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La semilla del abuelo Fernando. (Parte 7)

en Amor filial

La verdad es que nunca me ha faltado de nada. No soy su única nieta, pero como si lo fuera…me ha "malcriado" ya que desde pequeña me ha llenado de atenciones y nunca me ha negado un capricho. Su carácter dulce y atento conmigo cuando estábamos solos en casa contrastaba con su fama de hombre despótico y huraño que todos conocen. Quizás por todo ello nunca fui muy buena estudiante, vivir en la casa de campo me había hecho ver la vida desde una perspectiva diferente a como la gente ve la realidad en la ciudad… en el campo no se necesita tantas cosas ni saber tanto. Así que cuando cumplí 17 años le comenté a mi abuelo que quería dejar de estudiar, enfadándose mucho. Como yo me negué a continuar los estudios a pesar de su insistencia, él adoptó la postura de padre tomando una medida radical… me dijo que me desheredaría y que a su muerte no tendría derecho ni siquiera a la parte legal indivisoria de su herencia. Cuando oí  esto no lo podía creer… sin estudios para labrarme un futuro, y sin el dinero del único lugar que pensaba obtenerlo siendo una ni-ni, se me vino abajo el cuento de la lechera. La verdad es que nunca me había preocupado por el futuro… desenfadada, alegre y despreocupada de lo mundano, vivía en mi fantasía de yupi donde primaban mis relaciones sociales, especialmente las “íntimas”… novios, amigas, fiesta y follar con muchos tíos y de vez en cuando con alguna tía, ya que contaba con que el abuelo me dejase todo su patrimonio, dado lo mal que se llevan sus dos hijos y familia con mi más amado pariente…

¡A sus hijos hacía tiempo que los desheredó! Por maltrato psicológico, dado que el “Tribunal Supremo interpreta que el abandono emocional de los padres por los hijos supone un maltrato psicológico que puede considerarse como maltrato de obra a los efectos de desheredación del artículo 853.2 del Código Civil Español”, y los dos hijo vivos que les quedan a mis abuelos, después de casarse nunca volvieron a ver a sus padres, de hecho mis abuelos no conocen a casi ninguno de sus nietos, excepto a mi primo Daniel el mayor de los nietos y a mí, al cual solo lo vio durante una media hora en la incubadora.

Pasé unas semanas muy preocupada y confundida. Pensé que la única solución a mi alcance solo podía pasar por la seducción…, una mujer con sex a pile pude lograr muchas más cosas que con sabiduría…, aunque el arte de la seducción es un saber que no todo el mundo sabe realizar, pero yo Sí. Mi abuelo era un hombre alto y corpulento y a sus 59 años sin duda aún conservaba mucha energía viril…, esto era debido a la gran cantidad de testosterona que produce su cuerpo, así es, un análisis le dio unos resultados muy altos de testosterona, una hormona esteroide que tiene una notable importancia en el ámbito sexual, pues de su segregación depende, en gran parte la maduración sexual, así como su apetito carnal, del que el abuelito tenía mucho.

Por otro lado, como cualquier esteroide, tiene una importante función anabólica al incidir en la formación de masa corporal, músculos, al igual que también influye en la resistencia ósea…, y mi abuelo Fernando cumple con todos esos requisitos de fortaleza y virilidad, además de provocar en el cerebro aquellas reacciones más relacionadas el comportamiento “animal”, es decir, las que tienen las funciones básicas para sobrevivir y mantener la especie y no tanto el comportamiento racional que se presupone al ser humano. Una de esas tareas es la respuesta ante los peligros, el comportamiento agresivo o el de la reproducción a toda costa. De ahí que desde que tuve 14 años con un cuerpo atractivo, se fijó en mí. La manera de ver las relaciones sexuales por parte de mi madre, abuela y finalmente Yo, difieren de lo que nos enseñan las feministas, y nosotras no queremos ser así, si no vivir en complacencia sumisa a nuestro hombre y protector, porque entiendo que la sumisión es un cúmulo de comportamientos, costumbres y prácticas sexuales donde una mujer concede al macho, ejercer poder y dominio sobre la hembra, dentro de un contexto sexual o en el más extenso concepto cotidiano e indefinido en el tiempo. Y esto lo sabes en el momento que sientes placer o disfrute erótico por el hecho de ser dominada por un semental como mi abuelo de quien sabes, nunca te fallará. 

