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Como un domingo cualquiera con papá. (Parte 2)

en Amor filial

Sentados en el porche mirando hacia el lago, mi hija hizo la llamada del día a su madre, la abracé desde atrás y tomé su pecho derecho con mi mano, ella luchaba para despegarse de mí pero no con fuerza suficiente. Era nuestro segundo día a solas con todo el tiempo para nosotros….

-“Mamá, puedes repetir eso de nuevo, no pude escucharte bien”.

Por supuesto que ella no podía escuchar lo que ella decía, Paula estaba concentrada en no gemir ante su madre. Solté su pecho y dirigí mi mano izquierda a su falda, corrí mi mano por debajo de sus bragas apreciando su pubis depilado, tomé su clítoris y lo acaricié suavemente. Paula me facilitaba el acceso mientras se contenía de no gemir, su resistencia estaba cediendo.

-“Bueno Paula, saluda a tu padre…”.

Con solo colgar el teléfono me dio un codazo en el pecho pero no detuvo mis manos en ningún momento.

-“Idiota, quieres que nos descubra, ¡ahhumm, sigue! ¡Como sabes despertar los instintos básicos de una mujer!”.

-“Lo siento pero me parecía irresistible la idea de hacer esta pequeña travesura. ¡Mira que lo has disfrutado bien!”.

-“¡Vamos papá!, me está gustando mucho, casi estoy acabando de correrme”.

Ver la cara de mi dulce princesa era algo hermoso, no hay imagen que se compare con ver a una mujer disfrutando de los placeres sexuales y más como lo disfruta una niña virginal como Paula. De repente siento como los músculos de mi hija se tensan, siento mi mano húmeda y escucho dar un grito de placer. Paula había llegado al clímax, en su cara solo se podía ver delectación, dejó caer su peso encima de mí, ese orgasmo realmente había sido fuerte…

-“¿Te ha gustado? Mi amor”.

-“Me ha encantado ¡Uumm!”.Ambos nos besamos, adoraba besar aquellos labios, me encantaban, eran mi droga y comenzaba a ser adicto, a ellos, a sus caricias, a su olor.

Las horas pasaron y ya se hacía muy tarde, Paula ni yo no teníamos más energías y necesitábamos descansar.

-“Papi, me voy a dormir”.

-“Buenas Noches princesa”. De pronto se paró y se volvió hacia mí…

-“Estaba pensando que…”

-“¿Estabas pensando… algo bueno?”

-“Estaba pensando, porqué dormir solos, si tu cama es tan grande… ¿Querrías dormir conmigo?

Le dije a Paula que necesitaba una ducha y que me esperara en la cama. Desde hacía mucho tiempo me encantaba sentir el agua fría en contacto con mi piel antes de descansar. Dentro de la ducha, se metió conmigo y el juego no paró en todo el tiempo. Llegamos a la habitación desnudos en unos pocos minutos, ella con el pelo suelto y yo empalmado.

-“No pienses que solo deseo de ti a la Paula sexy, también deseo a la Paula sentimental. ¡Me encantas cuando tienes el cabello suelto!”.

-“Papi, ya veo que es verdad lo que dices, ¡¿alguna vez te he dicho cuanto te quiero?!”.

-“No, soy huérfano de amor”.

-“Se te nota y para que no digas que soy mala brujita...” Se acerco a mí y me abrazó fuertemente para darme un beso tierno.

-“¿Por qué has querido que fuera yo quién te desvirgara, teniendo tantos chicos que te pretenden?”.

-“Es cierto, he tenido muchos chicos que me solicitaban, pero algo que solo se entrega una vez tiene que ser con alguien muy especial. Da la casualidad que solo tengo un padre y coincide que es a quien más quiero de todos los hombres que pueda tener”.

