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Deseo aprender con mamá… el final.

en Amor filial

Mi hijo suplía las carencias de su padre. No me insinué en los cinco o seis días siguientes a la primera lección de sexo práctico con Ciro, hasta que una mañana habiendo terminado sus exámenes, pues no tenía clase al estar los profesores en diversas sesiones de evaluación y sin su padre en casa como era habitual. Lo oí levantarse y meterse en el baño, eran como a las diez de la mañana. No sé qué me pasó, pero sin apenas pensarlo me quité la bata que llevaba y me quedé esperándolo en la cocina, con un camisón corto casi transparente de verano con el que dormía todas la noches de sofoco, dudé en quitarme también las bragas pero no me atreví, y esperé a que viniese a la cocina a desayunar. De espaldas, preparándole las tostadas, sentí su mirada desde atrás, aprecié su silencio observándome desde la puerta. Hice como que no me había dado cuenta que estaba allí. Como una autentica zorra caliente me contorneaba de aquí para allá sobreactuando las oscilaciones de cadera, sacudiendo mi culito sin querer evitarlo, hacía vaivenes que dejasen mi culo a su vista con mis braguitas remetidas entre las nalgas. Lo sentí acercarse silencioso, a la vez que me daba los buenos días con un beso en el hombro. Sentí su bulto ensalzado, casi me atrevería a decir que lo tenía duro como una piedra…, comenzó a apretarse contra mi culo. Al momento mi cuerpo se electrizó y sentí un calor intenso entre mis piernas.

Sin apartar su polla de mi trasero, sintiéndola acomodarse entre mis nalgas, y sin hacer tampoco nada por apartarme, me cogió por la cintura, y me preguntó qué preparaba. Casi sin respiración, y sin valor para darme la vuelta y mirarle, le contesté que unas tostadas para los dos. Sentía como me iba mojando, sentía el calor de mis deseos sofocándome todo el cuerpo. Él seguía allí, presentía las palpitaciones del cipote de tremendas dimensiones, me miré los pezones estaban disparados bajo el fino camisón, notaba como me mojaba más y más, sintiendo tal vergüenza que no podía volverme, ¿Por qué me habría quitado la bata? Las tostadas ya estaban, pero no podía girarme y tampoco quería hacerlo por el gusto que sentía al notar la polla de mi hijo ¡Me estaba volviendo loca…! Deseaba más que nada prolongar ese instante una eternidad. Hubiese querido darme la vuelta y sentirla sobre mi vientre, agarrarla, y besándola llevarla dentro de mí. Ser follada allí en ese momento por mi hijo sin el menor recato ni miramiento, ofrecida al sacrificio del amor filial. Pero la vergüenza, los prejuicios y la bastarda educación me tenían inmóvil, no me dejaban ni respirar.

Empatizando con él como una perra en celo, habría que imaginar a un adolescente ante una mujer casi desnuda. Su sangre también debía de hervir por sus venas, especialmente por las de su fabuloso pollón, y para colmo sus condolidos huevos debían de ser un poema desesperado por evacuar todo ese esperma dentro de una vagina mojada y caliente como la mía. En ese momento Ciro se separó de mí, y se fue a sentar a la mesa, aproveché el momento que volvió la espalda para dejar las tostadas encima de la mesa y salir de la cocina derecha a mi dormitorio a buscar la bata, estaba temblorosa y sudaba, mis pechos parecían que iban a reventar y tenía toda las bragas mojadas. Mirándome en el espejo me pregunté cómo podía estar así por mi hijo, qué me pasaba… ¡Me gustaba no lo podía remediar! Sin pensarlo metí mi mano bajo las bragas y noté mis labios abiertos, mojados y calientes, que rico que bien estaba. De pronto se abrió la puerta y entró Ciro…

­ ̶  Mamá ¿Te pasa algo? Te he notado alterada.

Se me acercó, yo había sacado la mano rápidamente, pero dudo que no se hubiera dado cuenta de tal acción. La mirada se me fue a su entrepierna sin poder evitarle, más cuando se colocó frente a mí. Sospechando el motivo trató de disculparse diciendo que igual me había molestado…, pero que se levantaba muy excitado de la cama últimamente… ­ ̶  Además tengo la suerte de tener a la madre más guapa del mundo, y…

Yo seguía con mi camisón corto y las bragas empapadas. Al sentir su cuerpo rozar el mío para darme un beso, percibí de nuevo esa sensación de deseo pasional. Advertí su volumen volverse a pegar a mi barriga, aunque ahora no estaba tan duro, me dio un beso en la mejilla sin despegarse, enseguida volvió a crecer su polla dentro del slip, a punto de despegar el elástico y salirse fuera. En ese momento le abracé diciéndole…

­ ̶  No te preocupes cariño, son cosas normales en un chico de tu edad…, siempre os levantáis empalmados, es bueno para el riego sanguíneo de vuestro miembro viril, ¡¿Sabes?! La lástima es que al haceros mayores se os van perdiendo la fortaleza, y a los hombres con la edad de tu padre no se le pone tan dura como a ti, pero a él también le ocurre.

Su padre rozaba los 45 años y no se le empalmaba como ahora sentía la verga de Ciro, su padre necesita la química azul para darme un buen polvazo, mi chico lo conseguía natural a diario como la había deseado de dura golpearme el vientre desde mi añorada juventud, no me separé. No podía. Mientras estábamos pegados yo le hablaba de la naturaleza de los chicos, de las cosas que eran normales en la adolescencia…, etc. notaba como se restregaba contra mí, notaba su polla presionarme el vientre y según hablábamos la movía cadenciosamente cual si un coito fuese, le  había crecido como se pueden imaginar. Apoyó sus manos en mis caderas mientras yo acariciaba su cara tratando de calmarle y dosificar su calentura, aplacando tan vasta fogosidad, aunque la que estaba disparada era yo. Notaba mis tetas que iban a reventar clavando los pezones en el pecho de mi hijo.

He de decir que mi pezones erectos son como mi dedo meñique de grande y bajo aquella escasa tela se mostraba evidente mi excitación, oscuros, enormes como rosetones y espigados como brotes de esparrago. Él seguía frotando su verga contra mi vientre a la vez que me apretaba contra él cogida de las caderas. No podía aguantar ese baile ancestral de cópula simulada, pues  quería, o más bien necesitaba ser follada por aquel muchacho, POR MI HIJO, el joven semental de mi vida. Sin poderlo evitar mis manos se deslizaron solos, le cogí por las nalgas haciéndome sentir su potente tronco endurecido, y yo también le apretaba contra mí, embobada en su mirada tierna y lasciva a un tiempo de niño travieso. No cabía la menor duda de lo que deseábamos ambos, quizás como refuerzo de nuestro amor o por experimentar algo completamente nuevo o simplemente no era más que consecuencia del fluir de la naturaleza humana…, simple y natural atracción animal de procreación.

Sus manos se metieron por debajo de mi camisón hasta agarrarme las nalgas, mi culo apretado y macizo dejó de ser mío para pertenecer a aquel muchacho hecho hombre. Con los ojos cerrados arrimé mi mejilla a la suya, le deseaba. Sus dedos, apartando mis bragas empezaron a recorrer la raja de mis nalgas, yo movía las caderas como una zorra caliente para sentir su polla presionarme el vientre. Empecé a bajarle el slip, con mis manos en su culo tiraba de él hacia abajo garfiñado el elástico…, pero su polla tiesa y dura como un tronco de roble no me dejaba bajárselos bien. Llevé mis dedos hacia adelante hasta liberar aquel pedazo de carne en barra acerada a punto de reventar. Hacía tanto tiempo que no desnudaba a un hombre empalmado que no recordaba el trabajo de hacerlo, máxime cuando el cipote del susodicho macho es de un tamaño poco común. Deslicé mi mano por todo el ariete de mi chico hasta llegar a sus gónadas, ¡Menudos testículos se gasta también el chaval! Pensé de inmediato, “No es de extrañar que sea una verdadera fábrica lechera”. Apenas los podía envolver con una mano todos ellos…, los sopesé como calculando la cantidad de leche que albergaban.

Por un momento quería sentir toda su lefa dentro de mí, necesitaba ser follada por mi hijo, necesitaba ser follada por aquel dios de la potencia sexual compendiada en su inmenso falo. Me aparté, le cogí de la mano y le llevé hasta la cama, le di un beso en la boca y comencé a bajarme las bragas ante su mirada atenta. Él  miraba el espectáculo del estriptis de su madre, yo con la vista baja no me atrevía a mirarle mientras me desnudaba, no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Pensé en quitarme el camisón también mostrándome completa a mi hombrecito, tumbarme con mi coño abierta de piernas, para que se abalanzara sobre mí despatarrada, y me poseyera clavándome su fantástico espolón…, pero recatada, ese día no podría mirarle a los ojos mientras me penetrase…, por eso me coloqué de espaldas a él como una perra caliente en celo me abrí de piernas ofreciéndole mi raja del culo abierta, mi ano sin desvirgar y la rajita entre abierta de mi chumino mojado hirviendo de fiebre….

