeme el coño con esa polla que adoro, fóllame más fuerte, hasta el fondo y atraviésame con tu enorme polla! ¡¡Llena con un buen chorro de tu leche a mamá!! ¡La quiero toda… no tengas miedo y preña a tu madre… tu mujer!”

Mi hijo no pudo resistir a mi dialéctica y cumplió como un semental que cubre a su hembra. Su esperma llenó la entrada de mi matriz dejando la verga en mi interior hasta que eyaculó la última gota de semen. Yo no le dejé escapar sujetándolo del culo, perdidos en un beso glamuroso. Comprobé de primera mano que mi Fernando es una bestia sexual que no dejaría de disfrutar cada día, la naturalidad con la que afrontamos nuestra sexualidad es digna de unos esposos y así se lo hice entender.

-“Cariño ¿Qué sientes ahora por mí?”

-“Mis sentimientos han cambiado un poco la verdad me siento atraído y creo que enamorado, es algo confuso, te quiero con la misma fuerza que antes pero desde otra perspectiva”

-“Lo que pasa es que ahora me quieres y me deseas como si fuera tu esposa, que es lo que somos, dos esposos entregados al amor. Nos amamos como madre e hijo y nos deseamos como Adán y Eva en el paraíso”.

-“Yo te veo más como mujer que como madre”.

-“Eso está bien hijo, porque yo te veo como hombre”

Después cenamos los tres con el morbo que daba saber que tiene toda tu leche caliente metida en su útero y tratando con su marido como si no hubiera pasado nada ¡Mi madre es única! Sabe bañarse y guardar la ropa. Pesar en los millones de bichitos de su hijo que están trepando infructuosos por su trompa de Falopio para querer preñarla me pone a mil. Esa noche mi padre se quedó grogui viendo la tele en el sofá como siempre, y yo me marché para mi piso con los huevos aliviados y un “Tupperware” con comida. Por supuesto la despedida en la puerta fuera de la vista de su esposo fue con un beso con lengua, sin que se note mucho por las sospechas del “hombre de la casa” ¡…Menudo cornudo está hecho mi padre! Como dice ella ¡Para eso están los hijos primogénitos!

Que un hijo y una madre tengan relaciones sexuales es demasiado frecuente, mucho más de lo que imaginamos, especialmente cuando las madres son jóvenes para jubilar su sexualidad y los hijos lo suficientemente mayores para disfrutar del sexo…, que el chico acabe corriéndose en el fondo del mismo coño por el que nació, es cuanto menos de un grado de morbosidad extrema. En mi caso Madre e hijo tenemos una relación bastante especial, hasta el punto que hemos hecho del incesto algo normal y cotidiano… sin duda desde hace unos años yo soy su único macho. Y es que mi madre no tiene problema alguno en desnudarse delante de su hijo aprovechando que tiene la polla dura para hacerme una mamada y así bajarme el calentón. Pero claro, la cosa no se queda en una simple comida de polla, la vieja en cuanto ve su oportunidad, comprobando que la verga del retoño ya se haya bien dura, se sienta sobre mi rabo para que penetre el maduro y necesitado chumino de la progenitora. Así estamos follando un buen rato mientras las grandes tetazas de mi madre botan alocadas hacia todos los lados. Son bastante grandes como suele ser habitual en las mujeres de su edad.

Finalmente la invito a que se tumbe sumisa y complaciente dejándose dominar por su hijo, en tanto me pongo encima de ella incrustándole todo el cipote hasta los huevos sin contemplaciones… la mujer se deja hacer, permitiendo que mi espolón la empotre a todo trapo. Ninguna vez es diferente en su resultado, me corro dentro del coño materno sin cortarme y no la sacó hasta que tenga asegurado que no me queda más esperma dentro de mis pelotas. Es obvio que la mujer no va a quedarse preñada tras esta corrida interna intrauterina. Pese a poseer una vagina tragona como ninguna mujer a la que haya follado, tras descargar mi gran lechada dentro de su vagina conseguí llenarla tanto, que su cavidad uterina no fue capaz de albergarla toda. Mi madre quedó con lefa chorreando por su coño y por su entrepierna de lo copiosa que había sido…, una leche vaciada por propio hijo, desde luego le pareció bastante extraño cuanto menos la primera vez por la relación directa entre la cantidad de semen eyaculado y la excitación del macho en dicho acto, porque ningún otro semental lo había conseguido de esa manera tan voluminosa… pero ahora ya sabe que es lo habitual. Yo eyaculo entre 15 a 20 ml de esperma en cada lechada, que el triple de lo normal.

