Capítulo VI
Jorge fue a mi casa e inventándose la excusa más tonta tomó ropa de Maritza (que se acababa de ir al colegio) al azar y regreso con ella. No podía ir no, por lo menos no transformada en una quinceañera. Me vestí rápidamente y me subí al carro con él, en el camino terminé de arreglarme, el lugar era una vieja iglesia ubicada en una aldea no demasiado lejos de Cobán, a unos 45 minutos. El Amo nos dijo que los sacerdotes de allí guardaban algo que le pertenecía y que debíamos recuperar. También me indicó que les diera un nombre falso y que luego él, oculto dentro de mi, me diría que más hacer y decir, recuerden que yo soy su portador.
Llegamos, era una iglesia grande, había pertenecido a una misión franciscana y tenía hasta un trapiche. Jorge se quedó dentro del carro mientras yo entraba y me dirigía a la sacristía, en donde vi a 3 religiosos parados, 2 ya mayores y una monja joven. Me acerqué a ellos.
Buenos días les saludé.
Buenos días hija, ¿qué te trae por la casa del señor? me respondió uno de ellos.
Dígales que viene por el baúl del Maestro Abelardo me indicó el amo.
Vengo por el baúl del Maestro Abelardo los 2 hombres se pusieron blancos y me miraban de pies a cabeza, también noté preocupada a la monja.
No entendemos hija mía ¿de qué baúl nos estás hablando?
Respóndales que ellos saben bien de que está hablando, que usted es sierva sexual y fiel sumisa de él y aparente mucha seguridad que son un par de embusteros.
Ustedes saben perfectamente de que estoy hablando, soy la emisaria del Maestro, su sierva y fiel sumisa sexual.
Volvieron a guardar silencio, ahora si se veían preocupados y sorprendidos. Eran 2 sacerdotes mayores, como ya dije, uno de ellos era de piel blanca, ojos cafés, tenía el pelo totalmente blanco y se veía fuerte y robusto, mediría unos 1.75. El otro era más alto, le sacaría unos 15 cm., era moreno, con una gran calva desde la frente hasta la coronilla y usaba bigote, ya se estaba llenando de canas dispersas. Tendrían entre 55 o 60 años y la monja unos 25. Ella medía 1.70 y era de piel blanca y hermosos ojos azules.
Y supongo que podrá comprobarnos que en verdad es quien dice ser. dijo al fin el de cabello blanco, mientras el medio calvo empezaba a caminar como queriendo rodearme.
Respóndale que naturalmente, y dígale a Alfredo que deje de caminar. Luego pida papel y lápiz y que traigan mi carta, tiene que revisar que el sello esté aun intacto.
Por supuesto que puedo y usted Alfredo, deje de caminar me pone nerviosa y le aseguro que no quiere eso. le dije, sorprendiéndome yo solita de mi amenaza, que surtió efecto, el tal Alfredo se detuvo Franco, quiero que me traiga papel y lápiz y la carta de mi Amo espero que el sello esté aun intacto el canoso había perdido ya todo rastro de sonrisa, tan solo me veía con un gesto furioso.
Como usted diga señora Cindy. Trae el pequeño baúl que está dentro de mi cómoda la monja salió ipso facto ¿Y usted señora, tiene nombre?
Me llamo Gaviota
¿Gaviota?
¿Gaviota? me preguntó también el Maestro.
Si es la protagonista de mi novela favorita usted me dijo que me inventara un nombre falso.
No me parece que ese sea su verdadero nombre
¿Es eso asunto suyo? dije tajante Basta con que pruebe que en verdad soy sierva de mi Amo, ¿no?
Correcto, así es respondió.
La monja regresó, llevaba una pequeña cajita de madera. Al mismo tiempo Alfredo salía del lugar por el mismo sitio en que la monja estaba ingresando. El tal Franco abrió la cajita y sacó de ella una pequeña llave y una carta, la cual aun tenía intacto el sello de cera. También trajo papel y lápiz.
Ahora le pedirán que dibuje el símbolo que se halla en el papel dentro de la carta. Ellos jamás lo han visto, pero en cuanto usted lo haga la abrirán y compararán.
¿Y si no se parece? le pregunté.