Al parecer tenía menos vergüenza que me viera en dicha posición desvergonzada, mostrándole mi más guardada intimidad en firme desventaja ante el macho…totalmente sumisa a su uso. De frente es donde podría dominar sus miradas, sus embestidas, su fortaleza y porque no decirlo su cariño hacia mí mientras me amaba horadando mi coño. En esa postura le dejaba el terreno libre para que pudiera reventarme a pollazos si así lo deseara. Me acerqué desde atrás hacia él para que me follara a su libre albedrío, sentí la cabeza enorme de su polla entre mis labios vaginales deseosos de que entrase entre ellos, y lo hizo aquel enorme cabezón encendido. ¡Se clavó en la vagina caliente, mojada y desesperada que su madre le ofrecía! Empecé a menear mis caderas como una perra en celo, al sentir como entraba una y otra vez llenándome cada vez más la vagina a cada empellón, haciéndome gozar como nunca lo había hecho en los últimos diez años al menos. Me cogía de las caderas con gran fortaleza, y la clavaba una y otra vez haciendo que mis tetas bailaran a su son, duras, con los pezones erectos y balanceándose a su ritmo como si fueran de gelatina.

Mis gemidos se hicieron ostensibles pese a querer evitar ser oída, me avergonzaba que mi hijo me pudiera escuchar como disfrutaba su madre al notar su verga horadar la intimidad de mi útero…, era ridículo pero así era. Tras unas inserciones contundentes a fondo, donde noté el golpeteo de sus huevos, me hizo gritar y sus jadeos se unieron a los míos desinhibiéndonos por completo. El chasquido de mi culo contra su cadera, mis gemidos y sus jadeos envolvía la estancia de los sonidos de la lujuria, aquel coito no podría terminar más que con su semilla en mi útero. El ritmo se tornaba brusco, rápido y demencial. No esperaba menos de un adolescente con tal ímpetu, en donde  acoplados por nuestros sexos como dos perros en celo, fornicábamos en plena locura de lujuria cual dos desconocidos. No verle la cara me ayudaba a disfrutar mucho más de mi semental, mis pechos sobre las sábanas, apoyada en mis codos casi mordiendo la almohada resistía los embates del grueso y largo cipote de mi hijo entregado a la causa espoleando con todo su cuerpo.

Por un momento bajó el vaivén haciéndome notar su glande duro y gordo entre mis apretadas paredes vaginales. Mis músculos vaginales actuaban a la par succionándolo hasta que noté un cálido y cremoso chorro de leche que brotaba potente como la lava ardiendo, llenándome la vagina del esperma espeso de mi hijo. Yo no me corrí, pero el chico debió de correrse como pocas veces lo había hecho, pues no paraba de soltar lechazos a cada convulsión entre esténtores y gemidos que no podía evitar el pobre muchacho. Me había clavado todo el rabo hasta las mismas pelotas, y en esa posición con un leve mete saca vaciaba todo su semen contenido en sus ciclópeos huevos. El muy cabronazo gemía como un verraco al tiempo que desahogaba toda su contenida virilidad, toda su semilla fértil en lo más profundo del coño de su madre en escandalosamente largos chorros de lefa haciéndomelos notar compulsivamente. Caí boca abajo sobre la cama con todo su contenido espermático chorreando por mi raja al no poder contener tanta leche en su interior…, en ese el último empellón que me arrimó con generosa energía caí derrumbaba sobre el colchón a medida que iba extrayendo su verga de mi interior.

Al acabar de salir su gordo capullo, brotó su espeso semen en un grueso borbotón deslizándose entre los labios hasta manchar las sábanas. Rendida y colmada de su masculinidad le invité a que se aseara mientras me recuperaba de tan anhelada batalla… Por fin mi cabeza paró de desear contener la esencia de su virilidad dentro de mi coñito calenturiento por ese día. No me había corrido, pero no siempre es necesario para sentirse plena con un polvo, donde la lógica no me estaba permitida en mi raciocinio, dada la ausencia de anticonceptivos en tal acto de lujuria. Pues mirándolo bien en perspectiva solo podemos decir que fue un acto animal, salvaje y puramente cavernícola de satisfacción carnal con un hálito de amor, al menos de mi parte, pues amaba a Ciro…. Como hijo, como amante y como hombre dotado de una masculinidad que toda mujer debe saborear una vez en la vida. Recuerdo lo que repetía siempre mi amiga Clara… “A una mujer no la completan hasta que una tranca de 20 cm no le metan” o “Una mujer no está completa hasta que un negro no se la meta” Esta última no iba conmigo pero la primera sí, y efectivamente mi querido niño era el poseedor de la tranca que me ha completado sin dejar de amar a mi marido, pues una cosa no me quita la otra.

*****

 

Mi madre me ayuda a estudiar. No es que yo fuese mal estudiante, al contrario, solo me habían quedado dos de tres o cuatro asignaturas que me solían caer en cada curso…, vamos que este curso gracias a mamá me centraba más en los estudios, alcanzando las cotas normales de cualquier otro alumno medio de mi curso. Como a muchos otros chicos de mi edad, las hormonas nos alteraban un poco y era difícil concentrarse en clase si a la chica que se sentaba delante ti se le asomaba un poco el tanga por encima del pantalón. Hoy día las chicas son bastante desvergonzadas y no tienen pegas de ensenar sus prendas íntimas, tan solo para reírse de los salidos que estamos los chavales a su alrededor. Desde antes de Semana Santa mi madre y yo manteníamos relaciones incestuosas periódicamente, alternándola con papá en una proporción de 3:1, evidentemente mientras yo le echaba tres polvos, mi padre solo alcanzaba a follársela una vez. Gracias a eso solo me quedaron tres parciales de dos asignaturas y no las cuatro asignaturas de costumbre para septiembre.

Mi rutina durante aquél verano había sido pasarme la mañana en la piscina de mi urbanización bañándome y jugando al fútbol. Por las tardes, después de comer y ver un poco la televisión, tenía que estudiar tal y como le había prometido a mis padres para sacarme las asignaturas que me quedaban pendientes. La verdad es que lo que tenía que estudiar no era demasiado difícil, así que me podía permitir el lujo de pasarme la mayor parte del tiempo de estudio distrayéndome con otras cosas. Leía cómics, jugaba con videojuegos y sobretodo, como os podréis imaginar, me masturbaba casi cada día esperando que mi madre me ofreciera la satisfacción del polvo semanal, aunque más bien solían ser dos. Ese era mi pasatiempo favorito con mamá, después de haber descubierto los placeres del onanismo…, apenas llevábamos fornicando como animales salvajes unos meses de ese mismo año y la necesidad de penetrarla, corriéndome dentro de ella se había convertido en una necesidad imperante en mí que hacer diario.

A mi padre se le habían acabado las vacaciones y se pasaba casi todo el día fuera de casa trabajando. Mi madre a esa hora medio dormida en el sofá viendo la televisión… luego se ponía a hacer las tareas de la casa. Así que disponía de un buen rato para disfrutar machacándomela en mi habitación sin que nadie me molestase, ya que mi madre nunca entraría sin llamar antes, pero tampoco le pondría pegas a que ella me la hiciera. Tenía a mano mi portátil conectado al Wifi de casa y sin restricciones parentales de contenidos, por ello me ponía una buena peli porno de descarga gratuita, también solía usar las revistas Interviú de la colección de mi padre…. Esperaba que mi padre no las echase de menos, por eso las reponía lo más pronto que podía. Estas revistas no iban al reciclaje como el resto de periódicos y revistas, con el consentimiento de mamá. Antes de que se dieran cuenta entraba en su cuarto y me apropiaba de las revistas y las guardaba en mi habitación en un lugar seguro sin que nadie se diera cuenta o eso creía yo.

Como muchas otras tardes aquél mes de Junio, el día de los hechos que os quiero narrar, definitivamente daría un nuevo giro a mi vida sexual. Yo ya tenía un ejemplar de Interviú sobre mi mesa. Estaba abierto justo donde se mostraban las fotografías de la famosilla televisiva de turno en estado de semi-desnudez. Yo ya estaba excitado y el bulto de mi polla se notaba debajo del bañador que aún llevaba puesto de por la mañana. No necesitaba mucho más para excitarme. Ya venía bastante caliente después de haber pasado la mañana en la piscina, contemplando a las chicas y mujeres que tenía como vecinas en la urbanización. Me encantaba verlas en bikini, aunque ellas seguro que no se hubiesen mostrado así ante mí si hubiesen sabido los pensamientos lascivos que recorrían mi mente al verlas. Con la sangre fluyendo rápidamente hacia mi polla, me dispuse a bajarme ligeramente el bañador y dejar mi miembro viril saltar libremente. Sin apartar la vista de la guarrilla de la revista, empecé a ejecutar una paja suavemente. No llevaba apenas ni dos minutos cuando oí que llamaban a la puerta….