Nuestro hombre siempre se encontrará en un estatus superior como “dominante”, mientras que nosotras asumimos el rol de insubordinación como “sumisas”…, por todo ello tener sexo con mi abuelo era el pan de cada día. Con él follábamos cuando se terciaba la ocasión, abiertamente y a cualquier hora que su testosterona se elevaba por las nubes…lo que más le ponía era mi culo. La verdad es que tengo un buen trasero, respingón y muy bien proporcionado, otros dicen que grande, pero mi abuelo que entiende de mujeres afirma es perfecto para ser una "Gran Madonna". Por otro lado soy rubia y con ojos azules, aunque no soy alta ¿Cómo he conseguido NO quedarme preñada durante estos cuatro años...? Muy simple mi madre compra cajas de píldoras por ella y para mí… aunque después de nacer mi hermano e hijo de mi abuelo, sólo la tomaba yo por su ligadura de trompas.

Así pues, decidí aprovechar mis cartas comportándome como una “Sugar Baby”, empecé a vestirme lo más provocativamente que pude sin "pasarme", casi siempre llevaba unos pantalones de tela muy fina que marcaban muy bien mis nalgas y evitaba ponerme sujetadores para marcar mis pezones y me hice fuerte ante las pretensiones de penetrarme por parte de mi abuelo. Toda esa puesta en escena casi no me sirvió de mucho, ya que desgraciadamene o no, mi abuelo sufrió un leve accidente que lo mantuvo alejado del trabajo dependiente de otra persona…. Se rompió un brazo al caer cuando intentaba controlar a uno de los caballos. Como no podía valerse por sí mismo, le convencí para que descansara, un poco a regañadientes me encargaría de él por ser la más joven de las mujeres de casa…y la más desocupada, todo hay que decirlo, dado que mi madre era la encargada de las tareas de la yeguada desde hace tiempo y mi abuela padecía de fuertes dolores de huesos por la osteoporosis. Así pues cuidé de mi abuelo ayudándolo tras levantarse de la cama el día  siguiente… haciéndole el desayuno y preparando sus cosas. Su vida en aquellas semanas pasaba por paseos por el campo y ver la tele en el salón por la tarde…, yo le hacía la comida a toda la familia y atendía a las necesidades de mi abuelo. Por la noche después de darle la cena le tocaba ducharse. ¡Mi oportunidad podía haber llegado! Cuando entramos al baño le quité la ropa, cuando hice el ademán de quitarle los calzoncillos pareció que iba a decir algo pero me dejó hacer.

Lo acompañé a la ducha. Abrí el agua caliente y cuando ya estaba totalmente mojado le pasé gel por todo el cuerpo con su esponja. Me gustaba tocar su varonil cuerpo musculado pese a sus casi 60 años, por supuesto no intenté tocarle descaradamente el sexo pero tenía que hacerlo para asear su maciza verga y esos huevos flamantes que colgaban como fruta madura. Sólo con rozarle tuvo una tremenda erección…, poco nos importaba, mejor así, dado que el aseo de su polla era mucho mejor y nunca estuvo incómodo con su nieta por estar empalmado ante ella. Le bajé el prepucio y lavé cuidadosamente la joya de la casa… dura, recia y venosa palpitando al notar mis dedos bordeándola a todo su alrededor. Después de secarlo le dije que estando "como estaba" no podía ponerle los calzoncillos, me dijo…

-“¡Anda hija inténtalo aunque se quede un poco fuera!”

Era curioso, mi abuelo era un hombre de carácter, capaz de provocar el pánico entre los operarios en la empresa donde era encargado y ahora lo tenía a mi merced. Lo acompañe a su dormitorio, le arreglé el vendaje y le masajeé con pomada para combatir el dolor, después le ayudé a acostarse. Su erección no había disminuido. Así que cuando iba a ponerle bien la almohada pasó por mi cabeza un pensamiento audaz y me decidí, miré a los ojos a mi abuelo y le dije…

-“No puedo dejarte dormir así como estás, abuelo. Si me dejas puedo calmar tu fogosidad, así podrás descansar más relajado y mejor”.

