Olaf, mi Berserker Vikingo
Capítulo VII
Luego de la tormenta viene la calma, y así fue esa mañana en mi baño, me dejó sentada en el suelo, sosteniéndome con una mano, sintiendo mi sexo abierto a más no poder e irritado, me escocía un poco. También me dolían los pezones y las nalgas, pero me sentía muy bien, estaba tan caliente que bien me hubiese podido hacer cualquier otra cosa que hubiese querido. Él me vio allí, con la cara cubierta de la blanca crema de su masculinidad, reducida a menos que una ramera. De nuevo se sintió mal, había exagerado y había sobrepasado los límites.
Señora, perdóneme otra vez no sé lo que me pasó pero volvió a quedarse callado, vio como una de mis manos empezaba a hurgar dentro de mi sexo hirviente sin pudor alguno.
Olaf abrió los ojos como platos al ver como una de mis manos hurgaba entre mi hirviente y caliente sexo, sin ningún tipo de pudor. Me veía allí, con la cara cubierta de su blanco semen, el pelo alborotado y la piel enrojecida y cubierta de sudor. Estaba casi hipnotizado con el movimiento trémulo que mis gigantescas chiches tenían con mi respiración agitada. No lo pudo evitar y la verga se le empinó de nuevo.
¿No hemos terminado? le dije bueno, más bien se me salió, era un pensamiento que no pensaba externar.
Mi amante europeo volvió a abrir los ojos desmesuradamente, estaba muy sorprendido de verme decir esas cosas y actuar de esa mane, yo, que tan santa me veía. Pero bueno, disimular ya no tenía sentido, así que decidí no pensar ni razonar y solo dejarme llevar de nuevo. Me puse de pié y me planté frente a él, ahora su rostro era de franca estupidez, sus ojos se perdían en mi boca repleta de su manjar que babeaba abundantemente hacia el suelo.
No dije nada, no hizo falta, solo lo tomé de una mano y me dirigí a la puerta, la abrí y salí, así como estaba desnuda, sudada y chorreada (les dije que no iba a pensar en nada), y lo llevé a mi habitación. Corrí con mucha suerte, nadie salió a mi encuentro, entramos y cerré con llave, sin decir nada y sin dejarlo decir algo me acosté boca arriba en mi cama con las piernas abiertas, invitándolo a entrar en mi de nuevo.
Olaf no se hizo de rogar, rápidamente subió al lecho pero no me penetró como quería, sino que se arrodilló entre mis piernas y comenzó a lamerme la vulva de arriba abajo, deteniéndose de cuando en cuando en mi abultado clítoris. ¡Dios mío, me produjo un placer tan intenso que casi me vuelvo loca! Se le notaba la experiencia, era un maestro, me pasaba su lengua mojada, caliente y rasposa por todo lo largo de mi raja, metiéndomela adentro, dándole un fantástico masaje a mi clítoris. Asimismo me metía dedos dentro, separando mis pliegues y masajeándome de una forma increíble. Con este gozo no duré mucho, en menos de 10 minutos estaba alcanzando un nuevo orgasmo que él se bebió entero, como si fuese una especie de fino licor.
¡¡¡¡OOOOOOOOGGGGGHHHHHHH!!!!¡¡¡¡AAAAAAAGGGGHHHH!!!! gemí sin discreción alguna, ya no me importaba que alguien supiera que me cogía un semental soberbio.
Sacó su cara rebosante de mis jugos de mi sexo y me tomó de los muslos, sin delicadeza ni nada (aprendió que la rudeza me calienta) me dio la vuelta y me puso a cuatro patas, yo le paré el culo para que tuviera una visión más que perfecta de mi sexo abierto y pidiendo verga. Me agarró de las caderas con fuerza y me la metió de un solo, pegué un grito nuevamente y me así con fuerza de las sábanas para no caerme, se me vino encima como un vendaval, violento y rudo. Golpe tras golpe de su pelvis contra mi humanidad me transportaba a dimensiones de placer nunca antes visitadas, y cuando se recostó sobre mi espalda agarrándome de las tetas fue más intenso aun, me sentía totalmente atrapada, de su propiedad.