­ ̶  Ciro, ¿puedo pasar? Escuché reconociendo sin duda la voz de mi madre."Mierda", pensé mientras volví a subirme el bañador rápidamente y a esconder la revista entre los apuntes de la asignatura…

­ ̶   Sí, sí, pasa mamá, le contesté intentando calmar los nervios del momento. Inmediatamente mi madre entró y no vio otra cosa que a su querido hijo estudiando como un buen alumno aplicado. Por aquel entonces, mi madre tenía 38 años. No la podría describir de otra manera que no fuese la de la típica mujer madurita de treinta y tantos muy bien conservada un poco rellenita. Le gustaba mucho el deporte y eso le había dejado un cuerpo duro y macizo pese a esa piel de naranja de sus caderas, que yo, al igual que con las otras mujeres de la piscina, había podido disfrutar contemplando… Recuerdo sobretodo un bikini que solía ponerse. La tela era fina y de color claro…, se transparentaba mucho cuando estaba mojado marcándose su ostensible raja del conejo que se le abría cuando se recostaba sobre la hamaca. Claramente podías verle sus grandes y marrones pezones, así como la tintada caoba de los pelos de su coño…, no abundantes formando su triángulo recortado del pubis. Tenía un par de tetas increíbles, grandes y bien colocadas. El vientre prácticamente plano si no fuera por un pequeño pliegue, y un culo destacado por su estrecha cadera, pero perfectamente tonificado por muchas horas de aerobic, donde las medidas óptimas para ser atractivo para el macho las cumplía con creces.

No me sorprendió verla ahí en mi habitación, ya que últimamente solía visitarme con frecuencia mientras estaba estudiando…. Su aspecto era bastante menos seductor que en la piscina, ya que estaba cubierta por la bata ancha abotonada por delante que solía ponerse para estar más cómoda en casa. Su morena melena estaba recogida con una práctica coleta… ­ ̶  ¿Qué cariño, cómo lo llevas? Dijo acercándose a la mesa.

Se colocó justo a mi lado, su cara acercándose a la mía y mirando mis apuntes. ­ ̶  Eh... bien, bien… contesté un poco preocupado por si mi madre pudiese descubrir la revista que se ocultaba bajo mis apuntes.

Pese a que no tenía ningún problema que ella conociera mis pajas, me cortaba que supiera que lo hacía viendo revistas dejándola a ellas fuera mi inspiración, además del solo hecho de habérsela robado y ocultado para mi disfrute. Vamos todo ello me daba un poco de vergüenza dárselo a conocer… ­

­ ̶  Tú no te preocupes hijo, ya verás cómo lo apruebas todo. Tú has podido con mucho más otros años…,dijo intentando tranquilizarme.

Mi madre siempre se había preocupado mucho porque fuese un buen estudiante. Aquél curso estaba siendo mejor que otros, que solo hubiese suspendido dos en parciales, en vez de tres o cuatro completas al final del curso no le había disgustado, mis padres estaban bastante esperanzados que pasara limpio, ya que no era la primera vez que debía recuperar algo en septiembre, y esta vez era menos materia que otros cursos. Se había pasado todo el verano insistiendo mucho en que le dedicase las horas necesarias al estudio, aunque su tono en ese momento era más bien conciliador sabiendo la complicidad de guardar nuestro secreto. En estos tres meses nuestra relación había dado un vuelco radical cuando estábamos solos, era muy distinto a como me hablaba anteriormente, si bien solo en la intimidad de estar los dos solos, el resto del tiempo con compañía apenas cambió nada en su actitud hacia mí…

­ ̶  Ven un momento, siéntate conmigo aquí en la cama. Tenemos que hablar,me pidió cogiéndome de la mano.

Me levanté y en ese momento el bulto en mi bañador era bastante ostensible. Me sonrojé un poco al comprobar que mi madre se había dado cuenta, me dio igual no hice nada por ocultarlo o taparme con las manos. Me senté a su lado en la cama y esperé expectante a lo que me tenía que decir…

­ ̶  Mira Ciro, he estado pensando… bueno, es que ya tienes una edad…,parecía que le costaba encontrar las palabras. ­ ̶  Te vas haciendo mayor, y un chico de tu edad va sintiendo cosas nuevas, y bueno empieza a tener unas necesidades que antes no tenía…

En ese momento yo no tenía ni idea que quería decirme mi madre, pues ya habíamos tenido sexo…, la miraba sorprendido. Ella lo volvió a intentar. ­ ̶  Bueno, es que esta mañana en la piscina... me he dado cuenta de cómo mirabas a las mujeres en bañador. Ya te estás haciendo todo un hombre y es normal que empieces a ver a las chicas de esa manera.

­ ̶  Yo, es que… bueno… no puedo evitar mirarlas, no lo hago con mala intención, intenté disculparme pensando que mi madre me estaba echando la bronca por serle infiel con el pensamiento desear a otras mujeres.

­ ̶  No, no. Si no pasa nada porque mires de ese modo a las mujeres. No te preocupes cariño, ese no es el problema, contestó ella acercándose a mí y pasándome una mano por encima del hombro.­ ̶  Lo que pasa es que ahora es muy importante que estudies y todas esas cosas te pueden desconcentrar.

­ ̶  Bueno mamá, pues no iré más a la piscina. Me quedaré aquí estudiando.

­ ̶  No, no es eso tampoco mi vida. Lo que te estoy diciendo es que tienes que aprender a descargar todos esos sentimientos que tienes cuando estás en la piscina.

Ahí sí que ya me centré en lo que me quería decir mi madre…, miré bastante confundido a los ojos a Sofía la mujer, no a mi madre. Ella hizo un esfuerzo final y me habló lo más claro que me había hablado nunca.

­ ̶…Ciro, es aconsejable que para que no desconcentres de lo importante te hagas una buena paja cuando lo veas necesario, si no lo podemos hacer juntos….

Me quedé de piedra, mamá estaba celosa o al menos eso me parecía a mí. No me podía creer que me acabase de comentar eso. Me asusté un poco pensando que mi madre descubriría lo de las revistas Interviú…, se enfadaría mucho, así que le mentí diciéndole que solo me interesaba ella. Supongo que me creyó, y no era de extrañar ya que seguía viéndome como a su niño, le pertenecía y se había erigido mi profesora personal en el aspecto sexual teórico y práctico, una asignatura aun por aprobar definitivamente. Quería asegurarse que me mantenía concentrado con mis pajas y las dos folladas semanales que tenía conmigo. Siempre me había sobreprotegido mucho y mi aspecto físico ayudaba a que me tratase como a un adulto, ya que a pesar de tener diecisiete años, mi estatura y complexión física eran más propias de un veinteañero. Se quedó pensativa unos instantes y finalmente me dijo…

­ ̶  No cabe duda que ahora mismo a tu edad, tienes las hormonas a tope y necesitas darte un pequeño alivio de vez en cuando, más frecuentemente del que una mujer adulta de mi edad es capaz de soportar. Por eso ya verás cómo después de hacerte una paja estarás mucho más relajado y podrás concentrarte mejor en los estudios.

La lógica de mi madre era aplastante, empatizaba conmigo al 100%, conocía mis pensamientos, necesidades y la forma de actuar. Me daba lo que ninguna otra madre de mis amigos le ofrecía a ellos, pues no creo que siquiera ninguno de mis conocidos se follara a su progenitora…, Yo Sí.

­ ̶  A ver, ¿Desde cuándo no te haces una paja?Me preguntó y yo no pude contestar de pura vergüenza que tenía ante esa pregunta directa ocultando mi verdad bajo el libro de mates.

­ ̶  ¿No me acuerdo bien, creo que esta mañana antes de desayunar cayó una…? Se quedó callada por unos instantes viendo como le mentía, pero se hizo la desentendida y…

­ ̶  Bueno, ya han pasado unas cuantas horas desde la primera de hoy, estos huevos deben haber producido suficiente para una segunda. Pero luego tendrás que centrarte tu solito en las matemáticas hasta que llegue tu padre a cenar… ¿vale?

­ ̶  De acuerdo mamá pero preferiría que echáramos un polvo si te apetece…

­ ̶  Hoy no, le toca a tu padre follarme y no quiero que note el coño mojado e impregnado con tu semen.

­ ̶  De acuerdo respetaré mi turno…

­ ̶  ¡Venga Ciro, quítate el bañador!  Me pidió. Sin rechistar la obedecí y me levanté. Dejé caer el bañador al suelo y mi verga asomó dura apuntando hacía el techo… ­ ̶  Mira, así no me extraña que te cueste estudiar ¡Cómo te vas a concentrar si tienes toda la sangre del cerebro ahí abajo! Dijo mi madre sumamente sorprendida por el grado de erección que ya tenía mi rabo…. ­ ̶  Ven, siéntate, que ya verás lo relajado que te quedas después de que tu madre te haga una soberana paja.

­ ̶  Me la vas a chupar un poco…

­ ̶  Puede, tú solo déjate llevar por mamá.

Me senté y mi madre me ayudó a quitarme la camiseta que llevaba puesta. Luego me hizo tumbarme. Se inclinó un poco a mi lado y se quedó mirando mi polla, que palpitaba dando pequeños toques en mi estómago. Hace unos meses no me podía creer lo que estaba a punto de hacerme, aquello parecía un sueño hecho realidad. Por fin su mano agarró firmemente mi falo erecto y empezó un suave masaje masturbatorio. La sensación de su mano en mi polla era genial, era la primera y única mujer que me tocaba mi cipote y aquello era gloria bendita. La paja era suave pero a un buen ritmo, como la haría toda una experta a la que hay que pagar por ese trabajo…

– ¡Joder cariño la tienes muy grande y dura para tu edad! ¿Lo sabes? Pollas de este tamaño no las tienen todos los hombres adultos, más bien casi ninguno…,dijo con orgullo, tal vez pensando en lo mucho que podía llegar a crecer aún, y el portento que tenía a su entera disposición… – ¿Te gusta la paja que te hace tu madre, Ciro?  Tú cierra los ojos y disfruta mi amor.