Me hizo sentir bien y extraño, era bien obvio que mi hija me gustaba como mujer, habiendo dejado atrás la culpabilidad del incesto y mi comportamiento de padre que no supo estar siempre a su lado. Paula y yo hablamos una buena parte de la noche sobre nuestras vidas, había muchas cosas que no sabía de ella y por supuesto ella de mí. Hicimos el amor apasionadamente y después se acurrucó a mi espalda hasta que nos venció el sueño. Cuando desperté me sentí un hombre nuevo, nadie sabe lo reconfortable que es levantarse teniendo a otra persona en la cama hasta que le pasa, el ver a mi ángel de amor durmiendo abrazada a mí, me llenaba de gozo. ¡¿Me estaría enamorando de mi hija?! Un amor furtivo.

Años de separación tratándonos sincopadamente, se habían mejorado sustancialmente con nuestra relación íntima, hasta el punto que me impresionaba los límites sobrepasados… TODAS LAS LÍNEAS ROJAS REBASADAS. Soy un hombre muy paciente pero me desesperaba por hacer un hueco en mi trabajo para estar con ella cada día. Se presentó un día de fiesta con un puente largo, era algo muy raro y el único en todas las vacaciones que pasaría aquí Paula.

-“Estos días los vamos a disfruta a tope, juntos tú y yo”.

-“¡Hemos esperado demasiado tiempo!” le dije.

-“Sí pero ha valido la pena, ahora estamos seguros el uno del otro y es más divertido compartir nuestro amor”.

Las horas me parecían interminables, estaba muy ansioso por tener a Paula en mis brazos, nos besamos como si ambos quisiéramos comernos uno al otro. Al verme entrar salto encima de mí y yo la sostuve agarrándola de sus nalgas. En brazos llegamos a la habitación y lo primero que hizo fue quitarme de forma desesperada la camisa para besar mi pecho. Yo sin perder el tiempo le quité su blusa dejando a mi disposición aquellas deliciosas montañas puntiagudas rematadas en un pezón hinchado, tan sabroso como una yema de huevo. Paula bajó rápidamente y desbrochó mi pantalón desesperadamente, me los sacó tan apresuradamente que se llevó la ropa interior para dejar al aire mi falo en plena erección. Paula fue sin rodeos, con su mano derecha, tomó fuertemente mi verga pajeando y engulléndose todo lo que pudo con esos labios mágicos. Sus mamadas te hacían sentir como si estuvieses en el séptimo cielo. Inicio un movimiento de vaivén que combinado con su lengua juguetona me ponía feliz. Sentía que mi orgasmo se aproximaba cada vez más… tuve que detenerla si no quería quedar inútil antes de terminar todo.

-“Cariño déjame que busque unos condones”.

-“No va a ser necesario, no me gusta sentir el maldito látex de los condones, prefiero que me folles al natural, sentir como tu polla me roza las paredes de la vagina y se llena de mi fluido vaginal, por eso he empezado a tomar la pastilla”.

Despojé a mi princesa de sus mallas, abrí sus piernas y empecé a besar lentamente sus muslos desde abajo hasta llegar a su pubis. Con mi boca tomé el elástico de sus bragas para quitárselas. Pasé mi lengua lentamente desde sus labios mayores para descender lentamente hasta sus labios menores, con una de mis manos empecé a tocar su clítoris mientras que con la otra la penetraba con el dedo corazón y lentamente le fui introduciendo más dedos hasta llegar a tres dedos dentro de su conejito. Mi Paula me dijo que ella estaba lista, dispuesta para recibir la deseada fruta el amor.

-“Por favor procura hacérmelo despacio al principio”.

Se la iba clavando poco a poco de manera que fuese lo menos molesto para ella. Despatarragada fue entrando en la gloria de aquella rajita estrecha llenando de carne la acogedora gruta de amor de mi hija. Primero la acerqué hasta que hice contacto, luego empuje hacia el interior del buscando su útero, abriéndose como una flor. Despacio pude disfrutar cómo envolvía mi cipote a la par que notaba la cálida estrechez y humedad que emanaba del coño de mi amante. No tenía comparación con ninguna otra mujer que estuve antes.

