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La viuda alegre. Mi madre

en Amor filial

La muerte de papá fue algo que nos sorprendió a todos en mi familia, a pesar de sus 45 años tenía varios problemas de salud que los mantenía a raya dado que era un tipo que se conservaba en buena forma. Un viernes a eso de las 11 de la noche mi madre, Sofía, recibió una llamada, mi padre había tenido un accidente de tráfico y estaba muy grave, de inmediato salimos al hospital. Al llegar el médico nos recibió con la peor noticia, mi padre había muerto a causa de un trauma cerebral producido por un choque contra un poste. La noticia nos dejó helados, no supimos cómo reaccionar ante la situación y mi madre se puso a llorar…quedé en shock, ¿qué más se podía hacer en ese momento? Cuando nos vimos un poco recuperados, mi madre se dispuso a llamar a todos nuestros familiares y amigos, que al igual que nosotros quedaron sorprendidos con la noticia. Me dolió bastante la perdida, porque naturalmente era mi padre y había vivido con él durante mis 18 años de vida, pese a que la relación padre e hijo estaba rota desde hacía varios años por su comportamiento indecente, egoísta y desaprensivo para conmigo y sobre todo con su esposa…mi madre.

A pesar que siempre me apoyó económicamente y me brindó la mejor educación académica, en nada más se preocupó por mí… sentí siempre que me faltaba afecto por su parte, nunca tuvimos una charla o me dio un abrazo, siempre salía temprano y llegaba muy entrada la noche, los fines de semana siempre prefirió pasárselo bien bebiendo con sus amigos, a tal vez salir con su familia a algún sitio y disfrutar con ello…, pero a pesar de la ausencia de una figura paterna, el resquemor que tuve con él no fue solo por eso, sino por un par de sucesos específicos. Uno cuando dejaba de ser un niño y ya entendía muchas cosas y otra fue ya en la adolescencia. El primer suceso ocurrió un sábado por la tarde, mi madre había salido con sus amigas y yo me había quedado solo en la casa jugando en la Play Stations. Estaba tranquilo hasta que escuché a alguien entrar, era mi padre y sus amigos que habían ido a casa a ver un partido de fútbol, no le di mayor importancia y seguí con lo mío. Alrededor de una media hora después, bajo a la cocina para ver qué había en la nevera para tomar. Estando allí escucho que Pedro, uno de los amigos de mi papá, estaba mencionando algo sobre mi madre por lo que sigilosamente me acerqué a una ventana que tenía la cocina con una cortina translucida, y que daba directo a la sala, desde allí podía oír mejor la conversación sin ser visto y entrever sus figuras.

–  Tu mujer tiene un buen culo, ya me gustaría a mí tener una así, seguro se lo rompes todos los días, dijo Pedro.

-Sí, tiene un buen culo, pero yo no soy el que se lo revienta a esa puta, decía mi padre hablando tan despectivamente de su esposa…, estaba sorprendido de cómo hablaba de mamá, – Tiene el ojete bien abierto pero me dice que no le gusta por detrás, cree que soy tonto. Sé que le han dado por el culo…

– Pero debes entender al otro, yo no me resistiría con semejante caballo, también te pondría los cuernos jajaja, dijo interviniendo Jairo, otro de los amigos de mi padre, e incluso también amigo de mamá, mientras todos reían a carcajadas la gracia tratando a mi madre como una fulana.

Lo que había escuchado me dejó pasmado, nunca imaginé que mi padre y sus amigos se pudieran referir así respecto a mi madre, una persona muy educada y respetuosa, ese hecho hizo que dejaran de agradarme los amigos de papá y fue la primera decepción que tuve con él. En sus palabras y gestos ante sus amigos demostraba el poco cariño y respeto que le tenía a la mujer que me había dado la vida. Mi madre se llama Sofía, una mujer, de 40 años de mediana estura sobre los 1.68 metros, con un vientre no muy plano pero sí en buena forma para alguien que no hacía mucho ejercicio, tetas medianas y unas caderas con un culo grandes en la proporción 7/10, que le da ese realce perfecto que a los sementales tanto nos atrae de las hembras para engendrar con ellas, nalgas redondas y respingonas. Siempre había visto que era muy guapa, no para llegar al punto de tener erecciones y pajearme pensando en ella ya que respetaba el hecho de que era mi madre, pero ya entrado en la pubertad comencé a ver a la mujer, sus curvas y sus prominentes tetas.

