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El remedio de papá. (Parte 2)

en Amor filial

Su padre sintió como si un frío recorriera rápidamente su cuerpo, sólo para ser invadido de nuevo por la tremenda calentura que lo estaba enloqueciendo. ¡¡No necesitaba ya nada más!! Su propia hija se lo había pedido y él estaba completamente ansioso por desvirgarla.

-“No te preocupes mi amor, al principio duele un poco, después ya no. Además, la primera vez es un poco fastidioso por el sangrado, pero eso te garantiza un futuro más placentero, más si lo practicas con la frecuencia adecuada….”,

Se desabrochó el pantalón y se quitó la camiseta, mientras su hija permanecía inmóvil a la espera de la exhibición y de nuevas disposiciones por parte de su padre, como si estuviese esperando la administración de una inyección. Se cruzaron las miradas, contemplando las enrojecidas mejillas que revelaban que su cuerpo estaba perturbado por las nuevas sensaciones partidas de las manos de su padre habían provocado en ella. Lanzó su ropa al tiempo que se sacaba los zapatos. Tras esto, dejó caer sus pantalones y enseguida hizo lo mismo con sus calzoncillos, dejando libre su endurecida verga apuntando directamente al precioso culo de su hija hallada enfrente. La preparación de su padre tras de ella hizo que se girara con la curiosidad de una niña inocente…Fabio nunca olvidaría la manera en que los preciosos ojos de su hija llenos de admiración observaron por primera vez la virilidad desnuda de su padre.

El rostro de su hija palideció de pronto ante la enorme polla inhiesta de papá, lo que le produjo un estremecimiento que recorrió su piel. Aquella visión fue una verdadera belleza para su padre, que azotaba suavemente su polla con leves convulsiones a la razón de los bombeos que sus hinchadas venas realizaban, en clara exhibición de su masculinidad que pretendía mostrar a su pequeña la buena follada que le esperaba. Se le empequeñecieron los ojos, lo que le recordaba a Fabio los ojos rasgados, casi orientales, que tenía la madre de Julieta.

-“¡¿Te has quitado la-la ropa?!” Dijo Julieta, con la voz discontinua por el repentino temor.

“¿Cómo esperabas que lo hiciéramos mi vida…?” con un tono de voz que coincidía con la del cariñoso padre “…Si vamos a tener sexo.”

La chica tragó saliva al ver la extensa polla erecta con marcadas venas que poseía aquel macho, le costaba asimilar que toda esa manga de carne dura fuese capaz de entrar en su estrecha vagina. Tenía una vaga idea teórica de cómo follar, por las películas porno que veía por internet y con su amiga. Sin embargo saber la teoría no hacía que vivirlo fuera menos imponente. Fabio sabía que su cipote estaba muy por arriba del promedio, en largura y grosor de la media de los mortales, ambas medidas en perfecto equilibrio al alcanzar la fogosidad a punto de reventarla, con cerca de 17 cm desde la cepa y unos 147 de perímetro en esta (aproximadamente un díametro de 5 cm).

-“¡Bien Julieta! ahora es el momento, estamos preparados…” le acarició el culo mientras se colocaba detrás de su hija.

Deslizó sus bragas, humedecidas de jugos, hasta hacerlas descender a las rodillas. El ojo del ano de Julieta fue lo primero que llamó su atención, más abajo una rajita apretada y brillante por los líquidos de su hija sin un solo vello. Era increíble que un tesoro como aquel estuviese esperándolo todo ese tiempo entre aquellas imponentes nalgas. Todo caballero debe procurar que la dama disfrute primero, y más sabiendo que la fémina es virgen debiendo preparar la vaginita concienzudamente… notaba los efluvios que emanaban de su coñito, los cuales se intensificaban a medida que su boca se allegaba más y más hasta que la lengua se posó entre los labios…apretando comenzó a lamer de abajo arriba toda la extensión de aquel majar para los dioses. Ella gemía quedamente en tanto su padre ajaba su coñito, horadaba su conducto inmaculado y lengüeteaba el pequeño clítoris de la niña haciéndola saltar chispas de su cuerpo, sensaciones intensas al ver como papá se atragantaba de coñito con la voracidad de un hambriento. Aquello no tenía paragón con nada vivido por Julieta, sus dedos se entrelazaban con el cabello de su padre apurándole en la comilona vaginal que la elevaba al séptimo cielo. Se intensificó el resquemor de sus entrañas, arreció las embestidas de la boca de papá a medida que ella elevaba su cuerpo contra la boca de él y de pronto un estallido de sensaciones tan fructuosas como lujuriosas se mostraron en unos chorros intensos que Fabio degustó sin reparos.

