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El remedio de papá. (Parte 4)

en Amor filial

Nos despedimos de la abuela, y nos dispusimos rumbo a la costa... Papá ha elegido un lugar apartado en la playa, mi progenitor quiere que sea una jornada especial. El sitio entre dunas y con una frondosa vegetación detrás. Hacia el frente únicamente se ve la arena dorada y el azul del mar que se funde con el del cielo como si fuera uno solo. Sin duda, mi padre ha acertado con la elección… parece una zona paradisíaca. Es evidente que papá aún no se ha acostumbrado a verme desnuda después de estos dos meses juntos como amantes, pues se ha vuelto a empalmar como todas las demás veces cuando me despojo de la ropa para tomar el sol. Ahí está su polla tiesa, recia y bien dura. En el momento en que se mueve se balancea como una viga empotrada, y queda ante mis ojos, indefensa, expuesta, provocativa. Es como un imán para mí y, en el momento en que mi padre se extiende sobre la arena tumbándose, no pierdo detalle de ese cipote tan macizo que luce desafiante y apuntando en dirección a mí. No puedo evitar pasar la lengua por mis labios al contemplar cómo el glande asoma ya por el prepucio y brilla húmedo bajo los rayos del sol.

Debo confesarlo… no ha pasado ni un solo día desde la primera vez en que no hayamos hecho el amor, estando juntos se entiende. Ése será siempre nuestro secreto, no debe enterarse de nada el resto de la humanidad. No debe saber que su tierna y dulce hija se ha convertido en la complaciente y lasciva putita de su amado padre y excelente marido. He perdido la cuenta de las veces que papá me ha follado, las veces que me ha llenado…algunos días solo una, pero otras dos y hasta tres veces en el mismo día me ha penetrado a su antojo, llenándome con su leche el coño, el culo y la boca, absolutamente todos mis agujeros. En casa, en la cocina, en la cama o sobre la mesa y ahora tal vez en la playa sobre la arena o dentro del agua. Cualquiera de estos lugares ha sido escenario y testigo mudo de nuestras más salvajes fantasías. Ahora, mientras me aplica el bronceador protector en la espalda, siento la punta de su polla rozar mis nalgas, rebotar contra ellas, deslizarse por mi ardiente piel, que pronto percibe el frescor de la humedad que se ha apoderado ya de toda la rojiza cima del falo. Como cada vez que lo hace, me estremezco cuando sus manos se adueñan de mis glúteos, masajeándolos, y los dedos impacientes se pierden entre mis muslos con disimulo, recorriendo la raja de mi vagina pringosa por mis inevitables flujos. Me giro y papá embadurna de crema mis puntiagudas tetas y restriega con fuerza la loción para extenderla.

Rápidamente comprendo el motivo por el que ha elegido esta zona, al tiempo que las manos de mi padre continúan deleitándose con mi cuerpo y descendiendo hacia mi monte de Venus. Mi progenitor ha querido traerme a ese punto por el morbo de ver como un maduro viril, se folla a una jovencita sumisa que ni siquiera ha cumplido aún la mayoría de edad  ¡Solo de pensarlo mi conejito se moja todavía más! Papá se da cuenta de lo empapado que tengo ya el coño y pasa por éste la palma de la mano, llevándose el líquido vaginal que termina lamiendo con la lengua. Se arrodilla y yo me tumbo bocabajo. Abro la boca y engullo, ansiosa, el tremendo nabo de papá… Ya decidida me incorporo un poco para alegrarle más la vista, de manera que mi culo queda ligeramente en pompa... respingón como a él tanto le gusta cuando exige follarme desde atrás. Les estoy regalando la visión de mi trasero abierto e iluminado por los rayos de sol que caen directos sobre él. El silencio de la zona sólo es roto por el sonido de los lametones y de las chupadas que doy a la verga de papá, que tienen como hilo musical de fondo el suave ruido de las olas rompiendo en la orilla.

