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Una putita de vergas maduras. 4ª parte

en Amor filial

Pero volviendo a mi escarceo con papá, no iba a dejar que el entrenador se marchase solo y tenía que convencer primero a mi padre que me dejase ir al campeonato. Al cabo de unas horas papá se encontraba en la piscina, se había dejado los negocios y lo tenía todo para mí… la piscina está en un lugar protegido del exterior y nos solíamos bañar desnudos o con biquini, en topless o bañador…como ya dije, en casa teníamos ciertas libertades que en otras familias no existe. Esa tarde iba en biquini sin la parte de arriba. Jugué en el agua con mi padre. Como otras veces, pero esta vez deseaba provocarle y le noté más manoseador que nunca, aunque no le dije nada porque en el fondo me gustaba para tenerlo a mi merced, que era lo que me apetecía. Estábamos solos en la casa, mi hermano se había largado con sus amigos.

Al rato de jugar en el agua, salimos para tomar el sol, nos quitamos el bañador y el biquini para coger un bronceado integral. Me encantaba el gran falo que gastaba papá, a pesar de que lo tenía medio erecto como cuando ha estado empalmado y te está bajando… ¡Joder lo bonito que es…y como apetecía probarlo! Yo me había quedado súper excitada, tenía el coño húmedo y los pezones a reventar. Me subía un pequeño aroma a sexo fruto de los flujos que me salían. Nos tumbamos uno al lado del otro en tumbonas separada por tan solo 30 cm, y no sé si fueron las feromonas o las hormonas o lo que sea, que mientras le estaba poniendo crema en la espalda, vi como entre sus piernas, sobre la toalla se estaba empalmando de forma que la veía incluso latir. Acabé y le dije que se diera la vuelta, para ponerle en el pecho. Me dijo que ya se la ponía el. No le dejé, porque no me lo podía perder. Se dio la vuelta y la vi majestuosa. Debía medirme sobre los 20 cm, y más gorda que nunca la había visto.

Le hice un comentario jocoso… - Parece que se te está levantando el mástil de la bandera, papá… y le empecé a untar.

Él cerró los ojos sin tomarlo a cuenta, no era la primera vez que su polla se empalmaba conmigo. Cuando llegué a las piernas, la rodeé y la así con el beneplácito de papá… no me pude resistir y me la introduje en la boca, hasta la garganta… mirándole a los ojos. Él ni los abrió. Emitió un suspiro y me dejó hacer. Al minuto me dijo que para mi edad ya era muy puta…eso cómo podía ser. No le contesté, ni tampoco le hice demasiado caso, ese macho necesitaba desahogarse con una hembra y tenía a su niña para eso. Me puse haciendo un 69 encima de él, mostrándole frente a él mi clítoris palpitante y rasurado, con el que tantas veces se deleitaba mirar como lo hacía. Sin pudores, ni controversias me lo comió como nunca me lo habían hecho. ¡Qué placer indescriptible! Fue verdaderamente increíble. Me corrí por lo menos dos veces seguidas. ¡Qué gozo! Yo mientras le agarraba su polla junto con los huevos que manoseaba con fruición, al tiempo que se la apretaba entre mis labios rozando firmemente la musculosa hombría de mi progenitor. ¡Como me gustaba su sabor, su textura, su gordura, dureza y rigidez! Las venas se le hincharon. Y como notaba que le gustaba. Me quedé mirando su cabezota, la misma que un día estuvo en el útero de mi madre eyaculando los espermatozoides que me dieron la vida fecundando a mi madre. ¡Por aquel mismo agujero salió la mitad de mí ser! Lo lengüetee agradeciéndole la vida, abrí su orificio uretral y le introduce la punta de mi lengua… le gustó mi iniciativa a papá, porque estampó toda su boca en mi coño comiéndome el clítoris con los labios ansiosamente.

Continué mamándole la verga con afición…Cuando estaba llegando mi tercer orgasmo y mis gemidos eran considerables, noté como su glande se hacía más grueso si cabe y palpitante…como se inflaban más las venas que surcaban su tranca. Sabía que me iba a regar con su semen toda mi boca. Comenzó a mover su cadera follándome la boca, la introduje hasta la garganta una vez más y cuando noté que iba a salir mi manjar la tomé con los labios hasta la base del glande, agarrándola con las dos manos el resto de polla y pasándole la lengua repetidas veces con la punta, notando un sinfín de chorros que me llenaban la boca y no me daba casi tiempo a tragármelos. Mientras me venía un orgasmo increíble, e incluso creo que le regué toda su cara con flujos míos de la corrida. Perdí la cuenta de los chorros de lefa que salieron de su gran polla, el se retorcía de placer, mientras yo no podía dejar de hacer movimientos casi espasmódicos de mi cadera mientras me agarraba con sus fuertes manos del culo, y me seguía comiendo el coño mientras me corría bebiéndose todo lo de mi coño. Entonces me di cuenta que me había metido un dedo en el culo, y que toda esa situación me hacia ponerme más y más caliente, si cabe.

Cuando terminamos de eyacular me dediqué todavía un minuto a lamer su glande híper sensible, lo cual le hacía retorcerse de placer. Me incorporé y lo vi tumbado sobre la toalla, con los ojos cerrados y con la respiración todavía fuerte, como la mía y el corazón a doscientas pulsaciones. Su masculinidad seguía poderosa y enorme, ese macho aún no lo había dado todo… lo sé por mi hermano que suele eyacular en dos etapas con un lapso de tiempo de poco más de dos minutos entre corridas. Me coloqué sobre él y fui bajando hasta enfilar su capullo en mi rajita. Abrí mis dos pétalos con los dedos de mi mano derecha y con la izquierda guié el falo empalador al agujero de mi febril coño. Que placer, increíble. Como necesitaba su polla dentro de mí con el calentón que todavía tenía. Entonces abrió los ojos y se sonrió y me dijo…

– Pequeña, que seguramente necesite un descanso. Me llamó pequeña como es habitual en él conmigo, pero dentro de este contexto se me hizo raro.

Le miré diciéndole… – Eso habrá que verlo… aún la tienes muy dura y tus huevos no se han descargado del todo. Y mi papi no querrá dejarme sin el primer premio…

Estaba sentada sobre él, con las piernas arrodilladas paralelas a su cuerpo apoyadas en el suelo, y me recosté hacia atrás, a apoyándome las manos en sus tobillos por detrás de mi espalda. En esa posición se me introducía toda su polla hasta el interior de mi útero…y la notaba muchísimo.

Empecé a hacer movimientos de pelvis mientras tiraba la cabeza hacia atrás. Yo sabía que él contemplaba como entraba y salía toda la tranca del coñito de su nena, veía mis tetas gelatinosas moverse, pese a las duras que están a esas edades, y con los pezones a reventar. Me los acarició y me dieron casi calambres por el cuerpo cuando los pellizcó como a una puta. Era una gozada…ya no éramos padre e hija, sino dos amantes perdidos en la lujuria del placer ancestral. Su polla no perdió ni un ápice de dureza, más al contrario se volvió más venosa. Y lo mejor, ¡Noté como empezó a latir dentro de mí!, tanto que le podía tomar el pulso con mi sensible coño…, y mi padre no podía dejar de gemir. Fue increíble. En un momento tomó él el mando de la situación.

