Capítulo VIII
Los 2 hombres se me fueron encima y me sujetaron de los brazos, yo en mi mente llamaba al Amo para que me salvara pero nada, ni me respondía, me sentía totalmente sola.
¡¿Qué hacen?, suélteme! grité, pero pronto una gruesa tira de cinta adhesiva me tapó la boca, por lo que ni siquiera podría llamar a mi flaco.
Se me acercó entonces el jefe, un joven elegante y de apariencia educada, de unos 25 o 27 años, delgado, como de 1.70, moreno claro, cabello negro rizado, físicamente no la gran cosa pero de buen ver. Me tomó con mucha brusquedad de la garganta y así me tumbó sobre el suelo, con su mano libre comenzó a manosearme los pechos desnudos con fuerza. Yo me revolvía enloquecida, muerta del miedo y tratando de escapar, pero todo era en vano, eran mucho más fuertes que yo.
Él se inclinó sobre mi, frente a mis senos, y comenzó a lamerlos, pasando su húmeda lengua despacio por toda la superficie, deteniéndose un poco en mis erectos pezones que pedían guerra. Se hizo un poco hacia atrás y se quedó contemplando mi sexo húmedo y peludo, con una mano me lo comenzó a acariciar, separándome los labios y metiéndome los dedos adentro. Y yo trataba de chillar con fuerza, moviendo frenéticamente las piernas para intentar liberarme, pero era inútil, rápidamente me las sujetaron también dejándome totalmente indefensa.
Bull, desnudate ordenó el joven ¿Y en dónde demonios se metió Mimí? lo oí decir.
El enorme joven que había entrado con ellos obedeció y se comenzó a despojar de su ropa, temí lo peor. Era un hombre impresionante, moreno, de más de 1.95 de altura, fuerte como un toro, con un cuerpo muy musculoso y desarrollado, como de un Mister Olimpia. Sus anchos pectorales y sus marcadísimos abdominales dominaban todo mi campo de visión, estaba totalmente depilado. Se bajó el pantalón y acabó de desnudarse, dejándome ver una extraordinario equipo masculino, una enorme verga de más de 30 cm. con un par de inmensos testículos colgando bajo este.
Era un esclavo, me quedó claro cuando le vi la pinta, llevaba al cuello un grueso collar de cuero, negro, tachonado y con una gruesa argolla en el frente. Traía muñequeras y tobilleras también de cuero y con la ya mencionada argolla. Varias cadenas metálicas pasaban por sus anchos pecho y espalda, enlazándose en una tanga, de cuero negro también, que apretaba la base de su pene.
Adelante Bull, mostrale a esa perra lo que podés hacer con esa tremenda verga tuya.
Traté de gritar, presa del pánico, pero la cinta en mi boca me lo impedía, no pude hacer más que ver aquella enorme verga acercándoseme hasta quedar apoyada en mi rajita aun irritada. Tragué saliva y apreté los ojos cuando sentí un fuerte empujón con el que se coló dentro de mi. Volví a intentar gritar, pero esta vez de dolor, pero nuevamente mi grito se ahogó en la cinta plástica. Bull me la sacó un poco y volvió a embestirme con fuerza, esta vez más adentro, topando de lleno contra mi útero. Era una sensación terrible pero increíble a la vez, me sentía más abierta que nunca, esa tremebunda verga me estiraba al máximo las paredes de la vagina, sentía que me iba a reventar. Pero a la vez era una sensación increíble con un morbo tremendo. Ustedes saben que, por culpa de mi Amo, cuando siento que me están forzando me caliento y que entre más salvaje me cojan más morbo siento, más me caliento y más gozo, por muy asustada que esté. Y así me comencé a sentir, mi morbo aumentaba al sentirme sometida, estar debajo de ese gigantesco hombre y por el hecho de que mi violador era un esclavo sexual en toda regla. Pronto me encontré gimiendo y retorciéndome de gusto. Al darse cuenta de eso, Bull se detuvo como desconcertado.
Vamos perro, no parés ahora, esa puta lo está gozando Bull. Dale fuerte, cogétela como a ella le gusta, como un animal salvaje le ordenó su jefe, que aun me sujetaba de la garganta.
