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La hija de mi pareja.

en Amor filial

Yo soy  un hombre felizmente divorciado y mi pareja una chica chilena residente en España desde hace 5 años. Tras su marcha de Chile, su situación en este país se aventuraba precaria, aun siendo solvente al principio…, como emigrante sin raíces en España y trabajos inestables cercanos a la esclavitud, se le empezó a poner complicado. Lo peor fue pasado un año… tuvo que afrontar las deudas que se le acumulaban, pasando de una situación de solvencia a una insostenible, pese a vivir en un piso de alquiler decadente, por la carestía de mantenerse día a día. Al principio yo solo veía a la niña algunos días por semana…, pero cuando cumplimos un año de pareja estable, decidimos vivir juntos de forma permanente. Me hice cargo de sus gastos, además de venir a vivir a mi piso…, comenzamos una relación tranquila y placentera con una relación cómoda. Yo tengo un hijo de mi primer matrimonio y ella una niña de un embarazo adolescente no deseado. De todo ello ocurrió hace ya cuatro años, cuando Jacqueline contaba con 9 años. Desde un principio, la niña se mostró cercana a mí pero cautelosa por mi relación con su madre, pero según fue pasando el tiempo se encariñó poco a poco más de mí… la fui mimando y encariñando hasta que llegué a darle el trato de hija, esa hija que hubiese gustado tener. La niña continuó la primaria y pronto comenzó a ir al instituto, y es en este momento cuando se fraguó una relación más íntima con ella.

Remontándome al inicio de estabilidad con ellas, las cosas comenzaron en un ambiente de confianza, tranquilo y relajado, los fines de semana cuando estaban los dos chicos en casa no me cortaba en jugar con la niña… las guerras de cosquillas eran frecuentes, los juegos de la Tablet, las salidas de fin de semana…, mi hijo le cogió pelusilla a la chica y se marchó definitivamente a vivir con su madre, evitaba mimarla en exceso delante de él, pero fue inútil pese a que ella lo sabía por lo que cuando mi hijo no estaba todos mis mimos eran para ella sin mesura. Tras una vida sin padre, ella se refugió en mí, la madre estaba encantada de ver como la niña me había aceptado y viese en mí su lado paterno que nunca tuvo…. Fueron pasando los años y ya contaba con 16 años, la recogía en el Instituto al medio día y nos íbamos juntos a la piscina por la tarde, la traía a casa para hacer los deberes, muchas veces en mi escritorio, me encantaba tenerla en mis rodillas, me gustaba achucharla, acariciarla y mimarla, se dejaba querer, le acariciaba la espalda con frecuencia, reposaba mi mano en su cintura frotando suave sus riñones, ella recibía los mimos gustosa, como una gatita que solo le faltaba ronronear. La madre y yo anduvimos siempre por casa con total naturalidad sin nudismos pero sin taparnos, entre ellas nunca se cubrieron y yo andaba en calzoncillos por costumbre, por lo que la niña hacía lo propio como nosotros y andaba en camiseta y en braguitas sin recelo alguno, siempre y cuando mi hijo no estuviese en casa.

Nos fuimos metiendo en los 17 años y las cosas cambiaron, ella creció demasiado en su estado físico como anímico, diría yo. Se convirtió en una chica alta para su edad, con 1,65 de estatura, calzando ya un 39, muy bien formada y proporcionada, pero con poco pecho, melena abundante, llamativa por detrás y aun carita de niña…, la regla acababa de entrar en su vida, y las conversaciones con sus amigas y sus primas se habían vuelto diferentes, los chicos del instituto al acecho, las picardías y tonteos…, en fin, fue el año del cambio. Ella me cogía fuertemente de la mano cuando paseábamos por la calle tanto solos o con su madre, le encantaba que la rodease con mi brazo por la cintura o por los hombros, supongo que poco a poco se fue formando una “ilusión” viendo en mí la imagen de padre Vs hombre, aquello que una mujer desea tener para sí. Ya de niña, era costumbre que frecuentase nuestra cama los fines de semana, tanto estuviésemos todos en casa o solos ella y yo, pues la madre trabaja a turnos cambiados semanales, y hay sábados por la mañana que ella no está y sin embargo Jacqueline venía a mi cama de igual manera, la arropaba encantado y seguíamos durmiendo un tiempo más hasta la hora de desayunar sobre la diez de la mañana.