Me puso a cuatro patas sobre la tumbona para estar más cómodas mis rodillas, y tras darle un lametón a mi coño, desde el clítoris hasta el mismo agujerito de mi ceñido ano recreándose unos segundo en mi raja, ¡Que me supo a gloria!, enfiló su dura polla en la bocana del conejito hambriento de su zorra hija, noté como me abría la raja y se incrustaba poco a poco expandiéndome las paredes vaginales…me la introdujo toda hasta la raíz mientras me agarraba por la cintura y me acercaba hacia él casi brutalmente cuando llegó a calarla entera ¡Noté el golpeteo de sus cojones en mi coño!. Aquello me ponía a mil. Era un momento para que me llamara puta, zorra, y cualquier frase guarra que nos hace excitarnos tantos a las hembras en estas situaciones que estamos bien clavadas. Pero no, él no… Me dijo muy suavemente si estaba disfrutando tanto como él, volviendo a emplear la palabra pequeña. Mientras me metía su dedo pulgar en el ano. Todo aquello junto, hizo que me pegara una corrida vaginal impresionante teniendo su pedazo duro y largo atorándome el coño. No podía contener mis espasmos. Me llevé mi mano a la boca y me chupé dos dedos. Acto seguido me los acerqué a mi clítoris, previo a tocar la verga y los huevazos de mi padre mientras me penetraba sin descanso, notándolos húmedos de mi corrida.

No llevaba ni un minuto tocándome el clítoris y alrededores cuando me vino una corrida clitoriana en toda regla. Increíble. Todo ello, más con mis gemidos supongo, hizo que mi padre se pusiera a mil, atizándome sin paliativos a un ritmo frenético, donde su gran falo entraba y salía de mi coño a una cadencia espectacular anunciando la llegada de la gran aventada de lefa… se presumía una descarga en mi coño de más leche que antes, si cabe. Bufó como un animal clavándola a fondo y descargó tres o cuatro veces en cada clavada que me asentía, o esas fueron las que noté yo como lava caliente en el fondo vaginal. Una vez atorado el conducto uterino, se salió de mí e inmediatamente introduje su polla en mi boca nuevamente. Aún pude llenármela de su semen con los últimos esténtores de su eyaculación. ¡¡¡Cómo me gustaba!!! No pararía de chupar y de tragar leche de macho semental.

Nos tumbamos uno al lado del otro, lamentándose de haberse corrido dentro de mí. Decía que no pudo pensar en más y descargó en mi interior. Sé que le apetecía hacerlo y se lo permití gustosa…Le tranquilicé diciéndole que estaba en uno de esos días fuera de riesgo para las mujeres. No era cierto, pero lo serené su mala conciencia. Comentamos si había o no estado bien. Y llegamos a la conclusión que nos apetecía en ese momento y que era una tontería lamentarse. A partir de cuando tuvimos el primer encuentro era fácil ese día hubiera sido fácil repetir nuestras sabrosas folladas, buscarnos en las penumbras o tocarnos a escondidas…. No ocurrió por casualidad nada más, supongo que sabíamos que fue algo esporádico que se había engendrado durante años por la total disipación de pudores, y además lo recordaba como una la situación única, excepcional e impresionantemente placentera. Con el coño chorreante de esperma me tumbé encima de él para recordarle que deseaba competir en el campeonato de Getafe, como fémina amateur… él no estaba aún seguro y menos sabiendo lo guapo que es mi entrenador, su fama de follador de la pradera. La follada recibida en esos momentos no me ayudó demasiado a convencerle que sería buena chica…Es lo que tiene ser tan puta.

– Todos vamos a competir por ser los mejores, estaremos muy concentrados en nuestros partidos. Te prometo traerte un trofeo.

No sabía cómo decirle que solo a jugar y no a follar como lo había hecho con él… hasta que se me ocurrió decirle que él siempre fue mi referente en la vida, mi modelo de lucha para conseguir todos mis propósitos, aquello lo ablandó, unido a que solo serían cuatro días y tres noches a lo sumo…

– ¡Bufff!… Suficiente, Carolina… ¡Basta!, la verdad es que nunca me has fallado. Vale, puedes irte. ¡Simplemente sal de encima!

– Eres el mejor papi del mundo. ¡Bueno eres el mejor en todo! Sabía cómo camelármelo bien.

– Sí, claro hija ya eres mayor de edad, espero seas responsable. Recuerda llamarme todos los días.

Tenía los 18 años, pero solo me faltaban unas semanas… mi padre siempre confiaba en mi buen hacer, así que me fui con una sonrisa de punta a punta pero con unas ganas terribles también de volver a follármelo, cogí mis braguitas de biquini y me marché toda mojadita. Obviamente no iba a follar con mi papá otra vez, el pobre estaba exhausto después de correrse dos veces, pero me sentía muy guarra con un buen calenturón. Por eso fui a la habitación de mi hermano Sebastián, que con él sí podría descargarme la calentura, no lo encontré… pateé su puerta violentamente de pura lujuria y me di una ducha aseándome el coñito…después me puse a preparar mis cosas para el viaje. Sin darme cuenta Sebas volvió y me lo encontré escuchando música sobre su cama, tenía puesta una camiseta del Barça nada más, se podía apreciar su pija morcillona reposando entre sus piernas. Con la mirada enojada le pedí que levantara sus brazos. Cuando lo hizo le quité su camiseta y lo tiré al suelo.

Flaca, ¿estás con hambre, no?

– Imbécil, no soporto esa camiseta y lo sabes, solo te la he quitado porque no la quiero ver, mentí, evidentemente quería deleitarme con la vista de su fornido cuerpo… me sentía eufórica y mi coño pedía follar.

¿A qué se debe esta visita inesperada, Carolina?

– Mañana me voy a Getafe para jugar un torneo. Estaré fuera unos días.

Vaya mierda, flaca, ¿ahora a quién le pediré una mamada matutina?

– Pues te buscas una novia y listo.

No quiero una novia, te quiero a ti.

Me puse un poco más cachonda pero tenía que ser firme…– Se ve que cuando eras bebé te caíste de cabeza, nene. Por nuestro bien será mejor que te consigas una chica que te permita follártela…, y te dejes de tonterías conmigo, ¡Joder vas a conseguir Preñarme…!

– Ya, ya… supongo que tienes razón. Es una pena, flaquita, porque creo que tenemos mucha química en la cama. Digo, en la mesa, el sofá en la encimera de la cocina…

– ¿Ves cómo eres subnormal, Sebastián? Si tú quieres puedes seguir como perrito faldero detrás de mí. Evidentemente no conseguirás nada, pero bueno, eso ya es tu problema.