- “¡Dios, qué bien te siento cariño!” le dije entre sus gemidos.

Aumenté el ritmo de las penetraciones, como mi hija me exigía. Al principio fui a paso de tortuga, pero luego, había logrado tomar ritmo. Cerró sus piernas para presionar con su coño mi badajo y conseguir una mayor fricción. Con sus brazos me encadenaba a ella procurando controlar la profundidad y velocidad de cada clavada. Paula me miraba excitada y tan sensual que desencadenaba mis ganas de penetrarla con más ahínco. Lo que sentía con ella, era algo totalmente diferente a lo que había sentido alguna vez. Aumenté más la cadencia hasta lograr un ritmo desenfrenado, notaba que mi orgasmo estaba muy cerca, el de ella posiblemente ya había pasado, pero iba a alcanzar el segundo.

-“¡¡¡Papá, no te detengas, sigue follándome, me voy a correr otra vez!!!”.

-“Cariño, yo también estoy a punto”.

Di todo lo que tenía que dar consiguiendo que mi princesa y yo nos corriéramos casi al mismo tiempo. La sincronización de orgasmos se da muy poco entre las parejas, lo que me hace pensar que formamos un tándem muy especial. Sentí las fuertes contracciones de su vaginita mostrando los síntomas de su corrida, además se evidenciaba por los flujos gelatinosos que chorreaban fuera de su coño. Aquel chapoteo de mis pelotas con tanta humedad, reaccionó con un fuerte latigazo de esperma que llenó el vientre de mi niña con toda la lefa almacenada de días, que brotó de mi polla. Se la mantuve insertada durante casi un minuto hasta que se produjo toda la descarga de semen. Ambos caímos rendidos a la cama, necesitábamos un respiro.

-“¡Uff! papi, para ser la segunda vez ha estado increíble”.

-“Mi vida eres tú quien hace que cada vez que hacemos el amor sea increíblemente diferente… y emocionante”.

La curiosidad crecía en mí esperando la tercera follada con papá.Salía de la academia con el bolso al hombro y la carita aún inocente, quien hubiera sospechado que bajo ese vestido, se escondiera una mujer realizada, ¡por fin! Había superado a mis amigas más íntimas, quienes exhibían con orgullo sus experiencias con sus novios que no habían pasado de unos cuantos magreos en el asiento de atrás de un coche y un polvo rápido en cualquier lugar. Unos días antes me emocionaba imaginando lo que se sentiría al dar un beso apasionado, y ahora de manera inesperada había gozado de ello y de la sensación de un orgasmo con penetración masculina con un hombre de verdad. Me sentía diferente, era tonto pero tocaba mis labios como si algo en ellos hubiera cambiado, sentía que en mi cuerpo había quedado un rastro de sus besos, percibía mis manos como si aún guardaran el aroma de su hombría.

En mi vagina conservaba aún esa sensación de haber sido desflorada. En  lugar de caminar flotaba por las calles de aquella idílica ciudad, una mezcla de emociones me tenía híper sensible, miedosa, intranquila, alegre y satisfecha. Había disfrutado del sexo, y definitivamente había actuado como una chica mala. Mis ojos se iluminaron y mis temores se quedaron en la calzada, cuando le vi acercarse con su coche hasta mí. Sentía que mis piernas temblaban y sucumbía ante esa mirada dulce que me regalaba, ¡CIELOS! Era como un hermoso dios pagano y yo quería ser su ofrenda… su bocado diario. Lastimosamente la mujer atrevida de la noche anterior en este momento me abandonaba, dejándome con las mejillas sonrosadas, la mirada huidiza y una timidez para afrontar ese encuentro.

Abrió la puerta y sin cruzar palabra me acomodé en el asiento, puso algo de música y pretendiendo relajarme preguntó…

-“¿Cómo fueron las clases, princesa?”.

-“Bien, lo de siempre, pero… no esperaba que me vinieras a buscar”.

