Consuelo, mi Consuegra
Por Tito.
Buenos días, otra vez soy Tito y quiero empezar enviándoles un cordial saludo y un agradecimiento por su respuesta a mis relatos. Como bien sabrán, mi vida sexual estaba experimentando un enorme renacimiento durante aquel año, me estaba haciendo de muchos amantes gays y de otras heteros, concretamente Lalita y su suegra Silvia. Pero no solo se limitarían a ellas.
Les juro que yo no estaba buscando nada con esta mujer, les juro que ni me pasaba por la cabeza poder hacer algo con ella, nuestra relación siempre fue muy respetuosa. ¿Qué de quién estoy hablando?, ya se imaginarán solo con leer el título.
Consuelo, la madre de Laura, la suegra de mi hijo Kike y, por lo tanto, mi consuegra. Mi relación con ella era muy distante, nunca cercana, en parte porque ni a mi difunta señora, Estela, ni a mi nos gustaba mucho juntarnos con Juan Carlos (papá de Laura). El era un tipo machista y bocón, le gustaba demostrar en público que tenía pleno control sobre todas las cosas de su casa, especialmente sobre su esposa. Ella siempre se mostraba callada y sumisa, en un rincón y cumpliendo con las tareas que, convencionalmente, se les atribuye a las mujeres.
Sola, se mostraba más abierta y amistosa, muy agradable, aunque no terminaba de agradarnos, la verdad, ni a Estela ni a mi nos gustaba verla tan sometida y tan sumisa. Luego, en el mismo año en que falleció mi señora, murió el marido de ella, los 2 quedamos viudos de la noche a la mañana. claro, yo ya me lo esperaba con la enfermedad de Estela, pero la muerte de Juan Carlos fue producto de un accidente. Todos pensaron que Consuelo se derrumbaría, pero no fue así.
Siempre he pensado que decir "gracias a Dios se murió" es muy malo, pero a veces pareciera ser vedad. Luego de 4 meses de luto, Coni, como todos le dicen, empezó a hacerse cargo de las cosas y de su vida. el negocio de su difunto marido lo tomó su hijo Juan Carlos, que le pasaba cuanto ella necesitaba, y sus 4 hijas estaban anuentes a ayudarla en todo también. Pero ella no les pidió nada, de la noche a la mañana su casa tenía nueva cabeza y nueva dueña, ella. Las cosas allí se hacían como ella decía y quería.
Su carácter también cambió, de una sumisa tímida, a una mujer alegre, bullanguera y muy amistosa. Comenzó a frecuentar amigas y amigos y a tener una vida social intensa, dejó de tenerle miedo a las cosas y a pedir permiso para todo, por primera vez en su vida, su vida era de ella. Digamos que renació y floreció por fin.
Cierto día llegó de visita a casa de Laura, esta no estaba pues había salido con Beto, así que la atendí yo.
Buenos días Tito, ¿cómo le va?
Bien, bien, bastante bien gracias a Dios
Qué bueno.
¿Y a usted qué tal?
Pues muy bien también, bastante bien
Laurita ahorita no está, pero si gusta la puedo invitar a tomar una tasa de café para que no haya hecho el viaje en vano. le dije sin pretender nada más, lo juro.
Gracias Tito, muy amable.
La señora entró y nos dirigimos a la cocina de mi nuera, allí preparé café mientras le platicaba de un montón de cosas. Ella me escuchaba y participaba, pero la notaba extrañamente callada. La volteé a ver, su mirada era distinta, fija en mi, muy atenta a todo lo que decía, con los ojos apenas abiertos y una discreta, pero visible sonrisa en sus labios entrecerrados, me puso nervioso, lo confieso.
Traté de no pensar en eso, seguramente era mi imaginación, esa señora no podía estar insinuándoseme así, a su propio consuegro. Cambiaba de tema a cada rato para ver si ella me seguía, trataba de hablar de varias cosas a la vez y hasta de hacer chistes, pero igual continuaba sintiéndome observado, y ella lo sabía.