– Claro, claro, “yo jamás me rebajaré a follar contigo” y tal. Cerré su puerta y puse el seguro, me mordí el labio inferior, avancé hacia él y me quité el top que cubría mis tetas. Él sonreía como un tarado porque le encantan mis pezones, pero yo iba a borrar esa sonrisa muy rápido…

– Sebastián, he grabado cuando follamos.

– ¿Eh? ¿Que qué has hecho? … ¿QUÉ ME ESTÁS DICIENDO?

– Se lo mostraré a papá a menos que hagas algo por mí.

– No te atreverías. ¡¿Cómo eres tan puta?! ¿A qué no?

– He visto el vídeo solo una vez y se nota que eres tú el que insiste en follarme…, la verdad es que me he hecho un montón de pajas muy ricas viendo varias veces ese video, en donde me obligas a follar…me violas. Se ve como me llenas del coño de leche ¿Qué va a pensar papá cuando se entere?

– ¿Quieres dinero, eso quieres maldita zorra?

– ¡Qué va! Solo quiero que seas mi esclavo, Sebastián. Y la única orden es que sientes tu puta cabeza. Que elijas una chica decente y te pongas serio. Y si quieres montar a tu nueva novia, lo harás LEJOS de aquí. No pienso volver a soportar tus griteríos tras la pared de mi habitación.

– ¿En serio? ¿Es todo? Creo que puedo hacerlo.

– Te recomiendo que busques novia ya, que de mí no volverás a obtener carne…. Me quité la braguita y la tiré en su cara. – ¡Jaja! Flaca, si no existieras te inventaría, dijo oliéndola.

Me arrodillé frente a su imponente polla. No tardó mucho en ponerse a tope gracias a mis manitas y lengua vivaz, que si algo he aprendido desde que me he convertido en una ninfómana es mamar pollas. Puse la puntita de mi lengua en el glande y jugué un poco con ese agujerito en el centro, eso lo volvió loco y quiso salirse de encima porque se ve que aún no se acostumbra a mis mañas. Pero no pudo escaparse porque yo atajaba fuerte su tronco con ambas manos. Empecé a mordisquear la cabezona de su enorme verga, mirándolo y contemplando cómo ponía una cara retorcida de gozo. Envié una mano entre sus huevos y su culo, ahí donde es tan sensible y empecé a acariciarlo con mi dedo corazón. Eso lo puso más loco y tuvo que morder una almohada. Yo estoy acostumbrada a que me tomen del cabello para que me follen la boca, pero como mi hermano es algo lerdo yo tuve que hacer todo el trabajo.

Metí su tranca hasta el fondo de mi garganta, hasta que ya no pude respirar, luego lo retiré un poco y seguí ensalivando. Sebastián gemía demasiado pero por suerte su música estaba un poquito fuerte, pero si aumentaba sus gritos papá podría pillarnos. Eso me puso a cien, así que lamí con mucha fuerza ese pollón y acaricié esos huevos para verlo sufrir de placer. Me metía cada uno en la boca como si fueran caramelos, succionándolos alternativamente, después volvía a su glande lamiendo golosamente todo el tronco venoso. Mis labios cerraban sobre el capullo henchido y volvía en engullirme su polla mamando a tope, sin dejar de pajear el resto del mástil inhiesto y masajear con fruición sus pelotas cargadas de leche. Le dediqué no menos de diez minutos a tal tarea, la técnica la tenía bien cogida dejando descansar sutilmente mi boquita a fin que la quijada no se cansara de tanta mamada. Noté un ligero endurecimiento de su hombría, síntoma de la inminente eyaculación…, Puso sus ojos en blanco y con una cara horrible se corrió en mi boca.

Soltó varios chorros de esperma espeso colmando mi garganta. Me aseguré de succionar muy fuerte y exprimirlo bien, que por la experiencia sé que a veces quedan gotitas que les cuesta salir de la uretra. Quería obtener toda su lefa sin remilgos para tragarla, su sabor, su aroma a testosterona me sublimizaba a cotas de putón. Hice un revoltijo en mi boca engulléndome todo el bolo de semen, menos un poco que resbaló por las comisuras, entonces cogí su camiseta del Barça para limpiarme con mucho cariño, los restos de su lefa caliente. No lo vio pues se tiró en su cama para descansar. Me reí y me subí encima de él, más le valía al cabroncete volver a poner a tope ese cipote, que yo no me iría de su habitación sin una buena ración de carne…, el pobrecito de mi padre me había dejado cachondísima y eso que me sacó tres orgasmos. Mi padre y mi hermano eran de la misma especie, gustos similares y reacciones iguales…se recuperaban del primer polvo en apenas un par de minutos, como si la primera eyaculación fuese un aviso, así tomé la costumbre de mamársela en la primera ocasión y follármelos en la segunda.

– ¡Ufff… flaquita! Pensé que nunca te subirías a mi cama… ¡¿Qué haces?!

– se bastante haciéndome el amor.Te voy a besar, Sebastián.

– Ni lo pienses, ¡aléjate! Eso es asqueroso, tienes los labios repletos de semen, ¡Aggg, Cabrona!

– Eres mi esclavo ahora, toca complacer a tu dueña.

– Estás loca, Carolina.

– Sí, porque me eches un buen polvazo y me vuelvas los ojos del revés poniéndomelos en blanco…

Me acarició la mejilla y me miró muy tierno. Yo me mordí la lengua porque sabía que la noche solo comenzaba para nosotros… Ocasionalmente había días que mi padre desaparecía de casa, así que decidida a disfrutar con mi hermano cuando nos quedábamos a solas como esa noche “dormimos” en la misma cama. Las veces que era follada por los moros o por mi entrenador, yo quedaba satisfecha, entonces nada más le permitía que me lamiera divinamente el coño, tras lo cual me duchaba con agua fría profusamente, para evitar cualquier tipo tentación vaginal. Como parte de mi rutina también estaba el leer los relatos rosas de amoríos románticos donde las relaciones sexuales que daban relegadas al más puro amor. Mi hermano como un perrito faldero llegaba a mi cama rogándome sexo cuando mi coño ya se hallaba atorado de la leche de esos tres cabrones…. Pero a pesar de ello me apiadaba permitiéndole que me comiese el coño, no me atrevía a dejar que me montase por si notaba mi chumino lleno de esperma…, desde luego que ganas no le faltaban al mamón, la cosa es que yo no se lo permitía, por miedo a que descubriera mis devaneos.