Las cosas fueron evolucionando sin saber muy bien por donde discurrían. Los mimos eran más sutiles en presencia de su madre estaba en casa, sin embargo una vez solos, Jacqueline era todo ímpetu y ternura…, sus sentadas en mis rodillas eran largas y muchas veces injustificadas. Los abrazos en el sofá, las posturas para abrazarme por la espalda frotándose contra mí de manera desmesurada,…un sin fin de pequeños detalles que fueron despertando en mi cierta alarma y a su vez un pequeño morbo, auspiciado al haber tenido ninguna relación sentimental ni sexual con una chica menor de 22 años. Empecé a fijarme en ella, cada mes estaba más bonita, más mujer, aparentaba 18 años para quien no la conocía y más si se arreglaba adecuadamente. Sus pechos comenzaban a surgir, su fino bello sobre su piel florecía, y las hormonas de ambos entendían que se comunicaban en un lenguaje químico presto a lo físico. ¡Qué escándalo! En que estás pensando, me decía yo. “Pero si es tu hija, solo tiene 16 años, te estás volviendo enfermo”. Se libraban mis primeras batallas en mi conciencia, pero esta no tuvo mucho tiempo para actuar, mi valuada “hija” alborotaba mis neuronas, el morbo aumentaba día a día como solo la mujeres saben hacerlo, lo llevan en sus genes…, y en mi conciencia un martillo me golpeaba tratando de devolverme a la realidad, para evitar lo que siempre es lo inevitable…. Surgió de la forma más simple, la madre trabajaba en el turno de mañana, Jacqueline se vino para mi cama y dormimos hasta cerca de las 10:00 AM, nos levantamos y desayunamos. Como cualquier otro día…, debíamos ducharnos y arreglarnos para salir a hacer algunos recados. Tras el desayuno me pidió el ordenador para ver sus contactos en las redes sociales… Facebook, Instagram y emails.

Accedí, mientras fui recogiendo el dormitorio, ella me llamó, pues habían surgido varios mensajes del antivirus por entrada de troyanos y estas cosas de la informática, me acerqué y le cogí el sitio para revisar lo sucedido, se sentó en mis rodillas, ambos en ropa interior todavía…, calzoncillos y braguitas. Sin importancia en lo del ordenador le pasamos el escaneo y listo…, solventado el tema ella continuo revisando los mensajes que le quedaba, yo no me levanté y ella tampoco. Era una de las muy pocas veces que la tenía semidesnuda sentada sobre mí, como de costumbre comencé a acariciarle la espalda pero cada vez bajaba más la mano hasta tocar el nacimiento de sus nalgas, ya lo había hecho otras veces sin oposición de su parte. A veces le daba un cachete sin malicia, nunca le pareció mal que le tocase el culo a modo de broma, ella también lo hacía conmigo y con la madre, pero jamás habida osado a dejarle mi mano totalmente posada sobre su nalga. Ella se sentía cómoda, yo seguía con mis caricias, unas veces paraba mi mano en su cintura y otras la baja tanteando el terreno y como no hubo protesta me aventuré y la dejé caer hasta que la tuve sobre aquella tersa nalga. De repente me sentí violentado, pues empecé a notar como la excitación se traducía en una rebeldía de mi miembro bajo el bóxer y no quise que me notase así, retire la mano y me quise levantar con la disculpa de que nos íbamos a retrasar en nuestras faenas y ella me dijo….

-“Espera que ya acabo y te ayudo yo”.

Me relajé al ver que mi bulto se suavizaba sin crecer, pero volví a colocar la mano en su culito suave, mientras le comentaba que había que retirarse pues debíamos ducharnos, ella me insistió en que le diese un minuto más, yo encantado. Le comenté que no nos daría tiempo a hacer los recados si no nos íbamos para la ducha ya, pues ella era muy tardona en su aseo, salvo cuando lo hacía con su madre curiosamente. Jamás se había duchado conmigo como era natural, por supuesto que en broma le dije con intención de que acabara…

Si queremos ir rápidos con lo que tardas en la ducha sola, vas a tener que ducharte conmigo…, a ver si así acabamos antes.

