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Sasha se desata 04

en Amor filial

Sasha se desata

IV

  • ¡¡¡RICARDO DAVID CENTENO OVALLE!!! – mierda, mi nombre completo, dicho a gritos y rematado con mi apellido materno, de esa no me salvaba – ¡¡¡¿EN QUÉ PUTAS ESTABAS PENSANDO?!!! – ¡Dios mío, dijo una mala palabra… estaba condenado!
  • ¡No sé mamá, no sé… perdón… esto se me salió de las manos!
  • ¡¡¡Y DESDE HACE MUCHO!!! ¡¡¡YA NO QUIERO QUE TE JUNTÉS MÁS CON ESE TIPO!!!
  • ¡Pero el Ko no es malo… es solo un poco…!
  • ¡¡¡¿UN POCO QUÉ? A VER, ¿UN POCO QUÉ?!!! ¡¡¡UN PERVERTIDO DE MIERDA ES!!! – ¡Dios mío, otra mala palabra saliendo de su boca, jamás la vi tan enojada, me sentía una cucaracha! La llegada de mi hermana me salvó, nos veía estupefacta, las peleas en casa eran muy raras, y más entre mamá y yo – A la noche hablamos… – me dijo mamá ásperamente y se retiró en silencio.
  • ¿Qué pasó Ricky? – me preguntó Majitos consternada.
  • Nada… nada… no pasó nada… – ¡Nada, ja!, simplemente constaté lo que ya sabía desde hace mucho, que mi amigo era un pervertido imprudente y temerario.
  • ¡¿Y cómo no va a pasar nada?! ¡Te estaba regañando a gritos… mamá… ella nunca regaña a gritos!
  • Si, si… ya sé… pero no pasó…
  • ¡Y hasta la oí decir una palabrota!
  • Bueno, se le salió… es normal que…
  • ¡Dijo "mierda"… mamá… ella… mamá dijo "mierda"!
  • Si Majo… yo la oí… pero no pasó nada… fue un malentendido…
  • ¿Por qué pelean ahora tanto ustedes 2? ¿Qué estás haciendo últimamente vos? – "Nada… solo que me he vuelto un voyer para mi amigo exhibicionista mientras él coge", je, je… no le dije eso, claro, pero no pude evitar reírme con cierta amargura, odiaba poner mal a mi madre o a mi hermana, eran las 2 personas más importantes de mi vida. Pero desde hacía mucho había decidido no ocultarle nada a mi progenitora, por lo que a la mañana siguiente de esa aventura (sábado), se lo conté todo.
  • No te preocupés Majo, todo está bien… si, es cierto que mama está un poco como la gran puta pero no es nada… – ¡si, cucaracha, seguí mintiendo como una sabandija despreciable, si! – solo que se enojó mucho por algo que hice… ¡sin querer, aclaro! – Majitos se quedó un poco más tranquila, pero sin creerme del todo, mi hermanita no era ninguna tonta.
  • ¿Me vas a llevar a mi fiesta?
  • Si Majo… ¿al medio día, verdad?
  • Si… y me vas a traer a la noche… – mi hermana tenía 15 años y era una adolescente en pleno apogeo, había dejado bien atrás la edad "de piedra" o "del pollo poshoroco" (guatemaltequismos) que es la pubertad, esa edad donde los jovencitos y jovencitas "todavía no tienen cara de nada".

Pasé el resto de la mañana metido en mi cuarto… no, perdón, escondido en mi cuarto. Al medio día me fui a buscarla a su habitación, estaba con mamá terminándose de arreglar. Sinceramente no me gustó lo que vi, llevaba un vestido gris brillante de tubo sin tirantes, lo que comprimía unos incipientes senos que amenazaban con llegar a la talla de los de mamá… ¡mierda, ¿por qué soy un hermano tan celoso?!