– Sí mamá…, contesté con un hilo de voz.

Pero la verdad es que no podía cerrar los ojos. Ver a mi madre haciéndome una paja me ponía más cachondo aún. Sus ojos no apartaban la vista de mi fierro endurecido envuelto por su mano, sus dedos aprisionándolo con fuerza circundando el estoque, a la vez que su mano se movía sin descanso. Pero lo mejor era ver sus tetas enormes bamboleándose debajo de la bata debido al movimiento de su brazo. Los primeros botones estaban desabrochados con una buena vista de su canalillo. Claramente se podía apreciar que no llevaba sujetador, pues sus ubres campaneaban libremente en movimientos hipnotizantes. No puede evitar empezar a gemir levemente, aquello me estaba encantando. Mi madre respondió acelerando un poco el ritmo lo que hizo que aún sintiese más placer…

– Me gusta mucho, no pares mami por favor, susurré gimiendo.

Mi madre sonreía satisfecha de ver a su hijo disfrutar tanto, gracias a ella. Volvió a acelerar el ritmo agarrando fuertemente mi polla en un apretado anillo formado por sus dedos alrededor de mi tronco, seguramente a sabiendas que no me faltaba mucho para eyacular. El ritmo de la paja era cada vez más rápido y yo ya empezaba a sentir la tensión en mis huevos. La descarga era inminente…

– ¡¡Aaaah!! ¡¡¡Aaaaaaaaaah!!! Grité cuando grandes chorros de semen espesos salieron disparados hacia mi cuerpo, su mano y sobre la bata poniéndola perdida de leche. Fue una corrida brutal.

Creo que hasta ese momento nunca me había corrido con tal abundancia. Tenía el pecho y el estómago cubiertos de lefa caliente y ella toda su bata salpicada de chorretones y borbotones por la parte delantera. Algunos chorros incluso habían llegado a impactar en mi madre en la cara y a lo largo de su brazo, manchándolos someramente. Ajena a ello, mi madre seguía exprimiendo mi polla hasta que logró sacar la última gota de semen. Yo estaba totalmente extasiado, cerré los ojos y pude escuchar los fuertes latidos de mi corazón…

– No te muevas, no quiero que manches la cama, oí decir a mi madre muy condescendiente conmigo volviéndome a la realidad. – Voy a limpiarte esto con algo, porque lo has puesto todo perdido, que barbaridad de chorros de leche expulsas mi vida… ¡Produces más esperma que un todo bravo!

Se levantó y miró a su alrededor buscando un pañuelo o algo. Yo cogí mi camiseta e hice ademán de irme a limpiar con ella pero mi madre me lo impidió… No seas guarro Ciro, con eso no. Espera.

Acto seguido metió sus manos por debajo de la bata y se empezó a bajar las bragas. Ver sus braguitas deslizándose por sus ricos muslos fue una visión sumamente erótica. Luego se acercó con su improvisado trapo y empezó a limpiarme el semen pegado a mi cuerpo. Apenas le presté atención a eso ya que no podía dejar de pensar que en ese instante mi madre estaba totalmente desnuda debajo de la bata…

– Bueno, pues esto ya está. ¿A qué te has quedado relajadísimo?

Asentí sonriendo mientras ella se agachó un instante y me envolvió con sus labios mi glande succionándolo y dejarlo limpio como una patena relamiéndose los labios…

– Ahora sí que está todo bien limpio. ¡Anda vístete y ponte a estudiar! Ya verás como ahora estás mucho más concentrado. Yo me voy a duchar, estoy sudando y pringada de lefa espesa por todas partes…, la bata va directa al cesto de la ropa sucia ¡Qué barbaridad de macho tengo en casa!

Me dio un beso en la comisura de los labios y salió de mi cuarto con las bragas empapadas de semen en la mano. Aún confundido por lo que acababa de sucederme, me levanté y me fui a sentar en la silla sin ni siquiera vestirme. No me podía quitar de la cabeza la visión de mi madre haciéndome una paja, de su boca en mi glande mamándolo por más que no era la primera ni sería la última vez que lo hacía, no me acostumbraba a tal placer digno solo de los dioses del Olimpo. Tan excitante había sido que mi polla seguía en estado de erección. Intenté concentrarme y ponerme a estudiar pero en mi cabeza rondaba una idea perversa…

¡Mamá, mamá! Grité para que me pudiese oír desde el baño. – ¡Ven un momento!

Al minuto apareció mi madre envuelta en una toalla de baño que cubría lo justo. Se había soltado el pelo y su melena lucía preciosa. Yo estaba ahí sentado con las piernas separadas y mi polla en alto como una estaca mirando al sol, rígida en consonancia a mis necesidad aun no calmada. Al verme así mi madre sonrió, seguramente anticipándose a lo que le iba a decir…

– Mira mamá, esto todavía está así. ¿Por qué no me haces otra paja de esas que tú sabes a ver si se me queda más tranquila?

Dije mirándole a los ojos en actitud de pena desafiante, ella sabía bien que no pararía hasta acabar echando un polvo divino de la muerte, por mucho que a ella le contrariara hacerlo frente a sus principios de equidad y posición de poder que estaba a punto de perder un unos instantes…

– A ver Ciro, es que no podemos pasarnos toda la tarde así. Tienes que estudiar que los exámenes son la semana que viene,se acercó y se quedó un poco pensativa mientras miraba mi verga. – Mira, vamos a hacer una cosa. Tú sigue aquí sentado estudiando que yo me quedo a tu lado haciéndote cositas, ¿vale?Sin esperar mi respuesta se arrodilló y empezó a meneármela otra vez.

Intenté concentrarme en los apuntes pero era imposible con semejante hembra a mis pies dándome placer. Mi madre me pajeaba con ritmo intenso y yo no podía dejar de mirarla. En un momento dado, ella miró hacia arriba y me vio ahí embelesado…

– ¡Oye, que te he dicho que estudies! Dijo sonriendo. – Tu a lo tuyo y yo a lo mío.Siguió un poco más pero volvió a mirarme diciendo… – Está claro que así no vas a estudiar. Lo mejor va a ser que te saque toda la leche ya, y así luego podrás seguir más tranquilo…. Voy a probar otra cosa, ya verás cómo te gusta.

Acto seguido mi madre le dio un par de sacudidas más a mi polla y se la metió en la boca. La rodeó con su lengua y bajó hasta metérsela por completo. En otras palabras, que mi madre empezó a chupármela como una auténtica puta engulléndola hasta golpear mis huevos en su barbilla. En ese momento sentí como una descarga eléctrica recorriendo mi espalda, y no me corrí al instante solo porque justo hacía menos de diez minutos que había soltado la mayor corrida de mi vida. Sin dejar de agarrarme la polla con su mano derecha, la cabeza de mi madre subía y bajaba recorriendo todo mi falo, mientras la mano izquierda amasaba mis excitados testículos. Su caliente saliva ayudaba a facilitar el deslizamiento y el sonido de su chupeteo me ruborizaba poniéndome más cachondo que un querubín…

¿Pero qué me haces mamá? ¿Qué me haces? ¡Cómo me gusta cuando me la comes así! Gemí yo totalmente sumergido en placer.

Mi madre solo respondió con gemidos y acelerando el ritmo de su mamada. Con la otra mano me agarraba los huevos fuertemente al punto de escurrirlos literalmente. Lo más increíble es que en esas lides, mi madre parecía estar disfrutando casi más que yo. Cuando ya parecía que aquello no podía mejorar mi madre separó su boca de mi verga. Me miró a los ojos sonriendo, su mirada brillaba de alegría. Mi polla, reluciente cubierta de saliva, apuntaba hacía ella más dura que nunca, más enérgica que nunca, con más ganas de follarme a mi madre que nunca….

– ¿Te está gustando mi niño? Ver a tu madre de rodillas mamándotela te pone muy cachondo ¿Verdad?Preguntó ella, aunque la respuesta era obvia. –Pero parece que ahora te está costando correrte más que antes…, a ver, vamos a probar con esto.

Entonces se quitó la toalla para contemplar a mi madre totalmente desnuda. Ahí de rodillas en el suelo frente mí, avisté sus preciosas y enormes tetas adornadas del gran rosetón de sus aureolas coronadas por un erecto pezón ciclópeo… más abajo su rico y bien adornado coño me envalentonaba. El tono rosado de su raja se distinguía claramente en la mullida vulva de color más oscuro que el resto de su piel. Sin duda estaba tan excitada como yo la condenada. Se acercó un poco más a mí, agarró mi polla y se la puso suavemente entre sus tetas. Empezó a masturbarme haciéndome una deliciosa cubana que solo había visto hacer en películas porno. Mi polla se deslizaba fácilmente gracias a la saliva y el líquido pre-seminal que la cubría…

– ¿A qué te gustan las tetas de mami? ¿A que si?Dijo mientras aceleraba el movimiento. – Pues ahora las vas a probar follándotelas como nunca te follarás a otras…

No me lo creí cuando se levantó y acercó sus melones a mi cara. Casi por instinto, los agarré con la mano y empecé a chupar sus pezones mientras ella me apretujaba la cabeza contra ella. – ¡¡Mmmmmm siii…, chúpale las tetas a mamá… me gusta… mmmmmm!! ¡Me encanta que mi bebé mame de las tetas de su mami…!