Y para mi tremenda sorpresa me contesto… -“¡Vale!” Me quedé pensando en la respuesta, me acababa de meter en un lio, nunca estuve del todo desnudo delante de ella, ni tampoco ella delante de mí. Puse mi otra mano en su barriga, como abrazándola y noté sus latidos como pequeñas palpitaciones nerviosas, no pensé que lo de la ducha fuese en serio. Acabó con el ordenador, nos levantamos del escritorio y nos fuimos hacia el baño, tomé la iniciativa y pasé delante, suponiendo que ella no entraría, pero me equivoqué, por lo que opté por ser lo más natural posible, total cuando mi hijo era pequeño se duchaba conmigo, intentaría que con ella fuese algo muy parecido. Hicimos correr el agua para que saliera caliente mientras yo me quitaba la camiseta, ella también, pero de lado no dejándose ver, yo seguí como si nada, y retiré mis calzoncillos, ella hizo lo mismo con sus braguitas, yo me giré para acercar la toalla para luego, y ella aprovechó para introducirse en la bañera, en ningún momento la habida visto por delante, pero cuando me giré y vi aquella hermosa espalda dando paso a un redondo y fantástico culo, me di perfecta cuenta de que aquella ducha iba ser un suplicio para mí convertirla en algo “normal”. Entré a su vez en la bañera corriendo tras de mí las cortinas, ella inclinada frente al grifo regulando la temperatura del agua, yo detrás sin separar mi vista de su culo y mi miembro creciendo de forma inevitable ostensiblemente y sin forma de disimularlo, ¡Que sopor!, ella se giró e inevitablemente lo vio, me disculpé y ella se quedó mirando mi verga tiesa apuntando al techo…

-“Tranquilo, no te preocupes. Sé que algunas veces a los chicos con los que estoy les pasa lo mismo”.

Solo supe decirle… -“¡Ya se me pasará!”

La observé de arriba abajo mientras ella cogía la esponja y el jabón, perfecta juventud, senos duros a medio desarrollar y monte de Venus aterciopelado de un vello casi transparente, que a cierta distancia se denotaba un coñito totalmente pelado muy bien hecho sin un pelo fuera de lugar. Se echó gel en su esponja, se la cogí de la mano y la giré para enjabonarle la espalda, quedándome detrás de ella menos violento por su benevolencia sobre mi irremediable erección que ya no bajaría más pues la libido iba en continuo aumento. Le froté la espalda, le besé el cuello como solía hacerle a veces en la cocina cuando le daba los buenos días, pero esta vez era puro deseo, seguí bajando con la esponja hasta alcanzar su cadera que comencé a frotar por los lados hasta llegar a enjabonar sus nalgas de escandalosa suavidad, tanteando el canal del culo que ella permitió le pasase la esponja para asear su ano, a la vez que yo me agachaba para hacerle las piernas, ella dejaba correr el agua por su espalda arrastrando el jabón que yo le daba, cuando tuve su culo frente a mi cara se lo besé impulsivamente sin raciocinio, mientras mis manos recorrían sus piernas sin mucho control…. Se lo besé en distintos sitios disfrutando de su “permiso” mientras mis manos subían por delante de sus piernas, ella me cogió la esponja y yo volví a ponerme de pie mientras acariciaba sus laterales al subirme sin tocar nada con total suavidad. Creo que ella sabía que el juego había comenzado, pero… hasta donde. Echó más gel en la esponja y se giró hacia mí comenzando a enjabonar mi pecho, la miraba a los ojos y tuve la tentación de besarle los labios, preferí esperar, levante los brazos posándolos sobre sus hombros mientras ella pasaba la esponja hasta mi cintura y luego rodeándome con sus brazos, enjabonaba mi espalda a una distancia muy corta.

Fue inevitable que se rozara e incluso se clavara en su barriga mi polla dura…, durísima de tanto aguantar. Ello le recordó que estaba ahí y dejó mi espalda para volver al frente donde retomo su recorrido en mi vientre y mirando hacia abajo comenzó a enjabonar mis ingles. Me volvió a mirar a los ojos y mientras me miraba, desprevenido, noté como sus manos alcanzaban mi masculinidad rebozándolo de suave jabón. Bajé una mano recuperando la esponja, ella la soltó sin dejar de sujetar entre sus manos el tesoro que acababa de encontrar, quise comenzar a enjabonar su pecho pero mi reparo era mayor que el de ella, por lo que posé la esponja sobre su vientre y comencé a frotar en círculos suavemente hasta ir tocando ligeramente sus pechos y el jardín de su sexo. Ella seguía sin soltar mi polla, que acariciaba muy lentamente sin saber muy bien qué hacer con ella, yo en cambio decidí dar un paso más y liberé la esponja dejándola caer al fondo de la bañera, me agaché y en vez de recogerla, paré a la altura de su ombligo para besarlo, ella me acariciaba el pelo mientras yo con mis besos derivaba por su vientre hacia su coñito, acariciando con mi mano su joven pubis aterciopelado.