Cierto día leí un capítulo de la novela “Bienvenidas al Club” de Megan Maxwell, que me dejó bastante caliente… No solo cachonda, sino deseosa de experimentar un buen apareamiento con mi Sebas, por lo que tras quedarnos solos en casa como de costumbre, me despoje de toda mi ropa superflua, Sebas como que si supiese lo que le esperaba se veía ese día mucho más contento cuando me miró de reojo. Él estaba en el salón jugando a la play…, y al punto tuve que llamarle la atención para que se fijara en mí con bastante carácter, luego me senté en el sillón donde regularmente lo hacíamos… deseaba que mi hermano me lamiera el chocho. Mi única preocupación en esos momentos era como lo haríamos esa vez…, si me ponía a cuatro patas o sentada, pero por aquello de tener algo de mayor control opté por quedarme sentada. Aparté mis braguitas a un lado mostrándole mi chochito mojado…,  como de rutina dejé que mi hermano se acercara y comenzara a lamerme el coño. Ese día en particular lo hizo de manera más intensa, yo ocasionalmente le manoseaba su verga por encima del pantaloncito…

¡Vamos nene quítate los pantalones! Quiero ver esa polla dura que tienes para mí.

La así con decisión bajándole el prepucio, observaba como sobresalía de su piel el gran capullo rojo que me iba a perforar. Primero le empecé a  masturbar, en otras ocasiones me daba cuenta de cómo antes de correrse se endurecía ese grueso bulto entre mis dedos, tenía esa sensación que si lo mantenía apretado con la fuerza suficiente terminaba por acabar con eyaculaciones potentes, que unidas a su copiosidad me ofrecía un espectáculo glorioso. Me halagaba ver esa transformación masculina y viril. Más de una vez su polla se iba hinchando entre mis dedos hasta alcanzar un tamaño bastante grande o mejor dicho grueso y largo, desde un tamaño flácido…, me siento muy puta entonces. Ya había tomado la decisión de que Sebas me montase, pero casi hasta última hora no sabía cómo, tras esa buena lamida de mi coño, él creo que de manera instintiva buscaba penetrarme mientras me besaba con fulgor…, lo que hasta ese día no se lo había permitido.

Se levantó apoyándose en sus brazos sobre el sofá sin poner el peso sobre mí. Por lo general en esos momentos yo levantaba el culo y le pedía que se quedase quieto, pero esa vez no lo hice. Mantuve mis piernas bien abiertas observando como la punta de su verga se acercaba a mi coño, el que desde hacía tiempo me depilo con bastante regularidad ,  Sus brazos trataron de abrazarme agarrándome del culo, me coloqué en todo el borde del sillón para facilitarle el contacto conmigo. Pude ver como su miembro viril inhiesto y presto a la batalla, comenzaba a penetrar mí depilada vulva abriéndose paso entre mis labios vaginales, yo trataba de mantener agarrada la base de su verga por aquello de controlar una inserción suave, no me fuera a penetrar como esos salvajes de moros inmisericordes, pero apenas comencé a sentir su cipote dentro de mí, me olvidé de todo lo que había a mi alrededor.

Es delicioso el instante antes de que te penetren, se siente desesperación porque ya esté adentro y cuando te penetra es riquísimo sentir moverse dentro de ti a tu macho semental…con sus gordas pollas venosas tocando una infinidad de terminales nerviosas, se siente escalofríos, calor, y si quieres a esta persona como me  ocurre con mi hermano y papá, sientes un infinito amor cuando te miran a los ojos mientras te penetran… es lo mas placentero… muchas veces no es necesario llegar al orgasmo o estar interminables horas follando para llegar al limbo del placer, simplemente con que este adentro de ti y se mueva suavemente es sencillamente estremecedor…Es como tocar el cielo. El momento de la penetración es lo más excitante para la mujer… el sentir que está entrando el cipote rígido de tu hombre excitado por ti, en tu vagina… es tocar el cielo. Al principio cuando está entrando la polla, sientes un pequeño dolorcito muy rico y placentero que desearía que no acabara nunca, luego escalofríos, placer, mucho morbo y excitación. Finalmente te sientes poseída y deseada, súper erótica y apasionada. Y ves a tu macho ahí todo estimulado, empujándote una y otra vez hacia dentro con fuerza, ¡Puf… qué bueno! Luego, cuando ya lleva un ratito de follada profunda disminuye la sensibilidad un poco por la lubricación y el roce, pero es único… en mi opinión es mucho mejor que el sexo oral.

Mi hermano comenzaba a introducir y sacar su rabo de mi cuerpo de tal forma y manera, que realmente dejé de pensar, y me tiré totalmente sobre el sillón empujando mi coño contra su polla. En cierta manera esperaba que esa barra de carne se comenzara a hinchar divinamente dentro de mí. Así que cuando comencé a sentirlo, fue el mayor placer que creo haber sentido. Lo más raro de todo era que en esos momentos mi Sebas me hablaba, pero yo no entendía nada…, solo me dejaba hacer. Recuerdo que una de las primeras veces que me dio por el coño, en medio de la locura que me embargaba, le dije que se lo mamaría y que si hasta quería me dejaba dar por el culo. Hasta ese punto de delirio me llevaba mi hermano con su cipote follándome a discreción, me sentía tan puta que estaba a su completa merced. Follábamos a pelo como siempre y como siempre se vaciaría sus testículos dentro de mi útero. Me encontraba acostada boca arriba, mientras que él sabrosamente me clavaba irracionalmente, podía ver su falo entrar y salir en mi estrecha raja partida, tentándome a agarrarle los huevos como si de unas riendas fuera. El me besaba buscando mi lengua, luchando con ella, mamándomela, provocando de su experta boca gotas de baba caían sobre mi cuerpo y algunas hasta en mi cara, y al tiempo que disfrutaba de su verga me acordaba de las muy buenas folladas que ya me habían dado en innumerables ocasiones y de cuanto me resistí a que me follara…, desde aquel viejo cabrón con su ancha tranca que me desvirgó han entrado unos cuantos en mi coño en los últimos cuatro años… Mi padre, mi hermano, el vecino cincuentón, los moros, el entrenador y hasta mi novio, ahí es nada.

Realmente la posición se estaba convirtiendo en algo incomoda, pero aun y así era una sabrosa experiencia joder con mi Sebas en casa, a la hora que me apetecía lo tenía dispuesto…, calentar y listo como una pizza. El chaval aguantaba de lo lindo, otra de sus virtudes, desde luego que tuve que esperar un buen rato. Ya pasarían de los diez minutos percibiendo a cada intrusión, sus pelotas golpearme sin cesar, eso era otro aliciente…, me mataba a pollazos y a huevazos, el caso es que siempre termina llena de su semen toda mi vulva. Comenzó a acelerar, me colgué de su cuello para comerle los labios, tomar de nuestros alientos jadeantes y finalmente acabar derramando su leche dentro de mí. Sus esténtores se hicieron patentes, y la fortaleza de su cipote musculado dentro de mi vagina, tensándose todos sus músculos cuando finalmente noté el primer gran chorro de esperma, seguidos de otros que anegaban mi conductor uterino…

Sentir el roce de su glande en mis pliegues vaginales, el calor húmedo de su lefa, su esfuerzo muscular para darme el gozo de tener entre mis piernas a un macho semental, su transpiración y ese aroma masculino que desprende su piel…, era demasiado para mis sentidos como para soportar no tener el orgasmo que me provocaba al tiempo que se vaciaban sus testículos dentro de mi coño. Estuvimos no menos de un minuto acoplados nuestros sexos atemperando la efusión sentida… Nos separamos con dificultad, al estar pegadas nuestras pieles sudadas. Cual posesa me puse sobre él realizando un 69, para dejarle bien limpio el vástago percutor impregnado de semen y fluidos vaginales. Él sabía lo que deseaba de inmediato me dio unas cuantas sabrosas y profundas lengüeteadas, hasta disfrutar de otro pasmoso orgasmo comiéndome el clítoris…, mi vulva se encontraba súper sensible…, el menor roce lo sentía en todo mi ser. Desde ese día, creo que me convertí en adicta a la gran verga de mi Sebas también… ya no solo de esos viejos verdes de pollas gordas.