En ese momento noté por primera vez que se trataba de una mujer hermosa. Tenía ya 50 años y una cara hermosa, de tez morena clara y rasgos muy finos. Sus ojos eran cafés, su cabello negro estaba teñido de color caoba y en su cuerpo mostraba unas voluptuosas curvas, destacando 2 grandes senos que se asomaban por el generoso escote que su blusa de botones formaba, creí notar que llevaba un botón de más abierto. Más abajo, metido dentro de un pantalón de lona azul, se adivinaba un apetecible culo, redondo, grande y firme. Seguramente debí poner cara de idiota, con la baba y todo, pues Coni se dio cuenta y decidió irse al ataque con todo.
Tito, ¿se siente bien?
¡Si, si Coni, no se preocupe! ¿por qué lo pregunta?
Es que lo siento tenso. me dijo, poniéndose de pié.
¡Nada que ver! ¡Estoy bien de verdad! le dije mientras la veía avanzando hacia mi, caminando como una gata en celo De verdad estoy bien
Si de eso hace mucho que me di cuenta me dijo, plantándose frente a mi.
¿Qué? ¿Perdón? le pregunté, haciéndome el tonto.
Lo que oyó Tito. me contestó, era extraño, pero ella, con sus apenas 162 cm. de altura, se veía imponente, a pesar de mis casi 2 metros.
Pero pero ¡pero Coni, usted es la mamá de Laura y !
Eso no los ha detenido nunca, ¿verdad? me quedé de piedra, helado, ¡puta!, ¡ya sabía de Laura y de mi, ¿cómo era posible?!
Antes de poder decir algo, ella se arrodilló como un rayo tomándome el pantalón de los elásticos. Yo vestía un pants de deporte con una coqueta tanguita que el Gatito me había regalado, los 2 cayeron al suelo, dejando mi pene medio despierto frente a la cara y ávidos labios de la mujer. No me dio tiempo de reaccionar, se lo metió entero entre la boca succionando con fuerza y comenzado una mamada deliciosa. Al mismo tiempo me metió un dedo entre el culo, provocándome un fuerte corrientazo eléctrico que me dejó paralizado, me conocía demasiado bien.
Con su mano libre me sujetó la paloma de la base, y así, mientras me la chupaba ansiosamente me cogía el culo con un dedo. En cuestión de segundos mi imponente mástil de 30 cm. quedó parado y rígido, ella lo veía regocijada.
¡Qué fácil fue, qué rápido contesta esta vergota! y se la volvió a meter entre la boca ¡Definitivamente Kike y Laura se dan unos grandes atracones! - ¡¿cómo sabía de Kike también?!, esa mujer me debía muchas explicaciones.
Pero bueno, las explicaciones tendrían que venir luego, cuando hubiésemos terminado. Consuelo continuó con aquella increíble mamada, metiéndose mi garrote hasta donde le entraba, succionándolo con fuerza y ensalivándolo abundantemente. Mientras tanto, su dedo travieso y hábil dibujaba círculos dentro de mi culo, como cuando un buen garañón humano me lo está dilatando para luego sodomizarlo sin piedad. A esas alturas ya había perdido todo el control.
Se detuvo y se puso de pié, colgándose de mi cuello nos dimos un apasionado beso. La rodeé de la espalda y la apreté contra mi cuerpo, mientras nuestras lenguas se enredaban trataba de hacerla sentir mi musculado tórax y mi enhiesto pene sobre su piel. Mis manos bajaron despacio hasta su trasero, que a pesar de los años aún seguía siendo duro y turgente al mismo tiempo que incrustaba mi pene hinchado en su vientre.
Bajé besando su cuello, sin dejar de acariciar sus nalgas, de apretarlas y sentir su dureza. Decidí ver aquel cuerpo totalmente desnudo, así que le empecé a sobar las tetas al mismo tiempo que mis dedos fueron zafando los botones y sus senos comenzaron a emerger. 2 hermosas y enormes bolas de carne morena aparecieron frente a mis ojos cubiertos apenas por un muy delgado brasier corinto. Podía ver con muchísima claridad sus pezones dibujándose debajo de la delgadísima tela, duros y parados, pidiendo ser lamidos y succionados.
Empecé a morderlos suavemente por encima de la tela, acariciándole las chichotas y apretándoselas simultáneamente. Le saqué una de la copa del brasier y me lancé a chupar aquel pezón oscuro y duro, mordisqueándolo y jaloneándolo. Las manos de Consuelo recorrían mi espalda, mis nalgas desnudas, mi garrote, empezó despacio a despojarme de mi sudadero y playera dejándome completamente denudo en un santiamén. Para no ser menos le desabroché el sujetador y se lo quité, pudiendo ver por fin aquellos 2 extraordinarios pechos que, aunque ya no tenían la rigidez de los de una adolescente, eran aun unos manjares dignos de dioses.
