Beatriz II 09
Pues bien, la mañana llegó y con ella comenzaba un nuevo día de rutina y obligaciones. Pero es fácil recibirla cuando se duerme bien y se está muy satisfecha, je, je, je. Preparé a Mari para irse a la escuela, claro, no antes de que me chupara la vulva hasta casi volverme loca, a ella le encanta hacerme eso. Posteriormente hice el desayuno para mis inquilinos y me metí de lleno en mis quehaceres. Más o menos a media mañana, cuando la mayoría estaba en sus respectivos trabajos, mi amo me abordó para su diario "desayuno". Esa mañana, el platillo que le serví fue "pepino horneado", je, je, je, y adivinen cuál fue el horno en el que metí el dichoso pepino
Sudé, gemí y pegué de berridos que daba gusto, claro, tratando de ahogarlos con una almohada para no llamar la atención. Fueron 3 orgasmos fuertísimos que me dejaron casi noqueada y al Maestro muy bien servido. Je, je, nunca más volveré a ver igual a los pepinos ni a las zanahorias. Vorandemur me dejó tirada en el suelo de mi habitación, recostada contra la pared, empapada en sudor, con mis gigantescos senos manando leche como si fuesen fuentes y de mi enrojecida e inflamada raja saliendo un pequeño río de fluidos lubricantes.
Me levanté agotada pero muy feliz, esa era una de mis responsabilidades favoritas. Tomé mi toalla y me dirigí al baño, para tomar mi acostumbrada ducha post-paja. Llegué al baño, me desnudé y me metí bajo la regadera. De pronto escuché un ruido, pero al voltear a ver no había nada, no le quise dar importancia hasta que una nariz fría y mojada se posó en mi pierna, era el Coky, moviéndome la colita y tratando de meterse conmigo.
¿Qué, te querés bañar conmigo lindo? le dije, inclinándome a acariciarle la cabeza, lo que el aprovechó para tratar de tomar una de mis mamas No nene, ahorita no es hora de comer. le dije apartándolo amistosamente, ya lo había destetado.
Abrí el grifo y sentí la exquisita sensación del agua fría acariciando mi cuerpo. Entonces el dichoso animalito trato de entrar, dirigiendo su hociquito directo a mis ingles.
A no nene, nada de eso Mari puede dejar que se la chupés, pero conmigo nada
"¡ZAAAAP!", no pude terminar de hablar, pues de repente una fuerte bofetada se estrelló contra mi rostro y me tiró al suelo, dejándome casi sin sentido por unos segundos. Escuché a lo lejos ladrar y gruñir a mi cachorro, y luego un fuerte alarido suyo de dolor, pues mi atacante le había propinado una fuerte patada.
Abrí los ojos y traté de reaccionar, pero un desconocido me agarró del pelo y me puso de pié, me arrinconó contra una pared y me plantó un beso violento. Quise resistirme pero fue en vano, me tenía fuertemente sujeta de los brazos. Yo estaba aterrada de lo que me pudiera hacer, pero de pronto el se separó de mi, me tiró al suelo.
Si te oponés te mato. me dijo con una voz ronca y cruel Solo sos una perra sucia y caliente que necesita a alguien que la dome. Te voy a demostrar que sos una ramera, vas a terminar rogándome que te coja como a un gusano inmundo te lo aseguro
El desconocido me tomó de las muñecas y me golpeó en el estómago, dejándome indefensa por unos momentos. Entonces aprovechó para colocarme una servilleta en la nariz, impregnada con alguna especie de polvo que, por más que luché, no pude dejar de inhalar. La sustancia me dejó como tonta, lenta, lo que aprovecho para esposarme a la espalda y colocarme una bola de hule en la boca, amarrándola detrás de mi cabeza para ahogar mis gritos.
Entre mi aturdimiento pude observar a mi atacante, era un tipo alto, corpulento, muy fuerte, tenía la cara tapada con una máscara de plástico que no me dejaba ver ninguna facción de su rostro más allá de su boca, que si llevaba destapada. Llevaba además un filoso cuchillo con el que me amenazaba.
Me agarró con fuerza y violencia del cabello y me levantó, tirándome luego sobre el inodoro abierto, de otro fuerte golpe me obligó a abrir las piernas. Yo trataba de suplicarle, llorando a mares, que no lo hiciera, que por favor tuviera piedad de mi. Pero el hizo oídos sordos a mis gemidos, a mis lamentos, que, de hecho, solo lo excitaban más. De sus bolsillos se sacó un par de ganchos metálicos, que cerró sobre mis pezones causándome mucho dolor. Chillé y chillé pero el solo se divertía con eso. Pero inmediatamente ese dolor se transformó en un placer muy intensos. De hecho, un fuerte hormigueo apareció en mis partes erógenas, sobre mi vulva y en mis senos, específicamente en mis pezones. No sabía qué me pasaba, pero asumí que se trataba de lo que me dio a inhalar, seguramente algún tipo de droga.