Noté como su mano acariciaba suavemente mi polla y parecía querer acercarla hacia ella. Me separé de sus tetas y me fijé en que parecía que mi madre quería meter mi verga en su coño… Mamá... no podemos hacer eso… hoy te toca follar a papá y mi leche… ¡Lo va a notar si te lleno el coño!

– Mira Ciro, ya va siendo hora que me folles más que tu padre, tienes la polla más grande y potente… pareces más hombre que él y yo necesito un hombre bien macho para cubrir mis necesidades fisiológicas hoy. Luego me lo agradecerás mi vida.

– Luego no, te lo agradezco ya ahora mismo mamá.

Sin rechistar más, se colocó en cuclillas sobre mí abierta de piernas con su coño encima de mi polla, la cual agarró enfilándola a su entrada vaginal con una mano y la otra expandiéndose los labios vaginales para que no estorbasen a la hora de ser perforada. Fue pasando la punta del glande por su rajita húmeda frotándose el clítoris que remangó bajo el capuchón y tras un rato forzando mi capullo contra su coño la metió en su coño. Ella gemía suavemente, más bien jadeaba al sentirla invadir aquella cueva del placer, yo notaba cada pliegue de sus paredes internas en mi sensible glande… Lentamente fue introduciendo mi polla hasta que se acomodó toda entera dentro de su vagina. Luego empezó un lento movimiento de su culo. Mi madre me estaba follando sentada encima de mí…

¡Ummm!  Yo estaba paralizado gozando como un truhán sin saber que hacer mientras ella seguía moviéndose. Me abrazaba y gemía a mi oído…sus jadeos eran los cantos de sirena de Ulises, me embelesaban y ataba a ella cada vez más. Me besó suavemente en la mejilla. Yo, increíblemente, aguantaba sin correrme aunque esa era la primera vez que estaba cabalgado una mujer dejándome hacer. Mi madre cogió mis manos y las puso en su culo. Fui consciente de lo que me estaba pasando y agarré fuerte de sus nalgas y acompañando sus movimientos le clavaba la polla lo más hondo que podía dentro de su coño con contundente inserciones de las que surgían gemidos y pequeño gritos de gusto al notar mi capullo en lo más hondo de su útero…

– ¡Mmmmmmm…! Así muy bien Ciro... ¡Qué bien…Estás aguantando como un machote! Estás hecho todo un semental dándole tanto placer a mamá ¡Ummm!Me dio un ligero pico en los labios y se levantó.

Pero aquello no había acabado, se dio la vuelta y me ofreció su precioso culo. Con la mano me ayudó a volver a meter la polla dentro de su coño buscando la entrada… no resultó difícil engulléndosela de una sola vez hasta los huevos. Una vez insertada, o más bien empalada, se apoyó con los brazos en la mesa al tiempo que movía su culo follándome mientras yo seguía sentado en la silla. Aquello era increíble. Su generoso culo moviéndose encima de mi polla. Sus gemidos cada vez más fuertes, me volvían loco de calentura. Yo la agarraba por las caderas e intentaba clavar mi polla con fuerza pero en aquella postura era difícil moverse. Decidí levantarme y reclinar a mi madre un poco más encima de mi mesa. Mi madre aceptó un poco sorprendida ante mi iniciativa, y así, en esa postura, empecé a bombear lo más fuerte que pude comenzando a sonar la gran follada que mi madre vino a buscar desde el primer instante…

– ¡¡¡¡Ooooohsiiiii!!!! Dame así Ciro… síii, que rico… Gemía desesperada mientras como poseído, la follaba sin parar.

Como podía más, con aquellas folladas me curtía en un follador nato, me hubiera gustado tener una polla de mayor calibre, una verga tal que reventara a mi madre partiéndola en dos, mientras ella se agarraba de la mesa como podía ante mis empellones que sonaban en chasquidos brutales adornados con sus gemidos y mis jadeos en aquella habitación de estudiante. Sin querer ella iba moviendo mis apuntes del instituto hasta que en un momento dado, al mover un poco una carpeta, apareció la revista Interviú debajo. De golpe, mi madre paró y se separó de mí.

– Pero bueno Ciro, ¿Qué hace esto aquí?Me preguntó enseñándome la revista. Yo estaba avergonzado y pensaba que la aventura con mi madre iba a acabar por haberla mentido antes. –Yo pensando que eras un chico responsable y sincero,  y resulta que me coges tú estas cosas…  ¿A qué te estabas haciendo una paja cuando he entrado antes en la habitación?

Afirmé con la cabeza y muerto de la vergüenza veía que ahora sí se acabó el magnífico polvo con mamá, pero mi madre me miró condescendiente y se rio. – Si no pasa nada, soy yo la tonta por haberme pensado que aún eres un niño, cuando ya me has demostrado que eres casi un hombre o un macho alfa directamente…

– Yo solo quiero hacerte caso y cumplir con lo que me ordenas, pero necesito mucho más…

– Bueno has demostrado follándome tan bien durante estos meses, que ya no eres un niño. Por eso vamos a aumentar la frecuencia de nuestros coitos… ¡Ven, vamos a terminar esto para que puedas seguir estudiando!

– ¿Me olvidaré de mis pajas…?

– ¡Puede ser! Dicho esto me agarró el cipote dándome un beso en la boca a la par, metiéndome la lengua en lo profundo del paladar… –Ven, vamos a la cama,y sin soltarme la polla me guió hasta allí.

Se tumbó con las piernas abiertas ofreciéndome su coño mojado y abierto… en esos momento mi madre era una perra en celo, comportándose como una verdadera PUTA. Yo me puse encima de ella al modo del misionero y sin esperar un segundo se la metí sin necesidad de guiarla de lo tiesa que estaba y lo abierto de su chumino para recibirme…, empecé a follármela sin compasión con penetraciones profundas hasta chocar mis pelotas en su culo una y otra vez. Sabía que iba a aguantar poco tiempo más antes de correrme, llegando a no sacar la polla dejando el glande dentro y volviendo a introducirme a tope desapareciendo todo el tronco hasta la misma base, pegando los pelos de mi pubis con los suyos, una, dos, tres y más veces sin cesar…

– ¡¡Oooooh siiiiiii… Fóllame Ciro, FÓLLAME!! Que tu padre hace meses que no me folla… ¡¡Fóllame Ciro lo necesitooo!! ¡El conejo de mamá pasa mucha hambre, tu padre lo tiene famélico y tú serás quien le dé de comer todos los días a partir de ahora…! Gritó desesperada.

“¿Cómo podía ser tan estúpido mi padre como para dejar sin sexo a semejante hembra caliente durante meses?” La verdad es que no me importaba mucho. Ahora era yo el que estaba follando con mi cachonda madre completamente entregada…nunca imaginé que fuese tan PUTA y SUMISA. Me alcé un poco con los brazos para tener mejor vista. Las ubres de mi madre se movían al ritmo de mi follada como si fueran de gelatina, ella estaba gozando como una loca mordiéndose el labio inferior, tocándose le clítoris por encima de su capuchón de manera frenética, se le veía ofrecida con ganas de llegar a correrse y recibir la semilla de su hijo dentro de su coño. Ya casi estaba a punto de correrme, empecé a sentir la presión del semen subiendo por mis huevos, la excitación de todo mi cuerpo me producía temblor en las piernas y brazos, unido al saber que mi leche de nuevo moraría en el fondo del coño de mamá me embriagaba… Se me puso todo el cuerpo en tensión con un punzonazo en la cabeza de gusto que me enervó cada músculo que entraba en juego en el orgasmo…

– No puedo más mamá…, me voy a correr ya…

– No te corras dentro Ciro, ¡Sácala cariño por favor! ¡¡ME VAS A PREÑAR…!!  Estoy en mis días fértiles… Se la clavé más a fondo, reaccionando al contrario a la petición de mamá, en un instinto de procreación puro y simple “Si estábamos follando era para inseminar a la hembra” esa era la conclusión de mi simpleza mental.

Pero la emoción, la sensación de confort del coño de mi madre o simplemente la inconsciencia adolescente, impidieron escuchar la petición suplicatoria de mamá, cuando quise reaccionar la mitad de mi leche se había evacuado en tres largos chorros de lefa espesa y contundente presta en toda su vitalidad, colmada de unos espermatozoides jóvenes deseosos de conquista. Tras los dos aldabonazos de cálido esperma mi madre me increpó…

¡Cabroñazo, no te corras dentro de mí que estoy en mis días fértiles! ¡¡Me estás preñando hijo…!!

No digo que me no importase su fertilidad, pero en ese momento ella no se había ocupado en nada en prestar atención a tal circunstancia, al realizar el coito sin ninguna protección. Mi madre debía haber sido más cautelosa si la podía dejar preñada del polvazo que echamos y yo más gentil con la dama que me estaba follando, sin embargo mi instinto tomó la decisión por mí de inseminarla, dado que la hembra se guardaba para aparearse con su marido y ser este quien la preñase. Todo ese mareante episodio quedó claro en mi subconsciente tomando las riendas de la procreación y la selección natural de la especie, por eso me dejé llevar cuando comencé a sentir la presión de la leche en el fondo uterino de mamá y los gritos de mamá en mis cerebro poniéndome alerta de que algo no iba bien…, tras el tercer chorro de lefa, reaccioné rápidamente sacando la polla, le di un par de sacudidas y un nuevo gran chorro de semen salió escupido con fuerza. Tanta que llegó hasta la cara de mi madre. Los siguientes chorros fueron saliendo aminorando su energía, cayendo por todo su cuerpo mientras yo gemía de gusto.