Como no dijo nada entendí que asentía. Con naturalidad le cogí la polla, que por tamaño y erección superaba a las trancas de los dos novios que solía tener… empecé  a meneársela. Al principio voy lentamente para aclimatar mis manos a su candor, y cuando ya acelero el ritmo… veo como se le suben los huevos a la cepa del cipote poniéndose bien duros. Continuo con mi tarea machacando el badajo a dos manos, alternativamente le sobo contundentemente los huevos y chupo el glande..., no paro de pajearlo y por suerte el pobre no tarda en correrse. Debía de ser por su abstinencia de varios días, porque por aquel gran surtidor salió mucha lefa, comenzó a salir una gran cantidad de leche, más de lo de costumbre, ¡sus pelotas son fábricas de ingente cantidad de semen! Mis manos quedaron llenas de la "crema espesa" y entumecidas de apretar fuertemente el gran badajo que porta. Cuando dejó de eyacular paré de meneársela  y lo miré, lo había dejado todo perdido de esperma. Le hice una última meneada para que sacase las últimas gotas de leche a la par que me engullí la parte de la polla que pude, dejándosela limpia. La polla de mi abuelo posee un grosor descomunal y me es difícil engullirme más allá del capullo, es tan gruesa como la de un caballo semental, además le cuelgan unos huevos grandes y pesados que me encantan tocarlos, tan suaves y mullidos queriendo escapar de mis dedos dentro del soberbio escroto. Su cipote hace el doble que la de mi novio y la de cualquier otro chico que me ha follado, debe ser impresionante metérsela por el culo, algo que ya ha probado mi madre, pero es que mi madre se ha tragado hasta la tranca de un caballo. Me marché a mi habitación no sin antes desearle buenas noches.

Desde ese día masturbaba a mi abuelo o me lo follaba directamente en cuclillas sobre él generalmente hasta expeler todo su arsenal. Aquellos cuidados no lo ablandaron con respecto a mi decisión... Dejé de hacerlo con tanta asiduidad cuando le quitaron la escayola, por entonces me tomó la alternativa mi madre y la abuela, que eran más pasivas. Dejé pasar unas semanas sin intentar nada más. Como había dejado los estudios y no tenía intención de trabajar pasaba todo el día en casa. Sólo salía para ir a ver a mi novio que me había echado el último año que estuve en el instituto. Por supuesto él no sospechaba nada de las "atenciones" que prodigaba a mi abuelo y él a mí. Sin embargo algo cambió en su actitud, noté que el interés de mi abuelo por mi cuerpo iba en aumento. Lo notaba en su mirada y en el bulto de sus pantalones. El pobre iba de empalmaba en empalmada casi todos los días.

Pasadas tres semanas que no mi interesaba por él, una mañana de primavera decidí avanzar. Para empezar la siguiente fase del plan necesitaba atraer su atención así que decidí simular estar ansiosa y preocupada y renuncié a comer y cenar aquel día. Cuando, como cada noche mi abuelo dijo que se iba a dormir le  pedí si podía hacerle una pregunta. Me dijo…

-“Laura, explícame lo que te preocupa”.

-“Es que abuelo. No sé si debería  decírtela”.

-“¡Venga, suelta ya lo que tengas que decirme!”

-“Bien te lo diré. Mi novio insiste desde hace días que quiere tener sexo anal y a mí me da mucho miedo. Si no quieres, haces bien en negarte. Sí, pero, mi primer novio me pidió lo mismo y me negué. Creo que mi trasero vuelve locos a los hombres. Estoy segura que tarde o temprano cederé… y tengo mucho miedo por el dolor de un posible desgarro...”.

-“Si tu novio te " prepara" bien, la primera penetración te dolerá poco. En las siguientes penetraciones el dolor desaparecerá. 

-“Puede que te llegue a gustar como a tu abuela. Aunque no te lo debiera decir de lo diré para tranquilizarte… tu abuela se negó  en las primeras noches después de la boda  a la penetración por detrás porque tenía miedo del dolor. Sin embargo la convencí y con mucha paciencia y suavidad no le hice daño ni siquiera la primera vez. Después ha sido una práctica habitual en nuestro matrimonio.”

-“Pero abuelo la tienes muy gorda, no me puedo creer que no le hagas daño al meterla por un agujero tan pequeño”.

-“Todo es cuestión de dilatarlo con paciencia... mañana comenzamos los ejercicios preparatorio, ya verás que bien va todo”.