En verano con el calor suelo ir despelotado por mi piso, esto de ir en bóxer o incluso pasearme desnudo, a mi madre no le importa cuando ella está en mi piso echándome una mano, porque soy un desastre con las comidas y la limpieza, así que dos veces a la semana se pasa a su aire… como aún se considera bastante joven pone música y me hace el piso en un plis plas… Formamos un buen equipo. Ella también se pone ligera de ropa en bragas con una bata de casa encima y tan ricamente. Tengo la suerte de tener una madre muy permisiva que no tiene complejos, es muy abierta de pensamiento, y mucho menos tabúes con el sexo… así nos lo ha educado a lo largo de la vida a mi hermana y a mí para que No tuviéramos complejos con nuestros deseos. Cuando no está y me apetece aliviar la presión me hago una buena paja con las fotos que tomo cuando los hacemos y algún video también.

Como ya he comentado, ahora que tiene la menopausia permite sin miramiento correrse dentro, así que en cada polvo acaba con el coño lleno de la leche de su hijo…según me dice ella la única que le entra, porque mi padre ya no la cata y se ha dejado de flirteos con los alumnos de la escuela de adultos con los que follaba cada curso… uno o dos se la tiraban hasta que lo empecé hacer yo y se olvidó de coqueteos, eso me dice ella. Yo creo que gracias a nuestra relación sin impedimentos ha hecho que ella se sienta más joven y deseada… ¡Este verano se marchó de viaje sin su esposo y seguro que se despendoló con algún maromo! La veo rejuvenecida desde la primera vez…, esta surgió por casualidad y ya no hemos parado, ¡Joder qué morbo cuando descubrí que le gustaba abrirse de piernas dejando que su hijo la follara! Aquella vez sobre la encimera…

…En otra ocasión vez fue dándome un masaje para desentumecer mi espada previo de una baño reparador, y una cosa llevó a la otra, vamos que se me endureció la polla y la señora tampoco puso cortapisas…, yo creo que por la excitación del buen masaje que me dio, no pudo resistir y me hizo la mamada del siglo. Continuamos con nuestra cotidianidad y tras dar un largo paseo la encontré de lo más excitante con sus zapatillas de caminata…, y sin más le quité las bragas la abrí de piernas y sobre la cama en la clásica postura del misionero, terminé dentro de su coño llenándolo de lefa… total como a su edad es imposible que la preñe como dice ella todo para adentro, unido a que nada supera una buena corrida interna. A pesar de haberlo hecho mogollón de veces, No deja de impresionarme que me deje correrme dentro, pero bastante más verle el coño chorreando leche después. Y es que mi madre se siente mucho más joven de lo que marca su DNI, no veas las ganas que tiene de disfrutar… y ya sabes, como por casa YA no nos andamos con recatos pasando pudores y malos rollos, lo tenemos claro ambos.

En aquella ocasión mi padre estaba de viaje y cuando llegué a casa para cenar me encontré con la mesa puesta, todo preparado y mamá sentada frente al televisor vestida con una camisa blanca, una falda corta y zapatos de tacón. Al cabo de media hora, justo en el momento de terminar de cenar y mientras yo recogía la mesa sonó el teléfono. Mamá fue a cogerlo toda contenta pero nada más empezar a hablar le cambió por completo el color. Las únicas palabras que decía eran…

-“… perdón mi amor… me olvidé, te juro que me olvidé… muchas gracias mi amor. Hasta luego”.