Mi madre también gimió al sentir la lefa caliente en su cuerpo con un resoplo que más bien era una reprimenda por la contrariedad de haber eyaculado la mayor cantidad, una buena parte de mi leche dentro de su vagina en tal estado receptivo. Acto seguido caí rendido al lado de mi madre. Ella se reía por como la había dejado y la travesura de la inseminación “no deseada”, “no programada”, “no consentida”. No me fijé mucho, pero mi madre volvía estar empapada de semen desde la cara hasta su coño y más allá. Era algo digno de ver…, doña Sofía completamente cubierta por la leche de su propio hijo, rociada de esperma. Se estiró hasta alcanzar la toalla que estaba en el suelo y se limpió un poco…

– ¡¡Vaya corrida Ciro... más que la primera vez!! No eres un hombre normal, tienes unos huevos de caballo…, me siento muy orgullosa de ti mi vida. Dijo mientras se tumbaba a mi lado y me cogía del brazo cariñosamente olvidando mi desacato a sus exigencias. – ¿Te ha gustado, verdad?

Yo asentí con la cabeza al tiempo que ella se acercaba a mi boca, entonces nos besamos. Estuvimos morreándonos un buen rato, los dos desnudos en la cama sobándonos por todas partes, sentía su lengua en lo profundo de mi paladar, me mamaba la lengua y yo le respondía con la misma pasión y ardor. Pasados unos minutos mi madre se levantó, haciéndome volver a la realidad…

– Bueno, me voy a duchar. ¡Y Tú ponte a estudiar! Me dio un pico y se fue.

Me quedé dormido mientras escuchaba el ruido del agua en la ducha, el atolondramiento unido al chapotear del agua de la ducha me elevó a los brazos de Morfeo debido a la satisfacción del desahogo testicular, de haber cumplido como hombre, como macho dando placer y gozo a una mujer que representaba todas las cosas que amaba y deseaba del sexo opuesto al mío. Una media hora después me desperté. Me vestí y salí al salón. Mi madre estaba en la cocina preparando la cena, nos miramos cómplices de nuestro amor, cómplices de haber rebasado la línea roja que un hijo y su madre no deben rebasar según la mentalidad social actual. Entre nosotros ella percibió y asumió de manera natural y fluida el rol de matriarca impositora de las normas que regirían nuestra relación “incestuosa” como la mujer adulta que era.

Volví a mi cuarto tras ver la sonrisa de beneplácito que me regaló, y me puse a estudiar tal y como había prometido a mi amada madre. Aquella fue la primera vez que me sentí “SU HOMBRE”, un adulto con responsabilidades que asumir, ella era mi responsabilidad, su honor, su amor, su sexualidad maltrecha…por eso no estimé que esa relación tuviese un recorrido corto desde la perspectiva de amantes, en una situación cómoda para ambos. Presentí que no sería la última vez que me follaría a mi madre como en las anteriores veces…, consolidamos lo que hasta ahora solo eran escarceos carnales de puro instinto, a un estatus de AMANTES. Ya no era aquel chiquillo tímido que descubría los placeres del sexo a través de espiar estratégicamente. Ahora recuerdo Retrotrayéndome a mis primeros años de adolescencia, cuando me las ingeniaba más para espiar a mi madre, cuando se bañaba y salía de su baño completamente desnuda.

Mis padres se llevan muy bien pero en ocasiones mi padre no llega a dormir en casa, y eso le molestaba mucho a mi madre, por lo que tenían problemas constantemente. Yo empecé a ver a mi madre con otros ojos como a los 14 años, ya por entonces una madrugada me levanté al baño y escuché música erótica, la puerta del cuarto de mis padres estaba entre abierta por lo que me acerqué muy despacio y vi a mi madre con una vestuario muy erótico, traía un tanga negro, un sostén negro de encajes que mostraba todos sus pezones, unas medias negras de encajes, unos zapatos de tacón y bailaba como una stripper ante la mirada de mi padre, desde esa ocasión vi a mi madre como una mujer, vi que tenía un culo completamente delicioso, me quedé a ver hasta que mi padre la desvistió y empezó a follársela. Desde esa vez cada noche me acercaba a su puerta para escuchar, la mayoría de las veces nada, me di cuenta que muy pocas veces tenían relaciones sexuales, en verdad pensaba que una pareja que dormía junta… todas las noche follaban una vez al menos, pero no era así, o bien mi padre estaba muy cansado o llegaba tomado. Desde entonces me las ingeniaba más para espiar a mi madre, cuando se bañaba y salía de su baño completamente desnuda, yo estaba siempre en la ventana de la terraza observándola y así transcurrió un tiempo hasta que comienza esa historia que estoy relatando.

Desvirgando a mi madre. Acaba de hacer los exámenes de Junio con muy buenas notas conseguí pasar a 2º de Bachiller limpio, aquello fue motivo de celebración, lo celebraríamos ese fin de semana en el restaurante de costumbre para estos eventos. Dio la casualidad que en esa ocasión mi padre por sus negocios debía salir de viaje unos días, necesitaba tomar el avión ese mismo fin de semana, por eso una noche antes al acercarme al cuarto de mis padres escuché que discutieron muy fuerte, su enfado duró tanto mi madre no le acompañó al aeropuerto esa vez… me quedaría solo con mi madre durante al menos cuatro días. Esa noche salí con mis amigos a un disco pub a celebrar mi paso de curso con éxito, me quedé tan solo hasta las dos de la mañana que regresé a casa algo ebrio, al entrar a la casa vi que mi madre estaba bebiendo y escuchando música, también tenía ese punto de atolondramiento en el que la risa brota sin necesidad de forzar mucho el tema, estaba algo ebria como yo. Me sentí un poco apenado por dejarla sola esa noche, me acerqué…

Hola mamá ¿Qué tal estás? Una pregunta retórica que contestó con una sonrisa…. Siento haberte dejado sola esta noche, pero mis amigos me liaron y…

– No importa cariño eres muy joven para cargar con mis problemas de mujer adulta y casada….

Le volvía a preguntar cómo estaba ella, esta vez me contestó que muy bien, me ofreció una copa aceptándola. Nos quedamos hablando y bebiendo un poco alrededor de dos horas hasta que decidimos ir a dormir. Al momento de levantarnos de la mesa mi madre se acercó y me dijo – Hijo mío te quiero mucho, eres un chico muy guapo. Si tuviera veinte años menos me moriría por conquistarte y que me hicieras tu esposa… ¡Que me hicieras tuya todos los días…!

Frente a ella le contesté… Mamá tú eres una mujer excelente, una mujer muy guapa mamá. Sin no fueras una mujer casada y mi madre, te pediría que te casases conmigo…

En eso nos dimos un abrazo y al momento de querer besarle en la mejilla mi madre obvió mi objetivo girando la cara y nos besamos en la boca como venía siendo costumbre en nuestra intimidad. Al separarnos nos quedamos observándonos fijamente, decidí volver a besarla correspondiéndome ella con la misma fogosidad de una quinceañera. Subimos las escaleras abrazados, me invitó con un gesto inequívoco a dormir en su cama esa noche, y en su defecto el resto que no estuviera mi padre, en su cama matrimonial se disfrutaba de todos los placeres. Al entrar a su cuarto puso música que seducía los sentidos, sensible y erótica. Me dijo que me recostara en la cama, sacó algo de su cajón y entró al baño…, a los tres minutos salió envuelta en una bata y me dijo…

– Por fin vas a ser el protagonista en esta cama de lo que siempre has visto de lejos desde esa ventana (apuntando hacia la ventana de la terraza) y me quedé sorprendido al ver que mi madre sabía que yo los espiaba por la ventana.

Se acercó y se quitó la bata traía un tanga rojo y una sostén del mismo color de encajes transparentes con unas medias rojas. Empezó a bailar, a moverse muy erótica. Estaba completamente tieso, tenía la verga completamente empalmada. Poco a poco se acercó y se inclinó agarrándome los pantalones, me quitó la hebilla soltando el vaquero…, cayó a plomo a mis tobillos. Después se deshizo de los zapatos mocasines y del mismo pantalón mientras me quitaba la camiseta dejándome en cayumbos nada más. Me hizo sentar en el filo de la cama para bajarme los bóxer quedando con mi polla inhiesta mirando al techo.

Sin demorar un segundo abrió las piernas posicionándose sobre mi cipote, y con su mano derecha enfiló la punta del rabo a la entrada de su coño más que mojada. Ni lerdo ni perezoso le metí mi verga de un empujón vertical hacia arriba y ella me acompañó dejándose empalar hasta los huevos en una sentada sobre mí. Ella volvió a subir y a bajar cadenciosamente a un ritmo lento, el ritmo que la fortaleza de sus piernas daba de sí, cuando pasaron unos segundos en los que me dejaba hacer ella me susurró…

– ¡Necesito que me des cada vez un poco más rápido cariño!, ella gemía de emoción, de excitación de lujuria y de despecho por lo que su marido le había hecho…. Casi fuera de sí me decía… – ¡¡Así, más rápido mi rey!! ¡¡Fóllame!! ¡¡Fóllate duro a tu madre…Ahora es tu putita!! ¡Así mi rey, que rica verga tienes mi amor!