Una vez pasada la oleada de la primera tormenta, Fabio se posicionó para la hora de la verdad, apuntó su verga a su entrada sin atender a razonamientos, como si fuera a penetrar a cualquier zorra de una sola tajada. Entonces el consciente lo detuvo… <>, pensó. Y entonces tomó a su hija con una mano, mientras que con la otra enfiló el glande de ese enorme falo paterno. La punta de su polla sintió los cosquilleos y la humedad de los labios vaginales, así como la resistencia inútil de sus estrechas paredes y el calor del interior de su coño. Avanzaba lentamente, sintiendo cada milímetro de su hija, que entre quejidos y suspiros iba soportando aquel suceso sensacional. Entonces la resistencia del himen detuvo el avance de Fabio. Sonrió, porque aquella era la primera vez que tenía la oportunidad de desflorar a una chica y, lo mejor era que se trataba de su propia hija. Aguardando la respiración, como si fuese un francotirador en plena zona de guerra, Fabio apretó los labios en el momento en que embistió de golpe el coño de su hija. Sintió como la delgada membrana se vencía por la cabeza de su ariete, tensando el cuerpo de su hija, que tranquilizó con caricias sobre sus caderas, a la vez que la soportaba en la embestida. La chica gritó, antes de sucumbir aliviada por el dolor que se disipaba.

-“¿Ya me has desvirgado papá… ha sido eso?” Preguntó la chica extrañada por el desgarro de su himen….

“Así es hija algo natural que ocurre la primera vez y nada más…” dijo él, mientras se acomodaba para seguir penetrando aquella vaginita.

La chica comenzó a quejarse conforme Fabio intentaba clavarle la verga hasta el tope ignorando los quejidos de la niña. No paró hasta que las apachurradas nalgas de su hija no le permitieron avanzar ni un centímetro más y sus huevos se aplastaron contra la dulce vulva de su amante. Lo había hecho, tenía su falo completamente clavado en el mojado coño de su hija, y aun siendo la primera vez le hubo embutido los 18 cm enteros. De un día a otro su vida había cambiado, y ahora las posibilidades parecían infinitas. Aquello era un regalo inesperado de la vida, un verdadero golpe de suerte notar su polla envuelta por aquellas ceñidas paredes recién estrenadas, ¡Fabio era muy feliz! Le importaba un bledo cualquier aspecto moral sobre el Incesto, ahora podía follarse a su hija, y esta era preciosa.

- “¿Te duele?” Preguntó entonces, con la respiración pesada por la emoción…

-“Solo un poquito”.

Con una voz tan quieta que Fabio no pudo evitar recordarla cuando aún era una chiquilla. Decidido, comenzó un lento meneo. La chica trataba de acercar sus manos a la zona donde su padre le incrustaba el cipote que la partía en dos, en un intento de detener el dolor que punzaba en su coño. Pero su padre le respondía clavándose sobre ella, provocándole tales sensaciones que la chica volvía a regresar sus manos sobre el respaldo del sofá.

-“Tranquila…tranquila mi vida”, susurró él. “Tranquila, cariño”.

-“¡Ahhh! Ahggg Ummm”, suspiraba… “Papá, duele, duele un poco”.

-“Aguanta, pronto se irá rebajando el dolor y te gustará más…” exigió él

-“Papi, papi, papi Aaagg” continuaba ella, como si nombrarle la aliviara ahuyentando el dolor.

Al cabo de par de minutos, como bien le había dicho su padre la molestia comenzó a transformarse en un extraño sentimiento de placer desconocido hasta entonces… nada que ver con las pajas que se hacía ella solita en su habitación pensando en los chicos y últimamente en su padre tras espiarlo en la ducha, en su habitación o en cualquier lugar donde podía regodearse con su cuerpo casi desnudo. Los ojos de la chica comenzaron a iluminarse conforme los arrebatos de su padre le iban provocando más y más de aquel extraño regodeo. Fabio sonrió, satisfecho de saberse el primero en mostrarle aquel goce a su hija, nunca había desflorado a ninguna mujer, la madre de Julieta ya hubo pasado por varios antes de llegar a él y la novia de adolescencia no dejó pasar de los magreos. Embestía con fuerza y firmeza, asegurándose de que aquella chica no olvidara quién la había follado por primera vez, recorrió el cuerpo de su hija, y cerró los ojos en agradecimiento de tener a semejante ofrenda de los dioses en sus manos.

