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Una cena familiar

en Amor filial

...Yo me quedé petrificada y ruborizada hasta el extremo. Mi boca todavía sentía el regusto de su semen y aquí tenía a este cabrón saludándonos jovialmente en compañía de su mujer el muy caradura. El saludo no duró mucho y agradecí que fuera así, pues estaba muerta de vergüenza. En el camino de vuelta a casa no dejaba de pensar en lo sucedido. Se la he chupado a un desconocido, casi en la cara de mi familia, y encima ha resultado ser el jefe de mi padre…, una tormenta de culpabilidad me recorría aunque, de igual forma, sentía como mi coñito me había dejado las bragas completamente húmedas. Me moría de ganas de llegar a mi cuarto, desnudarme y dejarme llevar por las vivencias acontecidas esa noche. ¡La mente de una adolescente es impredecible! Y la mía tomó un rumbo imprevisible hasta esa misma noche, los maduros me ponía mucho.

Llego la Cena Familiar por excelencia. Como cada noche buena, Liana tenía que asistir junto a sus padres a la misma cena familiar en casa de su tía Mari Carmen. Era un auténtico coñazo tener que aguantar los chistecitos, bromas y pesadeces varias de todos ellos, pero no le quedaba otra que contentar a sus padres aceptando a ir con una sonrisa. Le hubiera encantado tener una excusa para librarse de semejante sufrimiento, pero no tenía que estudiar por estar de vacaciones y su amiga Mara hacía cena familiar como ella…, así que tendría que apechugar con la situación y desear que pasara lo más rápido posible. Al menos este año, había una novedad que tenía a toda la familia intrigada. Su tía se había echado novio y se lo iba a presentar a todos esa misma noche…. Nada más entrar por la puerta, Liana empezó a soportar las regañinas de su propia tía… que si no me vienes a verme nunca, a ver si ayudas más a tu madre en casa, no salgas tanto con tus amigas y estudia más… Una pesadilla, vamos. Liana cogió aire y pensó que en esta ocasión, el verdadero protagonista iba a ser el nuevo novio de su tía, que les esperaba a todos en el comedor con la mesa puesta. ¡Nos quedamos helados! Mis padres inclusive…. Este es Diego, mi novio. Venga Diego, dale un beso a mi sobrina Liana… mi sobrina favorita. Dijo Mari Carmen con su tono de voz insufrible. Liana se quedó sorprendida al ver al nuevo novio de su tía. 

– Si ya nos conocemos. Diego es el contacto de unos de nuestros proveedores, dijo mi padre, mi tía quedó alucinando por la casualidad.

Diego no le había contado mucho de su vida o no llegaron a profundizar lo suficiente como llegar a atar cabos en la familia de ella, el caso que es fue una sorpresa mayúscula. El tipo era un hombre alto y muy atractivo, o al menos eso me parecían todos los maduros que estaba conociendo, aunque nada que ver con el jefe de mi padre, al mismo que realicé mi primera felatio. Desde luego, el tal Diego estaba de muy buen ver, por lo que no entendía que podía haber visto en mi tía Mari Carmen, una mujer casi cuarentona del montón, de las que a poco que te despistes te está diciendo… “¡¿El anillo para cuándo?!”. Diego se acercó a Liana para darle dos besos. Realmente, los besos fueron demasiado cerca de la boca, lo que sorprendió a la joven, pero le gustó al mismo tiempo. Un cosquilleo recorrió todo su cuerpo, y supo que Diego también había disfrutado de ese primer acercamiento a la vista de todos, sobre todo ante la mirada del abuelo Fernando.

No lo había comentado hasta ese momento porque toda la atracción se centraba en Diego, pero mi abuelo materno, un hombre viudo desde hacía más diez años, también estaba en casa como cada año celebrando la Navidad con sus dos hijas. Fernando es un hombre de 62 años, activo en su profesión de Ingeniero en una empresa del sector del plástico, fue durante muchos años diseñador de producto y ahora es coordinador de proyectos, yo creo que esa actividad frenética lo mantiene joven, además del deporte de mantenimiento que practica…, cualquiera diría que no llega a los 50 años. Se casó a los 22 años nada más terminar la carrera tras dejar preñada a mi abuela Olga, de ahí nació mi tía Mari Carmen, después vino mi madre dos años más tarde. Es un hombre, fuerte y bien formado sin apenas grasa en su cuerpo…, de pelo escaso canoso y ojos azules que desvelan que de joven era un rubio pertinaz que se llevaba de calle a las mujeres, a muchas de ellas, tan incontables como los polvos que su polla ha disfrutado…algo que su esposa nunca le recriminó…

 

…Mi pobre abuela soportó sus andanzas durante muchos años, se hizo la loca y vivió feliz con un hombre que le daba todo y más que cualquier mujer necesitara, así que se permitía hacer la vista gorda ante su cornamenta. Esto me lo contó a mí en confianza, porque sus hijas nunca sospecharon tal cosa y yo no lo iba revelar por nada del mundo…, amaba demasiado a mi abuelo como para ponerle en tal apuro contra sus hijas… “Ya se sabe que agua pasada no mueve molino”, y todas sus aventuras no tenían valor ni cabida en nuestra vida. Mi abuelo era y sigue siendo un macho conquistador, como tal, su testosterona no es fácil de contener follándose a cuanta hembra se cruzó en su camino, sin sentimientos ni culpas. Es de ese tipo de macho al que la naturaleza le  ha otorgado el escalafón más elevado de la pirámide jerárquica animal como semental. En cada momento le dio lo mejor a su familia y ahora lo amábamos y respetábamos.