Esa sensación de ser suya aumentó más aun cuando ya no lo pude sostener, era bastante más alto y pesado que yo, que nunca he sido una mujer demasiado fuerte, y terminé cayendo sobre la cama, con él aun aferrado a mis poderosas mamas apachurradas en el colchón. Estar así, bajo de ese hombre, con el culito parado, recibiendo su tremendo palo sin piedad y firmemente sujeto a mis mamas me hizo estallar de nuevo, era mucho morbo el que me dio.
¡¡¡¡OLAF, OLAF, OOOOOOOGGGHHHLLAAAAAAAAFFFFFFFMMMMMM!!!! de nuevo no me importó la posibilidad de que alguien me pudiera escuchar.
Olaf se detuvo, estaba gozando tanto que corría el riesgo de acabar ya y no quería hacerlo, ese encuentro tenía que durar. Se quedó allí, sobre mi, acariciándome las tetas a cada lado de mi cuerpo, besándome en el cuello y la espalda, resoplando agitadamente sobre mi piel mojada de mi propio sudor y el suyo. Yo también jadeaba, tenía el corazón aceleradísimo, como nunca lo había tenido. Instintivamente movía mis caderas, de arriba abajo, tratando de meterme yo solita ese recio príapo que se había quedado inerte, a medio camino dentro de mi sexo.
Beatriz sos sos incansable
¿Ya te cansaste tú Olaf? mi pregunta, por el tono de mi voz, pareció más como un reto.
No claro que no pero bueno hay que tomar un poco de aire
Herido en su orgullo de macho seductor y experimentado, me la sacó y con gentileza me ayudó a darme la vuelta, quedando boca arriba y con las piernas abiertas para él, ofreciéndole mi rica y jugosa vagina. Él se agarró la verga de la basé y le dio un par de sacudidas como si la quisiera ahorcar, yo me reí con picardía y risa de niña y flexioné mis rodillas. Él me puso su enrojecido glande en la entrada de mi feminidad y, pausadamente esta vez, me la fue introduciendo. Yo sentía que su trozo ocupaba completamente todo el interior de mi intimidad, era delicioso.
Lancé un quejumbroso, pero extasiado, pujido y lo rodeé de la cintura mis piernas para sentirla toda adentro. Esta vez Olaf estaba más calmado, de nuevo se comportaba como un caballero, me bombeaba lenta y profundamente, moviendo las caderas en círculos y de adelante hacia atrás para poderme estimular la totalidad de mi interior.
¡¡¡AAHH, AAHH, AAHH!!! ¡¡¡OOOLAAAAFFF!!!
¿Te gusta Beatriz te gusta ?
¡¡¡¡MEEEEENCAAAAANNNNNTAAAAAAAGGGGHHHHHH!!!!
Poco a poco fue acelerando las embestidas, embelesado en el vaivén de mis enormes tetas, le gustaba atraparlas con las manos y estrujármelas, o llevárselas a la boca y beber de mi leche. En poco tiempo sus embates eran verdaderos asaltos llenos de violencia contra mi ser, me la mete con tanta fuerza que la cama entera se sacude y choca ruidosamente contra la pared. La habitación hervía, se podía respirar una atmósfera caliente y pesada, sudábamos copiosamente y ninguno de los 2 trataba de ocultar sus sonoros gemidos de placer.
¡¡¡VOY A ACABAR, VOY A ACABAR!!! me anunció Olaf y yo lo dejé seguir, pero lejos de lo que esperaba me la sacó.
Se colocó sobre mi pecho, arrodillado y con mi cuerpo entre sus piernas. Me agarró las chiches y puso su balano entre ellas y las cerró, el solito se estaba haciendo un paja rusa conmigo (en algunos lugares le dicen cubana). Se pajeo con ellas varias hasta que estalló sin avisarme en un nuevo torrente de semen que me bañó la cara al mismo tiempo que rugía de placer. Luego se derrumbó a mi lado y se quedó profundamente dormido entre jadeos y caricias hacia mi.
Yo también me quedé tendida sobre la cama, un poco más calmada pero aun caliente, tenía un abundante charco de semen en el canalillo en medio de mis tetas, semen impregnado en mi rostro, secándose; estaba cubierta de sudor, mío y de él. Y todo eso sin mencionar las marcas que tenía en los senos, con mis pezones hinchados por el trato tan duro que les dio.