Cuando mi madre colgó el teléfono yo estaba sentado en el sofá. Mamá preparó su bañera con mimo, igual que hacía cuando se bañaba ella sola… espuma de baño, sales minerales, un producto especial con aroma a canela y velas aromáticas repartidas por el baño. Cuando todo estaba preparado me llamó y me quitó con suma delicadeza la ropa, me tomó de la mano y me introdujo en la bañera frotándome todo el cuerpo con su esponja. Al momento se metió ella también colocándose detrás de mí con su espalda apoyada en la bañera, mi culo entre sus piernas abiertas sintiendo el tacto de su coño mullido, y mi cabeza apoyada entre sus tetazas. Sus manos recorrieron lentamente desde mis muslos a mi cabello, enjabonando y frotando cada porción de mi cuerpo y cuando pasaban por mi cipote se enardecía con la agradable sensación de que se detenían en él mucho más tiempo que en otros sitios o al menos el recorrido lo hacían mucho más despacio. Un tiempo después me pidió cambiar de posición y entonces fueron mis manos las que se dormían en sus tetas y su chocho completamente dilatado. Cuando comenzábamos a arrugarnos por el efecto del agua nos incorporamos, nos aclaramos mutuamente y mamá me secó con una enorme toalla que olía a ella, sin permitir que yo la secara a ella como era mi deseo.

– “Ahora échate boca abajo en la cama y te daré un masaje completo con aceite”.

Entre los muchos títulos y diplomas acumulados a lo largo de su vida, mi madre tenía el de masajista, así que durante un rato iba a estar “en buenas manos”. Mamá se sentó a horcajadas sobre mis piernas y comenzó por mi espalda y mi cuello para aliviar la tensión que tenía acumulada desde hacía horas. Cuando notó que estaba relajada esa zona pasó a mis brazos y a las palmas de mis manos y de ellas a mis pies. En las plantas de mis pies se detuvo un rato largo mientras me explicaba que según la medicina china, por ellas pasan todos los meridianos de la energía que tenemos en el cuerpo y que es la causa de muchas dolencias. De los pies fue subiendo poco a poco por las piernas hasta los muslos donde volvió a detenerse otro largo rato haciendo un masaje suave que me provocaba cierta somnolencia. Pero… cuando ya pensaba que había terminado con mi parte posterior me pidió algo nuevo…

– “Ahora separa bien las piernas”.

Cuando lo hice, se arrodilló entre ellas, dejó caer un buen chorro de aceite entre mis nalgas y comenzó a masajearlas apretándolas y soltándolas constantemente mientras sus dedos se deslizaban por toda mi raja arriba y abajo sin descanso. De pronto los dedos de su mano derecha empezaron a jugar peligrosamente con el orificio de entrada a mi ano, primero suavemente de forma circular, luego amagando la entrada sin llegar a efectuarla y vuelta al principio hasta que en una de las aproximaciones uno de sus dedos terminó buscando mi punto G en el interior del orificio mientras yo sentía un placer que nunca me había imaginado.

–“Quiero que te vuelvas, pero antes tengo que vendarte los ojos”.

Cogió un antifaz que se hallaba colgado del cabecero de la cama y me vendó los ojos. Cuando me volví siguió diciendo…

– “Ahora tengo que atarte para dar el masaje por este lado”.

Creo que utilizó las mismas correas que usaba con mi padre para atar mis manos al cabecero de la cama, una a cada lado. Mis piernas, completamente abiertas y con las rodillas flexionadas las ató al centro de la cama. Untó de aceite mi pecho y mi vientre y le extendió con sumo cuidado mientras mordisqueaba mis pezones que empezaron a crecer de forma preocupante. Luego se dedicó a mis piernas empezando como antes por mis pies y continuando por mis pantorrillas y mis muslos hasta acabar de forma delicada en mi falo, ya completamente empalmado como un mástil. De pronto sentí que se arrodillaba entre mis piernas, ponía sus manos a ambos lados de mi cuerpo y comenzaba una especie de masaje exótico que me elevó, como poco, al séptimo cielo. Su lengua y sus ubres untadas de aceite resbalaban por mi cuerpo desde mi cara hasta mi miembro. Cuando llegaba a mis labios introducía en mi boca alguno de sus pezones y me pedía…

– “Quiero que me los chupes y me los muerdas sin compasión”.