Al día siguiente esperé a mi entrenador en el predio. Me fui con una camiseta femenina de mi querido Real Madrid y unos leggins ajustados de color blanco, lo elegí adrede para que se vieran bien mis labios vaginales, que a esa altura ya estaban bien voluminosos debido a la succión matutina que me regaló mi hermano a modo de despedida. Básicamente, quería mostrarle a mi entrenador que mi chumino tenía ganas de recibir pollas. Vino puntual pero no quiso bajarse del coche para abrirme la puerta. Me enojé un poco, ya podría haberse puesto caballeroso pero qué se puede esperar de alguien cuya meta en la vida es follarme el culito con su puño. Llegamos a Getafe… al “Sector III” cerca de las dos de la tarde. Casi cuatro horas de viaje en donde traté de calentarlo en vano, desde luego era verdad eso de que él quería evitar tentaciones. Incluso cuando hicimos una parada para cargar combustible, me salí del coche, levanté un poquito mi camiseta y le mostré mi culito para preguntarle si mi leggins tenía alguna hendedura. El cabrón soportó mis embistes, pero yo no me iba a rendir. Llegamos al recinto para inscribirnos en nuestras respectivas modalidades. Luego de comer en ese hermoso lugar, nos fuimos al piso del Señor Ferrer. No estaba muy lejos del complejo deportivo, era un piso dúplex bastante grande, y me dijo que vivía allí antes de separarse de su ex. Mi habitación está arriba, a la izquierda.

– ¿Y cuál es la mía, profe?

–  Al otro extremo, allá a la derecha.

– Joder, me ha puesto muy lejos de usted.

– Mira, Carolina, en mi grupo está Guillermo Peralta. Desde chiquillos siempre hemos sido muy enemigos y competitivos…antes en tenis y ahora en bádminton. Voy a enfrentarme a él mañana, y lo último que necesito es desconcentrarme. Así que por esta noche necesito que estés lejos de mí.

– Lo dice como si yo quisiera dormir contigo so pervertido. ¡Ni que me alimentara de su leche para vivir! Que sepa que tengo quien me dé verga y hoy no la necesito y mucho menos la de usted.

Cerca de las nueve de la noche me fui a su habitación para golpear su puerta. Me puse un camisón sexy y trasparente que revelaba que yo no tenía braguitas puestas. Toqué un montón de veces y parecía que no me iba a abrir, pero lo hizo al decimoprimer intento. El madurito puso una cara de perros y se recostó en el marco de la puerta…

– Carolina… ¿Qué haces aquí a estas horas?

– Sr. Ferrer, esta casa es enorme. La mía es pequeña y estoy muy acostumbrada a dormir con gente cerca de mí. Más allá de que las paredes me separan a mí de mi hermano y mi padre, siento que están cerca para protegerme.

– ¡Ajá…!

– Voy a entrar en su habitación para dormir. Agradecería que no hicieras nada obsceno conmigo. Verás, yo también tengo un partido de bádminton importante mañana.

– No entrarás, Carolina, me va a ganar la tentación. Además no hay lugar en mi cama, tal vez si hubieras traído tu colchón o un saco de dormir, jaja…

– Resulta que sí he traído mi colchón, mi querido entrenador,le señalé el pasillo en donde se quedó trancado. – Y así pude descansar más tranquila sabiendo que estaba cerca de alguien. El colchón lo acomodé al lado de su cama, pero no podía dejar de pensar en el macho que dormía a un paso de mí. Me levanté y subí en su lecho. Me arrodillé y puse mis manos en mi regazo, mi boquita estaba levemente abierta, mi respiración entrecortada.

– Carolina, ¿qué desfachatez tienes metida en la cabeza? 

Me preguntó cuándo estiré su frazada y la tiré al suelo. Su deliciosa polla se podía apreciar bajo el slip, si era por mí me abalanzaba y le metía mi lengua hasta la uretra. Pero me atajé.

– Acompáñame hasta la cocina, quiero tomar agua.

Mi cara estaba colorada. Mi camisón no podía disimular mis pezones excitados y mi chumino húmedo. El señor Ferrer me vio la cara desesperada, toda calentita y cabreada a la vez porque no podía tranquilizar mi calentura

– ¿Y por qué no vas tú sola?

– Tengo miedo, es todo. No te molestaría si realmente no tuviera sed.

No me hizo caso, buscó su manta y se arropó de nuevo. Con mucho cabreo y muy cachonda, dormí a su lado pegando mis tetas contra su espalda, restregando mis piernas por las suyas. Reposé mi nariz cerca de su oído para que escuchara mi respiración, y hasta fingí tener pesadillas para que escuchara mis gemidos de perrita en celo, pero el desgraciado no me prestaba atención. Ambos teníamos prioridades, él ganarle a su enemigo de toda la vida, y yo ganar una medalla para mi padre. Se ve que el único con fuerza de voluntad para alcanzarlas era él… El día siguiente estaba bastante nublado. Por las duda llevé una sombrilla de su casa antes de irnos al predio. Su partido era bien temprano y desde luego estaba concentrado al cien por cien, evitándome y dejándome con muchísima ganas de follar ¡Joder tenía el coño calentorro a más no poder! Y eso que yo lucía bastante apetecible con mi faldita deportiva y mi camiseta ajustadita, lista para jugar…, logró salvar la tentación de clavarme como una anchoa la noche anterior. Eso sí, se sentía raro usar bragas tras tanto tiempo sin ellas.

Su juego fue el primero. Le acompañé hasta su cancha y me senté en una paupérrima gradería, con la increíble cantidad de más de trescientas personas más. Por lo visto mi entrenador es famoso. Saludó y charló con su rival, calentaron un rato para después empezar el juego que consistía en tres sets. El Señor Ferrer peleó duro en la primera tanda de manera increíble, eran idénticos en habilidades. Yo me enojé porque toda esa energía la podría usar mejor conmigo. Ganó el primer set a duras penas, pero lamentablemente para él, no pudo comenzar el segundo set porque la lluvia se hizo presente. Vino junto a mí para resguardarse bajo mi sombrilla. Yo estaba cabreadísima, ¿he viajado cuatro horas para nada? Por un instante pensé que hubiera sido mejor haberme quedado con mi hermano Sebastián en casita apareándonos como animales ahora le había cogido el gusto a su polla, de igual modo que lo hicimos la noche antes de salir de casa…

– Señor Ferrer, estuvo usted muy bien. Se ha defendido como un coloso y le ha machacado después.