Recogí de nuevo la esponja con la que se lo enjaboné y ella abrió ligeramente una pierna permitiéndome pasar la esponja con suma cautela por el medio de sus muslos. Dejé caer la esponja tras correr el agua por su cuerpo aclarando el poco jabón que quedaba, con la mano suavemente empujé su pierna hacia un lado sugiriendo separarlas un poco más, ella la levantó posándola sobre el borde de la bañera, momento en el que yo acerqué mi boca a su coñito depilado, besándolo y buscando con mi lengua despacio la entrada de su conejito…, ella suspiro  con la respiración agitada, yo seguí despacio con la lengua en postura incomoda agachado con la cabeza hacia arriba y cayéndome el agua en la cara, con los ojos cerrados privándome de ver su expresión, pero todo valía la pena a pesar de reconocer que aquello era un suicidio en toda regla. Yo con la hija de mi pareja, de 16 años a poco de los 17… de locos.

Tras conseguir abrir la ranura de aquel fantástico estuche apretado con la lengua y de sentirla gemir y suspirar de forma continuada, decidí incorporarme parar recuperar un poco la compostura, cuando la veo con los ojos cerrados y los pezones erectos, que sin dudar me llevé a la boca por primera vez acariciando sus suaves y duros pechos adolescentes. Le acaricie la cara, abrió los ojos, me vio de frente y la besé en los labios, al tacto solo fue apócrifo, le di la vuelta y retomando la esponja, cómplice en todo este juego, la abracé frotándole las tetas por delante, a la vez que me aproximaba a ella haciéndole sentir por detrás mi polla sobre sus nalgas. Ella se apretó contra mí y comencé un vaivén arriba y abajo, ajándola sobre el canal de su culo hacia su espalda. Aquello fue definitivo. Decidido al suicidio, solté la esponja, me retiré un poco hacia atrás, pose mis manos en su cintura a la altura de su culo, tiré un poco de ella hacia mí y con una mano, le hice un gesto en la espalda para que se inclinase un poco. Acerqué de nuevo mi mostrenco a ella, esta vez por el medio de sus piernas, y empecé el vaivén de nuevo mientras mis manos corrían por su cuerpo entero. Noté su excitación y sus nervios…, tocando con mi vientre sus nalgas haciendo llegar del todo mí polla a su conejo para cubrirlo por fuera.

Acerqué una mano a su chochito y con un dedo lo fui acariciando comprobando que ella no rechazaba aquel paso. Cerré el agua para evitar que esta empeorase la lubricación para penetrarla lo mejor posible. Con la mano, suave moví su pierna al igual que antes, ella entendió y volvió a posarla sobre el borde de la bañera, aproximé mi miembro viril inhiesto como pocas veces a la entrada de su cuevecita apretada como ninguna otra en mi vida, me parecía increíble lo que estaba a punto de hacer…, yo con 38 años desvirgando a mi hija adoptiva. Estaba excitadísimo desde hacía ya mucho rato, completamente empalmado y duro más de 15 minutos. Sentí el calor de su entrada, estaba muy nervioso, me la agarré con la mano tratando de acompañarla un poco, noté que me latía, comencé con el capullo a frotarla, haciendo una presión suave, poco a poco, cada vez más presión, ella quieta, respirando muy agitada. Centré mi capullo y empujé despacio, notando como estaba en el umbral de la puerta, un poco más, mi glande estaba dentro, acababa de entrar, y de repente frené de golpe, el calor que mi punta recibía y mi terrible ansia me iban a jugar una mala pasada, estoy a punto de correrme ahora mismo, no puede ser. Pienso en otra cosa y mis ganas se disipan aguantando como un buen semental. Me relajo, pensando que hacer, noto como el tirón se suaviza, sabiendo que este primer aguante lo supero.

Entre tanto ella que por inexperiencia no tiene idea de lo que me está sucediendo, noto como con un ligero movimiento de su cadera, sube un poco el culo, se deja venir hacia atrás y la penetración se produce con total suavidad, contando que su flujo lubrica la entrada. Ella lanza un gemido, un pequeño -“ay”, casi inaudible, que a mí me hace recordar de inmediato su virginidad, de modo que rápidamente cojo control de la penetración y retrocedo un pelín para volver otra vez a empujar despacio bombeando lentamente centímetro a centímetro hasta notar cómo se desliza al interior una cuarta parte de mi miembro. No empujo más por temor, a ella comienzan a temblarle las piernas, lleva ya un buen rato en esta postura, y la noto débil para continuar la follada, además siento todo su calor en mi polla repitiéndose las ganas de regar todo su interior con una abundante lechada, por lo que antes de que sea más tarde la voy retirando lentamente, incorporándose ella y observando como mi cipote sale levemente manchado por una ligera estela rojiza, que me hace imaginar es el pequeño sangrado de la desfloración de Jacqueline. La rotura del himen ha sido suave y nada dolorosa. Acabamos rápido la ducha, salí para dejarle a ella un poco de intimidad, sin apenas cruzar palabra.