  • Mamá… ¿me prestás el carro para llevar a la Majo a su fiesta?
  • ¡Ni modo que la lleve yo… Ricardo David! – cierto, ella no sabía manejar. Majitos vio extrañada la actitud pesada y agresiva de nuestra progenitora. – ¡Y te regresás inmediatamente, nada de andar de vago con "ese tu amigo"! – y así acabamos la conversación.

Bueno, una hora después salimos en su camioneta (no sé porqué tiene carro si no sabe manejar), pasamos a traer a Adriana, la hermana pequeña del Ko (amiga de mi hermana) y luego a otras 2 niñas y llegamos al hotel en donde se celebraría la fiesta… Majitos aun me mandó una mirada de aliento cuando se bajó. Cuando estuve de vuelta esperaba la segunda parte de la puteada, les juro que me sentía como vaca en el matadero, algo a lo que no estaba acostumbrado porque mi relación con mamá era buenísima y ella nunca se ponía así. Entonces, se preguntarán mis queridos lectores, ¿por qué este imbécil le tuvo que contar esas cosas, sabiendo todo esto de antemano? Bueno, pues les diré, a mi madre no puedo, ni quiero, guardarle ningún secreto.

Ya saben como es nuestra relación, soy el hombre de la casa en toda la extensión de la palabra, con ella incluida, somos amantes. Mamá es una mujer sumisa, obediente durante toda su vida, primero con mi rígido y opresivo abuelo y luego con mi mujeriego y bruto padre, siempre se ha dejado por todos… incluso de mi. Eso no me da orgullo aunque haber descubierto que era tan sumisa como caliente fue algo maravilloso desde un punto de vista sexual. Por lo mismo, desde que descubrí esa faceta suya he procurado no llevarla a los límites, estando en calentura extrema es capaz de hacer y dejarse hacer cualquier cosa. Además primero que nada es mi madre y así quiero que se quede, aunque sé que es imposible volver atrás. Por eso le cuento de mis aventuras con el Ko y todo cuanto ocurre en mi vida.

  • Eh… mama… ya vine… – dije entrando a la casa, pero no recibí respuesta. Encontré la casa completamente a oscuras, tan solo del segundo nivel parecía haber luz – ¿Mama? – llamé de nuevo al mismo tiempo que subía por las gradas.
  • ¿Ricardo?
  • Si mama… ya vine…
  • A bueno… vení a mi cuerto un momento amor… – me extrañó el tono de su voz, no parecía molesta en absoluto, al contrario, era un tono suave y delicado, dulce y casi sugerente.

Entré en su habitación, la luz estaba prendida pero no había rastros de ella. Entré más y la busqué en el baño, nada. Pero al cabo de un minuto oí un taconeo y mi madre apareció en el umbral de la puerta, con la mano derecha apoyándola en el marco por arriba de su cabeza y la izquierda en sus caderas, en una pose tan llena de sensualidad que no pude decir nada. No era mi madre la que estaba, era María José, la sensual e insaciable hembra en que ella se convertía para darme placer cada noche.

Qué hermosa era esa mujer que me vio nacer, una hembra de 35 años en toda la extensión de la palabra que transpiraba lujuria y erotismo por cada poro de sus 170 cm cuando se lo proponía. Su precioso rostro moreno y apiñonado, de nariz fina, grandes ojos cafés y jugosos y carnosos labios (bien pintados de rojo oscuro), estaba enmarcado en su larga cabellera castaña oscura, lacio y lustrosa. Venía esmeradamente maquillada, perfilando en perfecta armonía sus facciones de rasgos finos y delicados.

Llevaba un conjunto de lencería blanca, con un sujetador de encaje transparente, liguero, microscópicas braguitas, medias y zapatos blancos y de tacón alto, parecía un ángel salido de algún burdel de lujo. Sus enormes y firmes tetas apenas podían ser contenidas por la delicada prenda, que dejaba ver la piel ligeramente más oscura de sus aureolas y, sobre todo, esos pezones puntiagudos y erectos.