Pronto se suman también los suspiros de mi padre, fruto del placer que le estoy proporcionando, y el chapoteo cada vez más intenso que se produce cuando mi mano machaca sin cesar la húmeda y pringosa verga. Llevo la izquierda a mis genitales y comienzo a tocarlos con mis dedos buscando la pepita que tengo súper dura. Estoy empapada y, cuando quiero darme cuenta, tres de mis dedos se han introducido en mi coño y empiezan a follarlo para disfrute visual del macho que al que estoy mamando, y cual voyeur, no pierde detalle de mis movimientos. No puedo reprimirme, huelo el aroma del sudor que baña su cuerpo y percibo el sonido de la fricción de la polla agitada con vehemencia por la mano… en mi boca gozo del sabor del cipote de papá, que mordisqueo suavemente. Gime mi padre y siento cómo por detrás me está insertando su dedo en mi ano hasta que me lo clava entero con un golpe seco. Oprimo con fortaleza esa polla con la mano y comienzo a sacudirla con virulencia. La sensación es increíble… una adolescente como yo se está comiendo la verga de su padre, mientras es penetrada por el culo en un tándem incestuoso increíble…. El coño me quema, pero es que además me folla mi culo embistiendo con suma violencia una y otra vez con dos dedos clavados, incansable, haciendo que yo tiemble con cada acometida. El ritmo es frenético y esas dedos irrumpen veloces en mi culo y se cuela hasta lo más hondo de mí.

Los labios de mi boca aprietan más firmes circundando todo el bálano, yendo y viendo como posesos por toda la enorme extensión de la polla de mi padre, cuyos gemidos son ya atronadores. Se va a correr, lo sé de sobra… siempre gime así justo antes de eyacular. Machaco en un par de ocasiones más la verga de mi progenitor y un chorro de fluidos vaginal sale de mi chocho en una corrida demencial, noto mi ano lleno hasta los topes con los dedos que me penetran el culo y no aguanto más….me corro como una perra en celo. Sigo aún disfrutando del placer del calor líquido de mi flujo sobre mi coñito ardiente…, papá emite un último gemido y comienza a regar el interior de mi boca con su semen. Como una chica obediente me voy tragando todo el blanco néctar paterno que sirve también para calmar mi sed del caluroso día de julio. Cuando mi progenitor todavía no ha terminado de eyacular, y al tiempo que continúo bebiéndome su leche, estoy recibiendo de forma simultánea las descargas convulsionantes de mi corrida y las de mi propio padre totalmente sincronizadas. Ninguno de los dos sacamos su falo hasta que no sueltan la última gota. Nos quedamos descansando boca arriba o bocabajo poniéndonos morenos, pero yo sabía que aquello solo había sido el aperitivo de lo que me esperaba ese día… todo a su tiempo sin precipitarnos…

-“Papá, ¿hace cuánto que no tenías sexo ante de ser amantes…?" Sorprendí a mi padre que se halla relajado.

-“Desde hacía muchos meses antes… casi no lo recuerdo a quién me follé…”, respondió de forma serena ante mi pregunta. “La verdad pensaba que perdía el deseo sexual por todo el tiempo que había pasado”.

-“A mí me pasa lo contrario papá”, dije tímidamente. “Yo nunca lo había hecho y ahora mi deseo sexual cada día es mayor por tu culpa…”.

-“Es normal hija, estás en la edad”.

-”Me voy a dar un chapuzón… necesito refrescarme para quitarme los sofocos que me produces...”.

-“Eres muy exagerada, solo soy un viejo que no vale para tanto”, se hacía la víctima pero ambos sabíamos de su hombría como muy pocos he conocido ni conoceré.

