Coni, mi Perrita, mi Esclava y mi Mujer
Por Tito.
Buenos días, otra vez soy Tito, el suegro de Laurita, y otra vez les mando un relato sobre mi vida. las cosas estaban tomando un rumbo extraño que no me esperaba y que no sabía aun como resolver. Como recordarán, mis 2 lolitos Paúl y Oscar se dieron cuenta de las cosas que hacían su madre y su hermana, respectivamente, para sostenerlos. Y como no quería continuar siendo cargas para ellas decidieron meterse como prostitutos. Obviamente yo no lo iba a permitir, pero no sabía qué hacer para evitarlo, pues darles más dinero no era la solución pues ellos no podrían justificar frente a ellas de dónde lo sacaron y por ningún motivo ellas se debían dar cuenta.
Por otro lado las cosas también estaban media raras en mi departamento, especialmente con Beto y su madre Silvia, que cada vez buscaba más excusas para estar conmigo con el beneplácito de Alberto, pero luego les cuento más sobre ellos. Por otro lado continuaba mi relación con Coni. Supongo que recuerdan a Consuelo, mi consuegra, la madre de Laura y suegra de mi hijo Kike (lean "Consuelo, mi Consuegra"). Recordarán lo sorprendido que me encontraba al darme cuenta de lo puta que era ella, tanto como Lalita.
Esa hermosa cincuentona reúne en si misma los rasgos más sobresalientes y sensuales de sus 5 hijos. Posee la elegancia de Lucía, es tan responsable y trabajadora como Juan Carlos, en su ser aun se halla una niña inocente e ingenua al igual que María José, y posee la picardía y astucia de sus 2 hijas menores Laura y Verónica. Pero además, también tiene el espíritu aventurero y pervertido de todos ellos, quienes, seguramente, lo heredaron de ella.
Luego de aquella primera vez en mi departamento, nuestros encuentros se hicieron constantes y regulares, ella siempre llegaba a mi casa cuando sabía que no había nadie más, y si Lala llegaba, siempre podía decir que estaba de visita. Aun me parece mentira que nadie hubiese sospechado nunca, pero es que quién podría sospechar de ella, la que durante más de la mitad de su vida fue una esposa modelo, sumisa y obediente en todo a su marido. Era como si me dijeran que mi difunta Estela me ponía los cuernos o que yo alguna vez lo hice, ¡ja!
Todo lo hacíamos en secreto, con total discreción pues ella no quería que nadie se enterara, ni yo tampoco. Así, cada día nuestra relación se hacía más cercana y yo me sentía mejor a su lado, nunca me pasó por la mente formalizar algo, pero creo que inconscientemente hacia allí íbamos. Cogíamos a cada rato y en todas las posiciones, ella se dejaba hacer cuanto yo quería y yo hacía lo mismo con ella. Me sorprendía cada vez al comprobar lo morbosa que era, mucho más que Silvia, la mamá de Beto, que era mucho más sumisa y afectiva conmigo. Coni era morbosa, pero adorable, graciosa, muy cómica. Para quienes no lo sepan, saber combinar el morbo, la sensualidad y el sexo con el humor, es uno de los mejores afrodisíacos que hay.
Además, con ella encontré mucho apoyo en mi dilema con los lolitos, no solo era puta, era una mujer fuerte con la que siempre se podía contar. Si no saben lo bien que se siente tener a alguien así, de mente tan abierta, con quien no es necesario tener secretos o usar máscaras, no saben de lo que se pierden. Y como lo que necesitaba en ese momento era apoyo, pues, una mañana de un viernes, desayunando en un pequeño, discreto y acogedor café, le hablé de mis problemas.
Si, lo de los muchachos es grave, ellos no se van a quedar con las manos cruzadas.
Y lo peor es que no sé qué hacer mierda.
No te desesperés Tito, alguna solución debe haber.
¿Pero cuál, cuándo la encuentro?
No te hagás bolas vos solito, reconozco que lo de los muchachos es grave, pero de nada te sirve ponerte así tan rápido. Además, estás haciendo las cosas más grandes de lo que son.
¿Cómo así?
¿Podés resolver algo con los muchachos ahorita?
No
Y sobre las cosas con Silvia y su hijo, ¿es realmente un problema como para que te quejés, e incluso se veás preocupado por ello?
Bueno pues es que mirá Coni
¡No, nada, no es un problema! Yo creo que es solo algo normal que debiste ver desde lejos, desde la primera vez que te la cogiste.