– Gracias Carolina, ¡la verdad es que no pude haber comenzado mejor! El segundo set será muy duro pero tengo energía a tope, esto de no follar me devuelve mucha vitalidad, seguro que gracias a eso tú también ganarás fácil, chica.

Me levanté bastante enojada. Se suponía que había viajado hasta Getafe para comer carne madura, pero no la estaba obteniendo. Le tiré la sombrilla y me fui a por una caminata bajo la lluvia esperando que mi calentura y cabreo se calmaran un poquito. Mi entrenador quiso detenerme pero yo no quería saber nada de él. Durante mi caminar vi que el Juez de silla y el Juez de línea del partido me llamaron a lo lejos. Ellos estaban fuera de una pequeña oficina. Eran dos hombres de la misma edad a mi entrenador, unos cuarentones… uno de ellos canoso muy sexi y con un poquito de pancita, pero se les veían muy felices. Me acerqué a ellos, toda mojada y con la cara de pocos amigos… pensé que lo mismo obtenía algún halago por parte de eso dos maduritos interesantes, quién sabe lo que puede durar una tormenta como aquella.

– Oye, niña, ¿por qué caminas por ahí sin una sombrilla? Vas a pescar un resfriado, ven un rato, entremos hasta que pare la lluvia. ¡Hay toallas y café!

– Eso, no aceptaremos un no por respuesta.

– Por cierto, tú estabas en las graderías mirando el juego, ¿no?

– Sí así es, estaba mirando el juego entre el Señor Ferrer y un tal Peralta. Como sea, aburrido a más no poder.

– ¡Ja! Qué graciosa, vamos adentro. Cuando entré en la pequeña oficina, me senté y crucé mis brazos.

Ellos notaron que yo estaba visiblemente molesta, por lo que me tiraban muchas bromas para levantarme el ánimo sin éxito. Me pasaron una toalla y posteriormente una taza de café. Fue cuando le di un sorbo que se prendió un foco dentro de mi cabeza, los dos árbitros me miraron con sonrisas amistosas. Desde luego no sabían lo que les tenía preparado…

– Mi novio me ha dejado, señores árbitros,mentí.

– ¡Oh, ya veo niña! Pues lo lamento mucho, así que por eso estabas con esa carita tan mal. Nosotros hemos pasado mucho por esa clase de situaciones cuando teníamos tu edad, chica, y míranos ahora, sonriendo y pasándola bien. Lo que te quiero decir es que todo termina superándose

– No sé, es que lo amaba mucho, pero resulta que es un cobarde porque de un día para otro decidió cortar conmigo por WhatsApp.

– Mira, tú eres una chica muy bonita, en serio, no vas a tardar en encontrar a un chico que te sepa apreciar.

Empezaron a salir mis lágrimas de cocodrilo. Puse la taza en una mesa y me levanté como para irme del lugar. No tardó uno de ellos en soltar su mano para rodear su brazo en mis hombros y zarandearme amistosamente.

– ¡Ánimo, chica! ¿Cómo te llamas? Te pareces un poquito a mi sobrina por lo tremendista que eres.

– Carolina, me llamo Carolina, señor árbitro.

– Llámame Jorge. Y mi amigo allí es Alberto. Venga, no nos gusta ver una carita tan bonita así de triste.

Como el señor no planeaba abrazarme a pleno, lo hice yo. Puse mi cabeza bajo su mentón y restregué un poco mi cuerpo contra él, gimiendo muy sutilmente. Sentí su mano acariciando mi cabello y aproveché para rozar un poco mis piernitas contra su bulto.

– ¡Nadie nunca más me querrá, Jorge!

– No digas eso, me voy a cansar de decirte que eres una chica muy hermosa. Si tuviera veinte, ten por seguro que estaría detrás de ti todo el rato.

– ¡Y yo también chiquilla! Te daría lo que me pidieras! Te aseguro que ese culito no pasaría hambre ¡ja, ja! Dijo Alberto, levantando su café. 

– Tranquilo Alberto, no te pases y controla tu lengua, que ella tiene la edad de tu sobrina Sofía.

– ¿Qué me tranquilice yo? Eres tú el que la está abrazando demasiado apretado, hombre. Además, para mí que tiene un aire a Rosa, tu sobrina….

La verdad es que me estaba cabreando un poco que solo fueran capaces de pensar en sus malditas y tiernas sobrinas, así que decidí seguir estirando la situación hacia donde yo quería.

– ¿Qué clase de cosas me darías para mi culito, Alberto?Le miré con mis acuosos ojitos.

– Niña, tengo un montón en mi repertorio pero no te los voy a decir, ¡que no quiero corromperte!

Sonreí un poco. Me di cuenta que hasta ese momento Jorge no me soltaba de sus brazos, le miré y le di un beso en la mejilla para susurrarle… – Muchas gracias por levantarme el ánimo.

Me abrazó muy fuerte con una gran sonrisa mientras ya podía sentir poco a poco su pollón erecto bajo su pantalón, rozándose contra mi muslo juguetón. Me salí del abrazo y me acerqué a Alberto. Como él estaba sentado, aproveché y me senté en sus piernas. Me gustaba mucho ese olor pesado a café, aunque fuera de su aliento.

– Ojalá consiga un novio como vosotros dos, tan atentos con las chicas… tan cariñosos. Los chicos de mi edad no son como las personas maduras, ustedes tienen un saber estar que a las mujeres nos encanta. Por eso las mujeres nos enamoramos de machos mayores que nosotras.

– ¡¡Carolina, ya quisiera que mi esposa fuera tan coqueta como tú!!

A él también le besé su mejilla, no sin antes gemir levemente a centímetros de su oído. En cuestión de segundos su tranca se podía sentir bajo mis muslos. Y así, sonriente, llevé accidentalmente mi mano en su entrepierna y puse cara de sorprendida haciendo una O con mi boca. Los maduritos me miraban con asombro lo resuelta que era con ellos.

– Lo… Lo siento, Carolina, por favor mejor te quitas de encima, ¡Qué vergüenza chiquilla!  ¡Vaya no sé cómo me ha podido ocurrir…!

– No te avergüences, Alberto. Me sorprende y me halaga, no sabía una chiquilla como yo pudiera levantar tan firme al soldadito de un macho maduro como usted.

– Te equivocas Carolina, claro que puedes. Y con la experiencia que tenemos, podemos hacerlo de las maneras que tu ex novio nunca imagina.

