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La prima de riesgo. (Parte 2)

en Amor filial

Asumpta recuperó a su madre y las amigas a su tertuliana de café y de salidas nocturnas que la depresión les arrebató. El ejemplo de Ángela sirvió a una de las amigas a dar el salto a la soltería y afrontarla de una forma más amable, lanzándose a la búsqueda del príncipe azul de noches tórridas. Encajé rápido en su vida reestructurando la mía y creando un nuevo equilibrio que nos favoreció a todos. Asumpta pasaba muchas tardes en casa estudiando, le gustaba el ambiente de estudio y estar acompañada, de paso tenía a mano al profesor para algunas materias de carácter científico; otras veces elegía estar con alguna amiga. Ángela y Asumpta tenían copia de la llave de casa pudiendo entrar y salir a su antojo, no me importaba, mi casa se había convertido en su casa también. En casa es muy habitual que ponga la música ligeramente elevada, música que sólo me gusta a mí entre los que conozco, pero que ha Asumpta le está empezando a gustar; ella también trae la suya, compartimos cada vez más cosas. Es frecuente que vaya por casa ligero de ropa, sino desnudo, del aseo a la habitación o viceversa, lo que ha provocado algún desencuentro como ocurrió no hace mucho por excesiva confianza o el placer de libertad que te da estar en pelotas en casa.

Una tarde después de una ducha me hallaba en la habitación seleccionando la ropa en pelotas; la puerta se abrió y Asumpta se asomó. Hola sólo quería saludarte para que supieras que estaba en casa. Dando normalidad a momento seguí buscando mi ropa. Estás muy bien, no me extraña que una mujer quiera disfrutar de esa pieza..., dijo. No sé por qué sólo logré decir ¿Quieres probarlo tú?, se acercó y la sopesó con una mano y se la enfiló a su boquita, sujetando las pelotas se engulló más de la mitad de una sola vez, me miraba buscando mi aprobación, mientras le acariciaba su cabello y disfrutaba de la humedad de su lengua. Nunca imaginé que fuera a hacer pero lo hizo con toda la naturalidad que da la confianza entre dos personas que se conocen desde niños. Pasados unos minutos paró y se levantó ¿Qué te ha parecido? dijo. ¡¡Fantástico!!, pues a mí me parece poco, me asió de la mano y me llevó a la cama, se echó sobre ella subiéndose la faldita. ¿No ha sido suficiente preciosa? Negando con la cabeza y una sonrisa pícara me dijo, Estoy muy caliente para que me dejes así, por favor, cómemelo, necesito correrme, por favor; te prometo que sólo será hasta que me corra y lo dejaremos así.

Sus súplicas surtieron efecto y le mamé el chocho impoluto encarnizándome en su clítoris, sin dejar de comerle todo el conejo abriéndole la raja con mi lengua. Su olor impregnaba mi aparato gustativo disparando mi excitación, pero me concentré en proveerla de placer para finalizar en su orgasmo. Sus caderas se contorneaban en círculos de incitación al clímax adquiriendo velocidad y fuerza hasta llegar a un gemido, casi grito, de placer, expulsando de una vez todo el aire de su pulmones para volverlos a llenar; cerró sus piernas restringiendo mi acceso a su pepita satisfecha con una convulsión de su cuerpo de niña. Le acaricie sus tetas y nos comimos la boca; me tenía la polla sujeta bajo el glande haciéndome pequeñas pasadas a lo largo de ella. Tu boca sabe a mí, ¡Te has bebido mi jugo! Está muy bueno, dulce como el almíbar, no he podido evitarlo. Me gustaría probar tu leche, seguro que está muy rica también... ¡De esos huevos solo puede salir dulce de leche! Un poco contravenido le espeté... ¡Me has prometido que no pasaríamos de aquí!, ¡eres muy traviesa, mi niña!

Me miro y observó la erección de mi verga en su mano, giró sobre sí misma para enfrentarse a mi polla que tragó hasta la mitad; chupaba y pajeaba a la vez la parte del cipote que no entraba en su boca. Tras varios minutos me coloqué frente a ella sobre la cama y le abrí las piernas, se quitó la falda soltándola de la cintura y le aparté las braguitas para incrustarle la verga con pequeñas penetraciones en calado, provocando sus gemidos a medida que le profundizaba su estrecha vagina. Cuando estuvo bien expandida aumenté el ritmo de la follada. Me ayudaba elevando la pelvis, sorprendiéndome lo bien que controlaba para tener diecisiete años. Cuando sintió la eminente corrida se cambió de posición retrasándola ¿Quieres ser mi perrita? ¡¡Quiero ser tu conejita!!, levantó su culo quedando el chocho a mi disposición. Aquel coño caliente y húmedo de dulce fragancia era un manjar para mi cipote, una vulva impoluta casi infantil. Guié mi cabeza de turco a su raja y de inmediato se encajó en el agujero que volví a penetrar con tantas ganas que mis huevos chocaban en su vulva y sus nalgas contra mí una y otra vez, generando un chasquido enloquecedor en cada embestida. La así del culo con fuerza para calarla sin compasión, mi polla salía y entraba en toda su longitud impregnada de su flujo vaginal. Nunca había tenido ante mí una mujercita tan estimulante de formas tan virginales.