El segundo suceso fue más reciente, un miércoles en la mañana, ya era un adolescente. Estaba siendo un día normal de clase, cuando un incidente con la tubería de agua provocó que se inundaran los baños y varios salones, por lo que fue necesario que a todos los estudiantes se les enviara a casa temprano. Para ese entonces yo ya era un adolescente de 17 años, a esa edad uno ya es persona que entiende mejor muchas cosas que pasan a tu alrededor. Llegando a casa, escucho ruidos en el segundo piso, pensé que tal vez podría tratarse de ladrones, pero a medida que iba subiendo las escaleras, me di cuenta que eran gemidos y que provenían de la habitación de mis padres. Se me hizo raro ya que parecían de una mujer pero no de una que se me hiciera conocida, porque mi madre no gemía de esa forma cuando la follaban. Decidí seguir caminando sigilosamente hasta llegar a la puerta, se encontraba casi cerrada por completo, pero había un hilo por el que podía ver un poco a pesar de la oscuridad. La imagen que pude observar me dejó completamente petrificado, había una mujer de espaldas que estaba cabalgando sobre ¡mi padre! Me sentí completamente asqueado por esa escena, recordaba que había tratado a mi madre de puta y de estar con otros pero él hacía lo mismo… algo hizo que siguiera mirando la escena. Lo poco que pude ver de la mujer con la que mi padre le estaba poniendo los cuernos a mamá, es que era delgada y con cabello ondulado, no me pareció conocida, nunca la había visto.

Estando ahí parado tuve una erección, nunca había estado ante una escena así, solamente lo que había visto en el porno, todavía era virgen, incluso recordaba escuchar a mis padres hacer ruidos así entre gemidos y chirriar de las costuras de la cama, pero por la inocencia jamás me había imaginado de qué se trataba hasta bien entrada en mi pubertad. Estuve en el lapso de un par de segundos así, hasta que desperté viendo el bulto que tenía en mi pantalón, por lo que decidí ir hasta mi habitación que está al lado de la de mis padres, en completo silencio. Al entrar a mi habitación procuré cerrar con seguro, se podía escuchar perfectamente lo que ocurría al otro lado, el gemir de la chica, mi padre insultando y gimiendo, y el golpe de los choques de sus cuerpos con cada sentón que ella daba, yo me empecé a acariciar el cipote por encima del pantalón mientras escuchaba cómo acababan de gritar de placer. Supuse que ya habían acabado y entonces desabroché mi pantalón sacando mi polla y empecé a hacerme una paja acabando rápido. Después no pude evitar sentirme mal por lo que había visto y por hacerme una paja pensando en ello, tal vez lo mejor hubiera sido haberle dicho a mamá lo ocurrido, pero no tenía el valor suficiente para romper su matrimonio, y ser yo el damnificado.

Todo lo anterior fue lo que derivó en que naciera el rencor que le tuve durante estos años y hasta tal vez fue lo que me ayudó a no sufrir tanto por su perdida, aunque como mencione, sí me dolió. Pasaron varios días del accidente en el que los agentes de la policía investigaron lo sucedido, la gente de la funeraria organizaran todo para el funeral como correspondía, hasta que llegó el día del funeral tres días después. Para ese día llegaron muchos familiares que vivían en lugares lejanos y los diferentes amigos de mi padre, muchos de ellos me caían bastante mal por razones ya mencionadas. El funeral se realizó en horas de la tarde, como es natural muchas lágrimas menos las mías que no brotaron en todo el tiempo. Ese día estuve junto a mi madre casi todo el tiempo apoyándola anímicamente, ella se puso en vestido negro ajustado que le llegaba hasta un par de centímetros arriba de la rodilla, con cuello en V y mangas cortas, también unos tacones que la hacían ver mucho más esbelta, estaba muy guapa. Al finalizar me acerqué a saludar a un tío y unos primos.