Jorge se acercó a nosotros y me tomó de la otra mano. Me la llevó hasta su enorme erección…, fingí asombrarme, luego agarré esa enorme tranca que parecía iba a reventar de su pantalón… – Pues sí, niña, ¿o crees que tener algunas canas y un poco de barriga cervecera nos quita el deseo sexual? Los sementales siempre estamos dispuestos a cubrir a cualquier hembra que se tercie…

– ¡Dios mío…!¡Vaya, Jorge! Tiene una polla TREMENDA. ¡Ufff…! Siento envidia de vuestras esposas.

– ¡Bah! No hables de esa vieja testaruda que vas a bajarme la erección.

– Perdón, realmente se están perdiendo grandes cosas.

Estaba empezando a acariciar lentamente ambas trancas sobre los pantalones. Alberto me invitó a probar una bocanada de su aliento dándome un beso lascivo, la verdad es que me sentí brutal porque me estaban poniendo perdidamente cachonda con aquellos dos veteranos de mil batallas. Se sonrieron los dos un rato, pero fue Jorge el que me acarició la mejilla y me dijo… – ¿Quieres olvidarte para siempre de ese ex novio, Carolina?

No recuerdo en mi vida haber estado tan caliente. Ya estaba harta de ir tirando balones fuera, por mí, que entraran todos los balones de una puta vez. Así que le sonreí y le respondí… – ¡Sí! Dije rotundamente…, fui tomada de los brazos hasta el escritorio en donde estaban las inscripciones y algunas medallas. Me hicieron acostar allí, con mis tetas aplastándose contra los papeles. Uno de ellos remangó mi faldita y el otro bajó las bragas hasta las rodillas, y juntos empezaron a sobar mi culito con sus rugosas manos.

– Qué precioso culo, mira Alberto, carne magra, ¿hace cuánto que no vemos algo así?

Me dieron unas cuantas nalgadas y apretaron mucho, me dolió un poco pero me dejé hacer porque aún me faltaba recorrer un largo camino para concretar mi plan maestro. Sentí las gruesas manos de uno restregarse por coñito, separando hábilmente mis pequeños labios vaginales. Di un respingo cuando sentí su tibia lengua recorrerme mis carnes inferiores.

– ¡Ay! me gusta mucho ssseñor… qué ricoooo por dioooss…. ¡Me excito con hombre que dan duro!

– Oye Carolina, ¿Ya has practicado sexo anal? Seguro que Alberto va a follarte por tu coño, yo quiero usar este culito tierno que tienes con tu permiso…

– Nnnoooo… por favor noooo señor Jorge… solo me han follado por el coño…no aguantaría que me dieran por el culo… me dolerá mucho, lo tengo muy cerrado….

Eso es porque no te lo han sabido hacer bien.

Llevó sus manos hasta mi boca y me pidió que lo lamiera. Pasé mi lengua por y entre cada uno de sus arrugados dedos. Yo estaba demasiado caliente, pues su amigo Alberto chupaba y succionaba mis carnes tiernas, cuando él lamía mi clítoris, mordía los dedos de Jorge porque me volvía loquísima. Al terminar de humedecer sus dedos, me pidió que separara mis nalgas con mis manos. Cuando lo hice, sentí un cuajo caerse en mi ano y posteriormente su dedo se introdujo. A esas alturas yo podía aguantarlo bien. Me folló con su dedo un buen ratito, lento y tierno, no como esos moros cabrones o mi entrenador.

Los dos árbitros me hacían ver las estrellas, mi baba caía sobre las medallas y las hojas del escritorio de lo rico que se sentía. Mis piernas temblaban porque nunca en la vida pensé que existirían machos así de hábiles. Al meter su segundo dedo casi ni gemí del dolor, pero cuando vino el tercero volví a chillar y a quejarme mucho. Me dijo que me relajara, que aflojara la presión de mi culito, que era la única forma de avanzar. Su amigo Alberto le ayudó, empezó a estimular a mi chorreante clítoris con la puntita de su lengua. Yo quería morirme, era una puta delicia, sentía un poquito de vértigo por lo bien que lo hacía el mal nacido.

– Diossss… mmmmíooooo… me voy a volvvver… looocaaaa…

– Aguanta Carolina, siento que tu culito está cediendo.

– Ufff… pues sí, ya están entrando bien mis tres dedos.Métemeeee… másss… señoooorr…. másss dedosss…

– No, chica, por lo que veo, falta mucho para que puedas recibir una polla en tu culo. Pero oye, al menos he abierto un poquito más la brecha. Supongo que le dejaré el honor a algún otro afortunado.

EL HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA quitó sus dedos y me dio un beso en el ano y lo lamió un rato. Fue la primera vez que alguien lo hizo, me corrí fuertísimo, berreé cual puta barata arqueando mi espalda. Fue demasiado rico para ser verdad, en serio esos maduritos me estaban haciendo gozar más de lo que yo creía posible, me iba a desmayar de la ricura, de la mamada que me hacía su amigo y de la lengua áspera que jugaba en mi culo.

– ¡¡Ayyyy diosssssss…. mbuffff… me vooyyyy a moooriiiiiiiirrrr de gusto cabronessss….!!

La lengua de Jorge abandonó mi culito y él se dirigió al otro lado del escritorio para ver mis vidriosos ojos. Yo estaba acalorada, muy sudada y con saliva colgándoseme de la boca, se suponía que yo era una puta con algo de experiencia pero esos maduros me demostraron que no. Jorge tomó de mi cabello y puso la punta de su polla en mi boca. Era un mástil enorme, restregó por mi carita sus huevos y su tranca. Yo abrí la boca y engullí como buena chica que soy. Alberto por su parte me tomó de la cintura y dispuso su tranca en mi humedecida e hinchada raja. Cuando la polla entró un poco, dio un empujón violento que me hizo ver estrellas al sentirla en lo hondo de mi coño de un solo envión… joder casi 20 cm de una sola atacada. Grité de dolor y gozo. El infeliz me atravesó toda, tocó lugares que solo los moros cabrones me descubrieron…, me removí cuando me abrieron las carnes. Lloré un poco, quise protestar, pero poco podía decir si la enorme verga del señor Jorge me llenaba la boquita hasta la garganta. No tenían piedad de mis gárgaras, apenas podía respirar y mi pequeño cuerpo era vilmente embestido por ambos frentes.