Ella sabía que esas palabras dichas en el momento oportuno me ponían a cien, por eso en lo que ella espetaba con ello, yo la follaba cada vez más rápido. Desde mi posición privilegiada observaba como entraba y salía mi polla impregnada de sus fluidos blanquecinos que se iban escurriendo tronco abajo hasta calar mis pelotas. Llegamos a un punto donde mi madre solo se sostenía en al aire completamente suspendida esperando los embotes de mi verga…se dejaba hacer sujeta por el culo por mí, mientras mi pelvis realizaba todo el trabajo de meter y sacar de su coño sin remisión, a la vez que le mamaba sus tetas bamboleantes, unas ubres de pezones inquietos por los empujones a la que era sometida por mi falo. Cuando conseguía atrapar su pezón con mi boca no lo dejaba escapar succionado, mamando y lamiendo esos rosetones color café que me volvían un imbécil apretando con mis labios sus pitones erectos. Con ella apoyada en mis hombros de vez en cuando sostenía su teta para darme de mamar, cuando no me comía la boca con sus ricos labios, hasta que extasiada me indicó cargada de lascivia…

– ¡¡Quiero sentir tu verga dentro de mi culito!! ¡Quiero que me la metas por atrás y me lo estrenes!

– Pero mamá… yo…

– ¡Caya hijo, Necesito que me des por el culo! Y le demos una lección a tu padre de cómo se ha de tratar a una mujer tan caliente y necesitada como mamá…

– Estás segura mamá… no es necesario si no quieres…

– Hoy es mejor día para ello cariño… Lo deseo ¡Fóllamelo antes que me arrepienta! ¡Quiero ser tuya!

Saqué mi verga de su conejo, y se giró quedando completamente empinada, con sus nalgas apuntando hacia a mí y su ano completamente despejado, le dije que antes de meterle la verga quería lamerlo… – Por favor mi niño no te reprimas en hacerlo…, nadie nunca me ha lamido el ano y me gustaría saber qué se siente.

Empecé a acariciar su ano con mi lengua y al mismo tiempo metía los dedos en su coño, estaba completamente mojada… – Así mi nene, qué bien me siento siendo lamida por mi ano, lo aprecio de manera deliciosa… ¡Gracias por hacerme tan feliz, por hacerme gozar así!

Estuve un buen rato deleitándome con su botoncito cerrado y estrellado, también con su coño. No me reprimí de comerle el chocho a mi madre con comida de pepita inclusive. Noté lo mucho que toda mi lamida le encantó a mi madre gimiendo y retorciéndose de gusto. En eso separé la cara de su culo y acerqué mi verga erguida tan dura como un fierro, la apunté en su ano y empecé a meter la punta, ella empezó a gemir fuertemente animándome a consumar…

– ¡Así metérmela más, metérmela toda Ohhhhhhh! Así cariño, Así…

En ese minuto y medio la iba calando cada vez un poco más, escupía para lubricar alcanzando unos centímetros más adentro y cuando aquel anito se mostraba suficientemente dilatado me animé a ir un poco más allá…, de un solo golpe se la metí casi toda, ella exclamó… – ¡Aaahhh!! Cariño que buena verga tieneshijo mío, ¡Aahhha, asíahhh!

Empecé el mete y saca despacio cada vez más rápido…más hondo. Ella estaba gozándolo cada vez más sobándose sus clítoris por encima de su capuchón, hasta que no aguantó y gritó… – ¡Aahhhhh! Ummm, me estoy corriendo mi amor, ¡ahhh! Le vino un tremendo orgasmo que se empapó toda la entrepierna, noté que lloraba por un poco de dolor y de placer a la vez, porque al mismo tiempo reía de gusto apretando en sus manos la sábana dejando los nudillos blancos.

Seguí embistiéndola sujetándola de sus estilizadas caderas y su enorme culo alternadamente. Era una maravilla ver perderse mi falo en el culo de mi madre, un culo abierto en una raja inmensa que era atorada por la verga del pervertido de su hijo. La sensación en mi polla era ligeramente diferente a cuando le follaba el coño, el tacto era un poco más tosco pero igual de excitante o más al saber que era su desvirgador, la única verga que había estado en su culo. Mi excitación y el morbo de darle por el culo, no me hizo soportar mucho tiempo atorando su ano, hasta que no aguanté más e hice erupción dentro de su culo, ella me decía… Sí, sí mi vida, lléname el culo de tu leche, Inúndamelo todo.

Yo aventaba más y más semen, nunca había expulsado tanto como esa vez, saqué mi verga de su apretado anillo. Tuvieron que ser al menos seis o siete chorros de lefa los que le descargué en el fondo de su esfínter. Desencajado de placer por la subida de adrenalina y la emulsión con el alcohol, me recosté a un lado de ella que se quedó acostada boca abajo con su culito apuntando hacia arriba. Al rato intentado recobrar las pulsaciones normales, me acerqué, ella se giró y nos dimos un beso francés con toda la lujuria de dos enviciados. Sin decir absolutamente nada nos quedamos dormidos de puro exhaustos que estábamos.

A la mañana siguiente desperté primero, ella dormía aun completamente desnuda al igual que yo. Quería acercarme y nuevamente empezar a besarla y a acariciarla, pero me daba reparo sin saber cuál iba a ser su reacción debido a que cuando lo hicimos estábamos completamente ebrios, había usurpado el lugar sagrado de mi padre y la había desvirgado por el culo, cuando ella prometió mantenerlo intacto hasta la hora de su muerte…, tal vez ahora que estuviera sobria iba a arrepentirse. En esos pensamientos despertó…

– Hola ¿Cómo estás cariño?

– Muy bien mamá… ¿Y tú? Ella con una sonrisa de oreja a oreja me expresó…

– Excelente mi amor gracias por complacer a tu mami. Ha sido una noche muy especial ¡¿lo sabes?!

Yo le contesté que no me agradeciera, al contrario que esto para mí es lo mejor que me puede pasar. Se acercó y me besó en los labios cual dos enamorados, cual pareja normal que comparte todo lo más íntimo que existe en nuestra vida, después se levantó diciendo que se ducharía que si no quería acompañarla…, encantado acepté. En esos momento me vino el recuerdo de cuando la espiaba en la ducha y le pregunté…

¿Tú sabías cuando te espiaba…?  Ella me contestó que sí… ¿Y por qué nunca me has regañado o dicho algo…?

– Hijo la verdad si debo ser sincera, por puro egocentrismo…, de alguna manera eso me hacía sentir deseada, me gustaba ser el centro de atención de un hombre que no fuera el cornudo de tu padre, el que cada vez tiene menos atenciones conmigo.

Se levantó invitándome a compartir la ducha con ella… Deseo que te duches conmigo cariño.

Ella empezó a acariciarme la espalda, yo giré poniéndome frente a ella y empecé a besarla en la boca, con toda naturalidad me correspondió y empezamos a acariciarnos todo el cuerpo poco a poco. Esto te va a gustar…

Después comenzó a bajarse hasta llegar a mi verga para darme una nueva lección de “francés”, empezó a chuparla, en verdad nadie podría mamármela como mi madre. Le dedicó no menos de cinco minutos engulléndose la polla hasta el galillo enardeciendo mi calentura y la suya. Comenzó a meterse mi polla en su boca frenéticamente…, primero la lamía pero luego se la introducía rápidamente. Le atusé el pelo para que no le estorbara, luego ella se cogió una cola. Mi madre sabía comer polla y era más que eso se las comía como una verdadera profesional, me estaba haciendo gozar con la mamada. Al rato de estar comiéndome la polla y acariciando mis huevos no podía aguantar más y le dije…  Quiero follarte.

A lo que ella me respondió…  – ¡¡Quiero que me folles!! Cuando percibió la potencia intacta de su hijo espetó…  Cariño mío, eres el hombre que siempre he esperado…, Potente, Guapo y Bello, de una verga brutal  dispuesta las 24 horas del día y capaz de eyacular una cantidad ingente de esperma espeso de rico aroma a macho, Cariñoso, amable y Gentil follándome… Eres un truhan que me terminado de robar el corazón…, solo me faltaba entregarte mi culo después del coño y ahora soy tuya por completo.

Sus palabras me atravesaron la cabeza como una bala. Se levantó arrastrándome fuera de la ducha a la cama otra vez. Completamente mojados nos recostamos sobre las sábanas, ella me abrazaba muy fuerte… – Por favor mi vida no te separes de mí nunca, me rogaba suspirando por mí… – No me abandones como hace tu padre.

No comprendía exactamente a qué se refería, más tarde comprendí que se refería a su abandono sexual…. No me separaba de ella, estaba completamente suelto sobre ella cuando mi rabo se deslizó como un misil en el agua hacia las profundidades del chocho de mamá, completamente despatarrada para mi intrusión matinal. En la posición del misionero me la follé sin dejar de besarla con todo el amor de hombre, no la veía como mi madre en esos instantes de fogosidad intensa…. En eso escuchamos que llegaba alguien yo me levanté rápidamente y me fui corriendo al cuarto de baño, mi madre se metió bajo las sábanas, era mi abuela que necesitaba unos cacharros para hacer a comida del día. Mi madre y su madre se comunicaron a gritos…, por fin se marchó y volví a salir a la cama de mamá.