- “Quería saber cómo estabas… nena, esto es muy difícil para mí, no solo soy un adulto si no también soy tu padre… me es complicado explicarme a mí mismo lo nuestro, cuanto más a ti. Creo que es mejor que vayamos a un lugar neutral. ¿Te parece si vamos a comer algo?”

-“Si”, respondí sin dudar tenía hambre.

Viró hacia la avenida principal, íbamos a una zona de cafeterías, café. A quien se le ocurre, vaya que en verdad mi padre estaba despistado, en fin, dejé que fuera por donde quisiera, el conocía mejor la zona. Aparentemente me distraía viendo los escaparates de los centros comerciales, pero mi cabecita estaba pensando en lo que nos diríamos en la comida. Estacionó el coche y cambió la cafería por un restaurante, subimos al piso superior, no era muy amplio pero era agradable, estaba construido en madera, la decoración era acogedora y el ambiente discreto. Escogimos una mesa que se ubicaba en una parte reservada. Teníamos mucho de qué hablar y no queríamos que la mirada de nadie nos intimidara.

Me acaricio la mejilla. -“Eres preciosa”, dijo guiñándome un ojo, “nadie me parece más guapa que tú”. Parecía sincero, no la sentía como una mentira piadosa y me gustó mucho que saliera de sus labios. “Me gusta verte sonriente y feliz, mi vida. Te prometo que no volveré a hacer algo que ponga tristes esos ojitos”.

-“Papá hay algo que quiero saber… ¿Qué sientes ahora por mi?” Directa a corazón del asunto. Golpe maestro…, le dejé noqueado varios segundos antes de que pudiera responder… 

-“¿Podríamos empezar por las preguntas fáciles?... Tras una pausa demasiado larga que me enervaba dijo. Bueno mi niña, claro que sé lo que siento por ti, mira ¿tienes 20 años verdad?”

-“Sí, soy toda una mujer”dije muy ufana.

-“¿Ah con que mi amor además de altanera, resulta vanidosa?” Reímos juntos. “Pues bien durante estos 20 años, has sido la niña de mis ojos, mi consentida, mi dulce princesa a la que he visto como la mujer más importante de mi vida, vida que daría por ti sin dudarlo. Pero ahora estoy bastante confundido, pienso como tú. No sé que me pasó,  porqué dejé que las cosas llegaran a ese punto contigo, tal vez no debió suceder…”.

Mientras él se esforzaba en darme mil explicaciones absurdas sobre lo sucedido, yo no podía dejar de mirar sus labios mientras dibujaban las palabras que amorosamente formaba, miraba también su rostro, sus ojos azules con pestañas invisibles, el cabello como despeinado, la vestimenta casual que usaba, la pulsera de plata que tenía amarrada con mi nombre, todo, cada detalle suyo, todo me importaba… también cruzó por mi cabeza, su piel bronceada, sus hombros anchos, su pubis con el vello casi al ras, su cipote duro apuntando a mí… sintiéndome empotrada por tan vasto miembro viril…

-“¿Entiendes mi niña? ¿Entiendes lo que te digo?”

-“Ah sí papi, que no volverá a pasar porque…estas arrepentido, ya…”dije dejándole sentir mi tristeza.

“Mi amor, eres lo más hermoso que me ha pasado, pero un día me agradecerás que no vayamos más lejos, es mejor para ti”.

Comíamos en silencio y no pude evitar que un par de lágrimas resbalaran por mi mejilla, él no entendía nada, no sabía todo lo que yo sentía. Para él solo fue una ofuscación por la excitación descontrolada, pero para mí, era mi sueño hecho realidad… me levanté y salí corriendo al servicio, no quería que me viera llorar.

-“¡Paula, estás bien!”.