Entró sin llamar a mi habitación y allí estaba en pijama parado ante mí…, me dijo que me sentase en la cama y me preguntó si estaba nerviosa. Le dije que un poco. Él me contestó que estuviera tranquila que teníamos todo el tiempo del mundo. A continuación me pidió que me levantara de la cama y se acercó a  mí. Mi hizo girar quedando de espaldas a él. Sin mediar palabra me quitó las finas braguitas azules que llevaba.  La visión de mi culo desnudo le provocó una erección tremenda. Me cogió de la mano  tiernamente y me pidió que me estirase en la cama. Me hizo un suave masaje en los pies sin tocarme el culo. Finalmente oí como si abriese un bote de algo (no podía ver lo que hacía ya que mi  campo de visión se limitaba a la cabecera de la cama) y sentí como su dedo frío y resbaladizo  (se había untado lubricante en los dedos) tocaba suavemente mi ano. Empezó un masaje suave sin intentar meter los dedos. Sólo al cabo de unos minutos metió la punta de un dedo. Repitió la operación varias veces con un masaje en el borde del ano e introducción de la punta, hasta que me relajó completamente el esfínter. Noté por primera vez como una presión progresiva en la pared del recto cuando metió poco a poco medio dedo. Lo sacó rápidamente y repitió la operación. Esta vez, sin embargo noté como lo introducía lentamente todo. Ahora ya no notaba sólo una presión sino un poco de dolor. Oyó mi quejido pero no lo sacó.

Poco a poco me fui acostumbrando al dedo insertado casi totalmente. El dolor dejó paso a un gusto excitante que fue cediendo poco a poco a repulsión. Giré la cabeza para vez a mi abuelo, lo vi tranquilo dándome el tratamiento con toda su verga empalmada a punto de reventar. Cuando cruzamos las miradas, él sacó el dedo y  me pidió que me quitase la camiseta y me pusiera de lado. Él se acostó a mi lado detrás de mí, podía notar su aliento en mi nuca y su polla en la entrada de mi coño abriéndome la vagina.  Me susurró…

-“Así de lado estás más relajada”.

Puso su mano en mi hombro, luego lo bajó hasta el vientre. De pronto noté como su ancha verga presionaba mi raja partiéndome el coño en dos…, a la par percibí una presión muy fuerte y sentí como mi esfínter se daba por vencido al meterme dos dedos… solo metió la mitad de los dedos. A pesar del dolor estaba increíblemente excitada. El cipote se caló en mi coñito, y como la boca de un pez se jaló el mastodonde de mi abuelito...Me mantuvo en esa posición un buen rato follándome coño y dilatándome el ano a la vez… la follada vaginal me calmaba la el dolorcito por la dilatación anal con dos dedos ya…, cuando de pronto paró y oí otro susurro…

-“Cariño, te voy a meter la punta de la polla en tu agujerito”. Puse cara de preocupada porque no sabía cómo iba a reaccionar mi ano ante tan tremenda tranca y abracé a mi abuelo.

-“No te preocupes tu culito está preparado para recibir una polla del tamaño de la mía”.

Yo muy animada le espeté… -“O ahora nunca… Vamos abuelo fóllame el culo, necesito notar cómo me abres por detrás ¡Quiero que seas tú quien me desvirgue el culo también!”

Presioné mis pechos contra su torso desnudo, lo justo para que notase mis pezones endurecidos bajo mi fina camiseta. A continuación me saqué del todo las bragas y en vez de estirarme en la cama me arrodillé sobre ella. Cuando me puse en la posición llamada de la "perrita", mi abuelo no tardó en ponerse vaselina en la mano e introducir dos dedos en mi recto. Los tuvo dentro apenas unos segundos. Después de sacarlos estuve tentada de mirar atrás para ver el tamaño de la verga que entraría en mi interior…pero ya sabía bien como era, llevaba cuatro años follándome ese badajo. Finalmente decidí que era mejor esperar su embestida sin verlo. Pronto noté la punta dura y gorda de su polla en mi coño tratando de lubricar con mi flujo su gran porra, no tardó ni veinte segundos cuando la desenvainó de la vagina y la posicionó en mi ano.

Cuando percibí la presión en el esfínter mi culo respingo en un movimiento reflejo. Mi abuelo me cogió suavemente con una de sus manos un muslo y me pidió que no me moviera. De pronto presionó con poca fuerza pero de manera constante hasta que tuve toda la gorda tranca en mi recto. Sentí un fuerte escozor y la sensación de que ese pedazo de carne endurecida iba a romper mi intestino. Cuando el escozor remitió y el anillo se adaptó el enorme diámetro, pedí a mi abuelo que se moviese. Poco a poco fue moviéndose follándome por el culo, ¡Mi primer polvo anal! Antes de llegar a correrme le pedí a mi abuelo que no la sacara y me frotara el clítoris. Él siguió arremetiéndome con fuerza metiéndome casi toda la polla, si la introducía toda me llegaría hasta la barriga de lo larga que la tiene.