Alberto empezó a darme nalgadas dolorosas, yo arañaba la madera del escritorio como queriendo escaparme de esos dos monstruos sexuales, pero ellos eran muy fuertes y además la putita dentro de mí me exigía carne, pollas duras, más carne y su leche en mi coñito. Me dieron unos gloriosos segundos para descansar. Yo respiraba agitadamente y trataba de pensar con claridad, pero ellos aún querían darme duro y yo buscaba una banderita blanca. Y de nuevo, sin tregua, me pusieron boca arriba y se intercambiaron los roles. Fue el pollón de Alberto el que empezó a follarme violentamente la boquita al tiempo en que sus dedos estrujaban mis pezones. Mi boca se llenó de los jugos de él y los mi chochito calenturiento… me puse muy caliente al saborearlos. Por otro lado Jorge reventaba mi tierno conejito, me dolía mucho joder, parecía que iba a desgarrarme. Con mis últimas fuerzas, saqué el venoso rabo de mi boca y aproveché para rogarles…

– Piieedddaaaad… hijos de putassssss…. Ufff uffff… diosssss míooo… Piedaaaaddddd…

De poco sirvió, Alberto me quiso callar de un pollazo, pero yo cerré la boca porque en serio yo quería descansar un rato. El apretó mi naricita y, segundos después, no me quedó otra que abrir la boquita para respirar… el cabronazo aprovechó y me la metió hasta la campanilla. ¡Buen método el de ese cabrón! A esas alturas, los moros, el entrenador o mi hermanito ya se hubieran corrido. Yo estaba acostumbrada a ellos, pero no a esos maestros del sexo. Mi segundo orgasmo era inminente, pero los árbitros ni siquiera se habían corrido aún. Pensé por un momento que realmente iba a desmayarme porque no aflojaban el ritmo durante los veinte minutos jodiéndome, porque el aire no entraba correctamente en mi cuerpo y porque mis tetas y culo me dolían de tantos pellizcos, con mi coño bien abastecido a pollazos. Y cuando el eléctrico orgasmo me llegó, quedé ciega, sorda, muda, sin poder controlar brazos y piernas.

Me convertí en una muñequita de trapo vilmente follada por todos sus agujeritos. No sé si ellos llegaron a entender las palabras que yo decía, ni siquiera yo me entendía con tremendo pollón abarrotándome la boca, con mi carita sofocadísima y con los ojos en blanco. Antes de desmayarme del placer, traté de rogarles por última vez, pero no salió nada entendible de mi boca, solo se escapaba saliva endulzada de jugo seminal por la comisura de mis labios. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando me desperté, yo estaba sentada entre las piernas de Jorge, con mi rostro descansando en su pecho desnudo y peludo. Él estaba fumando su cigarro, acariciando mi cabello. Mi cabeza me dolía muchísimo y mis agujeros también.

– Carolina, ya te has despertado.

– ¡Ufff! Jorge, dime que estoy en el cielo, dije quitándome algunos pelillos púbicos que se quedaron pegados en mi lengua.

– ¡Jaja! Mejor vístete pequeña, que ya ha dejado de llover, tengo que ir a arbitrar el partido entre Ferrer y Peralta en unos minutos. Alberto ya se fue, pero tú quédate un rato aquí para recuperarte, si quieres.

– Necesitaré quedarme una semana para recuperarme, me habéis partido en dos.

Me invitó a otro café caliente. Yo lo probé pero realmente era difícil acostumbrarme a ese aroma tan fuerte…

– Eres una chica muy especial, Carolina. Te doy las gracias.

Tomó de mi barbilla y me metió lengua hasta donde se podía. A esa altura ya me daba igual el olor a su aliento cafetero, me dediqué a chuparla a modo de agradecimiento. Antes de que se levantara ejecuté el paso final de mi plan…

Jorge. El padre de mi ex novio es el señor Ferrer, el jugador que usted va a arbitrar.

– Vaya, no lo sabía.

– Sí, es verdad…, le dijo mentiras a su hijo para que termine conmigo. Dijo que soy una puta entre otras lindezas, que le engañaba con cualquiera y no era una mujer de fiar… a saber quien me preñaría.

¡Qué vergüenza! Hablar así de una chica tan honesta como tú… Carolina, no puedo expulsarle del torneo por algo como eso. Pero te prometo algo, vamos a hacer lo posible para arbitrar en contra de ese cabrón. Quedará eliminado en menos de lo que canta un gallo en esta fase.

– Gracias, me hará muy feliz si él se queda eliminado. Y por cierto, ¿puedo llevarme una medallita para mí? Cualquiera de esas que están en el suelo está bien. Se lo prometí a mi papi.

– Toma, preciosa, esta medalla dice “Primer Lugar Bádminton Junior Femenino”. Te lo has ganado.

Sonreí porque mi entrenador quedaría rápidamente eliminado con el arbitraje comprado a mi favor. De esa manera podríamos pasar una rica semana en Getafe sin necesidad de preocuparnos por el torneo. Y desde luego, a mí no me sentaría nada mal hacerles una visita a mis árbitros preferidos antes de volver a Málaga. Ellos nunca se corrieron en mi boca, nunca me bañaron la cara, solo se avenaron su lefa en mi coñito llenándomelo a gusto, y lo último que yo quiero es dejar a medias a un hombre. Dos, en este caso, por eso se correrían abasteciendo también a mi estómago antes de terminar el día. El Señor Ferrer vino hasta las graderías en donde yo estaba leyendo un mensaje raro de mi padre… “Carolina, cuando vuelvas quiero hablar en privado contigo…es un asunto serio”. Me pregunté qué quería de mí. Pero noté que el Señor Ferrer estaba muy cabizbajo y nervioso, pues perdió los juegos definitorios y quedó eliminado. Guardé mi móvil y le puse buena cara porque esa rabia y esa energía habría que aprovecharla en la cama. Cuando se sentó a mi lado, reposé mi cabeza en su hombro. Perdón por haberlo abandonado, Señor Ferrer. Ya estoy más tranquila.

– Carolina… este torneo es una mierda.

– Vamos afuera para merendar. Ya no tiene sentido estar aquí en el predio, después de todo a mí también me eliminaron por Jiménez. Tenemos seis maravillosos días por delante aquí en Madrid.

– Pues es verdad, pensando en frío, debo decir que no todo es malo. Me quedas tú… mi preciosa golfilla. Me alegró un montón que por fin haya vuelto a hablarme como a mí me gusta.

Eso sí, le di una bofetada… – No soy una golfilla, infeliz. Qué asqueroso eres cabrón, solo piensas en follarme. No cuente conmigo, contrata unas putas y a mí dejas tranquila.

– ¡Bah! Quién te entiende, muchacha, vámonos ya, nos levantamos para irnos a comer. Y mientras nos alejábamos, me preguntó… – Carolina, ¿por qué hueles a café…?

Aunque pareciese increíble nos marchamos de Madrid esa misma mañana, almorzamos por el camino y tras la vuelta del campeonato mi vida cambió definitivamente para siempre. Aquel viaje me hizo madurar y centrarme en mi familia, olvidándome de todos esos viejos vedes. Ahora No pasa un día en que no tenga un encuentro con mi hermano o con papi. Y cada vez el sexo es más intenso y placentero. Lo mejor es que me he olvidado de todos ellos y no los echo de menos desde que tengo a mis dos amores follándome. Cuando volvimos ese mismo día del campeonato de Getafe, tenía claro que mi hermano se había convertido en mi mejor pecado y mi padre el mejor aliado de mi sexo. Pero mi padre quería hablar seriamente conmigo ¿De qué…? Eso me intrigó todo el tiempo. En realidad no fue tan grave, solo quería disculparse por no confiar ciegamente en su responsable hija…, una mujer madura que pronto sería mayor de edad.

CONTINUARÁ...

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