Su olor dulce a hembra transpiraba por cada uno de sus poros. Le besaba desde el cuello hasta su culo atravesando su espalda; más tarde le agarré con ambas manos sus duras y firmes tetas, parecían hechas a mi medida, para seguir follándomela con energía; disfrutaba con gemidos más parecidos a ronroneos de gata, contorneándose a mi ritmo, éramos un solo cuerpo. Se sacó la polla de su vagina y con su mano en mi pecho me invitó a que me acostara en la cama, se montó encima clavándose el cipote hasta los cojones de una sola vez, abierta de piernas como un Cristo subía y baja con una secuencia atlética ofreciendome un espectáculo digon del Circo del Sol. Aquello era demasiado para mi contención pensando en otra cosa, así qeu no lo soporté más y expelí un bufido soltando toda la presión y vaciando mi esperma en su coño caliente y húmedo con tres latigazos. Ella gimió al percibir los chorro de leche que estamparon contra la entrada de su útero, ella continuó meneándose hasta acabar con todos mis chorros de leche en su coñito..., una vez expelido lo más copioso, se bajó rauda y me terminó de expeler la leche que quedaba pajeándome y chupando el glande, derramándose por su boquita de niña mala. Quería probar tu leche calentita, me dijo mirándome. Al menos ese era el motivo de follarme. Se aseo la vagina y la boca y nos sentamos en la mesa de estudio. Mi madre no debería enterarse de lo que ha pasado, ¿confío que no se lo dirás, verdad?, su mirada de ovejita degollada me enterneció y me pronuncié diciéndole, tu madre no se merece conocer este episodio porque no se ha producido ni se va a volver a producir, negó con la cabeza, ¿sabe que no eres virgen? Lo sospecha, mi ex me dejó por una chica mayor, la muy imbécil se dejo preñar.Seguro que no te dejó porque lo hicieras mal. Los videos de internet son muy ilustrativos; entonces ¿te ha gustado? Mucho, lo haces perfecto, eres un encanto. ¡Si quieres podemos seguir haciendo prácticas juntos!

 

Despues de aquel episodio con la pequeña me repuse con facilidad, la niña me lo puso fácil con su madre y una tarde sorprendí a Ángela con flores, boquiabierta dijo ¿A qué se debe esto? A un impulso ¿te gustan? son preciosas y mucho más si has pensado en mí. Me senté en el sofá donde ella trabajaba en el ordenador portátil, Eres muy cariñoso con nosotras. Por cierto ¿Dónde está Asumpta? no le he visto en todo el día. Están de exámenes y se va a quedar con su amiga Cristina hasta mañana, así que estamos solos y te mereces toda mi atención. Enardecí y multipliqué las atenciones a su cuerpo manejando la situación y conseguir que la excitación invadiera su intimidad, me miró con cara pícara. Se desprendió de su blusa y desabrochando el sostén, liberó dos soberbias tetas ofreciéndome la magnificencia de sus ubres bamboleantes, las mostraba con un rostro de mirada congestionada por las ganas de ser penetrada. Me lancé sobre las juveniles y grandes tetas, con dedicación y maña, las lamía, chupaba y acariciaba de un lado al otro. Sobaba con la palma, los empitonados pezones que parecían reventar, recreándome en la suavidad y dulzura de esos cántaros de miel. Me desnudó liberándome de toda la ropa ansiosa por volver a sentir la dureza de mi mástil; mi boca continuaba agasajando sus mamas y sus pezones. Desesperada se montó encima abriéndose de piernas con su vagina en mi boca, mientras se dedicaba a mamar la dureza de mi cipote en un sesenta y nueve. Una de sus manos dedicó toda su atención al tronco, recorriéndolo y palpándolo, una y otra vez, sintiendo toda su potente  y gruesa longitud, deteniéndose especialmente en el suave y duro glande que respondía a sus mimos. Su otra mano sostenía los huevos amasándolos con delicadeza. Prendido de las juveniles ubres, las apretaba queriéndola ordeñar, mamando el jugo vaginal, como un bebé hambriento que quiere su alimento.