Varias personas se acercaron a mi madre para darle el pésame, una de esas personas era Jairo, uno de los amigos de papá, que le dio un muy largo abrazo mientras ponía su mano en la parte baja de la espalda y amagaba a tocarle el culo, vale destacar que era un tipo casado. Acabando el eterno abrazo, la agarró de la mano y se acercaron a mí, él me dio el pésame con un abrazo muchísimo más breve. Se ofreció a llevarnos a casa, a lo que sin rechistar mamá aceptó en nombre de los dos. Ella se hizo en el asiento del copiloto y yo atrás, durante el trayecto hablaron de varias anécdotas y recuerdos de mi padre. Al llegar a casa, mamá invitó a Jairo a pasar a tomarse algo, él no se hizo de rogar y aceptó. Jairo se acomodaba en el sofá mientras les avisaba que me iba a mi habitación a descansar, mi madre me rogo para los acompañara un rato, por lo que terminé aceptando. Ella se fue a la cocina mientras que Jairo y yo quedamos en la sala, él me empezó a preguntar sobre mis estudios y un par de cosas sobre mi vida, yo le respondía amistosamente. Pronto llegó mamá, con una botella de whisky y tres vasos.

– Pensé que prepararías un café o un zumo, le dije.

– Ya eres un hombre… un poco de alcohol no te hará daño, respondió ella, y tenía razón, un trago no me haría daño, desde hacía un año había empezado a tomar cerveza y calimochos, aunque todavía no me había acostumbrado al whisky.

Ella se sentó al otro extremo del sofá donde estaba Jairo, quedando completamente frente a mí, de modo que al cruzar sus piernas podía ver perfectamente sus hermosos muslos, aunque trataba de mirar hacia otro lado, no podía dejar de echar un vistazo de vez en cuando, algo que generaba cierto morbo en mí y me estaba provocando una erección, por lo que también tuve que cruzar las piernas y poner mi mano con el vaso para tapar el bulto. La charla primero se centró en Jairo, su vida personal y otras cosas. Mencionaba que su esposa no pudo acompañarnos al funeral puesto que se encontraba de viaje y que él se encontraba libre durante un mes. Luego empezaron a hablar de cosas aburridas, yo era un simple espectador que reía con algún comentario gracioso o simplemente asentía con la cabeza. La charla ya me empezó a aburrir, junto al cansancio de esos días tan agitados y a que ya íbamos con varias copas… empecé a sentir sueño, por lo que me dejé llevar y me dormí en el sillón. Al despertar estaba un poco desorientado, miré el reloj que había en la sala, había pasado poco más de media hora desde la última vez que lo observé. Al girar la mirada hacia mi madre y Jairo, pude observar que ya estaban un poco más juntos, incluso Jairo tenía la mano sobre su rodilla. Además mi madre estaba riendo, lo que hacía unas horas lloraba ya lo había olvidado, tal vez se debía al efecto del alcohol, que por cierto, el contenido de la botella de whisky se había reducido considerablemente.

– Parece que el whisky te ha noqueado, dijo Jairo al ver mi mirada perdida con los ojos entre abiertos.

– Y parece que vosotros le habéis dado como se debe al whisky, respondí yo haciendo un gesto amistoso. – Bueno, creo que me iré a dormir, mañana debo ir al instituto, despidiéndome de ellos. En ese momento iba por el pasillo un poco mareado y con dolor de cabeza, yendo directo hacia las escaleras.

Me dieron ganas de ir al baño antes de acostarme, por lo que obviamente fui a orinar. De vuelta, me senté  unos minutos en la escalera, no había ingerido mucho alcohol pero el poco me había hecho daño, por lo que decidí ir a la cocina a tomar un vaso de agua a ver si eso me ayudaba. Entrando a la cocina los escuché riendo a ambos…evité encender la luz para no alertarlos y espiar un poco por la ventana, quería saber de qué hablaban y qué les causaba tanta risa, gracias a la cortina translúcida y a que la luz de la sala estaba encendida, no sabrían que estaba allí viéndolos. Al principio me percaté que Jairo ya había metido su mano más adentro de lo decente… no la tenía en la rodilla de mamá, sino en su pierna llegando al muslo por debajo de su falda, acariciándola mientras ella emitía risitas, él le decía…

– Julián era un tipo afortunado, tenía semejante hembra y prefería ir a buscar a otro lado, mi madre solamente se limitaba a mirarlo  a la cara con una cara risueña un poco ebria quizás.