Empezaron a cenar aquella comida que Mari Carmen preparaba año tras año. La tía de Liana no era muy buena cocinera, pero toda la familia insistía en alabar su trabajo en la cocina para tener contenta a la mujer. Pero lo que realmente sorprendió a nuestra joven protagonista es que Diego no paraba de hacerle señales durante toda la cena. Liana no daba crédito. Miraditas, sonrisas y hasta roces con el pie. Llegó un momento en el que Diego se estaba literalmente rozando con el muslo de Liana, lo que excitó tremendamente a la chica. Encima, el hecho de que estuvieran sus padres y la novia de él en la misma sala, le daba un toque de morbo que no podía describir con palabras. Sin duda, ambos estaban disfrutando del hecho de ser cómplices en su intimidad. Al acabar de comer, Diego se ofreció para preparar el postre. Se levantó y pidió a Liana que le ayudara con los platos. A Mari Carmen le pareció genial la idea, ya que así hacía trabajar a la chica, además de conocerse mejor e intimar un poco. Lo que no sabía es hasta qué punto estos dos iban a intimar, porque eran como imanes con polos opuestos.

Nada más atravesar la puerta, Diego agarró a Liana por la cintura y la besó en los labios. Ella estaba totalmente receptiva, y se puso tan cachonda que mojó un poco sus bragas ante este momento tan caliente. Los dos sabían que no tenían mucho tiempo para su juego erótico, así que Liana se puso frente a Diego, se subió la falda, bajó sus bragas húmedas a las rodillas y se agachó en cuclillas con un mano en su coño y la otra en la polla de su nuevo tío, dejando vía libre a Diego para que le penetrara la boquita sin piedad. Se estaba especializando en mamadas rápidas la niña. Diego no se bajó los pantalones, solo se sacó la polla y los huevos por la bragueta… empezaron a hacerle una felatio su nueva sobrina política con un ímpetu bestial. Ella lo agarró de sus duras nalgas y empujaba su cabeza contra el de él a un ritmo constante. Liana estaba completamente ida de placer, y al mismo tiempo que sentía el frío del suelo de la cocina que emergía hasta su culo, por contra notaba el calor de la polla de Diego en su boca.

Mientras, ambos oían la conversación anodina de la familia al otro lado de la puerta, y le encantaba estar mamando a tan sólo unos metros de ellos. El acto era algo imposible, a no ser que el hombre fue eyaculador precoz, o los pillarían de tardar mucho…, el hecho se cumplió. En menos de dos minutos Diego sin previo aviso que se iba a correr. Clavó la dura verga a fondo de la garganta de Liana y se corrió sobre su lengua y paladar hasta llenarle completamente la boca de espeso engrudo seminal. No fue tanta como con el jefe de su padre, pero le llegó a salir en un pequeño reguero entre las comisuras de sus labios…. Entonces Liana empezó a masturbarse utilizando el semen que se recogió de sus labios, como lubricante. Estaba tan cachonda que sólo unos segundos bastaron para que ella también se corriera de placer. Tras este momento, Liana y Diego se miraron a los ojos cómplices de tan bochornosa situación de lujuria. Liana se bajó la falda y se colocó bien las bragas tapando su coñito virgen aún, y Diego se cerró la bragueta y se secó el sudor de la frente. Ambos improvisaron y cogieron algunos platos, repartieron el postre que esfuerzo les había costado preparar a su tía y a él. La visita familiar terminó con absoluta normalidad. Tanto es así que, cuando llegó el momento de marcharse y despedirse, Mari Carmen le dijo a su sobrina…

– ¿Te lo has pasado bien, Liana? Te he visto muy simpática y receptiva con todos nosotros. Sobre todo con Diego. Me alegro mucho de que os hayáis llevado tan bien.

– Sí, Mari Carmen. Me lo he pasado muy bien, dijo Liana con una sonrisa pícara en su cara…. – Te prometo venir a ver más a menudo cuando me saque el carnet de conducir.

– Bueno, no importa cariño, sé que te portas muy bien con el abuelo… él necesita que lo cuiden, cada día está más mayor.

– Tía el abuelo no nos necesita, es muy autosuficiente, pero le visito por si acaso…

– Tiene razón la niña, lo que pasa es que me gusta mucho su compañía y las cosas que cocina.

– Las que tú me has enseñado abuelo

Desde unos meses atrás tengo muchas ganas de follar con maduros, aún no me han desvirgado, pero para encontrar al adecuado y poder cumplir esa fantasía, probé con varios y me quedé con el mejor… mi abuelo.

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