Su culo es un fastuoso entretenimiento, un par de grupas poderosas, hechas para el deseo, sin querer soltar su presa, una de mis manos empezó a acariciar sus nalgas mientras me comía su vulva y bebía su jugo delicioso; el clítoris no se quedó sin su castigo. Se montó encima de mi polla a la vez que le apretaba las caderas y le sobaba las nalgas, mientras ella se sacaba y metía la verga de espaldas a mí, cerrando los ojos y mordiéndose los labios, quería más y másPoco a poco fue sintiendo la hombría de mi verga acomodarse en su vagina apretada, empujando hacia abajo hasta pegar su vulva en mi escroto oprimido. Sintiendo la dura verga entre sus piernas, Ángeles empezó un meneo constante, acariciando sus tetas, labios vaginales y clítoris...se sentía frenética. Toda la longitud del cipote portentoso estaba mojado con él sudor y los jugos que exhalaba su ardiente conejo. Orgullosa, sintió como la apretaba sobre mí y acompasaba sus meneos. De manera instintiva buscaba acomodo y para su deleite le ayudé levantándola del culo, quedó de esa forma acuclillada moviéndose de delante hacia atrás, conseguía que el glande le recorriera el interior de su vagina con su labios vaginales entreabiertos estremeciéndose cada vez que rozaban mis huevos su congestionada pepita. Cuando creyó que ya me había cabalgado bastante se sacó la polla y se tumbó boca arriba, provocando la nueva penetración. Coloqué su anhelante raja sobre la punta del cipote, dedicándose a rozarla con hambre, su chocho totalmente remojado quería comerse la verga y poco a poco los carnosos labios vaginales empezaron a envolver con suavidad y calentura la cabeza de turco. Cerrando los ojos me apretó del culo susurrando...,¡¡FÓLLAME FUERTE!! ¡Ábreme el coño con tu polla, ahora te toca correrte a ti, hazme sentir tu dura verga! Las palabras y el dulce recibimiento de mi glande por la húmeda cavidad del cuerpo que tenía entre mis brazos, me excitaron sin pensar en nada más que calmar los ardores con la imagen de sus tetas oscilando como flanes a cada empujón. Su instinto de hembra le llevaba a levantar sus caderas con el fin que mi verga llegara hasta el fondo chasqueando mis huevos en su culo. Era admirable como una vagina madura se capaz de tragase semejante nabo sin pestañear.

Gritaba a cada embestida del espolón tieso que se enardecía entre mi piernas..., la esperada penetración la enloqueció, se sentía plena, invadida, desgarrada, por la gruesa tranca que se abría paso entre sus carnes. Aguanta cariño ya falta poco, le decía. Ella gemía y gritaba entrecortada con alguna lágrima que empezaba a invadirla. Miraba la entrada y salida de la polla ensartada en su coño, excitada abrió más las piernas intentando sentir más placer. Aceleré la invasión introduciéndome de golpe y completamente hasta los huevos; ella acariciaba su pepita sintiendo su vagina plenamente llena de la carne dura de mi polla. ¡¡Qué grande la tienes Dios mío, córrete mi vida soy toda tuya!!. La sensación era sorprendentemente, diferente a todo lo que hasta entonces había sentido por mí, la satisfacción de ser amada en una follada con tanta dedicación a su persona suponía mucho más para ella, que los orgasmos que le producía. Totalmente entregada al placer, seguía incitándome a dar más duras las estocadas, entusiasmado no sólo chupaba las portentosas tetas, sino que empecé a mordisquearlas y mamar de sus pezones de enorme aureola rosada, mientras sentía que mi verga arropada por la húmeda y caliente cavidad empezaba a alcanzar la cima de su ataque, la carga se preparaba enorme...

...Ángela intuyó lo que iba a pasar y apresuro más sus movimientos, instintivamente contrajo sus músculos vaginales para sostener y dar más placer al cipote que la acometía. Exclamó desesperadamente su apetencia de macho...., ¡¡No seas malo y descárgame ya tu leche, quiero sentir el chorro espeso dentro de mi coño, por favor hazme feliz y llénamelo!! Entregados sin reserva a las mutuas ansias de obtener la satisfacción, apresuraba la copula, besándola, apretándola, mordiéndola, acariciándola con deleite, olvidándome de ningún cuidado. Hambrientos del cuerpo del otro acrecentado sin descanso, se concentró en entregarse a los increíbles efectos que el vaivén de la verga producía y yo sintiendo la húmeda estrechez que congestionaba y daba placer a mi miembro. Mis piernas empezaron a temblar de placer a la vez que jadeando solté mi esperma con un bufido, la tibieza de los chorros que recibía su vagina se tornaban agradables al roce con sus entrañas; le mantuve la polla llenando su coño durante los segundos casi minutos que nos besábamos como locos de gusto y gimiendo sin control. "No hay nada en el mundo como eyacualar a la misma vez que te comes a la boca de la mujer que estas inseminando a conciencia".  Mi polla finalmente bajó su dureza y la saqué del abrigo de su vagina. Me recosté sobre el sofá y ella se echó encima aplastando sus pechos contra el mío; mis manos acariciaban su espalda hasta llegar a su trasero. Me has follado como nunca me lo habían hecho. Me dijo completamente convencida de su verdad... A mí también me ha parecido el mejor de mi vida. Sabíamos que eran unas medias mentiras piadosas y calientes con el fin de halagar al compañero de fornicio con el que has compartido tus fluidos íntimos. A pesar de haber sido todo un polvazo, nos quedamos durante una hora charlando desnudos en el salón hasta que decidimos ducharnos juntos. Pasaron los días y nuestra relación se consolidaba cada vez más como amantes sin compartir vivienda.

Continúa...

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