Se separó de mi bruscamente, dejándome extrañado, esa hechizante sonrisa llena de ironía y picardía me cautivó y esa mirada lasciva me paralizó.
No tiene idea de cuánto lo he deseado Tito, desde que Laura me lo presentó, no sabía quién estaba mejor, si usted o su hijo. me dijo, contoneando las caderas y terminando de quitarse la blusa Le juro que se va a acordar de esta mañana por el resto de su vida le voy a demostrar de donde salió mi hija tan puta. me dijo, comenzando a desabrocharse el cierre de su pantalón.
Mi regaló un baile sumamente sensual en que se restregó las tetas y el sexo con exceso de sensualidad e inmoral, pero divina, delectación. Vi como una hermosa tanga corinta de encajes se deslizó lentamente por sus largas y torneadas piernas mientras ella se daba placer a si misma, colando los dedos por en medio de una tupida, pero bien recortada, mata de pelos negros.
Se me acercó de nuevo, ahora los dos completamente desnudos, y me besó suave, despacio, con los ojos cerrados, haciéndome sentir su aliento excitado, la suavidad de sus labios, toda su excitación. Apretó sus enormes tetas contra mi pecho peludo y restregó mi pene contra su vientre, yo ya no podía estar más caliente.
Se volvió a separar dirigiéndose hacia la mesa, en donde se sentó con las piernas abiertas invitándome con un dedo a acercarme y hacerle lo que yo quisiera. Decidí devolverle el placer oral que me dio, así que me puse de rodillas y me zambullí de lleno en medio de sus piernas. Su denso matorral de vellos negros solo estaba en el frente, protegiendo un visible y bonito clítoris descubierto, el resto de la vulva estaba perfectamente depilada. Pasé primero la lengua por todo lo largo de la vulva, despacio pero con firmeza para que la sintiera. Lo repetí unas 2 veces más antes de empezar a hurgar los pliegues de sus labios vaginales, bebiéndome todos los jugos de que allí salían, aspirando su aroma a hembra madura caliente, rebosante de feromonas. Ella reaccionaba con gemidos y largos suspiros, rodeándome la cabeza con sus piernas y apretándome contra su sexo caliente.
Cuando sentí que ya la tenía a punto, redirigí mis ataques hacia su botón erecto, chupándolo velozmente y con fuerza, succionándolo y jaloneándolo con delicadeza, mientras que con mis dedos frotaba y estimulaba sus inflamados y húmedos labios vaginales, metiéndoselos hasta donde llegaban. Pronto la humedad se convirtió en empapado y los gemidos casi en gritos, sentía su cuerpo trémulo estremecerse del placer al tiempo que se retorcía del gozo.
¡¡¡AAHH, AAHH, AAHH, AAHH!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAUUUUUUGGGGGHHHHH!!!!! mi rica consuegra empezó a aullar como toda una loba en celo, presa de un fuertísimo orgasmo, al que además había accedido sin mayores problemas al igual que Lalita, una caudalosa catarata de jugos de mujer brotó de su gruta para depositarse dentro de mi boca, que se los tragaba como el más delicioso néctar - ¡¡¡¡¡OOOOOOUUUUUUGGGGHHHHHH!!!!! ¡¡¡¡AARGHH, ARGHH, ARGHH!!!!
Su orgasmo fue largo, caliente y delicioso, Consuelo quedó exhausta, casi como queda Lucía, la hermana mayor de Laura, luego de uno de sus largos y violentos orgasmos. ¡Qué mujer, multiorgásmica como la hija pequeña, pero con orgasmos fuertísimos como la mayor! La dejé tendida sobre la mesa para que descansara y se recuperara, tan solo la acariciaba con las yemas de los dedos, pasándolos desde su cuello, sobre sus senos y acabando en su sexo mojado y caliente.
Tito me dijo en un susurro cuando acabó de recuperar algo de energía.
¿Si Coni?
Quiero que me cojás, quiero que me hagás ver las estrellas, que me destrocés como nadie lo ha hecho nunca.