Me hizo caso y sus rudos dedos masajearon mi pepitilla endurecida hasta arrancarme un orgasmo clitoriano. Él no paraba de culearme, bombeándome el culo con fluidez, por lo que pensé que tendría el ano como un bebedero de patos. Tardó más de doce minutos en descargar toda su leche en mi interior, habiendo conseguido mi orgasmo también. Su bufido y la eyaculación de sus tremendo chorros de lefa fueron uno solo a la msima vez. Estuve unos minutos sometida al desvirgue anal ¡Aguanté como un loba! Por lo que me sentí muy orgullosa. ¡Otra línea roja rebasada! Ya no tenía nada virgen en mi cuerpo y mi abuelo Fernando había sido el encargado de horadármelos todos fielmente. Cuando me liberó de esa tranca simulé un pudor que sin duda era ridículo en esas circunstancias  y corrí a ponerme las bragas. Fui a abrazar a mi abuelo que estaba de pie delante de mí. Noté su falo aún erecto contra mi estómago, no parecía de carne si no fuera por lo caliente que estaba. Sin dejar de abrazarle le dije…

-“Gracias abuelo.  Estoy en deuda contigo, Pídeme lo que quieras”.

-“Laura, sabes muy bien que con aliviar a tu abuelo de vez en cuando es suficiente… ya sé que tienes novio pero tu abuelito debería estar en preferencia... llevo tres días con erección permanente y tú dándome largas, así no podía aguantar más”.

-“No te preocupes abuelo que no volveré a ser mala contigo nunca más”.

A pesar de haber vaciado toda la leche de sus huevos en mi esfínter su erección seguía siendo enorme. Me lancé a contentar supremamente al semental, asi que después de ensalivarme la mano, le cogí la polla o mejor dicho su súper polla. Mi otra mano le tocaba el pecho y nuestros cuerpos se tocaban. Después de un par de lentas meneadas paré de masturbarle. Sus ojos primero y luego su boca se precipitó sobre mis tetas. Mientras lamía mis pezones, sus manos se deslizaron hacia mi culo. Cuando ya estaba totalmente fuera de sí de nuevo me aparté y me puse frente a él. Lentamente me arrodillé encima la cama. No tuvo tiempo de dudar, su instinto de macho necesitado de hembra venció. Cuando sentí su verga traspasar mi vagina sabía que había ganado al “macho alfa”. Desde ese día volví a ser la amante favorita del abuelo teniéndolo a mi merced, por supuesto que nunca me excluyó de su herencia, por que Ningún hombre podría ser más feliz. Disponía de tres mujeres pertenecientes a tres generaciones de hembras dispuestas a ser sometidas a la masculinidad de un semental como él, capaz de abastecernos a todas de placer, amor y semen a raudales.

Cuando vio la oportunidad en su trabajo se jubiló y decidió vender la casa de campo y marcharnos a la ciudad. Contaba con 63 años y aún se apreciaba a un hombre apuesto. Compró el ático del mismo edificio en donde viví con mi madre y mi descerebrado padre, ese piso que mi abuelo rescató de sus deudas y ahora era suyo, nos lo cedió a mi madre y a mí para vivir cerca de ellos. Pasaron los años y mi vida no podía ser más dichosa, de fiesta en fiesta con una mi vida social intensa y la familiar sencillamente estabilizada, no me faltaba el dinero y los hombres me rifaban, sin  contar con las sesiones de sexo duro del abuelo, en dónde para desgracia de la abuela ésta ya no contaba, se encontraba muy mal y el abuelo la cuidaba con el cariño que un macho dominante como él sabía…, mi madre les echaba una mano con las comidas, pero sobre todo era yo quien me ocupaba de cuidarlos. Mi abuelo Fernando había sido todo para mí desde los 8 años…, abuelo, padre y amante desvirgandome y haciendome mujer, me enseñó todo tipo de técnica de seducción haciendome ver los puntos débiles de los hombres, eso me valió para ser la reina de las conquistas pese a no ser la más guapa.

Ahora que ya contaba con 21 años, mucha experiencia en el sexo y un “Grado de Nutrición humana y dietética”, por la Universidad de Castilla la Mancha, a punto de acabar gracias a él que me convenció. El abuelo estaba mayor pero su cipote se mantenía en plenitud, grande, grueso y duro con facilidad de empalmar, sin olvidar la copiosas e ingentes eyaculaciones que su próstata y sus testículos que todavía eran capaces de expeler.

Continúa hacia el final...

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