-“¡Así! ¡Así mi gatita! disfruta…. Mira que gusto nos estamos dando, mi vida. ¡Sabes que tienes un culo precioso cariño….!”

-“¡¿Te gusta mi culo Papi?! ¡Aaagg Ummm como me gusta lo que me estás haciendo. Así Aaag siii maaasss!”

- “¡Así mi niña es como te lo hace papi. Y de ahora en adelante te voy a dar todo lo que necesites ¿Entendido?”

-“¡¡Sssssiiiií!!” fue lo último que pudo alcanzar a decir.

Continuó sin dejar de embestirla.-“Eso preciosa, gime como una gatita. Gime y disfruta con lo que te da papá…” Cada vez que Fabio le llamaba “gatita”, la chica respondía con un coro de gemidos provocados por las tremendas arremetidas contra su coño. “Joder, ¡pero qué precioso coñoit tienes Hija! ¡Me encanta lo apretado que está!”

-“Y a mí lo gorda y larga que tienes la polla papi ¡Me llega hasta la barriga…!

 

Fabio aumentó la velocidad de sus embestidas, aquello hizo más escandalosos los graves gemidos de su hija. Pero ya no le importaba, los gritos de placer de Julieta se estaban convirtiendo en música para sus oídos. Tras aquel arranqué, el agotamiento por falta de costumbre, lo hizo disminuir el ritmo de sus movimientos.

-“¿Te gusta, Juli?” Le dijo extasiado.

La chica recuperaba el aliento por instantes… -“Si papá, es mejor de lo que pensaba…” pronunció con el rostro descompuesto de placer… -“¿Por qué no habíamos hecho esto antes?” Fabio sonrió cubriendo cualquier contrariedad del inicio.

-“No lo sé hija, no lo sé”, dijo su padre. Pero lo estamos corrigiendo”.

Aceleró de nuevo sus clavadas percibiendo el choque de sus huevos en el coño de su hija que estaba aguantando estoicamente cuando la atravesaba una y otra vez, provocando constantes aullidos de placer en la niña con el coño congestionado por el miembro viril de su padre. Bajó la mirada paterna, no había imaginado escena más bella en el mundo que la de su verga saliendo y entrando en el estrecho conejito de Julieta. Pero sus movimientos habían hecho efecto en él y, con aquella posición, estaba a punto de correrse sin intención de repararlo, aguantó su pasión y sacó su falo de su hija impregnado de jugos.

-“Vamos cariño, súbete sobre mí, verás lo cómodos que estaremos los dos…” dijo entonces sobreexcitado su padre cogiendo a la niña y poniéndola sobre su muslos.

La posicionó mientras su alterada mente buscaba la forma más excitante de follarse a su hija, y hacerlo en diferentes posturas sin duda le ponía mucho encanto, como si se tratara de la amante de turno. Le fue explicando…

-“Ahora tú serás quien se mueva, ¿de acuerdo?”

La chica sonrió, algo nerviosa. Aquella expresión recordó a Fabio lo parecida que le era cuando le propuso por primera vez conducir el coche.

-“Lo harás muy bien, yo te guiaré”,  la tranquilizó.

Se recostó de espaldas en medio del sofá y la acarició con ternura para que acercara su coño a la punta de la tranca paterna. Hizo que la chica se pusiera de rodillas, alrededor de su pelvis, con su erecta verga rozándole el exterior de su coño. Con la punta magreó un poco la raja entreabierta del coño de su hija. Julieta se mordió el labio inferior y sonrió excitada. Entonces una idea cruzó su cabeza y se colocó de cuclillas, ante la sorpresa de su padre.

-“Así es más cómodo…” dijo, sonriente.

Entonces ella misma tomó el gran cipote de su padre y lo apuntó hacía la entrada de su coño…dejándose caer se la clavó hasta la mitad antes de detenerse con un grito de dolor y placer.

-“¡Ouch! Aaagg Ummm”.