Pero si tras la tormenta viene la calma, también viene los momentos para reflexionar sobre lo que hemos hecho. Y aunque sabía que había hecho mal, que me dejé usar como una perra cualquier, que cualquiera en la pensión habría podido darse cuenta y que no había usado condón, me sentía bien, tan solo las ultimas 2 cosas me preocupaban en serio. Sin embargo, había alguien con quien tenía que sostener una conversación muy seria.
¿Amo, está aquí? lo llamé con la mente.
Si mi señora, nunca me fui
¡Qué hice Maestro, qué fue lo que hice!
Tranquilícese Bea, usted solo gozó de su cuerpo
¡Pero me usó como una perra!
¿Y le molesta eso? lo pensé un momento, realmente me molestaba, pero me gustaba mucho también ¿Lo ve mi señora?, le gustó
Pero también me desagradó y me hace sentir mal
y muy bien al mismo tiempo. Ustedes los humanos siempre viven en dicotomías, en polaridades, blanco o negro, si o no, bien o mal. Sostienen que solo los polos existen pero viven hipócritamente entre tonos grises, en el talvez, en el medio. Verá señora, en ocasiones el centro es el mejor lugar, pero en otras hay que ir a uno de los extremos.
Olaf no usó condón si algo me pasa será su culpa lo dije casi rompiendo en llanto.
No le pasará nada, por mis artes mágicas la hice inmune a cualquier enfermedad por el tiempo que duró el encuentro, no se preocupe, nada malo le pasará.
¿Qué va a pensar él ahora de mi?
¿Y eso importa? me quedé pensativa, la verdad no importaba nada.
¿Pero mis inquilinos me pudieron escuchar?
Eso ya no lo puedo controlar yo, pero véalo como una puerta que se abre, llena de infinitas posibilidades. no me gustó mucho lo de las posibilidades, pero no le dije nada más, por lo menos no me iba a dar SIDA u otra cosa.
¿Le pudo hacer una pregunta Maestro?
Evidentemente ya la ha hecho
¡No en serio!
Si, si puede preguntarme lo que quiera señora
¿Usted me causó la calentura que traía y me hizo actuar como una perra?
Si y no la estimulé, no lo niego, pero usted sabe que no me gusta forzar las cosas para que pasen, yo solo puse el escenario y usted hizo lo que quiso dentro de él.
¡¿Pero y esa excitación tan fuerte que sentí, y mi actuar deshonesto, de dónde salió?!
De usted misma Beatriz usted ha pasado toda su vida muy reprimida, guardándose dentro muchos deseos e impulsos adentro de su ser.
¡Pero he sido muy feliz!
La represión no es sinónimo de infelicidad, usted encontró cosas que la satisfacían mucho, pero las cosas que reprimía permanecían allí. Yo la estimulé a seguir adelante, le di valor, pero no nublé su mente, solo la alenté. Todo lo demás es suyo se sorprendería mucho si descubriera todo lo que guarda en su interior
No dije nada más, me sorprendí al ver que una de mis manos estaba metida entre mi sexo. Me estaba convirtiendo en una perra caliente y no quería pero tampoco rompí el trató con el Amo. ¡Mierda, después de todo si habían muchas sorpresas en mi interior que ni yo misma conocía! Él siempre dice que la gente se aterraría con la basura que guarda en su interior y se maravillaría con toda la riqueza que allí tiene olvidada, parece que tiene razón. Por lo pronto me quedé en la cama descansando un rato más, luego me las vería con Olaf, pero por ahora no importaba.
Él fue mi primer semental, el primero con el que mi amo me "cruzó" y lo había disfrutado como no pensé que lo haría. Entablamos una relación que se extendió durante todo el tiempo que él estuvo en el país y que acabó cuando regresó al suyo. Pero me prometió que al volver me buscaría, y entonces me enseñaría lo que era gozar en serio. Bueno, la verdad no pude decirle que no, total, si mi amo quería me volvería a meter otro hombre en la cama ¿por qué no repetir con él?
FIN.
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.