Capítulo XIV
Una Sombra Oscura
Extrañada, pero presintiendo que algo malo pasaría, me dirigí hacia la sala y coloqué el DVD en el reproductor. No tardó mucho en aparecer lo que, quien quiera que me hubiera enviado el disco, quería que viera. Desde la primer escena sentí un estremecimiento que recorrió toda mi espalda, allí aparecía Pamela, la esposa de mi hermano mayor, Fernando.
Mi cuñada era una mujer muy hermosa, tenía 23 años, se había casado a los 18 con mi hermano tras un breve noviazgo y le había dado ya 3 hermoso hijos. Era morena, de ojos cafés, cabello negro largo, hasta media espalda y labios carnosos bajo una nariz fina. Era bastante delgada, con senos pequeños, pero redondos y firmes, una cintura muy estrecha, caderas no muy anchas y un trasero redondito y paradito, también pequeño como toda ella.
En la escena aparecía Pamela bailando ni más ni menos que con Mario, por lo que supe de inmediato la suerte que la esposa de mi hermano correría en el resto del DVD. Se hallaban en medio de un salón que supuse era de una casa muy adinerada por la decoración, bailando una salsa de Óscar D´León, lenta, cadenciosa y sensual, perfecta para bailar pegado como lo estaban haciendo. Tardé una nada en notar que Mario ya tenía la verga dura y golpeaba el vientre de mi cuñada. Inmediatamente se despertó mi libido, era como si tuviese un interruptor especial que se activara ante el más mínimo estímulo. Pero también sentí miedo, angustia, dolor, ¿qué a ese maldito no le bastaba con tenerme a mi totalmente sometida?
Pamela vestía un ceñido pantalón de tela, verde menta, y un ajustado top, el atuendo de una buena puta. Mario la jalaba, la pegaba a su cuerpo y la besaba apasionadamente, a través de las mejillas de Pame podía ver sus lenguas entrelazándose juntas, saboreándose el uno a la otra y viceversa. Poco a poco la iba acariciando con más pasión y atrevimiento, así, Pame sintió como le acariciaba los pechos mientras se besaban, como deslizaba la mano por debajo de su pantalón y le acariciaba el, seguramente muy húmedo, sexo por encima de la tanga.
Ella no quiso ser menos y llevó su mano al abultado paquete de Mario y lo restregó, estaba duro, venoso, rígido sacudí mi cabeza para sacarme esos pensamientos de ella, ya estaba muy caliente, deseando a mis adentro ser yo quien apareciera en el video y no ella. Podía apreciar en la pantalla como Pame se derretía y ardía en las manos de Mario, que la manoseaba como se le daba la gana. De repente apareció Rolando detrás, desnudo, mostrando su poderoso e imponente cuerpo velludo. Se puso tras ella y con la verga fuera le rozó el culo, asegurándose de pasársela con fuerza por toda su raja. Al mismo tiempo le acariciaba las tetas y le iba subiendo el top mientras la besaba y lamía.
Qué caliente se veía, el placer y el deseo crecían en ella muy notoriamente, se estaba ofreciendo a 2 hombres como un pedazo de carne y le gustaba mucho casi tanto como a mi, que la veía hasta con envidia. Se dejó desnudar los pechos mientras Mario le iba bajando poco a poco su delgadísimo pantalón. Pame llevaba una tanga muy pequeña que no lograba ocultar casi nada, la cual también fue bajando al mismo tiempo.
Mario la jaló y la levantó del culo, Pamela gesticuló con fuerza y gimió pegando una especie de agudo gruñido mientras nuestro amante empujaba y entraba en ella con su enorme falo. Yo estaba tan caliente que casi podía sentir como si fuera a mi a quien aquella gruesa macana le estaba llenando el sexo, me encontraba muy mojada. Y Pame se agitaba mientras él la penetraba callado, sonriendo satisfecho de saberla totalmente a su merced.
Lentamente, Rolo empezó a pasarle los dedos por toda la raja, desde el clítoris hasta el culo, untándoselos bien de saliva. En seguida, acercó su larga y gorda paloma, con esa sobresaliente cabeza de champiñón brillante de saliva y de sus propio fluidos, y ella, con una gran mueca de lujuria, estiró la mano y tomó esa enorme verga, casi no era capaz de rodearla del tallo cuando inició a masajearla suavemente.
¡¡¡¡AAAAHHHH, AAAHHHH, OOOOHHHH DIOS MIIIIOOOOOOGGGGHHHHH!!!! Pamela acabó teniendo un fuerte orgasmo mientras su mano no soltaba el morado glande del otro.
¡Qué placer debía estar sintiendo!, estaba gritando extasiada mientras Mario no dejaba de meterle y sacarle su verga con fuerza y tosquedad. Pero a diferencia de lo que yo estaba esperando ver, Rolo no la sodomizó, la jaló de una mano y la sentó en un sofá. Luego se puso de pié frente a ella, sobándose su gran paloma, y le dijo.
Dale Pamela, lo estás deseando, chupámela y luego te cojo perra
Mi cuñada estaba ardiendo, la veía tan caliente y con tanto morbo y excitación como lo estaría yo. Se agachó ante él y se introdujo el enorme glande a la boca. Lo comenzó a chupar y lamer como si fuese un caramelo, saboreándolo con delectación. Despacio se lo iba metiendo más y más, pero sólo llegó a la mitad, pues el grosor le producía arcadas además que no había forma que se lograse tragar entera la protuberante cabeza. Prefirió entretenerse chupándola por un rato, en recorrer esa verga con labios y lengua, rozándola cuidadosamente con los dientes.