Yo me encuentro muy extraño con lo echo, ella no me habla. Mi cabeza no hace más que cuestionarse lo que acabo de hacer. Aun en el baño, secándome fuera de la ducha, ella finaliza, sale de la bañera y me sonríe, aquello me alivia inmensamente. Se acerca y me besa en los labios con dulzura…, le ayudo a secarse aprovechando para no perder el contacto físico, todo sin mediar palabra… le pregunto

-“¡¿Te encuentras bien cariño?!” Ella asiente con la cabeza.

Se envuelve la toalla al cuerpo y sale del baño, la sigo sin toalla, desnudo aferrándola por detrás por la cintura y la acompaño a su cuarto, le retiro la toalla estirándola sobre la cama y sobre ella a la niña, quedando cruzada en diagonal con una pierna en la cama y la otra en el suelo. Le beso la frente, el cuello, le acaricio los hombros, le chupo sus pezones erectos y volcando mis caricias sobre su vientre me centro sin perder tiempo en alcanzar su chochito con la boca. Ella inmediatamente me recibe de agrado abriendo sus piernas para facilitarme la llegada dándome todo el acceso posible despatarrándose, yo le sujeto la pierna que estaba en el suelo posándola sobre mi hombro, acabando de rodillas al pie de la cama. Comienzo a comerle el conejito recién desvirgado con exquisito esmero y cuidado, para que se relaje todo lo posible, evitando los nervios del primer intento, por lo que mis movimientos con la lengua son cuidadosamente pensados, sin prisa y con una paciencia que nunca imaginé emplear en esta tarea. ¡El desvirgue completo no se ha realizado! Queda que su vaginita reciba la ingesta de leche que mis prominentes testículos acumulan… están a punto de explotar como un geiser. Sabiendo las cantidades de esperma que eyaculo, el volumen de semen le será difícil de tragar en su totalidad dentro de su recién estrenado útero.

La siento gemir, su respiración vuelve a ser acelerada, se acaricia los pechos, mantiene las piernas abiertas sin presión, mueve la cadera arriba y abajo. Llevo cerca de cinco minutos saboreando su manjar con absoluto cuidado, decido introducir un dedo para acompañar el juego siendo primero bien lubricado, ella lo recibe sin problema, pienso incluso que esta tan a gusto con la nueva sensación que no es consciente de lo que le estoy haciendo, aprovecho y meto el segundo dedo sin ningún inconveniente. Aquello está completamente encharcado de mi saliva y sus jugos, está estupendo para intentar volver a penetrarla y finalizar la consumación de lo que había empezado… EL DESVIRGUE de Jacqueline. Noto como ella comienza a mover la cadera en espasmos, a golpes cortos, sus gemidos son ya en voz alta, mueve las piernas ligeramente con nerviosismo, se acerca algo que ella aún no conoce bien…. Yo no puedo parar ahora, por lo que continuo en mi puesto arrodillado en la alfombra, y con más ahínco que antes continuo lamiendo y succionando su clítoris, notando como la exaltación sube hasta que surge la explosión entre gemidos (temía la oyesen los vecinos), y los bruscos golpes de cintura, cerrando sus piernas dejándome atrapado entre sus muslos…, a pesar de la situación no abandono a mi niña en su primer orgasmo. Retiro los dedos y dejo de hacer toda presión con la boca, pero sigo pasando la lengua lamiendo con suavidad mientras ella coge aire y se deja rendir sobre su lecho. Abandono su conejo y subo por ella, ¡Estoy que no puedo más!

Directo a sus tetas, las beso con mi cara muy mojada, la beso en la boca, ella se abraza a mí y aprieta aún más mi boca contra la suya comiéndonos como caníbales…, noto como la punta de mi polla acaba de tocar su entrepierna resbaladiza y moviendo mi cintura intento conducirla al centro de aquel coñito empapado por su primer orgasmo. Ella levanta las piernas, yo le sostengo una y mirando hacia abajo observo cómo se la voy introduciendo poco a poco desapareciendo en su rajita vaginal, a la par que voy bombeando despacio hasta que entra en su totalidad sin dificultad…, mi pubis cierra contra el de ella, me aguanto así un poco con toda dentro haciendo fondo y comienzo a follarla muy despacio, pues yo no aguanto ni un minuto más, noto que mi cuerpo desea reventar, vuelvo a hacer fondo y con ella apretando, sin moverme, la cojo por las nalgas susurrándole al oído…

-“¡Abrázame con las piernas!”