-“No te preocupes papá estoy bien”, dije ya calmada. Salí y me abrazó muy fuerte quedándonos así varios segundos, ojala se hubiera podido detener el tiempo en ese momento…Tímidamente susurre… “Papi, yo no tengo los ojos tristes por lo que pasó, ni estoy confundida, quizá estoy algo asustada, pero sé exactamente lo que quiero…más bien lo que me gustaría tener contigo…”. Toqué suave sus labios rozándolos, sintiendo su humedad…miré en sus ojos un instante de duda, que no estaba dispuesta a desaprovechar. Di unos pasos alejándome de él, empujé la puerta de ingreso al sanitario, y girando la cabeza le dije… ”Ven Fernando, ven conmigo…”

Entornó los ojos y apretó los puños, sé que escuchaba cánticos celestiales y ni el mismo infierno le podía poner una tentación tan grande…

-“Paula...yo…yo…” Me acerqué y tomándole de la mano, le conduje al interior. Acaricié sus mejillas y como si sedujera  a un chiquillo murmuré…

-“Tranquilo, no tengas miedo, estás conmigo…con Paula… con tu princesa…”.

Me pegué a él buscando su calor, nos besamos con intensidad, su lengua recorría mis labios, besaba mis comisuras y entraba en la profundidad de mi boca. Sus manos acariciaban mi espalda bajando por mis caderas hasta mi culo que presionaba hacia él, juntaba su pelvis con la mía, ya nada podía detenernos. 20 minutos de charla quedaban en nada, las palabras se las llevaba el viento porque nuestro deseo era superior a lo que sabíamos correcto. Sus manos tocaron mis tetas estremeciéndome entera, bajó por mi cuello, por mis hombros, desató mi sostén y alzándome la blusa buscó mis pezones, los besaba, y yo gemía en silencio ahogado. Alzó mi falda, y con delicadeza metió su mano entre mis muslos haciendo a un lado mis braguitas, suspiró cuando se deslizó por mis labios encontrando la humedad de mi conejito encharcado. Sacó sus dedos mojados, los metió a su boca lamiendo mis jugos y me volvió a besar para compartir conmigo su sabor, me puso cachonda perdida, solo pensaba en que me follara. Me abrazó por detrás con furia, su pelvis chocaba contra mis glúteos, sentía como punzaba su hinchado cipote contra mí, y moviendo mi cadera cadenciosamente conseguía saber a través de la ropa lo que es un buen estoque.

Le di a entender lo que me ofrecía aquel bulto, haciendo mi culo hacia atrás, no era ninguna chiquilla, y tampoco quería parecerlo. Gemía sintiendo como mi cuerpo se preparaba al goce de recibir lo que él quisiera darme… Unas  voces acercándose nos dejaron helados, bueno a él, porque a mí me pareció emocionante y reí suavemente. Mi padre me cubrió la boca con su dedo obligándome a callar aunque casi se me escapaba la risa. Desesperado en silencio sufría porque podríamos ser descubiertos, sin embargo, yo maliciosa jugaba a pasar mis manos  entre sus muslos, sintiendo toda la potencia de su masculinidad, bajé la cremallera de su pantalón y metí mis dedos en búsqueda de su tesoro. Me agaché y comencé a lamer suavemente su tronco duro, besé su capullo endurecido e intenté introducirlo completo en mi boca, bueno al menos hasta donde podía. Aún me faltaba técnica, no era la experta que soy ahora,simplemente lo hacía como sabía, pero para sus ojos y para su polla, en ese momento era la mejor mamada del mundo. ¡Que excitante y a la vez que divertida  situación!, el pobre no sabía si dejarse llevar por la sensación de susto o de placer… Al poco rato sonó el ruido del agua escapando por el inodoro y los murmullos se acallaron…, riendo  salimos despavoridos hacia nuestra mesa.

-“Niña, en dos días cambias mi vida, primero me vuelves un loco pervertido de adolescentes y ahora un depravado exhibicionista… ¿a quién saliste así de loca, eh?” Mirándolo como si lo que me dijera fuera un halago, me levanté de la silla y plantándole un beso en la mejilla murmuré al oído…

-“A ti mi amor, ¡¿A quién va ser…?! O te olvidas que la mitad de mis genes salieron de esos dos enormes y redondos huevos que te cuelgan de tu fantástica polla, que me vuelve loca”. Terminamos de comer y mientras pagaba me adelanté hacia el coche…“¿A dónde iremos?”.