No, claro que no bueno ¿cómo así, de qué me estás hablando?
¡Ay Tito, ¿tan lento sos?! me encanta la franqueza y lo directo de esa mujer Es obvio que se está enamorando de ti.
Claro que no, eso no puede ser.
¿Por qué no?
Porque ella es esposa de su propio hijo, ya te lo conté.
Si, eso sería lo único raro de eso pareciera que Beto quiere que se la quités, ¿no?
Si, a veces se me ha ocurrido también pero decime, ¿por qué decís que era algo normal y qué debí ver venir desde lejos?
Bueno, Coni se sonrojó porque sos un partido extraordinario. Mirá
¿Qué?
Vamos a tu departamento y allí hablamos de esto.
¿Pero qué es?
Solo vayamos a tu casa y hablamos allí no es nada malo hombre, solo haceme caso.
Terminamos de comer, abordamos mi carro y nos fuimos hacia mi departamento, Consuelo venía muy callada, algo raro en ella. Llegamos, me dirigí al baño mientras ella subía hacia mi habitación, cuando subí, me la encontré desnuda, sentada sobre la cama, ataviada tan solo con una escueta tanguita blanca que se le metía por todos lados y un collar de perra, rosa, con una placa que decía "Coni, una noble Bestia".
Tito, te dije en el café que sos un partido extraordinario y es cierto. Sos generoso, muy trabajador, sin vicios, en fin, todo lo que una mujer necesita. Y por si fuera poco sos bisexual, con una verga descomunal, unos huevos enormes y un culo de campeonato. Desde que murió mi esposo muchas cosas han cambiado en mi vida y quiero que vos seás parte de esos cambios. No te voy a pedir compromisos ni nada que no me querrás dar, más bien yo me voy a dar a ti me dijo, hizo un pausa y comenzó a ponerse de rodillas lentamente Este día, y por todo el tiempo que tu querrás, voy a ser tuya para lo que desees, seré tu esclava, tu perra, tu cerda tu mujer, lo que tu querrás. Seré una noble bestia, un animal salvaje y hermoso para que disponga usted de mi, amo, como mejor le plazca
¿Cómo negarme a una mujer como esta? Sin decirle nada me acerqué hasta poner mi ingle frente a su rostro, inmediatamente ella procedió a quitarme el cinturón y a bajarme el pantalón mientras yo hacía otro tanto con mi camisa. Mi pene emergió parado e imponente, yendo a parar directamente dentro de las fauces de la caliente y golosa mujer. Pronto sentí sus labios rodeándome el glande, su lengua jugando sobre este y su boca succionándome vigorosamente. Se lo metía hasta donde le entraba, ensalivándolo todo a su paso, saboreándome como una loca.
Yo la tomaba del cabello, manejándola como si se trataran de riendas, moviendo las caderas para que mi pene le entrara más profundamente. Tan solo la oía resoplar y respirar agitadamente, mientras una de sus manos frotaba con fuerza su entrepierna y la otra hacía otro tanto con mi trasero.
Consuelo separó mis nalgas y coló sus deditos hasta adentro, poniéndose a acariciarme el ano. Eso me encanta, adoro que me pajeen el culo, así que solté su cabeza para dejarla hacer lo que quisiera y ella no perdió el tiempo, levantó mis pesados pene y huevos para meter la cara por debajo. Lamiendo todo el camino desde mis testículos, llegó a mi entrada posterior y se quedó allí besándome el culo, yo me separé la nalgas con las manos para que tuviese mas facilidad en penetrarme con su maravillosa lengua, ensalivándome bien el ano, pasándomela una y otra vez.
Me di la vuelta y me incliné sobre la cama, parando mi culito y ofreciéndoselo de nuevo. Ella separó mis carnosos cachetes y metió la cara en medio de ellos, entregándose a hacerme el mejor beso negro que podía. Sentía como me lamía de arriba abajo, ensalivándome todo, metiéndome la lengua lo más adentro que podía como si me estuviera cogiendo. Yo cerraba los ojos y me entregaba a aquel increíble goce, lo único que me faltaba para que todo fuera perfecto era tener una gorda, dura y poderosa paloma ensartada entre el culo. Abrí los ojos y me vi la verga, apuntaba hacia el suelo, rígida, durísima, con las venas más marcadas que nunca, incluso podría jurar que había superado sus 30 cm. normales.
Tito, necesito que me cojás ya rompeme en mil pedazos, haceme tuya vióleme como quiera amo me dijo, parando el beso negro, poniéndose de pié, inclinándome sobre la cama, dándome la espalda y abriéndome sus nalgas, en una clara invitación a pasar adelante.