Soltó mi cuello y empezó a manosearme las chiches con fuerza mientras su esclavo me cogía más y más deprisa y con mayor fuerza. Las sensaciones iban desde un dolor intenso y terebrante hasta poderosísimos espasmos de placer que iniciaban en mi interior e iban recorriendo todo mi cuerpo como olas. A partir de ese momento no importó nada más, estaba gozando como nunca. Yo gemía y hasta gritaba ahogadamente mientras el jefe se inclinaba hasta llegar con su boca a mis pechos y empezó a morderlos con fuerza, especialmente mis pezones aumentando aún más mi placer/dolor. Mi cuerpo se retorcía de placer y me agitaba, notaba como mi orgasmo llegaba en toda su intensidad el cual gemí con todas mis fuerzas. Entonces empezó a aminorar la marcha poco a poco, empezó a apretarme las tetas con sus fuertes y ásperas manos mientras yo trataba de continuar metiéndome yo solita esa tremenda verga con un movimiento de caderas.
Ahora por la garganta Bull le ordenó su amo.
Me sacó su duro falo empapado en mis jugos, me jaló rudamente del pelo y me arrodilló a sus pies. Con una mano me arrancó la cinta que me amordazaba, con la otra me agarró la cabeza y me la intento meter en la boca, la cual abrí todo lo que pude pero apenas entraba, era demasiado gruesa. Yo succionaba con fuerza lo que lograba entrar de su glande, que era una pequeñísima parte de ese monumental tolete. De pronto Bull se tensó, segundos después, en medio de un fuerte gruñido, comenzó a soltar todo su semen en mi boca, juro que parecía una manguera. Salía tanta esperma que a pesar que continuaba tragando, su leche terminó por empapar mi cara, pechos y vientre.
Continuó eyaculando sobre mi hasta que no le quedo ni una gota de leche en su interior, yo esparcía por mis pechos y cuello todo el semen que me había derramado encima ante la atenta y excitada mirada de los otros 3 tipos, que creían que esa muchachita que tenían sometida pudiera ser una puta tan caliente. Por sus mentes pasaron mil imágenes y mil ideas para hacer conmigo.
Por otro lado veía la cara de Bull, en sus ojos se podía ver lujuria pura, le sonreí y con mis dedos recogí los restos de su leche que todavía resbalan por mi barbilla, llevándolos a mi boca y relamiéndolos con gusto. Eso pareció volverlo loco, pues sin preámbulos se arrodilló y se metió entre mis piernas, empezando a lamerme la vulva con fervor, pasando su lengua por todos lados y haciendo que me mojara aún más. Me hacía gozar como una loca con tantos lengüetazo tan hábiles y tan rudos, y esa rudeza me ponía peor. Estallé en un fuerte y ruidoso orgasmo
¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡MAAAAASSSSS, QUIEROOOMAAAASSSSGGGGHHHH!!!! grité, revolviéndome como un gusano, pero entonces el jefe cambió el rumbo de las cosas.
Basta ya Bull, ya es suficiente placer para esta perra, ahora hacela sufrir enculala así como está, no te molestés en dilatarle el culo en lo más mínimo.
"¡Dios mío, así y con esa verga seguro me desgarra!" pensé para mis adentros, recuperando un poco de mi autocontrol. Llamé de nuevo al Amo, necesitaba de su ayuda desesperadamente o esos desgraciados me harían algo terrible.
¡¡¡MAESTRO, CONTÉSTEME AHORA MISMO!!!
Tranquila Beatriz, no la he dejado sola
¡Me va a desgarrar el culo Amo, haga algo!
Láncele encima y chúpele la verga con fruición, ya verá lo que tengo planeado
No era hora de preguntar qué se haría, antes que me pudieran sujetar de nuevo me lancé sobre ese falo y lo engullí tan profundo como pude, los otros 3 tipos solo rieron como idiotas al verme mamando tan enloquecidamente. De inmediato comencé a sentir algo extraño, una excitación tan intensa que sentí que me desmayaba. Iba creciendo, aumentando a cada nueva chupada, la reconocí, supe lo que estaba pasando, era la excitación de Bull, el Maestro le estaba haciendo lo mismo que yo hice con los sacerdotes.