La besé apasionadamente y la jalé hasta ponerla de pié, luego me senté en una silla y ella se acercó a mí, procediendo a montarme. Tomé sus jugosas tetas y me las llevé a la boca para volver a besarlas y mamarlas, mientras tanto, ella manipulaba mi ciclópeo fierro dirigiéndolo hasta la mojada entrada de su intimidad. Lentamente fue bajando en suaves movimientos circulares de cadera para que los 6 cm. de diámetro la penetraran sin lastimarla.
¡¡¡DIOS MÍO TITO!!! ¡¡AAHH, AAHH, AAHH!! ¡¡Qué grade es, qué grueso, qué duro, SIENTO QUE ME VA A ROMPER!! ¡¡UUGGHH, AAHH!! decía ella mientras acomodaba mi miembro dentro de su interior.
Llegó hasta el final, mi pene topó con el fondo de su sexo, Coni se dobló y se mordió los labios gimiendo roncamente, luego empezó a moverse, despacio, circular y rítmico. Sentía el calor de su vagina casi quemándome la verga. La agarré del culo amasándolo, mientras mi boca devoraba la suya, poco a poco empezó a bajar y a subir sobre mi falo enardecido, haciendo cada vez las incursiones de este más rápidas y profundas y, por ende, más placenteras, hasta que literalmente se dejaba caer sobre este, ensartándoselo hasta el alma. Así, con el ritmo, la profundidad y la violencia de las envestidas aumentando, los 2 enloquecimos de placer.
¡¡¡¡AAAAUUUUGGGGHHHH, TITOOOOOOUUUUUUUGGGGGHHHHH!!!!
¡¡QUÉ MUJER SOS CONI, QUÉ MUJER!!
¡¡MAS, MAS, MAS!! ¡¡¡¡RÓMPAMEEEEEEEGGGGGGHHHHHHHH!!!!
¡¡PUTA, PERRA, QUÉ PUTA SOS!!
¡¡¡¡UNA PERRAAAAA, SOY UNA PERRAAAAAAAGGGGGGHHHH!!!! ¡¡DEME DURO TITO, DEME BIEN DURO QUE ME GUSTAAAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHH!! ¡¡¡¡UUUUUURRRRRGGHHHHH!!!!
La cogida fue larga y placentera, cogimos por toda la cocina, impregnándola entera del olor del sexo, de nuestros sexos unidos en comunión incestuosa. Ella tuvo otros 2 orgasmos tan violentos que la dejaron medio muerta, por lo que al final, cuando la tenía boca abajo sobre la mesa, con sus hermosas y enormes tetotas aplastadas bajo el peso de su cuerpo contra la dura madera y su culito redondo y respingón frente a mis ojos, ella no era ya más que una muñeca de trapo excitada y totalmente entregada a mi. Y yo, como no soy de piedra, empecé a sentir esos riquísimos espasmos recorriendo mi espalda y avisándome que mi cimas estaba cerca.
¡¡¡¡CONI, CONI, YA ACABO, YA ACABO CONIIIIIIGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAGGGHHHH, VIEJA PERRA RICAAAAAAAGGGGGHHH!!!! ¡¡¡¡¡¡AAAAAARRRRRGGGGGGGHHHHHHH!!!!!! grité mientras los borbotones de mi semen inundaron y se rebalsaron de la cavidad vaginal de la madre de mi nuera.
Eyaculé como 3 o 4 chorros fuertes y largos antes de salirme de ella y derrumbarme sobre la silla, agotado, medio mareado e infinitamente satisfecho. Estaba cubierto de sudor, el corazón me latía a mil por hora y la verga me palpitaba, veía embelesado como se le salía mi esperma mezclada con los abundantes jugos de su lubricación del interior de su pusa dilatada y rebosante. Consuelo estaba también empapada en sudor, respirando agitadísima y medio despierta, medio inconsciente.
Sentía que me debía una explicación, aun no lograba comprender cómo una mujer tan recatada como ella pudo haber cambiado tanto, de dónde es que sacó la extensa experiencia que mostraba en sus refinadas técnicas amatorias. Eran muchas preguntas, pero había tiempo para ellos después, pues mi verga, lejos de reducirse y tranquilizarse, empezó a pedirme batalla de nuevo al igual que la vagina de ella, que seguía abierta y empapada, como invitándome a visitarla de nuevo.
Garganta de Cuero.