Como una chiquilla feliz de cinco años salí corriendo hacia el mar en pelotas, mi padre se quedó bajo la sombrilla mirándome como me bañaba placenteramente…yo seguía nadando en el mar y él me vigilaba sin animarse a meterse conmigo. De vuelta a la toalla y un nuevo refresco... así pasamos varias horas. En una de las ocasiones que me hallaba en el mar me llamó, entonces me puse nerviosa, no sabía que era lo que iban a decirme. Al llegar a su lado sentado sobre la toalla en la arena…

-“¿Cariño me te apetece que echemos el último antes de irnos?” Respondí que sí instintivamente al ver su enorme polla en erección.

Me prendía ver lo gorda que era, tenía una medida normal, de unos 17 cm pero el grosor era lo que más me llamaba la atención, mi padre no paraba de pajeárselo. Con ambos desnudos poco más había que hacer… me acerqué a su lado pegándole mis tetas aún blancas y mi coño rasurado…, sentí algo de pudor de sopetón, al pensar que ese hombre realmente era mi padre viéndome desnuda, pero el deseo me podía, así que me acerqué lentamente a la vera de su varonil entidad. Me abrí de piernas y con su mano empezó a acariciarme el coño, yo ya estaba húmeda, sentía fuertes descargas eléctricas cuando pasaba sus dedos por mi clítoris, puso un poco de saliva por sus dedos y me siguió tocando mientras yo disfrutaba, no paraba de ver esa polla que tenía delante de mí, entonces papá me acostó en la toalla de al lado.

Me tumbo boca arriba, extasiada y saciada, completamente abierta de piernas, cosa que aprovecha mi padre para meter su cara entre ellas y empezar a comerme el coño como preludio a que me lo folle magistralmente como sólo él sabe. Unos segundos antes de comenzar a sentir la polla de papá dentro de mi coñito y mientras su boca succiona mi vagina, contemplo cómo se coloca sobre mí para que le coma los huevos desde atrás formado un 69… en esos momentos padre e hija está saboreándose mutuamente… Yo comiéndome los cojones y verga de papá en una limpieza exhutiva con el sabor en la boca de los restos de su oloroso semen, y él mi coñito palpitante inundado de flujo y con seguridad salado del agua del mar.

Después se acomodó a la posición del modo misionero. En ese momento rozó su rabo con mi vagina repetidas veces, yo estaba a punto de explotar del placer que eso me producía, empecé a dar pequeños gemidos mientras él seguía rozándome su miembro, sin decirle nada, supo en ese momento lo que estaba yo deseando, entonces colocó su enorme glande en la entrada de mi vagina y empujó lentamente, al mismo tiempo que mis labios vaginales abrazaban aquel miembro cálido y duro, sentí como invadía mis entrañas, al mismo tiempo que mis paredes vaginales se contraían por cada movimiento que él hacía. Mi padre empezó a embestir fuertemente su gruesa maza dentro de mí, yo empecé a gemir al ritmo de sus penetraciones, cada vez más notorias. Sentía que me corría, podía sentir cada vena de su polla frotar mis paredes vaginales dentro de mí, esa sensación de ocupación me hacía sentir en la gloria, fue entonces cuando empezó a acariciarme el clítoris con su dedo, creí morirme de placer, mi vagina no dejaba de soltar fluidos que se mezclaban con el sudor que nos salía de las pelvis.

De repente la sacó de mí rápidamente y levantó mis piernas y mi cadera poniendo mis pantorrillas en sus hombros, y sin pensárselo dos veces penetró a mi conejito de una manera bestial, aunque tuviera el coño más dilatado, parecía que aún no se acostumbraba al grosor de aquella polla. Comencé a gemir fuertemente, aquello le excitó mucho, no sabía que los gemidos de su niña le pudieran llegar a excitar tanto. Aquel mostrenco me daba placer de una manera superlativa…, la sacaba casi toda menos el glande y de nuevo me empalaba como un martillo pilón… penetraba fuertemente sin avisar, nunca imaginé al mi cariñoso y atento padre en esa postura tan salvaje follándose a un mujer, menos a su propia hija. Me abrí mis piernas para facilitarle sus embestidas mientras envolvía su zona lumbar con mis pies, y mis manos se aferraban a su espalda, a la par que gozaba como la hembra que estaba siendo para mi padre… ¡Me estaba haciendo suya!, y me corrí fuertemente mientras no dejaba de darme pollazos percibidos por mi más profundo útero. Arreciaba y ralentizaba sus embates turnándolos, como si fuera un círculo vicioso, para luego terminar centrando sus embestidas finales en mi vagina adolescente partida en dos... anhelante de ser llenada por su semilla.