De vez en cuando iba cambiando de pezón cuando el anterior comenzaba a dolerle. Luego, con ellos completamente duros, rozaba mi pecho y mi vientre en dirección a mi verga, mientras su lengua lamía sin cesar las mismas zonas de mi epidermis. Cuando llegaba al rabo tieso con una dureza extrema y dolorosa, sus pechos se aplastaban ligeramente contra el mismo para conseguir que este se deslizara entre ellos con el máximo de roce posible y hubiera sido el punto álgido del placer si no fuera porque detrás de sus tetas llegaba su boca, succionando, chupando y lamiendo cada centímetro del badajo que poseo, y así durante unos segundos interminables. Cuando sentía que estaba a punto de estallar, mi madre comenzaba a subir de nuevo hacia mi boca para bajar a mi bálano y repetir el ciclo completo. Esta vez se entretenía más con mis huevos que lamía y se los tragaba uno a uno como si de caramelos se tratase, estiraba de ellos con la boca y luego los soltaba para alternar con el otro. Una vez que me machacaba bien las pelotas se enzarzaba con la verga…

No tengo noción de las veces que se repitieron esos movimientos, solamente recuerdo que en uno de ellos y con la venda ya quitada, mientras sus tetas se deslizaban arriba y abajo con mi tronco en medio de ellas, este escupió todo lo que llevaba dentro con tal potencia que una buena parte de mi semen saltó a la cara de mi madre que se reía mientras con su dedos recogía todo aquel exceso y los llevaba a su boca chupándolos mientras se relamía de gusto. Después de limpiar el esperma espeso y licuado de mi vientre con su lengua y compartirlo de nuevo conmigo con un largo beso en la boca, me desató y se acostó a mi lado durmiendo los dos de cansancio hasta la mañana siguiente. Al levantarnos, mi madre se duchó y se puso un vestidito tan corto y sin nada debajo que se podía observar perfectamente su trasero cuando se agachaba, así como la raja de su coño partido en dos mitades perfectas, e incluso su aterciopelado y escaso vello púbico cuando se estiraba para alcanzar algo en cualquier estantería. Por mi parte y contra lo que era mi deseo, fui obligado a continuar con mi vida normal de cualquier domingo… salir por la mañana, volver a comer y salir por la tarde hasta la hora de la cena. Sólo que ese domingo estaba dispuesto a introducir un pequeño cambio en mi rutina para no perderme durante tanto tiempo la visión del cuerpo de mi madre.

Papá llamó a la hora de la comida para decirnos que estaría a la hora de cenar, para entonces mi madre y yo aprovecharíamos la tarde sin pedir permiso… la única condición que puso fue que ella pondría los límites. Tras un largo paseo por la ciudad, al volver a casa la visión de mi madre me excitó… Quizás fue verla en zapatillas lo que me llamó la atención, pero al verla al entrar por la puerta me pareció tan pura, tan frágil y tan dulce que no pude más que mantener el cuello girado, mirando cómo se dirigía como una diosa hacía su cuarto tras hacer unos ejercicios de yoga. Decidí que había sido suficiente. La seguí, y subí las escaleras silenciosamente. Llegué a su cuarto, donde su puerta se hallaba entreabierta. Entonces me desnudé, completamente y en silencio. Sabía que no iba a necesitar entrar vestido. Empujé la puerta y entré, me encontré con su figura sentada a la orilla de la cama, desabrochándose sus zapatillas. Ella se percató de mi presencia, pero ni se inmutó. No quitó la vista de sus zapatillas.