Sin decir palabra, lentamente, se me acercó de forma lenta y sinuosa, contoneando sus poderosas ancas sobre esas piernas larguísimas y esbeltas, ondulando suavemente su cuerpo y bamboleando las tetas con movimientos delicados de sus hombros. Al mismo tiempo me sonreía, me guiñaba un ojo y hacía resaltar sus labios carnosos haciendo pucheros. ¡Dios que visión, era toda una diosa! Pese a que ya la había visto desnuda miles de veces, nunca dejó de ejercer un tremendo efecto en mi. Tenía la boca seca, las manos mojadas y una sensación de vacío en le estomago.

  • ¿Te gusta lo que ves amor?
  • Si mamá… – me calló poniéndome un dedo sobre los labios.
  • No soy mamá, soy María José cielo… – dijo mientras ponía una mano en mi ingle y la apretaba sobre mi pene, que evidentemente estaba parado y bien duro.

Nos besamos, suavemente primero, pero rápidamente acabamos trenzados en una caliente danza en la que nuestras lenguas se acariciaban una a la otra, ella me restregaba con fuerza la verga y yo le amasaba las tetas por encima del sujetador. Por mi parte diré que en aquellos días era un joven de 1.73, moreno y delgado, de complexión atlética y fibrada por el deporte. De cara no estaba mal, me parecía a mi padre que era un tipo guapo, aunque mi forma de ser era callada y bastante introvertida.

  • Chupá mi amor, chupámelas… – dijo, sacándose las 2 chiches de las copas del brasier.

Me a ferré a ellas, tomé sus pezones entre mis labios y chupe, chupe, y chupe, estruje, retorcí y hasta mordí con suavidad, eso la pone como loca. Al mismo tiempo pasé mis manos por detrás y la tomé de las nalgas, acariciándoselas y amasándoselas, eran 2 soberbias y enormes nalgas. Me separé de ella y me alejé un poco para contemplarla mejor, pero ella, dejándose llevar por una creciente calentura, se puso a gatas se me acercó, desabrochó mi cinturón, me abrió la cremallera y saco mi hinchada macana.

  • ¡Cómo me gusta esta cosota Ricky, es un vergón de semental! – me dijo.

Con admiración la contemplo en sus manos, descubrió su glande y empezó a darle lametazos como si fuera un helado. Primero desde la base hasta la punta, en donde se entretenía un rato dibujando círculos, luego bajaba nuevamente y se quedaba en mis testículos, lamiéndolos largamente. Pronto engulló la cabeza, se la metía y sacaba chupando como un caramelo. A María José le encanta mamar, la excita tremendamente y la provoca a ir más allá.

Sin sacársela de la boca me quitó el pantalón y el calzoncillo, posteriormente estiró una mano y tomó algo que estaba sobre su cama y que yo no había visto, era un franquito de plástico que ya conocía, contenía un aceite aromático y saborizado (fresa) que había conseguido en no sé dónde. Vertió un poco en sus manos, luego se lo froto en las tetas y en medio de ellas. Tomó mi pene y lo rodeó y apretó entre sus melones e inició una deliciosa cubana (o paja rusa como le llamamos aquí). ¡Dios mío, como me gustan las cubanas! Me rodeaba la verga con esas carnes tan suaves y me la frotaba con ellas, mientras lamía con fruición la punta de mi pene cuando asomaba por arriba.

  • ¡¡¡AAAAAHHHHHH!!! ¡Cómo me gustan tus tetas María José, me encantan!
  • ¿Te dan gusto mi amor?
  • Si perra, mucho… sos la perra más rica del mundo. – le dije y ella aceleró sus movimientos.
  • ¡¡SSSIIIIIHHHHH, soy una perra, TU perra!! – cuando le digo groserías se calienta más – ¡Ahora cogeme la boca amor! – volvió a tomar mi pene entre su boca y metió una mano entre mis piernas, me metió un dedo en culo. era algo que recientemente habíamos descubierto que me gustaba.