Rolo, tras unos minutos de placer, separó su recio péndulo de carne de la perra y se acostó boca arriba sobre la gruesa alfombra persa del salón. Inmediata y solícitamente, Pamela se colocó con las piernas abiertas sobre su cuerpo, cuidando que su excitado miembro quedara apuntando a su empapada vulva. Bajó despacio y se lo fue ensartando centímetro a centímetro. Vi en la pantalla como gesticulaba, entre dolor y placer, como sus piernas y tórax estaban completamente tensos, como la gruesa cabeza de esa verga estiraba y abría los delicados pliegues de su sexo.
¡Puta, qué caliente estaba! Me metí la mano por debajo del pantalón y empecé a restregarme el sexo, un enorme placer recorrió mi cuerpo inmediatamente. Mi otra mano se metió por debajo de mi playera y sostén y se aferró con fuerza a mis senos, apretando mis pezones y estirándolos de hasta volverme loca. Casi sentía que era yo la que aparecía en la pantalla, berreando y pujando como si cagara adobes mientras esa tremenda verga forzaba la resistencia de su sexo y estiraba al máximo las paredes de su vagina. No notaba que Pame tenía ya una vasta experiencia en esos menesteres pues no se lo encajó de un solo sentón, sino que pausada y sistemáticamente se metía un poco y luego ascendía, rozándose su inflamado clítoris con el glande, bajando finalmente para meterse un poco más.
Al fin se la metió todo lo que su sexo daba de si, sintiendo un fuerte dolor en su interior pero también un intenso placer en todo su cuerpo, aquella tranca le llegaba hasta el fondo, la llenaba toda. Despacio, empezó a cabalgarlo de nuevo mientras Mario le estrujaba sus pechos y le pellizcaba los pezones morenos y erectos. Este se puso de pié y le ofreció su pene aun duro y ella lo chupó y mordisqueó, empezando una felación digna de un campeonato.
Mario se dejó mamar por un rato, esperando tan solo a que Pame comenzara a rebotar frenéticamente sobre aquel miembro, gimiendo y gritando como una posesa. Se apartó de ella entonces y se colocó detrás, mi cuñada sintió inmediatamente como Mario jugaba con su ano con sus dedos, acariciándole desde la vagina para llenarse los dedos de sus flujos, con los que posteriormente iba terminando de dilatarle esa entrada posterior. Pamela suspiró con fuerza cuando sintió esa vergota internándose dentro de sus entrañas, atravesando su recto y llegándole hasta los intestinos.
No protestó, solo gritó y maldijo en voz alta, les rugió por más y se empezó a dar bofetones ella solita, totalmente enloquecida por el placer de ser atravesada por ambos lados. Definitivamente no era la primera vez que le hacían sexo anal, tampoco un sándwich, pero aun así, recibir 2 falos como aquellos dentro era algo muy duro y delicado. Los 2 hombres, que estaban acostumbrados a cogerse en dueto a sus putas, acompasaron cada embestida, de forma que cuando Mario la embestía Rolo se la metía con furia.
Veía como Pame, extenuada, parecía que se hallaba en un constante orgasmo, chillando a gritos, vociferando palabras que no se entendían. Y yo no podía menos que imaginarme a ese hermoso par de penes chocando en mi interior en cada embestida, acariciándose la una a la otra a través de la delgada pared que les separaba. Mis manos me estaban produciendo un enorme placer, que en poco tiempo se convirtió en un poderoso orgasmo que me sacudió de pies a cabeza, pensando y sintiendo en mi mente que aquellas 2 enormes vergas estallaban en mi interior, inundándome completamente la vagina con aquel torrente viscoso y cálido.
Permanecí aun unos minutos más sumida en esa deliciosa sensación y metida en esos calurosos pensamientos. Cuando volví en mi estaba sudorosa, con mi mano derecha totalmente empapada en mis flujos. Dirigí mi vista nuevamente a la pantalla, eran ya los momentos finales de ese caliente encuentro. Los 2 hombres tenían a Pamela de rodillas en medio de los dos, con los ojos cerrados y su cara echada hacia atrás, la boca bien abierta y las manos en su espalda, entrelazadas. Ambos hijos de puta estallaron en manantiales de semen sobre la cara de la mujer que recibió un verdadero caudal de leche masculina encima. La mayoría se estrelló contra su cara, un poco menos de la mitad fue a dar a su boca, llenándosela en poco tiempo. La dejaron cubierta de un blanco manto, mientras ella, con su lengua, trataba de alcanzar un poco más para tragárselo, al igual que había hecho con lo que le echaron en las fauces. Luego terminó la escena, quedó agitada y sudorosa, acariciándose sus partes intimas tal y como estaba haciendo yo.
Volví en mi súbitamente, acababa de ver a la mujer de mi hermano actuando como una puta viciosa en manos de ese par de pervertidos. Yo la conocía, sabía que ella no era así, que de seguro había caído con ese par de la misma forma en que caí yo. Tenía que hacer algo, no la podía dejar a su suerte allí, sola y abandonada, ella no se lo merecía, mi hermano tampoco.
Pero no pude hacer nada, pues apenas trataba de levantarme cuando recibí un fortísimo golpe en la nuca que me tiró al suelo. Aun traté de voltear y vi las terroríficas figuras de Hilda, la valkiria de Rolo, y de Rufino, su guardia personal. Luego no supe más de mi
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
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