Me acerqué y me detuve ante ella. Sólo entonces levantó el rostro para dirigirme la más dulce de sus miradas, sus ojos brillaban como si estuviesen a punto de llorar, pero no era así. – “Hijo”, murmuró, con una voz dócil. Entonces la empujé contra la cama. Mi enorme cuerpo se abalanzó sobre el suyo. Mis brazos la encarcelaron mientras nuestros labios se unían, temblorosos en un beso que pareció durar siglos. Mis manos recorrieron cada centímetro de su cuerpo, a través de la suave tela de su vestido. Era como si quisiera rememorar cada detalle del que me había privado durante días. Ella cerraba los ojos, sintiendo en su piel mis gruesos dedos. Levanté su vestido, descubriendo su entrepierna, vislumbrando el apasionante coñazo que posee mi madre. Mi mano hizo a un lado la parte frontal de sus bragas de algodón, sólo lo suficiente para que mí endurecida verga pudiera abrirse paso entre sus carnosos labios vaginales. Un precioso quejido, que después se convirtió en un suave suspiró, escapó de los labios de Mamá cuando mi falo la penetró por completo hasta los mismos huevos sin remisión… Me mantuve unos segundos ahí, con mi tronco palpitando en su humedecido coño. Sólo nuestras bocas parecían seguirse moviendo mientras la temperatura aumentaba en nuestras entrepiernas, nos comíamos la boca luchando con la lengua por lamer cada rincón del paladar del otro y mamando la lengua alternativamente…

…demasiado lujurioso para ser madre e hijo abrazados en un tándem perfectamente acoplados con nuestras bocas y los genitales blandiéndose en lucha… mi falo abriendo sus carnes y su cadera buscando mayor penetración, mayor rudeza y más urgencia. Me sentí realizado, como si hubiese recuperado algo cuya falta me estuviera matando lentamente. Era la primera vez que follábamos “decentemente” esa semana, como una pareja que se amaba realmente y no como un par de adolescentes calenturientos. La embestí con suavidad, y con la misma suavidad ella trotó sobre mi tranca. Mis manos tocaban sus tetas y apretujaban sus pezones con suavidad, y las palmas de nuestras manos recorrían cada detalle de nuestros cuerpos, con la suavidad y elegancia de dos danzantes contemporáneos. Como dos ciegos que trataban de dibujarse en su mente…. Aquello fue como una promesa definitiva, pasara lo que pasara jamás nos dejaríamos. Nunca como esa tarde había sentido tanto su candor de madre, porque la noté madre, amante y puta a la misma vez… por su aroma reconocible desde que era bebé, por su entrega follando en tanto nos mirábamos a los ojos mutuamente, y puta por las ganas de sentir al semental de su hijo follándola a todo tren hasta llenarla.

Nunca hasta entonces fui tan consciente de que se trataba de mi matrona. Mientras la follaba, no sólo podía sentir en su interior el amor ardiente de una amante mujer sino también el cariño dulce de una madre. No tuvimos que decir palabra alguna para entender lo que estaba sucediendo entre nosotros. Arrecié mis embestidas, sus carnosos y largos labios vaginales envolvían mi tallo impregnándolo de flujo mientras estos se plegaban en la clavaba y se extendían sobre la polla en la extracción, y así ocurría una y otra vez con más y más contundencia sin poder contener la excelsa eyaculación que allegaba para vaciarse en su fondo uterino. La clavé a fondo apuñalando salvajemente su vagina… y allí dejé alojada mi verga en tanto se aliviaban mis huevos con largos chorros de leche espesa disparando sobre su cérvix, a la par que íbamos comiéndonos la boca agradecidos de colmar al extremo de calentura. Un par de minutos después exhaustos y desnudos nos tumbamos sobre las sábanas extrayendo el badajo impregnado de flujo y semen en toda sus extensión… yo apaciguado con el ego de macho por las nubes y ella con mi leche guardada en su coño, menos un reguero decantando por su raja que mojaba su ano y finalmente las sábanas… nos quedamos dormidos.