La sujeté con fuerza de la nuca con una mano y con la otra la agarré de la mandíbula, empecé a empujar y a metérsela hasta donde podía. Como bien sabrán mamá es una auténtica garganta profunda, ama de verdad el sexo oral, tolera que le introduzca mis 23 cm casi completos y aguanta la respiración durante casi un minuto. Inicié despacio y sin forzar más de lo necesario, pero siempre metiéndole la paloma hasta donde podía. Movía las caderas de atrás hacia delante una y otra vez, provocándole arcadas y sonidos guturales pero no me detenía, además sabía que eso le gustaba a ella.

Poco a poco iba dando de si, engulléndola más y más hasta que finalmente se la tragó por completo y por fin su lengua jugueteaba con mis bolas. Mamá tenía la cara enrojecida y los ojos rojos y llorosos, ya empezaba a transpirar y su semblante era de mucho esfuerzo, de sufrimiento incluso, pero siempre con ese brillo característico en sus ojos, un brillo de lujuria. Le dediqué una larga y lúbrica sonrisa y empecé, ahora así, a cogérmela por la boca en toda regla. Los sonidos guturales aumentaron, se mezclaron con sus gemidos y roncos jadeos, casi como gruñidos, que ella siempre hacía para dar más placer aun (las vibraciones graves de esos sonidos aumentan el placer de la mamada).

María José ya derramaba lágrimas abundantes, producto del reflejo vomitivo que tan bien controlado tenía, le faltaba el aire y lo sabía, pero también sabía que no quería que parase, a mi madre la excita sentirse utilizada como un objeto. Además, por mucho que hubiese querido no habría podido detenerme, pues el placer que me estaba dando (junto con ese dedo que casi me llegaba a la próstata) no lo hubiesen permitido… todo lo contrario…

  • ¡¡¡AAAHHH, AAAHHH, YA CASI!!! ¡¡¡MARÍA JOSÉ, YA CAASSSIIIIGGGHHHH!!! – por toda respuesta aceleró mas su dedo en mi culo y chupó con mas ganas – ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡MARIAJOOOOOOGGGHHHHH, AAAAAAGGGHHHHH!!!! – acabé en medio de cuatro o cinco espasmos me sacudieron y lanzaron a presión igual cantidad de chorros. Y mi madre seguía chupando sin detenerse y con glotonería, tragándose todo lo que salía.

Por fin terminó ese incontrolable estremecimiento de mi orgasmo y caí hacia atrás, quedando sentado en la cama. Le saqué la verga de la boca a mamá y ella me sacó a mi el dedo. Comenzó a toser por el esfuerzo hecho, pero se tapaba la boca para que no se le saliera mi semen, le encanta saborearlo. Desde abajo me veía con lascivia, sonriendo enrojecida y sudorosa, muy satisfecha de haberme hecho acabar.

  • ¡Me encanta hacerte acabar así amor! ¡Me encanta tu leche, me fascina! ¿Y a ti te gusta acabar en la boca de la perra de tu madre? – yo solo sonreí, sobraban las palabras. Y agregó: – Pero no te creas que hemos acabado… falta muuuuuucho todavía…

María José se puso de pié y dio media vuelta, dejando su poderosa grupa enfrente a mi. Con sensualidad se bajó la tanguita, bien metida entre sus 2 impresionantes nalgas, quedando agachada con su trasero y maravillosa vulva delante de mis desorbitados ojos. Lentamente meneaba sus posaderas, redondas, grandes y firmes, y así mismo se metió un dedo en la vagina para empezar a masturbarse. Podía verle sus colgantes y pendulantes tetas en medio de sus piernas abiertas, y eso más el espectáculo que me daba hizo que mi falo volviera a la vida. En ese momento la tomé de las caderas y a obligué a voltearse, luego le ordené que se abriera la vulva con los dedos, mostrándome todo el canal de su feminidad, y me lancé en picada a lamerla y chuparla con fruición.

