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Una jovencita con necesidad de atención. (Parte 4)

en Amor filial

Para cuando fui tomada por mi padre para nada me sentí abusada por él, me encantó ser la mujer de mi padre y él, el hombre de mi vida. Yo siempre había estado enamorada de mi progenitor al verlo tratar a mi madre como la cuidaba, como la amaba…, lo quería incluso cuando llegué a descubrirlos teniendo sexo, deseaba a papá follándose a mi madre deseando ser yo la que recibía sus pollazos e imaginaba que era a mí a quien amaba así…. Mi padre y yo nos quedamos solos, mi madre nos abandonó para irse con su menesteroso amante, eso tentaba con acabar con mi padre y conmigo, estuvimos viviendo a medias en casa de mi abuela quien me cuidaba con mucho cariño pero mi padre se alejó mucho por el dolor. Debo decir que era muy joven cuando nací, él tenía por entonces solo 19 años, era un hombre guapísimo… alto, con pelo rizado, ojos miel cara nariz afilada y boca pequeña…, su cuerpo era delgado pero musculoso, pura fibra que la mantenía por el ejercicio y el trabajo. Pero al cabo de unos meses murió mi abuela no había más familia que una tía que vivía en otra provincia. Empezamos a adaptarnos, después de eso mi padre se centró más en su trabajo para olvidar la desazón del abandono…, trabajaba mucho y yo casi tenía que valerme por mi misma, me hacia la comida y fue ahí donde ocurrió un accidente con el aceite que me quemó las manos y una pierna, eso hizo que mi padre se fijara en mi pensando que necesitaba su atención. Yo tenía 15 años, y debido al accidente tuvo que atenderme en todo por unos días mientras tuviera recientes las quemaduras, me dijo que jamás volvería a descuidarme y que él me cuidaría siempre, y lo cumplió.

Me curaba las heridas tres veces al día, me daba de comer, me bañaba y vestía, nunca pensé que una quemadura me llevaría a un estado tan delicioso. La primera vez que tuvo que bañarme nos dio mucha vergüenza, estaba dentro de la bañera pero no podía agarrar nada, así que sostenía la esponja y yo me aseaba, pero no funcionaba así que tuvo que meterse al fin yo me di la vuelta hacia la pared y él empezó a lavarme el pelo… me puso demasiado mucho champú y me cayó en los ojos, tuve que darme la vuelta y dejar que me enjaguara y así me quedé. Sus manos pasaron por todo mi pelo y bajaron por el cuello, acarició mi espalda haciendo círculos hasta mis nalgas cuando tuvo que enjabonar mis pechos, pasó la esponja rápidamente, aunque sentí que sus dedos me rozaban lo cual me encantó, cuando tuvo que lavarme mis genitales puse una pierna levantada para que no se mojara la herida así que no le costó trabajo pasar el jabón por todos lados, iniciaba en mi vientre y corría su mano rápidamente hasta mis nalgas, lo hizo tres veces antes de dejarlo para terminar de enjabonar sobando mis piernas. ¡Estaba encantada, jamás me habían tocado así, solo! Yo sentía electricidad en todo el cuerpo, además de un delicioso nudo en el estómago…, me percaté del sofoco de mi padre acompañado de una tremenda erección que no podía disimular por más que quisiera, pues su cipote se confirmaba a primera vista un mazacote tremendo tal como había visto entrar y salir del coño de mi madre cuando les espiaba. Procuré no a tender mucho a su entrepierna pese a la atracción tan fulminante que tenía hacia esos tremendos genitales…, con paciencia me secó y me vistió, a lo cual yo me quedé como una buena niña quietecita colaborando.

Me encantó ese tiempo que me trató como su bebé, consintiéndome y sobre todo mimándome, desde ese momento el baño fue mi lugar favorito, ya no tuvimos tanta cortedad segunda vez, hasta empecé a desearlo con mayor fulgor… y a mi papi también le notaba interesado en mí, porque notaba como se hacía más y más cariñoso, ahora pasaba más tiempo lavándome el cuerpo sobre todo dedicándose a mi sensible chochito, lo frotaba y frotaba una y otra vez excusándose en mis manos inhabilitadas por los vendajes…, mi coñito debía de ser aseado diariamente y mi papi lo hacía ricamente bien. En eso él tenía razón porque las infecciones venéreas son frecuentes en la mujeres, por ello nada más le decía que sí abriéndome de piernas y ofreciendo mi entrepierna y mi culito a los manejos febriles. Nunca lo dudaba, le miraba a los ojos cuando tocaba asear mi conejito le abría bien las piernas dejándolo a su entera disposición…, me encantaba sentir su mano enjabonada sobre mi clítoris sin cesar. No era necesario frotarlo tanto…Todo aquel manoseo no resultó ser gratis, él siempre terminaba con una erección muy notoria, dato inequívoco que le gustaba como mujer y en nada despreciaría follarme si el caso se diera con mi condescendencia y nuestras complicidad. Además cuando me vestía jugábamos…, le decía que no quería usar una ropa y corría desnuda por el cuarto hasta que me atrapaba, trataba de zafarme consiguiendo así frotar mi cuerpo junto al suyo un poco más, sus ojos quedaban hipnotizados con el balanceo de mis tetas y el corretear con el culo al aire.