Pero su padre hizo caso omiso, y con un movimiento de caderas terminó por clavarle el estoque por completo, <> pensó. Julieta cerró los ojos, apretándolo para resistir el repentino ensanchamiento de su vagina, reconociendo el placer que aquel le proveía. La chica comenzó con unos torpes y lentos saltitos sobre el mástil de su padre, observando los descomunales huevos de papá aplastarse bajo su vulva en cada sentón sobre ellos. Poco a poco, Julieta fue realizando los movimientos adecuados de piernas y caderas, y con el tiempo fue generando la sincronización de ejercicio y gozo para satisfacer el deseo de su coño con la polla de Fabio. Sonrió satisfecha cuando se dio cuenta que había logrado el ritmo correcto para satisfacer a su ansiosa necesidad de colmarse de gusto.

-“Salta nena, no pares…” le susurraba Fabio. “Salta gatita, ¡así, que bien lo haces pequeña!” Ella sonrió, orgullosa del trabajo bien hecho.

-“Te lo estoy haciendo como las zorras de la pelis de guarras… ¿Te gusta cómo te lo hace tu gatita presumida?”preguntó la chica, sin dejar de saltar sobre la verga de su padre que la estaba empalando sin compasión.

Fabio se sorprendió por cuanto podía llegar a saber una niña que apenas salía de casa. Sólo entonces recordó como el placer de embestir a su hija había debilitado sus modales. No sabía que responderle, pero cada cosa que su hija decía no parecía hacer otra cosa más que endurecerle más y más la tranca que llenaba la apretada vagina de su querida niña. Pensó en qué responder, pero ni siquiera a él se le ocurría una definición adecuada.

-“Creo que lo haces de maravilla, como un hombre espera de la mujer que desea” dijo al fin, sin sentirse muy convencido de sus palabras.

Lo que si percibía era el masaje en su sensible glande con el roce de las paredes del chocho de su niña, le estaba excitando todas y cada una de sus terminaciones nerviosas estrangulando su cipote gordo y nervado dentro de ella. La chica detuvo sus movimientos para analizar la respuesta mientras que Fabio se asomó para disfrutar de la hermosa visión de su verga a medio camino del coño impúber recién estrenado de Julieta entrando y saliendo.

-“¿Te gustaría que fuera como una esclava para ti…?” preguntó.

-“No mi amor, solo quiero que seas libre de hacer lo que te apetezca…¡Yo solo deseo mejor lo mejor para ti…!”.

-“¡¡Quiero hacer contigo lo que tú desees hacer conmigo como hombre!!”

Fabio se impresionó con la naturalidad con la que comenzaba llevar todo aquello.

-“Entonces cariño ¿Quieres que sea tu hombre?” preguntó su padre a sabiendas que aquella pregunta era determinante.

Ella no se arriesgó. -“Si tú quieres, me encantaría fueses mi hombre para toda la vida.” Dijo al tiempo que la chica dejo caer su culo, haciendo que su coño se tragara por completo el firme rabo de papá. Prosiguió diciendo…Bueno, entonces papi a partir de ahora seré tu gatita celosa… y voy a necesitar que me folles a menudo ¿No me dejarás con ganas, verdad…? ¡A mí me apetece todos los días!” Resolvió la chica.

Fabio correspondió aquello con movimientos de cadera que sacaban y metían su verga de aquella hermosa rajita hambrienta de hombría. De pronto Julieta rio, como si hubiese recordado algo muy chistoso.

-“También seré tu zorrita”. Su padre asintió con la cabeza, concentrado en lo que su verga estaba sintiendo, sin atender a las palabras de su hija. “Y tu puta…” La chica se sintió aún más atrapada por las manos de su progenitor que la subía y bajaba ayudándola fuera de sí. La fémina puso la típica expresión de cuando estaba a punto de admitir una falta. -“Una vez vi un video porno, y así decían a las mujeres cuando se las estaban follando…”

-“¿Has visto porno?” Preguntó extrañado a su hija.

Ella pareció pensar en esa palabra, como si fuera la primera vez que la escuchaba. Pero movió la cabeza afirmativamente.

-“Sí, varias veces con Irene, son películas de su hermano mayor…”dijo con la sonrisa dulce de quien espera ser perdonada. Fabio sonrió. “El punto es que ahí les dicen putas a las mujeres. Cuando se las estaban follando no parecía que fuera una grosería, sino una forma de hacerlo más excitante, ¿No es así papá? ¡Puedo ser tu zorra!”

“Claro que sí, en esos momentos no es un insulto, sino un aliciente”.