-“¿A dónde? A casa, tontorrona, mira la hora que es…se me ha hecho tardísimo para llegar al trabajo”.

-“Pero valió la pena o ¿no? papi”.

-“¡¡Ay niña…!! Niña…niña…”. Hizo una llamada telefónica, creo que a su trabajo justificando su demora y empezó a conducir, al llegar a un cruce que daba a una calle secundaria, chispeando sus ojos de malicia murmuró… “¿Amor, quieres terminar lo que empezaste en el baño del restaurante?”

Sorprendiéndome sus palabras, respondí… -“No sé si será lo correcto, es más,  recuerdo que dijiste… textualmente “no volvería a pasar…” y yo soy muy obediente”, dije sarcásticamente.

-“Perdona, perdona no sé lo que digo, pero es que contigo paso de la cordura a la insensatez en un par de segundos…”

Llegamos a casa cuando iba a despedirse me anticipé… -“Espera papá, me gustaría continuar con lo que empecé en el restaurante, claro, si me alcanzas…”.

Corrí al interior, reíamos persiguiéndome, crucé la sala, subí a brincos los escalones, iba a entrar a  la habitación pero un recuerdo me abofeteó….el altillo….la bodega… Mamá…. mamá siendo follada por su marido y no por papá. Al fin la vida me recompensaba con la persona que marcaría mi sexualidad. Esta vez no me quedaría tras las puertas a oír gemidos, se escucharían los míos. Busqué sus labios, hambrienta de sus besos, su lengua, su saliva, me deslicé hacia abajo hasta dejar mi rostro sobre su bragueta, su verga punzaba a través de la tela y crecía cada  vez más. Desaté la correa… bajé el cierre... el bóxer…. y logré liberar al rehén… si, aquel prisionero que clamaba por ser encarcelado en mi boca. Percibí el aroma de su sexo, aleando mi saliva con su flujo pre-seminal sobre su glande…

-“Así amor así lámelo, abre más esa boquita y deja que entre hasta donde resistas…. eso es, despacio, sácalo…mételo…, mmm mi niña sí que aprendes rápido…”.

-“Papi déjame intentarlo sola… ¡¡ O acaso no te estoy demostrando que puedo hacértelo muy bien!!”

Le empujé contra la cama, de forma que quedara arrinconado, mientras yo de rodillas impregnaba en mi rostro ese aroma especial que aún ahora no se definir, pero sin embargo siempre me transforma en una putita hambrienta por complacerle. Su aroma dejaba rastros en mis mejillas, en mi cuello, en mis pechos mientras mis manos amasaban sus testículos. No resistí las ganas y yo misma separé sus piernas haciendo que mi lengua alcanzara a lamer sus redondas y gordas pelotas sobrecargadas de leche. Succionándolas suavemente al ritmo de sus gemidos, me las tragaba con delicadeza, jugando con cada huevo en mi boca como si fueran caramelos. Dentro de mi boca los lamía con la punta de mi lengua, sin dejar de mirar a sus ojos percibía que eso lo mataba de placer. Me fascinaba descubrir que con simples lengüetazos en sus testículos con mi cabeza en sus ingles, su pelvis se contorsionaba empujando hacia mí, su verga se desesperara por encontrar refugio en mi boca. Se la chupe varios minutos jugando en su glande y con el agujerito por donde salió el esperma que me engendró y puede que algún día me hiciese una barriga enorme.