Pero no entiendo como va eso a ayudarme, ese tipo es una animal, un semental, seguro que aunque acabe de nuevo, 5 minutos después va a estar listo de nuevo. Pero entonces empecé a ver cosas, eran como ráfagas de luz, cargadas de escenas de la vida de alguien. Un niño, un niño morenito y algo gordito primero, a su alrededor una familia grande y feliz, que poco a poco se iba haciendo más y más pequeña. El niño ya no era un niño, crecía y se hacía grande y fuerte, entonces lo reconocí, era Bull, de alguna forma el Amo había logrado penetrar dentro de su mente y me dejaba ver lo que encontraba.
Al final no me extrañó, era algo que yo misma había hecho con los sacerdotes, mucho más rudimentariamente, claro. Pronto las imágenes se iban haciendo más y más feas, dolorosas, estaba haciendo recordar a Bull el dolor de su sometimiento, el proceso que siguió hasta convertirse en lo que ahora es. Y siempre aparecía la misma figura de su captor, su jefe, ese hombre que en ese momento estaba azotando a su perro con una fusta en la espalda porque no atendía a sus órdenes.
Vi en ese instante los ojos de Bull, abiertos como platos e inyectados de sangre, con una mueca lleno de furia, ira y odio. Casi puedo jurar que vi palidecer a su Amo, que aun se afanaba en hacerlo obedecer. Bastó solo con un potente puñetazo en el pecho para que Bull hiciera volar a su Amo por lo aires ante el asombro y miedo de los otros 2 esbirros. Después de eso las cosas pasaron frente a mi como en cámara lenta.
A Bull no le interesaban los otros 2 hombres, dándoles la espalda se dirigió contra su Amo, que aun estaba tratando de enderezarse sobre unas bancas. Los otros 2 sacaron sus pistolas y abrieron fuego contra el gigante, acertándole varios disparos en la espalda. En ese momento un fuerte estruendo nos sobresaltó, volteé a ver, era Robert, que de una patada abrió la puerta escopeta en mano. A quemarropa derriba a uno de los hombres con un tiro en un costado, el otro vuela por el aire cuando, en un acto que yo no controlaba, lo hago levitar del suelo y lo estrello contra el piso junto a Bull. Un tercer mercenario armado aparece por la puerta por donde salieron los sacerdotes, y es recibido con varios escopetazos de Robert que lo dejan tirado en medio de un charco de sangre. Mientras, Bull ya había dado cuenta del otro guardia y se derrumbaba en el suelo por los balazos recibidos.
Aun no entiendo bien que pasó, tan solo recuerdo que Robert me tomó del brazo y me hizo ponerme de pié, para que minutos después, estuviéramos dentro del carro manejando hacia mi casa, yo aun iba desnuda y cubierta de semen. Mientras tanto, cuando ya todo había terminado, una figura avanzaba trabajosamente hacia la salida. Le dolía horriblemente el pecho, pensaba que Bull se lo había roto. Era su Amo, que aun no lograba comprender como es que su esclavo se le había revelado, no era posible, no con todo el entrenamiento que le había dado, la educación y las torturas. No, no tenía sentido, estaba seguro que tenía que haber algo más. Justo al salir, se encontró con otros miembros de su organización.
¡Julio, Dios mío! exclamó Mimí, corriendo a su encuentro y sosteniéndolo ¿Qué pasó aquí?
¡Es una bruja era una bruja!
¿Quién, de qué estás hablando?
Los sacerdotes era una bruja que venía por una caja ella me hizo esto
¿Ella?
No, ella no Bull
¡Bull! Mimí no lo podía creer.
Si, él no sé cómo la bruja hizo que me atacara luego de haberla violado luego apareció un hombre el mismo que atacó a la Bestia y mató el resto de nuestros hombres
¡No puede ser!
Si, así es tenemos que llamar al Ingeniero y pero ya no pudo terminar su frase, como a unos 20 metros estaba la Bestia de las Montañas Nubladas con toda su banda,.
Obregón no entendía qué hacían allí, aquella operación la llevaron a cabo únicamente él y Mimí, querían dejar fuera a Braulio para llevarse ellos toda la gloria, ¿qué hacía ahora allí de pié?
¿Qué hacen ellos aquí Mimí? preguntó.
Perdón Julio, perdón, pero negocios son negocios le dijo la mujer, estremeciéndolo en el acto con un aparato de electrochoques que lo dejaron en el suelo, comprendiendo mientras quedaba inconsciente que su fiel asistente lo acababa de vender a la Bestia, Braulio Juárez.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero.
Pueden enviarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.