Me coloqué detrás de ella, apunte y le dejé ir mi gran falo de una sola estocada, entró con facilidad pues ella ya estaba muy húmeda. Pegó un largo gemido, acompañado de un profundo suspiro, y se tendió por completo contra el colchón. Mis embates no se hicieron esperar, y aunque al principio fueron pausados y suaves, pronto se convirtieron en auténticas embestidas de toro desbocado.
¡¡¡¡AAAAGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡TITO, TITO, COGEME, COGEME DUROO!!! ¡¡¡¡DUROOOOOOOGGGGGGHHHHH!!!!
Con la cara metida contra el colchón empezó a gemir roncamente, de su garganta salían largos bramidos que me pedían más y más duro. Sentía con mi ariete como su vagina se inundaba cada vez más, como empezaba a contraerse cada vez más fuerte y a intervalos más unidos, Coni estaba a punto de alcanzar el orgasmo.
Gritó, chilló, aulló y bramó, fuertes estertores invadieron todo su cuerpo, todos sus músculos se hallaban tensados al máximo, su cabeza se irguió con la boca abierta y los ojos muy apretados, luego los abrió y, casi desorbitados, rugió a todo pulmón su clímax. Luego se dejó caer sobre la cama rendida, mientras yo continuaba cogiéndomela.
La vi rendida, semi inconsciente, con ese collar negro en su cuello, entregada a mi como una esclava, quise ver hasta donde llegaba su entrega a mi. Mientras continuaba penetrándola, ahora un poco más despacio, empecé a meterle dedos entre su culito, lubricándolo con sus propios jugos. En menos de un minuto vi que ya daba de si, así que le saqué la verga de la vagina y la coloqué sobre la entrada de su otra puerta, esa en la que yo nunca había ingresado antes.
Empecé a empujar, ella supo en el instante lo que pretendía y se asustó, se irguió y me volteó a ver, su rostro denotaba temor y confusión, pero en el acto volvió a su papel inicial de sumisa, aferrándose con fuerza a las sábanas y cerrando los ojos. Fue más elocuente a que me hubiera dicho "si, dale, metémela por el culo".
Poco a poco mi ariete fue traspasando su ano, internándose en las profundidades de su recto y llegando hasta lo más recóndito de sus intestinos. Consuelo me juró que sintió cada vena atravesándola, cada cm. de mi dura carne masculina en su interior. Y, aunque si sintió dolor, no trató siquiera de oponerse, ni de protestar, de verdad estaba totalmente a mi disposición.
La sodomicé por más de media hora, lo hice con cuidado, despacio, quería darle placer. Mientras se la metía le frotaba el sexo hasta arrancarle orgasmos que ella gozaba a gritos. Luego le daba mi mano para que la limpiara con la lengua, tragándose sus propios jugos. Así la hice alcanzar 3 orgasmos más, que como son tan fuertes en ella, la dejaron casi desmayada.
En ese estado, la coloqué boca arriba, elevé sus piernas y las puse sobre mis hombros, coloqué mi glande sobre su vulva y empujé, su conducto anegado se tragó entera mi estaca. Inicié lentamente pero metiéndosela a profundidad, buscando hacerla sentir mi falo caliente entero. Le me dejé caer sobre ella, abrazándola con dulzura, diciéndole al oído que era maravillosa, que era la mujer más bella y caliente que conocía, la mejor perrita que un hombre puede pedir.
Consuelo volvió a acabar, esta vez si se quedó medio muerta y totalmente fuera de combate. Decidí que ya era hora de dar por terminado aquella batalla. Me salí de ella y empecé a pajearme con fuerza hasta acabar en el suelo, al lado de la cama. Luego me acosté a su lado y la abracé, poniéndome a pensar sobre mi vida. Qué extraña vida, pero qué rico es vivirla. Tenía un enorme problema con Paúl y Oscar, pero también un gran consuelo y un enorme apoyo en ella, en mi Consuelo preciosa.
En esas meditaciones estaba cuando caí profundamente dormido, al igual que ella. Desperté como una hora más tarde, cuando escuché ruidos a mi derecha. Coni ya no estaba a mi lado, se había puesto de pié y se había arrodillado en el suelo para sorber el semen que tiré sobre este. Allí me la encontré, a gatas y chupando de la loza toda mi esperma ¡de verdad que quería ser mi esclava!
Garganta de Cuero.