Parecía que un coño joven como el mío le ponía muy cachondo, de pronto ocurrió lo esperado… Aquel hombre serio, responsable, trabajador y cariñoso, se transformó en un semental ávido de fecundar a la fémina que tenía atenazada bajo las punzadas de su daga… en ese momento, empezó a gemir fuertemente como un adolescente cachondo, mientras convulsionaba dentro de mí, sabía que estaba a punto de correrse cuando clavó a fondo su ariete… y unos fuertes chorros de semen salieron de la punta de su rigurosa polla, que se adentraban a lo más profundo de mi vagina, al mismo tiempo que él no dejaba de gemir como un joven cachondo. Chorro tras chorro de lefa fue atorando mi útero de espeso esperma. Me besaba en un húmedo beso lascivo, en tanto convulsionaba desovando todo su semen, se quedó dentro de mí un rato más tras la inseminación, hasta que su polla empezó a ponerse flácida. La extrajo y tras de ella un reguero de semen salía de mi vagina recorriendo mis piernas y ano. Los dos nos quedamos extasiados ante aquella sesión de sexo que habíamos tenido. A los pocos minutos nos vestimos y nos marchamos a casa, allí acabaríamos nuestras cortas vacaciones.

Para ella, follar con el semental de su padre le centraba en su vida curándola de su hiperactividad. Su T.D.A.H. se había casi diluido desde que fue desvirgada por papá y mantenían con él relaciones sexuales cotidianas con una frecuencia diaria, por eso pensaron que el diu les ayudaría a seguir gozando del sexo al natural, evitando quedarse preñada... Sería el regalo de cumpleaños de la Julieta, y así lo hicieron acercándose juntos a la clínica la misma mañana del aniversario. A la salida comieron en un Burger camino de casa, una siesta les repondrían de un día intenso…sin embargo la niña no dudo en presentarse desnuda ante Fabio con ganas de batallar, poniendo a prueba el nuevo dispositivo anticonceptivo recién instalado. No dudó un instante en quitarle los bóxer para despejar la salida del mazacote de carne oculta bajo ellos que pronto endureció entre sus manos, y dentro de su boca… notó como crecía ocupando cada vez más volumen dentro de ella. Luego comenzó a lamer su tallo desde las pelotas hasta el glande y engullirse el cipote de papá sin miramientos, haciendo tope en su campanilla. Pajeaba y chupaba con frenesí el mástil erguido en todo lo más alto. Pronto vio la oportunidad subiéndose a cabalgarlo con un cuidado de cirujano se enfiló el gran capullo de aquella polla en la entrada de su conejito enjuto, expandiéndose como una flor en la mañana. A golpes de culadas se la fue metiendo en su intimidad, mientras su padre sufría la estrechez de sus paredes calientes y mojadas…. El coño de Julieta dejó de sufrir para disfrutar de cada una de las folladas de papá ante la revelada sorpresa del progenitor.

En la angosta vaginita acogía la verga de su padre como un guante de su medida estimulando cada terminación nerviosa directa al placer. Sus tetas rebotan, a la vez que su vulva hacía contacto con los duros huevos del macho, restregándoselos e impregnándolos de su fluido viscoso. No necesitaban decirse nada para saber qué le apetecía al otro. Fabio amasaba los pechos de la niña y ella subía y bajaba haciendo desaparecer todo el tallo a la vista de su padre. Él creía morir de gusto mientras la agilidad de Julieta atormentaba su coño con el duro placer paterno, una y otra vez sin indulgencia. Se desembarazó del estoque pidiendo que se la follara como a una perrita, su padre no pudo negarse a tal ofrecimiento empalándola con mucho gusto por detrás. La polla se deslizó con toda suavidad a las profundidades de la chica que con el culo respingón se dejó follar sumisa al semental que le hacía vibrar con semejante virilidad enterrada en el fondo de su útero….