Empezó a restregar mis labios vaginales con un dedo, despacio al principio, pero rápidamente aumentó la velocidad hasta ser un vigoroso frote. Yo me revolvía sobre el excusado desesperada y aterrada, pero presa también de un creciente placer. Varias veces casi me caigo pero el, a golpes, me devolvía el equilibrio. Se ensalivó un dedo y empezó a tratar de meterlo entre mi ano, y para evitar que pudiera moverme más colocó uno de sus pesados pies sobre mi pecho.
Con su mano izquierda se puso a manosear mis senos, mientras metía 2 dedos de su manos derecha por mi vagina y el pulgar en mi ano, moviéndolos en forma de tenazas. Sentía como entraba más profundamente cada vez, como mis delicados pliegues íntimos iban dando más de si, forzados por esas manos sucias y estimulados simultáneamente. Avergonzada descubrí que mi vagina se iba humedeciendo, lo justifiqué diciendo que era por el polvo ese y por que mi cuerpo quería que la cosa saliera un poco más fácil. Pero a la vez que aumentaba mi humedad íntima y el sudor comenzaba a cubrir mi cuerpo, mi temperatura subía también y las caricias intrusas iban pareciéndome una poco más placenteras. ¡Me estaba violando y yo lo disfrutaba, como cuando don Andrés lo hizo! ¡Maldito Vorandemur!
Pronto mis gemidos ya no eran de terror, esos dedos escarbando en mi intimidad los convirtieron en jadeos placenteros, que aumentaron sin que yo los pudiera detener hasta hacerme estallar en un fuertísimo orgasmo.
¡¡¡MMMGGGGMMMMFFMFMMM!!! ¡¡¡MMMGGGGMMMMFFMFMMM!!! gemía sin poder controlarme ¡¡¡¡¡MMMMMMMMMGGGGGGMMRMRRRRRFFFFFFFFFF!!!! dije al explotar, con ese grito ahogado por la bola de hule en mi boca.
¡Te gustó, perra, no lo puedo creer, me dijo excitado y entre risas qué fácil acabaste!
Me convulsioné hasta que los fuertes espasmos cesaron, caí como un trapo y quedé tendida inerte en el frío piso, con mi mente en blanco, nada venía a ella, nada, estaba muy relajada, en un profundo transe y con una extraña sensación de bienestar. Sin embargo abrí los ojos y volví en mi, el tipo me veía con ojos sucios, me asusté de nuevo y me excité otra vez.
¡Lo gozaste perra, lo gozaste! ¡Puta madre, jamás había visto una puta como vos!
En ese momento caí en la cuenta que no estaba sola dentro del baño, en una esquina estaba de pié un tipo con una cámara fotográfica en las manos, tomándome fotos sin parar. Me puse a tratar, por todos los medios, de esconder mi rostro, aunque ya era inútil, quién sabe desde cuando me estuvo tomando. Además, en una esquina estratégicamente colocada, pusieron una cámara de video sobre un trípode, seguro ahí estaba gravada toda la escena en la que me revolvía loca del placer.
El violador, dándose cuenta que quería esconder mi rostro, me agarraba del pelo y me obligaba a estar de frente a ambos lentes, uno a la vez. Mis senos fueron fotografiados y filmados mientras me los agarraba, pellizcaba o acariciaba, lo mismo con mi vulva siendo penetrada o restregada por sus dedos. Por aquellos manoseos, la presencia de las cámaras y el efecto del polvo, acabé mojada otra vez y así quedó registrado.
¡Vean a esta perra! ¡La estoy violando y se calienta! ¡miren como está de mojada!
Me vendó los ojos y, lentamente, lo oí despojarse de la ropa, tan solo me quitó la venda para mostrarme una verga enorme, muy gruesa y larga.
Mirala bien perra, mirala bien, que esto es lo que te vas a comer hasta el hartazgo si te gustó lo de antes, ahorita vas a gozar de verdad me dijo.
Ese maldito me volvió a poner la venda en los ojos y me acomodó boca arriba, obligándome a bofetadas a abrirle las piernas. Luego sentí que colocaba su falo gordo y venoso en la entrada de mi vagina, lo restregaba despacio sobre mi vulva solo para desesperarme más. Por desgracia no solo consiguió desesperarme, además logró calentarme y encharcarme más todavía. Qué vergüenza, antes de dar la embestida final ya me tenía revolcándome como una babosa llena de sal, ardiendo y desesperada por ser cogida de una vez.
Por fin empujó su paloma tiesa por el estrecho conducto, abriéndose paso con violencia y forzando las delicadas paredes de mis entrañas. Traté de gritar a pesar de tener esa bola entre las mandíbulas, pero tan solo conseguía sacar sordos sonidos guturales. Sentí como sus testículos toparon con mis nalgas, entonces se detuvo, me dolió mucho, es cierto, pero a la vez me dio un gran placer y el se dio cuenta.
¡¡AAAAHHHH!!, ¡Qué buena estás perra, qué buena estás, sos todo cuanto un hombre puede querer para coger! ¡¡AAAAHHHH!!