Poco a poco bajaba hasta llenar mi boca de casi toda su arma, alternaba movimientos lentos y luego lo hacía rápido siguiendo la guía de sus manos aprisionadas en mi cabello. Engullía su duro pedazo de carne y mi saliva facilitaba el movimiento de mete y saca… ¡¡Cómo amaba sus ojos de cordero, su rostro distorsionado, y su sexo alborotado de placer!! Jamás había imaginado que era tan fácil enloquecer a un hombre, y aquella tarde descubrí lo maravilloso de hacer sexo oral. Sin duda fue un buen inicio para que se convierta en mi práctica favorita, sin embargo mi curiosidad y mis ganas exigían más… Le obligué a sentarse, y separando mis piernas pretendí jugar más profundo, levanté mis caderas y me acomodé sobre su punta parecida a una ciruela madura. Mi conejo chocó provocándome un poco de dolor pese a toda mi humedad, dado que su mostrenco de falo está sobredimensionado para mi estrecha vagina.

Lo sujeté con mi mano y lo hice rozar por entre mis labios, se deslizó por la raja de mis nalgas frotándome el culo y el ano, después se encajó en mi vulva entre los labios vaginales acariciando mi clítoris con él… mi calentura pedía mucho más que  eso, así que intenté introducírmelo. Mi corazón se puso a mil justo antes de insertarme tan tremendo pollón. Mis movimientos parecían no entender…quería sentirlo dentro, moviéndose sinuoso, resbalando por ese camino que sabía me daría aún más placer, pero mi padre se detuvo, tenía miedo de penetrarme, por temor, por sensatez, por sentimiento de culpa, quien sabe por qué….

-“Papi mírame, así es como te gusto a ti… a otros también, no necesito hacer ningún esfuerzo para tener un macho que me satisfaga mis necesidades, pero yo quiero, deseo, y sueño que tú calmes mis hormonas descontroladas…contigo…solo contigo quiero hacerlo…”.

Me abrazó excitado, mi jugada había  sido perfecta…Tomando mi saliva se lo embadurné entera, desde la base hasta la punta del capullo, la tenía durísima, y sosteniéndola fuerte, a la vez que lo agitaba me mostró cuan dispuesto estaba a coronarme. Me puse a cuatro patas sobre él con mis tetas en su cara y se inició un juego de vaivén y poco a poco el glande empezó a entrar, haciéndome  gemir desesperada, se detuvo un par de segundos y dijo…

-“Mi amor gracias por darme la oportunidad de sentirme un buen amante y no salir corriendo. En menos de dos segundos, nadie te salvará de que te lo dé todo al completo…”.

-“Si piensas dármelo completo ¡Dámelo ya!”.

Cuando sentí su gordo capullo en la entrada de mi coño di un sentón sobre sus pelotas y me introduje el vástago entero hasta la raíz sin darle la ocasión de que él lo hiciera. Solté un grito de dolor placentero y comencé entre jadeos a meterme y sacarme su espolón moviendo mi cadera ¡Me asombraba a mí misma cómo era capaz de mover mi culo a modo de perreo! Mi chocho se engullía su cipote con la misma facilidad que lo hacía mi boca, pero hasta su huevos.

Estuve al menos cinco minutos en tal posición y sin avisar me salí y me posicioné al contrario para tuviera una panorámica de mi culo con su polla entrando y saliendo de mi conejito caliente y empapado de entusiasmo.

-“Te voy a hacer una mujer completa, la mujer más feliz del mundo. Mi vida te pienso dar todo lo necesitas para que sepas que nunca te fallaré”.  

-“Sí papá, hazme una mujer, quiero que tu polla me preñe”.

Mi piel se erizó ante aquellas palabras sedientas de sexo convulsivo. Con mi respuesta me abrí todo lo que pude invitándole a entrar más si cabía. Su tranca empezó a invadirme empujándome más fuerte, centímetro a centímetro, abría mi sexo, dolía, quemaba, empujó un poco más desgarrándome hasta el alma… grité mientras él se detuvo quedándose totalmente quieto en lo profundo de mi ser. Poco a poco sus movimientos se incrementaron con un mete saca suave en mi chochito caliente. Percibía mi cuerpo atiborrado de virilidad hasta la barriga, y como mis carnes se hendían a medida que repetía la acción de penetrarme. El dolor disminuía en el acomodo de tan tremendo badajo y solo me dejaba una sensación de querer morirme, de querer matar, de querer quien sabe qué, ser una mujer deseada. Desde lo más profundo de mi intimidad, sentí como una ola de contracciones me devastaba, un tsunami arrasara la playa de mi vulva hinchada a ambos lados de su trabuco.