Pasaron los días y las heridas se fueron fraguando, así es que me alivié de las quemaduras y con eso terminaron nuestros juegos, pasó un tiempo demasiado largo que me desesperada por continuar pero no había ningún pretexto para entrar en contacto físico con mi padre como antes, no se atrevía más que a abrazarme. Me sentí morir pensando que no había significado nada para él los frotamientos que me enervaban, sus erecciones de caballo al sentirme desnuda y acariciarme, pero no me iba a rendir. Un día me fijé que mientras estaba sentada haciendo mis tareas en el comedor, él se hallaba en la sala leyendo el periódico, me di cuenta que miraba mis piernas o más bien me veía mis bragas disimuladamente. Me emocioné mucho, poco a poco abrí más las piernas fingiendo rascarme subiéndome la falda. Mi papi no se movió ni dijo nada pero una vez más noté como su pantalón crecía. Me dije a mi misma que tenía que hacer algo para conseguir ser la atención principal del mejor ejemplar de macho entre todos los que he visto follar a alguien de casa…, así que desde ese día empecé a pasarme en ropa interior por la casa, salía a buscar mi uniforme en bragas y con un camisón nada más.

Mi padre la primera vez que me vio no me dijo nada pero después me quiso regañar, yo solo le recordé que era su hija y ya me había visto desnuda desde pequeña hasta hoy… me bañó hasta hace poco, y era mi padre y no tenía nada de malo ir tan ligera de ropa por casa, eso lo hizo quedarse callado, pero no intentó darme más explicaciones porque en fondo le extasiaba verme en braguitas danzando por casa como una pizpireta sabiendo de su observancia comiéndome con los ojos. Así que tuve que pasar a más…, la primavera comenzó a ser calurosa, siendo una excusa perfecta para ahora pasear desnuda por la casa también. Cuando me decía algo simplemente le hacía pucheros y le decía que era mi papi favorito, que lo quería mucho y sobre todo que mi cuerpo no tenía ningún secreto para él.

No tardé mucho en buscar nuevos pretextos para mostrarme desnuda ante mi hombre, porque le dije que necesitaba comprar ropa íntima, le pedí que me llevara a la tienda del centro comercial ese fin de semana…, él aceptó muy gustosamente, pero fui y le dije que era cosa de mujeres, así que me esperara, cuando estuve ahí me compré ropa semejante a la usaba por mi madre, además me compré una pijama de dos piezas formado por un short muy pegadito de encaje, un camisón casi transparente y una bata que apenas me cubría debajo de las bragas y con unas cuantas medias y pantimedias. Mi padre pagó y fuimos a casa, me bañé y me probé toda la ropa escogiendo una en la cual él debería verme primero, pero era lógico que usaría el pijama, cuando me vio se quedó con la boca abierta y me dijo que no era apropiada para mi edad una ropa tan sexy, y mucho menos que no era una señorita de…, así que la devolvería mañana. Le lloriqueé diciéndole que solo la usaría cuando estuviera con él a solas, que ya no era una niña con 15 años casi 16, ya tenía gustos de mujer, además que la ropa interior no se devuelve y para completarlo le hice algunos pucheritos de los que ya no pudo decir nada… Esa noche veríamos una película y me encargué de que fuera de acción para fingir cierto temor, estábamos en el sofá cuando empezó la película le abracé al instante y a cada escena lo apretujaba más, o metía la cara en su cuello, terminé por sentarme en sus piernas, él me abrazaba pero yo buscaba cualquier pretexto para moverme y sentir su polla dura en mis piernas y en mi trasero, él empezó a acariciarme las piernas y yo seguía moviéndome sobre su entrepierna. Lo hicieron enloquecer porque ya no veía la película, solo tenía ojos para mí. Cuando acabó la película me dijo que era hora de dormir y me despedí dándole un beso en la boca y fui a mi cuarto dejándolo perplejo por mi iniciativa tan seductora, él se fue al baño y luego a su cuarto, en cuanto apagó la luz me metí a su cuarto y le dije entre pucheros que estaba muy sugestionada por la película y salté a su cama, metiéndome bajo las sábanas, le sobresalté descubriéndole en pelotas, me apuntó…

-“Espera cariño, voy a vestirme porque estoy desnudo.” No le dejé que se escapara y me colgué del cuello y le dije…

–“Papi a mí no me importaba, eres mi padre… y si así estás más cómodo no tienes por qué ponerte nada… Además así dormías con mamá ¡¿No?!”