Así lo hace, la levanto despacio en el aire, mientras hago la maniobra para cambiar de postura, me olvido de las ganas de correrme, hago todo lo posible para evitar pensar en ello. Me giro, me siento en la cama quedando ella sobre mí y me tiendo hacia atrás para que sea ella la que pueda dar rienda suelta a su cuerpo arrancándome su premio cuando yo ya no pueda más. Me mira me besa y comienza a moverse encima de mí, debe de ser instintivo, porque para no haberlo hecho nunca yo estaba asombrado viendo cómo se contorneaba la cadera arriba y abajo en una samba sexual. No para de follarme metiendo y sacando todo el cipote…, sube y baja, la deja toda dentro y con el pubis adelante y atrás, una y otra vez se frota contra mí. Se tira sobre mi pecho y se vuelve a levantar de golpe de un impulso… noto a la cría muy agitada, se sube por las paredes mientras dice….

Otra vez, otra vez”,entiendo va a correrse de nuevo en toda su expresión, yo no aguanto más y de digo que siga sin parar que estoy a punto de correrme…

-“¡No pares mi niña, no pares por Dios! ¡No te pares ahora, sigue!”

Tenaz y a su vez descontrolada entra en un trance convulsivo dando bruscos golpes de cadera, siento como se corre terrible y largamente, a punto esta de soltarse de mí, sacándosela…., se lo impido cogiéndola por su culo con fuerza para clavarla sobre mi verga inhiesta, la inserto hasta el fondo en el momento que yo exploto de placer y eyaculo en su interior, la que creo, es la eyaculación más abundante y exagerada de mi vida. Todo lo que aguanté antes y todo lo que generé después, batió en el fondo de su coñito haciéndoselo notar con fuerza y extrañeza para ella, a la vez. Los chorros de leche se disparaban con tal tesón que me dolía al salir por el conducto de mi glande… percibía el recorrido de la lefa por todo el tronco hasta lograr desovar el engrudo preparado en toda esa media hora de extrema excitación. Noté que mi polla no paraba de manar semen. Yo tenía pequeños espasmos que me animaban a empujar con fuerza dentro de ella, una y otra vez, tanto que noté mi pubis mojado y mirando el acoplamiento de su ceñido coñito partido con mi recia polla, vi como rezumaba leche ese estuche inédito de Jacqueline. Existía tanta presión dentro por el volumen ocupado por mi cipote, y el coñito tan estrecho, que el líquido se salía de la cavidad vaginal. Ella cayó rendida sobre mi pecho, cara con cara, notándome todavía mi miembro duro dentro sin poder sacarlo por la postura. Me mantuve quieto por no incomodarla, pero poco a poco se fue deshinchando agotada saliendo sola. Jacqueline reclinada sobre mí, mientras la abrazaba acariciándola paternalmente. Notaba como toda la leche bajaba desde su interior quedando calentita sobre mi vientre. Le acaricié su precioso culo, sintiendo toda su entrepierna completamente mojada.Le indique que tenía que levantarse para asearse, se incorporó sobre mí y seguía goteando en mi cuerpo, se echa la mano al conejo para parar el líquido y lo nota viscoso, raro…

¡Mi vida, es mi leche hija! Es el regalo y premio de tu papi el día de tu desfloración”.

Se ríe, se echa a reír con risa nerviosa, corre al baño y yo detrás de ella, se sienta en el bidé y le explico cómo creo debe de asearse, y ante su asombro y aún más del mío, observamos como allí sentada un reguerito fino de su regalo sigue escapando de su enjuto chochito….

-“¡Cuánta leche me has dado papi! ¡¿Siempre será así?!”

-“Si te portas bien siempre…”.

Aseados y cansados en exceso, volvemos a mi cama a dormir otro rato pasando de todos los recados, explicando al regreso de su madre que nos habíamos quedado dormidos y que tras ducharnos y recoger la casa ya no habíamos tenido tiempo para las compras. Le expliqué sinceramente mi alegría de haber compartido aquella experiencia con ella, y a su vez mi tremendo arrepentimiento, por haber abusado de su cariño y de su confianza. Le manifesté mi miedo al más mínimo comentario, pues tanto ella como yo éramos totalmente conscientes que aquello no era del todo correcto, porque aunque no fuese mi verdadera hija y por tanto no hubo incesto real, ella es menor de edad…

-“Un comentario tuyo nos puede hacer mucho daño…, la separación de tu madre y yo, la pérdida de toda una futura vida juntos, desde el negocio hasta el prestigio social del que hace unos años a esta parte estamos disfrutando”. Ella me prometió…

-“No te preocupes papi, esto nunca se sabrá por mí. Te quiero muchísimo y nunca permitiría que te hiciesen daño. Además del favor que me has hecho desvirgándome tú, y no uno de esos chicos con los que voy que apenas saben follar, ¡¡Son tan brutos queme podría lastimar!! Tú me lo has hecho con mucho amor y cuidado…, por eso te lo agradezco y te amo.