Él intentó meter su mano un poco más, pero mi madre lo detuvo de seco. Para mis adentros pensé que esa acción estuvo bien, siempre la vi a ella como una dama y en este caso no sería la acepción, pero lo que dijo después terminó por cerrarme la boca de una bofetada en toda la cara.

– ¡No! No hagamos esto aquí, mi hijo podría bajar y vernos. Le apartó la mano con velocidad.

– Vamos, hace años no hemos estado juntos y te tengo muchas ganas de hacer cosas contigo. Metiendo otra vez la mano debajo de la falda.

– ¡Te digo que no! Mi hijo está arriba y podría vernos en esta situación, prefiero que esto suceda otro día. Mientras nuevamente le alejaba la mano pero esta vez con más calma.

– Tu hijo no podía ni sostenerse, además dijo que tenía mañana clases, por lo que ya se habrá dormido, debe estar fundido. Esta vez pasando su brazo por atrás dándole un abrazo.

En ese momento ella no respondió, el silencio duró un par de segundos ella preguntó… – ¿Estás seguro que no nos escuchará ni bajará? Se notaba con ganas de que ese tipo se la follara.

– No lo creo, te digo que está totalmente fundido, respondió él mientras le agarró la cara acercándola a la suya para darle un largo beso.

En ese momento quedé estupefacto, más que las otras veces en las que estuve en situaciones así. Lo de “hace años no hemos estado juntos” y el hecho de que ese mismísimo día habíamos enterrado a mi padre me dejaron completamente desconcertado, por primera vez puse en duda el hecho que mi señora madre fuera decente y en realidad sí fuera una puta como había escuchado en esa conversación de hace años. Seguí viendo como todavía se seguían besando, pero mi madre esta vez era la que tenía la mano en su pierna y la subía lentamente hasta llegar hasta que llegó a su bulto, allí estuvo un rato largo sobando por encima del pantalón la daga de ese tío. Él dejó de besarla y se recostó sobre el extremo del sofá, ella se abalanzó sobre su parte baja abriendo la cremallera de su pantalón, metiendo la mano y sacando su rabo de un tamaño promedio aunque un poco curvo. Ella con sus dedos apretaba su glande mientras lo apreciaba con una mirada libidinosa, después empezó a pasarle su lengua lentamente. En ese momento yo sentía demasiada rabia y decepción, pero también excitación, no podía evitarlo y el resultado se vio reflejado en mi erección, no pensaba pajearme aunque la ocasión la ameritara, sentía un poco de vergüenza al tocarme mi polla mientras a unos metros mamá chupaba uno tan grande como el mío o más pequeño. No pude evitarlo y tuve que empezar con una paja lenta. – Uffff ¡Qué rico! Así, así…

Expresaba él lleno de delectación, mientras agarraba por la cabeza a mamá subiéndole el ritmo y de vez en cuando penetrándole la garganta lo más profundo que podía. Después, ella se paró un poco ahogada echando grandes cantidades de saliva por la boca, que le chorreaban por la quijada y le llegaba a las tetas ensuciando su vestido. Se dio la vuelta mientras él también se paró y posándose detrás de ella, empezó a bajar la cremallera de su vestido llegando hasta el final y dejándolo caer al suelo. Su ropa interior era bastante diminuta, un tanga negro que se perdía entre su buen par de nalgas, se dio la vuelta nuevamente y dejó ver que el tanga apenas le tapaba su depilada vulva hinchada como una almohadilla, ella se lo quitó junto con el sostén, en tanto él se despejaba del pantalón y el bóxer quedando ambos desnudos. Mi madre se recostó sobre el sofá boca arriba y dejando las piernas abiertas, él se puso por encima y acomodando su verga en la boca de su coño empezó a penetrarla, al principio lentamente, iba subiendo el ritmo lentamente mientras ella empezaba a gemir fuerte y las inserciones eran cada vez más profundas, por lo que se puso las manos en la boca para tapar los sonidos que emitía.  En esa postura estuvieron por un par de minutos. Luego cambiaron de postura…mamá se puso boca abajo sacando el culo hacia arriba, Jairo se levantó poniendo un pie encima del sofá y volvió a poner su polla en la entrada de la vagina volviendo a empujar y elevando el ritmo nuevamente, mi madre ya no se tapaba la boca sino que mordía el sofá.         Si te interesa saber como acaba este relato visita la web de mi perfil.