-“Entonces quiero que me llames puta o zorra cuando me folles… quiero que te estimules mucho dentro de  mí… Quiero toda tu virilidad, tu hombría y toda la leche que contengan tus huevos…”

Fabio detuvo sus movimientos alterado por el lenguaje tan procaz de su dulce niña, ahora no tan cría, se enjuagó los labios con los de ella en un lujurioso beso húmedo donde las lenguas se trabaron lamiéndose mutuamente, el averno sería su morada póstuma sin lugar a duda, a la par que llevaba sus manos a las preciosas tetas puntiagudas de su hija, donde apretujó sus pequeños pezones ojivales inflamados.

-“Gracias hija… me está poniendo a mil. Así es como me gusta follar…durante el coito me gusta decir cosas estimulantes…, mi putita”. Su padre tuvo que esforzarse más para soltar la palabra “putita” a su propia hija, pero aquello le avivó para mantener la cabalgada de la niña al mismo ritmo sincronizado con un buen  golpe de cadera… “¡Follar y decirnos groserías nos ayuda mucho a quitar el estrés” prosiguió diciendo.

-“Ah sí, como cuando alguna vez he tenido ganas de gritarle algo a alguien… Julieta rio. Como a la de inglés, admitió. Creo que tienes razón papá, pero también el puro sexo es relajante, ¿no? ¡Te hace soltar adrenalina!”

Su padre observaba como la polla salía y se volvía a enterrar en aquella vaginita con toda facilidad, el coñito enjuto, ahora dilatado era un soberbio tragón que no dejaba nada fuera…

-“Por supuesto hija”, hallando una oportunidad en aquella frase para clavársela más fuerte y extraer un grito a su hija. La chica pareció solventar sus pensamientos con el ese último pollazo.

-“Entonces, cuando estés estresado ¿Me vas a follar…?”

-“Y siempre que tú lo estés cariño…” se ofreció Fabio, con una sonrisa enorme.

Aquella conversación debió inspirar a la chica, que habiendo aprendido la técnica aumentó el ritmo de sus saltos. La intensidad de sus propios movimientos hizo que sus gemidos aumentaran hasta el límite, sus agudos gritos inundaban el cuarto, mientras unas gotitas de sudor comenzaban a bajar por su pecho. Las manos de Fabio se apoderaron de sus tetas, y con sus dedos apretujó los pezones de la chica jubilosa de sentirse llena de aquel pedazo de carne dura que la atravesaba. Entonces, tras un coro de descontrolados gemidos, Fabio sintió los espasmos que empezaban a ocurrir entre las piernas de su chica. Sintió como la nena se corría sobre su verga. Las convulsiones de su cuerpo fueron aflojando a la par que la recibió en sus brazos cuando su cabeza cayó rendida sobre su pecho. De repente se sacó la polla del coño y la comenzó a mamar fuera de sí como una consumada chupadora de vergas al mismo tiempo que convulsionaba soltado chorritos de flujo licuado mezclado con el sangrado de la rotura del himen.

Lejos de dejarla descansar de su segundo orgasmo, Fabio decidió tomar el control, la recostó abriéndola de piernas y tras asear todo aquel mejunje entre sus muslos, de inmediato la enfiló al conejito hambriento de la niña y comenzó a taladrarlo. Aquello fue algo que la pobre Julieta apenas podía controlar, sentía desmayarse por el excesivo placer que su padre le otorgaba embutiéndole todo el rabo hasta las pelotas una y otra vez… lo percibía en el mismo útero de la profundidad alcanzada en cada envión. La polla que un día le dio la vida se hallaba impregnada de una cantidad ingente de jugo blanquecino que la pobre niña expelía por la soberbia fogosidad a la que estaba siendo sometida.

-“Mi putita… muévete más” le dijo al oído, mientras con sus movimientos embestía su coño.

-“Sí papi, soy tu putita, no pares de follarte el coñito de la zorrita de tu hija…”, dijo ella, como si aquella palabra le gustara y un extraño calor se distribuía dentro de su vaginita.

La apuntilló con varias estocadas profundas soltando todo el aire de sus pulmones en un gemido becerril…Fabio se estaba corriendo en el coño de su nena, sin dejar de susurrarle a su oído su nueva realidad…le estaba llenando el útero de largos chorros de espesa leche. La enorme excitación por el morbo producido al joder con su hija y los meses de abstinencia contribuyeron a exhortar una cantidad ingente de esperma en lo más íntimo de la vagina de su querida hija. Mientras expelía su leche chorro a chorro, sentía las tetas firmes e inhiestas de la cría amasadas con sus manos, percibiendo como se clavaban sus pezones duros y anhelantes de amor. Sus bocas se unieron compartiendo sus lenguas fogosas lengüeteándose los dientes y el paladar en un hermetismo de sus labios al mismo tiempo que él vaciaba sus testículos en la misma entrada de las trompas de Falopio de su hija. Cuando se detuvo se mantuvo empalándola unos segundos más recuperando el aliento sin moverse, sintiendo el latir de sus corazones acelerados, el aroma del otro emanando por el sudor que impregnaba su piel. Ante la atención de ambos que observaban la salida de los fluidos… veían como el esperma recién vertido escapaba lentamente entre las fisuras de su verga y el coño de Julieta.