  • ¡¡¡OOOOOHHHHH SSIIIIIIHHHHHH, ME ENCANTA!!! ¡Dale gusto a la viciosa de tu madre, Ricky! – me decía acariciándome la cabeza y acariciándose las tetas.
  • ¡Sos una perra María José! – le dije.
  • ¡Si, una perra sucia y caliente a la que le encanta darte placer!

Seguí con mi trabajo, lamiendo y chupando todo cuánto podía de ese sexo delicioso. Por la posición en la que estaba no podía meterle la lengua tan adentro como quería, por lo que opté por atacar su clítoris directamente, dándole mordisquitos y chupones fuertes, al mismo tiempo que lo acariciaba con la lengua. Eso no hace que María José estalle en uno de sus violentos orgasmos, pero la pone a hervir. Tras varios minutos, y cuando la escuché jadeando con fuerza, me detuve, me paré y le dije:

  • Perra, ponete a cuatro patas que te voy a chimar…
  • ¡Si mi amor, metémelo hasta que me salga por la boca, partime en 2!

Se puso en 4 en el suelo y yo le hinqué la verga de un solo empujón y hasta el fondo, tan mojada como estaba no me costó nada invadir ese canal, cálido, lubricado y acogedor. Empecé el mete y saca con fuerza y bríos, estrellando mis caderas contra su gran culo mientras la tomaba de las tetas echado sobre ella. María José gritaba y berreaba como una loca, pidiéndome más y más dureza, y yo comencé a estrujarle salvajemente sus hermosas ubres, aumentando el deseo y calentura en ella.

  • ¡¡¡SSIIIIIIHHHHH, MAS, DAME MAAAASSSSGGGHHH, OOOGGGHHH!!! ¡¡¡ROMPEME, PARTIME TODA AMOR, AAAAHHHHHH!!! ¡¡¡COGETE A TU MAAAADREEEEHHHH!!! – era glorioso y delirante, estábamos hirviendo, enloquecidos de placer. Yo ya estaba cubierto de sudor, ella ni se diga, los 2 gozando como enajenados, tanto que no puso reparos cuando le saqué la verga y la puse sobre su ano – ¡¡¡SSSSIIIIIIIHHHHHH, ROMPEME EL CULO RICKY!!! – me dijo y sin ninguna preparación la penetre por completo de un fuerte empujón. Los dos gritamos a la vez de placer, aunque ella también con una buena dosis de dolor.

Comencé a sodomizarla con los mismos bríos con lo que la estaba penetrando por la vagina, sé que le dolió, pero le gustó. Además le tengo el culo tan abierto y acostumbrado a mi verga que le bastó con la lubricación que su sexo le dejó al mío. Ella misma se movía hacia atrás, estrellando su gran culo contra mi y ensartándose solita, sin tregua ni cuartel, cogiéndonos cada uno con todas nuestras fuerzas. Era maravilloso, aquel moreno, exuberante y respingón culo perforado por mi talega mientras le tiraba del pelo y veía sus tetas bamboleándose a los lados de su cuerpo. María José era una soberbia hembra, con su culo apretaba y exprimía mi verga y con una mano se frotaba el clítoris, yo me incline sobre ella y le mordisqueaba el cuello y le estrujaba las chiches, aquello era demasiado y no aguanté más.