En pleno despertar de la pubertad a sus 13 añitos su cuerpo era motivo de cambios continuos y sobre todo la curiosidad por descubrir las novedades en su vida. Antes no le daba importancia a sus coqueteos de niña inocente, pero ahora ya casi hecha una mujer despierta en mí un sentimiento de instinto animal. Era usual verla venir a fastidiarnos a la hora de dormir para ayudarle hacer su cama o en sus tareas y su madre como siempre cansada, terminaba dejándome todo el trabajo a mí solo…, una en especial cuando ya estamos dormidos, Jacqueline entró a pedirme ayuda en sus tareas, un poco soñoliento me puse las sandalias para dirigirme a su habitación que quedaba al lado de la nuestra, aún estaba adormitado cuando me fije que llevaba con un pantaloncito que apenas tapaba su culito sin bragas. Estaba medio atontado, trate de controlarme un poco con su madre en casa, me pidió que me echara en su cama, donde estaba repasando su cuaderno y quería que la ayudase. Nos acomodamos tapándonos con una manta…, estuvimos como una hora, hasta que viéndola cansada le dije Jacqueline a que durmiera… yo me quedaría un rato más a su lado por petición de ella.

No pasaron quince minutos cuando se quedó profundamente dormida, me levanté con la polla tiesa y dura a punto de estallar, me giré para taparla con la manta y lo que me dejaba ver hizo salirme de mis límites. Con el pantaloncito remetido en su raja entre las nalgas subido a su cintura, se mostraba su entrepierna dejando marcada la rajita de su vagina, una vulva prominente de ese chochito apretado que tiene. Estuve así un rato pero de pronto emitió un gemido suave, la tape despacio con mucho cuidado y salí cerrando por fuera. En el baño traté de controlarme y después de refrescarme con una ducha ligera, entre a mi habitación donde se hallaba mi pareja y madre de Jacqueline, la encontré bien dormida. A pesar que es mayor que yo es muy bella y tiene un cuerpo de infarto. Me acosté a su lado apenas la toqué para pegarme a ella y de nuevo me puse a mil no se me quitaba de la cabeza la imagen de Jacqueline, no me quedó más que subirle el camisón a su madre acomodándome de costado para despertarla con una embestida feroz que la hice gritar de gozo. A pesar de su negativa al estar con el sueño cogido, no le hice caso, la puse a cuatro patas como un perrito y empecé a follármela a pelo. La follé con muchas ganas insertando todo el badajo hasta la raíz con fiereza como nunca lo había hecho, hasta terminar corriéndome en una corrida brutal dentro de su coño ardiente en menos de cinco minutos ¡Una operación rápida de alivio! Mi pareja aun molesta por la arremetida tan brutal e inesperada, debido a que ella no esperaba tener sexo a esas horas y mucho menos sin protección. Ella es una latina caliente, pero cada cosa a su tiempo…. ¡Me hizo sentir mal pues esa noche no estaba para mí!, acostado a su lado me quedé pensando en qué hacía yo con una mujer dos años mayor que yo, con una hija que no es mía a mis 28 años.