Durante más de doce minutos le trajinó el coño a su niña en dicha posición y otras recostándola sobre su costado, sin dejar de chapotear ambos cuerpos ávidos de la lujuria que saltaba como chispas entre ambos. Posiblemente Julieta ya había alcanzado su segundo orgasmo cuando el hombre sintió una descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo evidenciando la corrida que descargaría en las entrañas de su amante hija. Brotó el primer chorro de leche espesa inundando el estrecho conducto de la adolescente, seguido de otras cinco convulsiones más que dejaron satisfecho al macho y colmada a la hembra atiborrando de lefa su cérvix. Fabio y su hija quedaron acoplados besándose pasionalmente, con los cuerpos sudorosos pegados como el celofán. Se comían mamándose las lenguas sin pudor. Julieta era capaz de soportar ser follada tres y cuatro veces en un día, como terapia no estaba nada mal, pero su pobre padre no podría soportar ese ritmo a sus 40 años cumplidos de continuo, de vez en cuando quizás.

La sensatez señala que fueron unos debocados al follar inmediatamente a las pocas horas de la implantación del diu sin asegurarse que estuviese correctamente ubicado, tampoco previnieron con condón, nunca los habían llegado a usar, ni a comprar una sola caja. Hasta que no se hace el primer chequeo no es seguro que pueda funcionar y ocurrió lo que no se esperaban…. Como era su décimo séptimo cumpleaños papá no le iba a dejar sin el capricho de estrenar su nuevo coñito, además le regaló también un juego de tres consoladores para complementar las incesantes necesidades que tenía. Con ellos diluía su actividad sexual con largas masturbaciones metiéndome los dildos de diferentes tamaños en la ausencias por trabajo de Fabio, otras veces los combinaba con la follada paterna, siendo su padre quien se lo aplicaba en los largos y divertidos juegos sexuales que ambos compartían con asiduidad desde hace año y medio.

No fue el caso de aquella noche especial donde su padre introdujo su mano por dentro de la chaquetilla de pijama. La tarde hubo sido movida, pero Fabio más seguro que nunca de la efectividad del dispositivo se lanza a aliviar la tensión acumulada de ver ir y venir a su chiquilla con sus 17 años y el diu recién estrenados. Julieta siente tensar su cuerpo, poniéndose como hacía tiempo no sentía, cierra los ojos y deja que siga, de pronto se la está quitando dejándola en bolas sin el sujetador. Cierra de nuevo los ojos quedando sus tetas a total disposición de su padre. Se las acaricia suavemente recostándola sobre la cama y comienza a besarla entera. Chupa con ansias sus tetas erizándole los pezones. Prosigue con su pantalón sacándoselos para terminar con las bragas. La abre de piernas y la contempla… ¡La niña apenas si balbucea… sumisa se deja hacer caliente como una perra! De pronto se posiciona sobre ella completamente desnudo. Nota su polla dura buscando donde meterse, le ayuda con su mano y de varios golpes se la va ensartando. Sabe hacer que no sienta molestias, aún con lo grande que la tiene. Empieza suave para ir más rápido en el bombeo. Lo abraza fuerte comiéndole a besos, lo siente agitado, excitado y más avivado que de costumbre. Se coloca boca arriba, ahí ve su tranca enhiesta que pajea Julieta unos segundos y le dice encelada…

-“Quiero, que dejes a tu hija ahora hacértelo”.