  • ¡¡¡¡MARÍA JOSÉ, MARÍA JOSÉEEHH… AAAAAGGGGGHHHHHHH, OOOOOHHHH!!!! – derramé mi leche por segunda vez, ahora en sus intestinos mientras ella apretaba para exprimirme por completo, quedé seco esta vez. Pero sabía que ella aun no había acabado, así que sin esperar ni un minuto más la jalé violentamente le pelo para levantarla y dejarla pegada a mi. Y con mi pene aun metido profundamente dentro de ella comencé a frotar despiadadamente su vulva
  • ¡¡¡SSSIIIIIHHHHH MI AMOR, DAAAALEEEEHHH, HACEME ACABAAARRRGGHHH!!! – al mismo tiempo ella se apretaba y pellizcaba los pezones, entonces estalló por fin – ¡¡¡¡RICARDO, AAAHHHH, RIIIIICKYYYYYGGGHHHHH, AAAAGGGGHHHHH!!!! – sentí tensarse todo su cuerpo, vi como echaba la cabeza hacia atrás, con la cara hacia el techo y un grito ahogado en la boca, María José quedó muda en la parte más intensa de su estremecedor orgasmo, que derramó a chorros sobre mi mano, hasta se orinó. Y cuando su voz finalmente volvió, lo hizo en forma de un grito desgarrador – ¡¡¡¡AAAAAAAGGGHHHHHH, OOOOOUUUHHHHHHHH!!!!

Todavía sostuve a mi madre en esa misma posición, hasta que los estremecimientos cesaron y su cuerpo quedó laxo. Caímos derrumbados y agotados al suelo, rojos, empapados y agitados, sentía que el corazón se me quería salir del pecho. Luego, más calmados, nos pasamos a la cama en donde nos quedamos abrazados entre mimos y caricias.

  • ¿Por qué será que no puedo estar enojada contigo mucho tiempo? – me preguntó.
  • No sé… yo tampoco puedo hacerlo contigo mama.
  • ¿Puedo pedirte un favor amor?
  • Si…
  • Tené cuidado, ese amigo tuyo no sabe cuando parar y me da la impresión que no tiene límites. Sé que es solo cosa de tiempo para que tú también te cojás a la muchachita esa… y sé perfectamente que te pediré que me cojás como a una sucia en cuánto eso pase, pero, tené cuidado.
  • Vaya mama… no te preocupés… – la besé suavemente y quedamos tendidos cómodamente… y nos habríamos dormido profundamente si no fuese por el estridente sonido del teléfono.
  • Haló… – contesté.
  • Haló… ¿Ricardo?… buenos días, soy Sasha, la… "novia" de Carlos, ¿cómo está?…

Continuará…

Ricardo David.

(Garganta de Cuero).

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.

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Noche de Bar II 01

Noche de Bar II 02

Las Aventuras de Lorenzo (01)

Noche de Sexo, Sudor y Semen

El Semental de las Mayén (12 y final)

El Semental de las Mayén (11)

El Semental de las Mayén (10)

El Semental de las Mayén (09)

El Semental de las Mayén (08)

El Semental de las Mayén (07)

El Semental de las Mayén (06)

El Semental de las Mayén (05)

El Semental de las Mayén (04)

El Semental de las Mayén (03)

El Semental de las Mayén (02)

El Semental de las Mayén (01)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (04)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (05)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (03)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (02)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (01)

Ceviche de Sexo

Orgía Familiar II (03)

Orgía Familiar II (02)

Orgía Familiar II (01)

Esclavo de la Carne (06)

Esclavo de la Carne (05)

Esclavo de la Carne (04)

Esclavo de la Carne (03)

Esclavo de la Carne (02)

Esclavo de la Carne (01)

Orgía Familiar (03)

Orgía Familiar (02)

Orgía Familiar (01)

Fin es comenzar otra vez (09)

Fin es comenzar otra vez (08)

Fin es comenzar otra vez (07)

Fin es comenzar otra vez (06)

Fin es comenzar otra vez (05)

Fin es comenzar otra vez (04)

Fin es comenzar otra vez (03)

Fin es comenzar otra vez (02)

Fin es comenzar otra vez (01)

Todo por Puta

Javier (02)

Javier (01)

Kika

El Nacimiento de Kika

Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (16)

Perro de Alquiler (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (15)

Perro de Alquiler (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (13)

Perro de Alquiler (05)

Perro de Alquiler (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (12)

Perro de Alquiler (03)

Perro de Alquiler (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (11)

Perro de Alquiler (01)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Nos dejamos llevar

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)