Comenzó entonces a violarme con fuerza, sentía su gordo garrote entrar y salir a toda velocidad y con muchísima fuerza de mi, el dolor era atroz, pero el morbo y el placer todavía mayor así que no me importó. Sencillamente mi mente quedó obnubilada y terminé por entregarme a la brutal violación de la que estaba siendo víctima. Sentía además mis senos meciéndose violentamente, todas mis carnes estremeciéndose y al aire faltándome. De súbito se detuvo, me quedé extrañada y confundida, algo iba a hacer. De pronto me la sacó, aliviándome pero también quitándome mucho placer, me dio la vuelta y me dejó boca abajo.
¡Qué culo más bueno tenés perra! me dijo ¡Grande, duro y bien paradito! lo vas a mantener paradito o te va a ir muy mal ¿oíste?
Me puso el culo en pompa metiendo su mano bajo mis caderas y jalándome de las esposas con la otra. Para evitar que pudiera cambiar de posición enredó los dedos de una mano entre mis largos cabellos castaños y con la otra posicionó su grueso hongo en la entrada de mi sexo. Empujó sin compasión y se enterró hasta el fondo, yo traté de empujar y estirarme para separarme de el, pero solo conseguí un terrible dolor pues me tenía agarrada del pelo con tanta fuerza que me fue imposible separarme y evitar que su miembro se abriera paso casi lacerándome. Luego se quedó quieto un momento, susurrándome al oído lo puta que era yo.
¿Ya vez Beatriz, ya vez? ¡momento, ¿cómo sabía mi nombre?! Tenés la pusa mojadísima y muy caliente, lo estás gozando perra, ¡casi me lo estás suplicando!
Inició entonces un salvaje mete-saca, sus caderas se estrellaban con fuerza y gran velocidad contra mi, enterrándome hasta el fondo toda su virilidad. Me la sacaba despacio y luego la metía como una ráfaga, arrancándome gemidos casi animales. Lloraba, las lágrimas rodaban por mis mejillas y el sudor por mi frente y el resto de mi cuerpo y en mi vagina grandes cantidades de flujos. Apenas algunos minutos después de empezar a violarme me sentía en otro mundo, el placer amenazaba con terminar de romper mi débil y frágil defensa y así lo hizo. Volví a reventar en un potentísimo orgasmo que me dejó sin aliento y casi sin sentido, quedando colgada de los cabellos como una muñeca de trapo en sus manos.
No sabría decir durante cuánto tiempo continuó cogiéndome, solo sé que se dio gusto con mi cuerpo. Al final, el también llegó a su orgasmo. Me clavó con mayor fuerza y salvajismo hasta que soltó sus calientes y abundantes chorros de esperma que me inundaron las entrañas hasta el último rincón. Luego se quedó encima de mi, jadeando, sudando. Minutos después me la sacó y se puso de pié, escuche que se vestía y que el otro tipo se retiraba, llevándose ambas cámaras. Liberó mis manos, amenazándome con que me iba a matar si me quitaba la venda de los ojos.
Perra, me dijo por hoy terminamos y me voy a la mierda pero te lo advierto, nos volveremos a ver y se fue.
El violador y su acompañante se fueron, dejándome allí como si nada, sola y desnuda. Casi por inercia me quité la venda y quedé sentada en el suelo, contemplando la pared de la regadera, pálida, fría, desnuda, confundida. Sentía dolor en mis senos, esas 2 gigantescas masas de carne que tantos suspiros levantaban en los hombres, que dibujaban marcas rojas de forma ovoide encima, producto del brutal trató de los dedos de ese infeliz. Mi rostro estaba pálido, pero con visibles áreas rojas, que luego se convertirían en los moretones de tantas y tan fuertes bofetadas. Y mi sexo, me ardía terriblemente, y de el manaban abundantes hilos del semen repugnante, espeso y viscoso, de ese hijo de puta.
Me sentía sucia, asquerosa, como una cerda, por lo que me puse de pié y me metí dentro de la ducha. Dejé que el agua me limpiara de su decadencia, de su degenere. Restregaba mi piel con fuerza, con furia, con los ojos inyectados de sangre y lágrimas y una rabia infinita. Ese hormigueo continuaba en mi piel, no sé en qué momento comencé a pasar mis manos por en medio de mis piernas, rozando con fuerza mi vulva inflamada e irritada. Pronto los restos de esperma comenzaron a caer en abundantes grumos gracias a la creciente humedad que se estaba produciendo dentro de mi. Hasta que finalmente, y para mi mayor mortificación, estallé en un potente orgasmo que me dejó medio noqueada y llorando en el suelo, maldiciendo mi suerte y a Vorandemur.
Me calmé y me puse de pié, ahora si me dolía la vagina y sentía que la cara comenzaba a hinchárseme. Salí de la ducha y me encaminé a la puerta, hasta se me olvidó ponerme ropa, solo salí del baño y me fui a mi cuarto, atravesando el corredor totalmente desnuda. Entonces recordé a Coky y, todavía sin vestirme, fui corriendo al baño, lo encontré tirado en un rincón, llorando muy silenciosamente tan silenciosamente como yo me puse a hacerlo.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.