Éramos una mujer expuesta a sus necesidades y un hombre sin pareja… ¡Para qué andarse con tonterías...! Un hombre tiene lo mismo que otro y las mujeres lo mismo, vista una vistas las demás. Que hay necesidad de hacerlo se hace y punto, somos un macho y una hembra nada más tal como nos ha hecho la naturaleza. Total como dice ella “¡Córrete dentro que a mi barriga… ya no me vas a poder preñar!” así que para adelante discretamente en su casa o en la mía nos damos el gusto, nos quitamos el apremio y para otra cosa que hay otras muchas que hacer. Y si lo miras bien es un ahorro… yo ya no gasto en meretrices y ella en aguantar su ganas porque a mi padre ya no se le empalma.

Por aquí tengo unas fotos que nos hemos hecho juntos… menudo coñazo tiene mi madre, anda que no disfruto follándoselo todos los días que se deja, y claro ella conmigo con esto de la menopausia no hay recato. ¡El tiempo que estamos juntos nos lo pasamos muy bien! Además mi madre es de las quiere que me corra dentro para no ensuciar nada con mi leche espesa que salpica a borbotones cuando me corro al tener todo el glande libre de prepucio…, así que en cada polvo acaba con el coño lleno de leche de su hijo y nunca es poco, pues produzco una gran cantidad por encima de la media normal…. Yo creo que gracias a nuestra relación sin tapujos, ha hecho que ella se sienta más joven y deseada, viviendo esa época tan emocionante de cuando mis padres eran novios escondiéndose de mis abuelos y tío, ahora se tiene que esconder de su esposo manteniendo un secreto inconfesable con su hijo, y en calidad de tal la tengo colmada de cariño, amor filial y ahora de mucho fornicio indiscriminado ¡Todo Perfecto! Yo la quiero mucho porque es una mujer muy abnegada, coqueta y sumisa… vamos que se deja llevar cuando la estás follando a gusto, aparte de una impecable ama de casa y profesional en su ámbito que es el docente.

Solo para veas cómo puede ser un situación cualquiera actualmente…, sin ir muy lejos antes de tomarse las vacaciones de verano. Como ella no trabaja ahora por las tardes por ser maestra de escuela y no ejercer en la escuela vespertina para adultos, y yo no tenía que ir al curro, se quedó a comer en el piso porque mi padre volvía tarde del trabajo y no saldría del negocio por problemas de inventario…, comimos y se echó a dormir la siesta, se puso sus cremas en plena masturbación cual arrebato de su necesidad, me acerqué en su ayuda… puso mi verga a su cara, sin más explicación me la agarró y me hizo una mamada mientras le comía  el coño para calentar la faena. Después de darle lustre a mi polla, se tumbó en la cama abierta de piernas, yo le metí toda mi polla esquivando sus carnosos labios vaginales, hasta introducirla al completo. Mi madre es silenciosa, es de esa generación que folla sin gemir hasta que prueban una verga como la mía…, ese día gritó como una puta… se le notaba lo cachonda que estaba lubricando como una zorra. Luego le di la vuelta y la seguí follando a cuatro patas gozando de las vistas de su culazo, que también está para comérselo, un anal y finalmente me corrí en su útero llenándola, como una bestia parda…

Así es como ocurrió. Continúa...

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Una putita de vergas maduras. 5ª parte

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Reventando a Doña Carmina

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El gran verano con mamá...

Madres Prematuras. (4ª Parte)

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El día de la Madre (Parte 2)

El día de la Madre (Parte 3)

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La insospechada carestía de Mamá (Parte 2)

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En un hospedaje rural.

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Las clases particulares de Mónica

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El remedio de papá.

Mis profes favoritos y Papá. (Parte 2)

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La Tentación vive en casa.

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La hija de mi pareja.

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Conexión con mi hijo en Shanghái.

Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 4)

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Vacaciones en el Camping

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Mi platero y Yo

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Alicia y el abuelito

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Todo queda en casa

Volviendo a sus orígenes. Parte 5

Volviendo a sus orígenes. Parte 2

Volviendo a sus orígenes. Parte 3

Volviendo a sus orígenes. Parte 4

Volviendo a los orígenes. Parte 1