Al día siguiente nos levantamos temprano, Paula, mi pareja, después de tomarse el desayuno salió y me quedé para llevar al instituto a Jacqueline, esa mañana estuve muy callado y a pesar de las ocurrencias de la niña, solo me limite a sonreírle irónicamente. Pasaron dos días cuando Paula me pidió ir al cuarto de Jacqueline para decirle que baje a cenar…, subí las escaleras y desde ahí se escuchaba las típicas carcajadas de sus amigas que estaban con ella, empujé la puerta de su cuarto al ver que no me atendían…, y debí de entrar muy rápido. Sentadas frente al ordenador vi muy claro unas fotos de porno que la ocultaron de prisa. Quedaron un poco misteriosas, rompí el hielo con una bromita y les dije que bajaran de prisa o se acababa la comida. Sobre la 21:00 Jacqueline entró a despertarme para ayudarle como siempre, vi que estaba con un pijama y a pesar de eso se le veía preciosa. Sin hacer mucho ruido me dirigí a su cuarto, ya estaba sentada en el portátil y me pidió le dictase un texto y me senté a su lado…, así como una hora más tarde terminando se me vino a la mente las fotos porno y me atreví a preguntarle qué era eso que ocultaron tan rápido. Se sonrojo mucho seguí con mis bromas que terminó admitiendo el hecho…, la tranquilice y le dije que era normal evitando todo el sermón sobre el sexo y de lo inapropiado de ver porno a edades tan tempranas por la distorsión que puede llegar a producir. Empezó al respecto a ello con preguntas como… ¿Qué sentía un hombre al hacerlo? Y cosas así por lo que poniéndome en el papel de padre respondía a todo. Después de media hora de distracción nos echamos en su cama para repasar sus cuadernos, yo estaba a mil, trataba de disimularlo. Al poco dentro de nuestra confianza empezamos a juguetear haciéndonos cosquillas y golpes suaves en vez de repasar hasta que de pronto ella se echó encima de mí para tomarme sin parar de meterle mano con la excusa de las cosquillas.

En uno de los roces notó la protuberancia obvia de mi entrepierna, yo estaba excitado, y supongo que ella más aún… ella rompió a reír…

-“¡¡Te has puesto muy duro!!”

Eso me puso más exacerbado, por lo que la tomé de la cintura y la bajé a mi costado…, aún seguía riendo. Tomé un poco de seriedad y le expliqué que era normal y así de nuevo empezamos una guerra nueva de sobos más atrevidos. Yo manoseaba su culo y las tetas entre caricias, pero cuando de improviso con una mano me tomó de mis testículos para que la dejase respirar, los dos nos moríamos de la risa. Cuando la solté mantenía agarrado mi polla de la raíz con parte de mis huevos en su mano. Hubo un silencio, creo que se avergonzó mientras no paraba de reír. Me dio la espalda y yo aproveché para pegarme a ella, estuvimos callados unos segundos abrazados, muy pegados, no sabía bien qué hacer pero era el momento para actuar. La tomé de su cintura empecé a acariciarla, pensé que me rechazaría pero no, me pegué más a ella, a su hombro y le di un beso que la hizo gemir suavemente casi sin percepción. Le tomé la mano y la dirigí a mi verga. No es tan grande como me gustaría, pero 17 cm es una buena herramienta…, a punto de estallar lo tomó. Conduje su acción para acariciarme y luego la dejé hacer. En un primer momento pensé que lo soltaría, pero no, continuó con el suave masaje un rato más de nuevo la tomé de la cintura y empecé a acariciarle las piernas y poco a poco me dirigí a sus braguitas. Deslizando mis dedos por su pubis impúber casi sin vellos, hasta que me detuvo. No quería romper la magia, así que hice un esfuerzo para tranquilizarme, la tome de la cintura y le di un beso en el cuello me levanté y ya más tranquilo besé su frente con un hasta mañana ella solo sonrió. Salí de su cuarto con un poco de culpabilidad. Al día siguiente por la mañana en la cocina, Jacqueline entró toda distraída…. Como siempre, me saludo con sus bromitas…, nada había cambiado. Pasaron los días hasta que una nueva oportunidad se presentó…. Paula se encaprichó de ir a la capital a comprar cosas para la casa aprovechando el sábado que no había clases.

Jacqueline salió con sus amigas y yo me quedé a ducharme y a preparar la cena, ya como a las 18:00 ya estaba recostado en la cama viendo la tele, sentí sus pasos en la sala por lo que me apresure a servirle su cena. Ya estaba por la escalera cuando choqué frente a frente con ella toda distraída…., me saludo con besito en la mejilla y me dijo que ya había cenado en casa de su amiga, así que me di media vuelta y mientras ella me contaba su día me dirigí a mi cuarto me acosté sin taparme, y ella también lo hizo a mi lado. Sorprendentemente la cotidianeidad continuó en nuestras vidas, la niña se sentía más coqueta conmigo sí, pero lo hacía muy discretamente, o al menos esa era mi apreciación. Dado que convivimos bajo el mismo techo, las oportunidades de nuevos encuentros se favorecían constantemente… con su madre trabajando por horas y yo con algunas tardes libres en casa con la niña, las oportunidades se daban, sin embargo algo me decía que no estaba bien… una cosa era cumplir con la ardua tarea de desvirgarla y otra la de tener prácticas continuas con la niña, pese a sus audaces insinuaciones, motivadas en parte por la curiosidad y favorecidas por su juventud, ligereza y maleabilidad….

Continúa...

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