La niña se incorporó un poco, sólo lo suficiente para que sus labios encontraran los de su padre de nuevo. Y ahí se besaron plenos de lujuria, mientras la verga de Fabio perdía lentamente la rigidez dentro del cálido interior de la muchacha. Se entregaron sus bocas entrelazando las lenguas en busca del eterno gozo de sentirse vivos y cómplices de tan exultante INCESTO pleno de amor y entrega mutua. Pasó al menos una hora, cuando el hambre agudizó su otro instinto animal, recordando que una pizza peperoni esperaba en la cocina presta para ser recalentada. Casi desnudos, en la cocina se zamparon la pizza casi entera con coca cola cómplices de su amor….

Así comenzó una nueva vida para ambos. Fabio llegaba feliz a casa, donde sabía que el suculento cuerpo de su hija lo esperaba para colmarlo de amor. Por fin la enfermedad de la niña resultó ser una común falta de atención concentrada en un ejercicio estresante, lo que daba pie a realizar verdaderas locuras. Los dieciséis años de ella y su fortaleza de atleta le permitía alcanzar posturas inconfesables, por lo que algunas veces consultaban el Kama Sutra para practicarlas como un juego sexual más… Una vez, en medio una reunión de padres de familia en el instituto, Fabio y Julieta se escabulleron a una de las aulas vacías, mientras el resto de los alumnos y sus padres escuchaban los sermones y las quejas de los profesores. Con los nervios de punta y la excitación a flor de piel, Fabio buscó la mochila de su hija, la colocó bien sobre el respaldo de su asiento. Le bajó lo leggins a la chica y haciendo a un lado sus braguitas, insertó su verga en el mojado coño de su hija.

-“Cuando estés en clase quiero que recuerdes lo mucho que te quiere papá…”

-“Si papi, me gusta la idea…” dijo ella plena de entusiasmo con la respiración agitada como quien va hacer una travesura. “Fóllame duro para que no se me olvide lo bien que me follas papá y de quién es este coñito….”

La inserción se hizo con mesura procurando no hacerle daño a su ceñido chochito con el majestuoso badajo que gasta su padre. Cuando iba media polla clavada la chica gemía tratando de ahogar sus gritos para no llamar la atención. Recostada sobre la mesa, la altura era perfecta para la clavada en profundidad dejando su culo al filo con la piernas sujetas por su padre…, se encontraba despatarrada siendo bombeada en un mete saca afrodisiaco. El morbo de la situación incrementó la fogosidad en los testículos de papá dejando salir su leche en aldabonazos a presión sobre la pared de la matriz de su hija. Julieta, sudada por el acaloramiento de la sorpresiva follada recepcionó con gustoso placer la semilla de su padre. Cuando la extrajo del hollado “conducto del placer” de su hija, un hilo de semen espeso se deslizó por su rajita hasta el ano de la niña. Minutos después, tras la intensa corrida, regresaron tranquilos a la junta, sin que nadie pudiera sospechar que Julieta guardaba en su chochito la leche aún caliente de su padre rezumando sus bragas.

 

Todo se precipitaba, nada más despertar follaron, antes de ponerse en la mesa a comer y después en medio de una reunión importante. ¡Se le estaba yendo de las manos! Ya pasaban de las ocho de la tarde de vuelta a casa, y la tensión sexual no se había aliviado por completo, eran como el mismo polo de dos imanes que se repelen… no se atrevía a tocarse, se volvió un verdadero martirio no follar de continuo tres o más veces en el mismo día, pero se pusieron un límite y no debían sobrepasarlo o nunca cumplirían con sus promesas. Cada vez que miraba a su hija tenía que contenerme las ganas de follarla en el acto. Ella también se acercaba a veces, y comenzaba a abrazarle, buscando algo de calor, de amor… de pasión, pero sin decirse nada sabía que debía de cumplir el pacto por ese día. Así pasaron los días entre contenciones y arrebatos de locura.

Continúa...

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