-“Si hija pero tú no eres mamá…”

-“Pero puedes tener la misma confianza ¡Por favor papá no me dejes sola y olvídate de ponerte nada, te prefiero así y tú también… lo sé!” Con todo desparpajo, me quité la bata y el top que cubría mis tetitas, y antes de subirme a la cama me deshice de las bragas metiéndome desnuda. “Yo también me acostaré desnuda para que no te sientas en desventaja”

Sin dejarle pensar ya estaba metida bajo las sábanas dándole calor a su cuerpo con el mío… Accedió a mi chantaje libidinoso, se acostó y me tapó junto con él… me abracé a él sintiéndolo muy agitado tanto como yo o más, notaba su respiración mientras mi cabeza descansaba en su pecho, me pegué totalmente a él y subí una pierna encima hasta rozar sus flamantes genitales… me estremecí cuando lo toqué con la pierna, y se giró quedando frente a mí. Me abrazó, fue cuando sentí de una manera fulminante como su endurecido mostrenco presionaba mi vientre, aquello me descolocaba, así que exigí mucho más pegándome un poco más, y empecé a moverme para jugar con él y él también empezó a moverse junto a mí hasta llegué a tener su verga entre las piernas tallándome el clítoris, la vulva, mis labios y hasta mi culito, yo me movía cada vez contorneado más mi cadera de manera más fuerte contra él, disfrutando cada contacto, apretando las piernas sobre su verga. Me movía adelante y atrás con mi cuerpo tenso, y a los pocos minutos jadeábamos juntos… No recuerdo quien empezó pero no me soltó, me levantó sobre él y empezó a moverse más y más, me agarraba del trasero y yo le apreté su polla contra mi culito a cada movimiento, me decía entre jadeos lo cual me encantó.

-“Paula, eres preciosa mi vida, no te imaginas cuanto te quiero”.

Solo conseguí articular las palabras… -“Sí papi quiéreme por favor ¡Yo también te papi, te amo mucho!

Me invadió un choque total, empecé a temblar como nunca y tuve la sensación más dulce hasta ese momento, no pude más, por primera vez en mi vida tenía en ese momento un orgasmo con un macho, ya no era la verdura o fruta de turno… era mi padre quien me lo dio. Pero él no terminaba y me siguió tallando con lo que me seguí frotando hasta que me empezó a doler el clítoris…, no estaba dispuesta a dejar a mi padre sin su corrida, vaciándole los enormes testículos de donde un día salió el esperma que me engendró…, así que mientras me frotaba su pollón entre mis labios vaginales y mi culito de lo larga que es, le amarré con una mano sus orondos cojones sin dejar de rozarse con esmero contra mi coñito. Tenía el clítoris espigado percibiendo la dureza del mástil paterno y la orografía venosa de todo el tallo, no me penetraba pero me estaba follando y yo a él…, pegaba con fortaleza mi chocho mojado contra su verga y con mi cadera presionaba sobre ella para que me abriese bien la raja. Alternativamente me tallaba la raja del culo cuando yo la presionaba con una mano, para posterior tallar la raja de mi coñito postrada sobre él.

Estuvimos unos dos o tres minutos, y el pobre en su larga abstinencia terminó con ella en ese instante mojando mi entrepierna con su lechada generosa, tan copiosa que parecía bañarme en ríos de leche. Comenzó a soltar largos chorros de lefa a cada convulsión con la respiración agitada, dejándose toda su semilla en vulva copando mis labios vaginales, mi culito y hasta mi espalda, algo llegó a mis omoplatos tras seis o siete aldabonazos…, me encantó, parecía no tener fin la eyaculación de papá dejándoles secos los huevos. Seguimos en esa posición acostada sobre él frente a frente jadeando con mis tetas pegadas a su pecho…, me acariciaba la espalda, pronto me pasó a su lado y yo me acurruqué en sus brazos embarrada de semen espeso y pegajoso cubriendo mi entrepierna y mi culito sobre todo… su calor me sofocaba pero no quería separarme, me dio un beso y me dijo que durmiera y así lo hice, me dormí en sus brazos permitiéndome no quitarme la esencia masculina que su polla había derramando sobre mi cuerpo. Era la primera de muchas noches que soñé estar en sus brazos, oliendo su aroma a macho y el calor de su varonil cuerpo, aunque es cierto que hasta ese momento aún no me había hecho suya totalmente, eso tendría remedio una vez dado el primer paso…vendría después a su tiempo.

Continúa...

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