Los sonidos de la penetración empezaban a tornarse húmedos, los gemidos de Jairo ya se empezaban sonar cansados. Después de unos minutos de constante mete y saca, Jairo saca su estoque y se dispone a descansar unos segundos, para luego incorporarse pero esta vez subiéndose completamente al sofá y apoyándose sobre la cintura de ella, ¡le empezó a penetrar por el culo! Yo a esa altura ya no podía aguantar más, por lo que tuve que buscar entre la oscuridad papel de cocina o algún trapo, que finalmente pude encontrar. Aumenté el ritmo y me corrí expulsando mi esperma en el trapo. Mi madre a pesar de estar mordiendo el cojín, se le escuchaban los gemidos de zorra en celo. Posteriormente metió su mano por debajo y empezó a frotarse el clítoris como una puta con mucha bravura, tras unos minutos lanzó un par de chorros a la par que se encogió temblando y convulsionando con fuertes esténtores…la muy perra comenzaba a tener un glorioso orgasmo el mismo día del entierro de su esposo… y al parecer era de los buenos, porque gimió bastante fuerte, tanto que ni la tela del sofá no logró ahogar. Jairo siguió invadiéndola y luego en un momento dado gruñó como un verraco, gimió con una voz grave deteniendo notoriamente el ritmo de las embestidas. Era su clímax…también estaba teniendo un orgasmo y se estaba vaciando todo su contenido seminal dentro del culo de mi madre. Al finalizar, se echó para atrás y pude ver que su polla ya estaba algo flácida, se tiró sobre el extremo del sofá mirando al techo, en tanto mi madre soltaba una risa de placer, para terminar…

– ¡Ha estado espectacular! Expresando esto mientras le sobaba una palmada en la nalga.

– Sí, pero ahora me toca limpiar todo esto y borracha, supongo que no me ayudarás, respondió mi mamá reincorporándose nuevamente y subiéndose encima de él para darle un beso.

Yo aproveché ese instante para rápidamente salir de la cocina e irme a mi habitación. Allí me volví a hacer una paja, esta vez más relajado, pensando en lo que había acabado de ver, por un momento sentí un poco de remordimiento por toda la situación, pero estaba demasiado caliente. Luego volví a dormirme de lo cansado que estaba. Al día siguiente me levanté temprano, me duché y traté de lavar el trapo como pude. Me preparé lo necesario para pasar el día de clase y me fui al instituto, al salir de casa pude ver bien todo el desorden que había quedado de la faena de la noche anterior, Jairo se quedó durmiendo en el sofá, abrigado con una manta… el olor a sexo todavía se sentía. En el transcurso del día y del resto de semana pude plantearme con mente fría, muchas preguntas de todo lo que había sucedido, ¿Todo el rencor que le había tenido a mi padre fue en vano? ¿Mi madre era una soberana PUTA? ¡¡Qué mal estaba que mi madre follara con otro el mismo día que enterró a su marido!! ¿Era ético que estuviera en una relación con un hombre casado? Lo que sí es cierto es que Jairo no siguió frecuentando a mamá a la vista de su hijo, pero eso no evitó que no tuviese moderación a la hora de follar con mi tío Ramón, que yo me enterara y otros tipos… ¡Yo sabía para qué eran sus visitas!

CONTINÍÚA...

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