Y se mete el mástil en la boca, en instantes percibe la verga más dura, hermosa y venosa. Saborea sus jugos y el sabor salado de su líquido pre seminal haciéndole una buena chupada, logrando el máximo esplendor de ese pedazo de carne…

-“voy a regalarte la mejor noche de tu vida papá”. Lo monta y cabalga encima de él un rato, cuando empieza a gemir. “Quiero que me la metas bien dentro…hasta que no quede nada fuera de mi coñito” le dice loca de gozo.

Se pone a cuatro patas y la ella la guía hasta la entrada de su coño, y allí le pide que presione, lo hace y siente muy rápido como toda su polla está dentro. –“Métemela fuerte, quiero sentir como te vacías dentro de mí ahora que sabemos que no vas a preñar... no hay temor que descargues toda tu leche dentro de mi coñito”

Siente su chocho lleno y comienza un mete saca endiablado colocado sobre ella, le extrajo el cipote y sin saber por qué, Fabio humedeció con saliva la vagina y la cabezota de su verga, la frotó un par de veces a la entrada y sin más preliminares, se la metió hasta que sus testículos chocaron contra la vulva de la cría…de un solo golpe la penetró hasta lo más profundo. No se entendía cómo, pero no sintió dolor alguno, como reflejo a su embestida, sus piernas se anudaron en su espalda, se movían sin cesar, de un lado para otro, una de sus manos apretaba la teta de ella y, con la otra frotaba el clítoris, no paraba más que para cambiar de postura, le dio la vuelta su niña, y volvió a penetrarla desde atrás, tiraba de mis caderas para que adoptase la posición del perrito, nueva penetración, de lado y siempre tras de ella. Su mete y saca se aceleraba por momentos, al tiempo que aumentaba el ritmo de sus dedos en mi clítoris, yo estaba a punto de estallar y así fue…, el cuerpo de la chica comenzó a vibrar, a estremecerse ajeno a su voluntad, ¡Le sobrevino un orgasmo apoteósico!, durante el cual perdió la noción de todo lo que no fuese placer, y cuando decreció pudo sentir los espasmos de su padre, preámbulo de la gran corrida….

La follada parecía no terminar cuando de pronto se queda quieto emitiendo un gemido de venado en celo descargando toda su leche en el fondo del conejito de la cría… los chorros de esperma inundaban su estrecha gruta por incontables lechazos… a la par percibió instintivamente algo extraño, cuando vació sus huevos en su interior… como si los bichitos hubiesen rebasado la barrera artificial impuesta para no ser preñada. La descarga perduró unos 20 segundos o más, pero él se quedó dentro mucho más tiempo saboreando el triunfo de colmar de placer a su hija y a él. A los minutos de la inseminación, salió y ella tomó su verga con sus manos para dirigirla a su boca y sentir su sabor, aunque ya le quedaban pocas fuerzas… fue tanto semen el eyaculado que sobresalió por fuera de su coño un volumen considerable, no dejó que se desperdiciara una sola gota, la recogió con sus dedos chupándoselos… su padre la miró a los ojos y juntos estallaron en una monumental carcajada. Sus gestos le decíam “Julieta has superado tu examen de reválida con honores”, y su padre había tenido uno de los mejores orgasmos de su vida. Por esa noche ya no hubo más, aunque yo hubiera deseado continuar hasta el amanecer.

Las vacaciones se acabaron, pero en septiembre cursando 2º de bachiller la menstruación hacía mes y medio que no apareció…no le dijo nada a su padre, temía su repuesta después del gasto en la implantación del diu, pero los resultados del test fueron positivamente incontestables. Lejos de enfadarse, Fabio se veía henchido de alegría, y a los Nueve meses el resultado fue un precioso niño, pues la ingente cantidad de leche descargada ese verano de lujuria sobrepaso el diu con creces, se lo extrajeron por su afectaba al feto, y pudieron deleitarse con el sexo más procaz estando preñada, aun con una panza de 32 semanas la agilidad de la niña se hacía notar cabalgando a su orgulloso padre, dándole el placer del mejor final feliz.

                                                                                             FIN

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