La puse boca arriba e introduje mi polla en su coñito nuevamente, su lugar natural, caliente y húmedo…el más acogedor de los lugares de la faz de la Tierra. Mientras su rajita se excitaba comencé a besarla en la boca otra vez y ella me besaba. Mi polla poco a poco entraba en su cueva y ya casi podía sentir mis huevos chocar contra su perineo como solía ocurrir en tantas y tantas folladas habidas y por haber. Nuestros gemidos eran más fuertes y el ritmo de mi polla dentro de su vagina era cada vez más contundente. El conejo estaba siendo taladrado por mi polla y a los dos nos gustaba lo que pasaba, sentía su dureza en el fondo de su coño al contactar con mi glande y nos excitaba clavándola con mayor entusiasmo ¡Zas! La besaba en el cuello mientras ella con los ojos medio entonando disfrutaba de mi prominencia horadando su coño… Cariño déjame arriba, me pidió mi madre.

Me tumbé en la cama y ella se puso encima insertándose mi polla de una sola vez hasta el fondo. Comenzó a cabalgarme como una auténtica amazona moviendo su cintura, en la cual yo puse de primeras las manos, luego ella las trasladó a sus tetas, quería que sintiera la piel de sus ubres bajo en mis dedos y sentir su ritmo cardíaco que parecía que le iba a dar algo, de la excitación que estaba teniendo al follar con su querido hijo. Sin lugar a dudas a ella le ponía mucho más caliente que a mí follar con su propio hijo, y eso que yo era todo un vendaval de emociones con la sangre hirviendo. Le acaricie los pezones, los pellizqué retorciéndolos buscando su dolor placentero y luego se los mamé aliviando mi castigo, al tiempo que agarraba su trasero sintiendo lo duro y abierto que lo tenía. Humedecí con su boca uno de mis dedos y comencé a escarbar en su ano…

– Ciro no seas malo, por ahí hoy no,me dijo ella medio ida por la excitación de mi polla en su coño. Yo con una  mano le abrí las nalgas y con un dedo comencé nuevamente a ahondar dentro de su culo. – Cariño no seas malo, ummmmm,seguía diciendo ella pero no quitaba la mano.

Conseguí meterle un dedo en el ano a lo que ella dio un gruñido de placer, al estar siendo penetrada por dos agujeros… – Sigue ummmm, no pares, sigue ¡Ummmm! Eres un pervertido…follarte a tu madre por el coño y el culo a la vez ¡Te voy a tener que poner un severo correctivo cabronazo!  ¡Estás convirtiendo a tu madre en una puta…! Me decía totalmente excitada.

Ella se clavaba mi polla mientras que yo le clavaba mi dedo corazón en su ano, gritaba de placer de la doble penetración y al poco tiempo tuvo un gran orgasmo, no sé si el primero pero sí sé que fue uno muy fuerte…

– Vamos a cambiar, ¡Métemela desde atrás! ¡¡Pero solo por el coño…!!

Se puso a cuatro patas sobre la cama, cogí mi polla, la humedecí con saliva y comencé a hundirla en su rosado conejo abriéndome paso entre ambos labios vaginales como orejones. Al principio siempre costaba un poquito que entrara por tener un glande excesivamente gordo, eso nos resultaba gozoso…una vez superado el escollo entra hasta el fondo de un tirón expandiendo la succionadora vagina de mamá suavemente. Empecé con buen ritmo a meterle la polla en su coño para luego aumentar a cadencia demencial, ella lo único que hacía era gritar de placer una y otra vez, puse mis manos en su trasero para darle más fuerte a su coñito, ella gimió más fuerte cosa que hizo que me pusiera más cachondo. Al rato de estar dándole como a una perra ofreciéndome el culo le dije….

Baby me voy a correr, me puse cursi al estilo americano excitado del todo a punto de correrme….

– Espera mi Rey,me dijo mamá sacándose mi polla se su chocho dándose la vuelta.

Tomó mi polla con su mano y me dio una mamada agarrándome de los huevos…de nuevo enfilándosela en la gruta del placer la insertó en su coño y volvió a darme todo el placer que una veterana hembra sabe dar a su macho. Alojé mi verga en el caliente, húmedo y acogedor chumino de mi madre, e hizo que me corriera moviendo sus caderas en contorneos efusivos, así como con sus músculos vaginales que dominaba a la perfección dándome un masaje implacable. De pronto no pude aguantar más soltado todo el lastre contenido en mis huevos…  ella recibía los lechazos sin desperdiciar ninguna gota de semen de la polla de su hijo, uno tras otro fui vaciando los chorros de leche espesa saciada de espermatozoides locos por preñar a mamá. Aquel coño se lo comió todo, algo que me parecía siempre deleitante. Clavé mi falo hasta las pelotas dejado que las convulsiones de mi polla hicieran todo el trabajo de inseminar a la señora Sofía…, así me mantuve durante un largo rato sin forzar mi pesado cuerpo sobre ella, sintiendo su calor, sus caricias, su aroma a hembra que tanto me embriagaba, sus besos y sobre todo su amor incondicional.

Acoplados por nuestros sexos emanábamos pasión, reflejados en el sudor traspirado de nuestra piel envolviendo nuestras papilas gustativas. Todos nuestros sentidos se conjugaban en un vórtice donde confluían colmándonos del mayor deleite afrodisíaco, y en gran medida en mi madre que consintió mi actitud de macho semental, dejándose inseminar una vez más tras haber perdido el miedo de quedar preñada, tras las múltiples descaras que la inseminaban, alguna a traición en sus días fértiles del meses anteriores sin resultado positivo. Podríamos decir que el fracaso de mi esperma, dio paso al éxito de mi preponderancia como el asiduo fecundador de su útero…. Con el asiento del pensamiento que da el tiempo, ahora comprendo que a mi madre le movió el instinto de hembra por volver a ser madre, a ser fecundada, a ser engendradora de una nueva vida…, todo ello la llevó a la búsqueda de un macho joven cuyas posibilidades de engendrar superasen a las del macho veterano de espermatozoides lentos y atrofiados con poca cadencia inseminadora…. ¡No paró hasta conseguirlo!

Ya hacía más de cinco minutos que nuestros corazones se normalizaron del asalto a la pasión, dando por acabada la faena. Nos besamos, nos tumbamos, nos tapamos, nos abrazados, y por último nos quedamos adormilados, al menos yo más que ella. Pasada una hora mi madre salió de su cuarto con la naturalidad de una esposa recién follada por su marido…. Desde ese fin de semana todo tornó a otros tintes, lo hacíamos cada vez que teníamos oportunidad, lo que aumentó sustancialmente la frecuencia de nuestros encuentros. No nos pusimos horarios, ni calendarios a nuestro amor, al deseo, pasión y lujuria. Si bien durante esos cuatro meses disfrutamos del sexo sin tapujos, al natural sin condones que nos robaran las elevadas sensaciones de notarnos…, follarme a mamá a pelo pronto no tardaría en tener sus consecuencias.

Tan solo diez días después del viaje de papá en aquel fin de semana aciago para mis padres, y gloriosa para mamá y para mí, mi madre notó que algo no iba como debía ser. Su retraso menstrual no tenía buena pinta tras no parar de fornicar como salvajes por cada rincón de la casa, a cualquier hora y sin planificación familiar. La misma tarde que comprobó con el test de embarazo su preñez, nos lo comentó en la cena a mi padre y a mí…

– Quiero compartir con vosotros una buena nueva…, en nueve meses tendremos un nuevo miembro en la familia. ¡Estoy embarazada!

Mi padre y yo nos quedamos boquiabiertos, a su esposo le sentó como un bofetón inesperado, a mi como un premio a mi virilidad… gracias a Dios mi padre reaccionó bien y correcto, se levantó abrazando con un besó a su esposa creyendo ser él, el engendrador de la criatura fecundada en el vientre de mamá. Mientras mi padre abrazaba a mamá de espaldas a mí, mi madre me lanzaba un beso de complicidad, a la par de confirmación en cuanto a mi paternidad inequívoca. Todo continuó de la misma forma en casa durante los cinco años que mi madre y yo fuimos amantes. Continué mis estudios superiores realizándome en técnico sanitario, lo cual me agenció un puesto de trabajo rápidamente. Con 22 años conocí a Gabriela y decidimos compartir nuestra vida en un pequeño apartamento no muy lejos de casa de mamá donde mi padre y mi madre cuidaban de mi hermana e hija Soraya. Mi comportamiento con la niña se dividía entre ser su hermano y su padre predominando siempre la parte fraternal a la filial por respeto y cariño a mi señora madre Sofía, un respeto relativo, pues aún la satisfacía sexualmente.

No tardé mucho tiempo en preñar a Gabriela, con lo cual gozo de una mujer de 20 y otra de 43, pues de vez en cuando visito a mi madre para compartir unos deliciosos momentos íntimos entregándonos con verdadera fogosidad. Unas veces es la excusa para ver a mi hermanita e hija Soraya del  que soy su referente padre joven, y otras veces cuando ella me reclama porque se encuentra sola necesitada de calor, de amor y sexo sin remilgos… Ella sabe que no le voy a fallar nunca, porque es mi MADRE, la mejor amante que he tenido… folla delicioso, buscando lo que toda hembra fértil reclama en sus fueros internos ¡Volver a ser PREÑADA!

FIN

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