La curiosidad de verme en el espejo con el chocho abierto, formaba remolinos de palpitaciones que de tanta intensidad me  hacían levantar la pelvis, apretar los dientes y sin piedad clavarle las uñas al cabronazo de mi padre por tan fabulosa follada. Simplemente exploté con la felicidad más grande de mi vida. Mis paredes internas presionaban el gran capitán ahorcándolo, y él reaccionaba partiéndome en dos mientras sus huevazos rebotaban en la vulva impregnados de flujo vaginal. La imagen de sus dos bolas agitarse con su bálano dentro y fuera, me estremecía tanto que las amarré con mi mano izquierda y las apreté queriendo escurrirlas como una esponja. Deseaba absorber su fuerza, sus ganas, su hombría, sometiendo presión a sus pelotas.

Masajeando con mis dedos sus testículos, en escasos segundos empezó a follarme con más fuerza, como si hubiera estado haciendo un esfuerzo sobrehumano de aguantar hasta saciarme, y ahora inexorablemente se dejaba llevar en un esprín final. Empujó una vez más quedándose pegado a mi sexo, mientras nuestras transpiraciones, nuestros fluidos y nuestros gemidos se volvían uno solo. Fueron más de quince minutos intensos donde su verga acarició cada pliegue, cada nervio sensible de mi estrecha y convulsa vagina. No sé cómo podía albergar los 17 centímetros de carne dura en extrema rigidez, con un grosor de casi 5 centímetros, en mi cerrada y aniñada gruta. Nunca me hizo daño, pero sin duda su glande rozaba la entrada de mi útero cuando aplastaba sus huevazos contra mi coño en cada penetración.

Tras dos horas de estimulación, no podía ser menos que obtener una desbocada cantidad ingente de leche brotada de sus testículos. Sin ninguna misericordia eyaculó un primer chorro de leche que salió expelido como un geiser. Lo pude sentir en la profundidad de mi coño, cálido y ostensible. Después le siguieron varios latigazos más de semen llenando mi vagina más profunda abotonando mi útero, y al descender me regalaba nuevos latidos que me volvían a hacer gemir, su dedo ayudaba acariciando mi clítoris. Extraña y fácil volví a correrme, expeliendo jugo mezclado con su esperma. Con tanta cantidad terminó por rebosar mis entrañas y resbalar por mis labios enrojecidos, pasando el culo hasta las sábanas. Con su portento fuera de mí semi flácido, descansaba a mi lado con cara de haber realizado el trabajo bien hecho. Cayó junto a mí, inhalaba profundo recuperándose de su esfuerzo y excitación. Poco a poco nuestra respiración fue calmándose. Le puse la mano en el pecho percibiendo sus rápidos latidos aminorarse a su normalidad.

-“Al fin soy totalmente tuya papi…” solté en un suspiro… Y acariciando mi culo susurró…

-“Sí mi amor ya eres mía, igual que yo soy solo para ti…lo bueno es que aún nos falta mucho por aprender… y compartir”.

Sonreímos y quedamos mirándonos tan profundamente, que nuestros ojos buscaran su propio orgasmo…. Unos minutos después trepé sobre él y pícaramente susurré…

-“¿Y qué es eso….que aún me falta aprender?”

-“¡¡Mi niña Curiosa!!” Dijo mientras me besaba nuevamente acariciando mi húmeda espalda y mis nalgas empapadas de sudor, flujo vaginal y semen… “Tu padre tiene muchas sorpresas que darte aún, pero todo a su tiempo…”

Continúa...

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Alicia y el abuelito

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Volviendo a sus orígenes. Parte 5

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