La matarán. Pero no se preocupe, tomaré el control de su cuerpo por unos momentos y yo mismo haré el dibujo, usted solo relájese.
Así lo hizo, sentí un leve cosquilleo y de pronto ya no podía controlar mi cuerpo, el Amo se había apoderado de él. Tomó el lápiz y comenzó a realizar una extraña figura sobre el papel. Era como una gran M mayúscula, con una especie de V más pequeña en la parte superior y otras letras en minúscula en cada esquina de la M, parecida a la que les pongo abajo:
No tenía ni idea de lo que significaba, pero me imaginé que sería el símbolo del Amo o su nombre en algún dialecto extraño. Al terminar, él mismo le pasó la hoja a Franco y este rompió el sello de la carta, se puso pálido cuando sacó la notita que había dentro y la comparó con el símbolo que él dibujó. Recuperé el control de mi cuerpo en ese momento.
¡Oohh muy bien ! Si, es cierto, usted es sierva del Maestro Abelardo disculpe pero no le podíamos entregar a nadie más el contenido del baúl.
Si, comprendo le respondí, en ese momento Alfredo estaba regresando con una pesada caja de madera en brazos.
Y dígame Gaviota ¿cómo está Abelardo?
Dígale que está bien, disfrutando de todo su poder
Muy bien pero, ¿quién es ese tal Abelardo Maestro?
Mi antiguo siervo Beatriz.
Él está bien, disfrutando de todo su poder
¿Y supongo que su Amo le habló de nuestra paga? dijo Alfredo en ese momento.
Si, por supuesto
¿De qué paga habla Maestro?, yo no traigo dinero
Ah, la paga lo había olvidado no es nada, poca cosa mi señora solo tiene que tener sexo con los 3
¡¿Qué?! ¡Usted nunca me habló de eso!
Detalles Beatriz, detalles
¡No voy a coger con estos tipos!
Es necesario es parte de un ritual suyo que debo respetar. Después de todo cuidaron de mis bienes
¡Me lleva la gran puta con usted! le grité mentalmente.
Me gusta como se le pone el seño cuando se enoja lo peor de todo es que era un descarado.
Si, claro, la paga les respondí esbozando la sonrisa más hipócrita que pude pues ustedes dirán
Con un ademán, Alfredo le ordenó a Cindy que cerrara las puertas con llave. Franco tomó una botella de vino y 4 pequeños vasos tequileros. Los llenó y le pasó uno a cada uno, el Amo me dijo que me lo bebiera así que lo hice luego que el mismo Franco brindó. ¡Dios mío!, desde que sentí que el licor llegó a mi estómago, una fuerte excitación se apoderó de mi y se fue expandiendo por todo mi cuerpo, ¿qué fue lo que me dieron a tomar?
Cindy se me acercó despacio, con la mirada fija en mi y una imperceptible sonrisa en los labios. Todo pasó muy rápido, pronto sentí su lengua acariciándose con la mía, el sabor de su saliva y el aroma de su aliento, su mano en mi nuca, apretándome la cara contra la suya, la otra abajo, en mis caderas, en donde se apoderó de mis grandes y carnosas nalgas.
Se separó de mí y se sacó el hábito por la cabeza, sorprendiéndome al ver un cuerpo esbelto y voluptuoso enfundado en una muy erótica lencería de encajes negros, con medias, liguero y todo. Era una mujer sumamente hermosa, con un físico digno de una modelo de pasarela. Medía 1.70, con un cuerpo lleno de pronunciadas turgencias y de fuerte complexión, delgada pero bien marcada. Su cara era hermosa, amable y de ojos vivaces.
Por mi parte no me quedo atrás, y de hecho estoy bastante mejor, modestia aparte. Convertida en Gaviota mostraba un físico muy delgado pero espectacular, con el pelo castaño ondulado hasta media espalda, ojos verdes esmeralda y cara aniñada y como esculpida en mármol. Mi piel es blanca, suave y sedosa, cubre pronunciadísimas redondeses, constituidas por mis senos enormes (los que el Amo hizo que volvieran a producir leche) y un culo grande, redondo y aun firme por detrás de unas amplias caderas. Mi vientre era plano y duro y mi cintura muy estrecha. Por último, mi sexo era carnoso y tierno, cubierto por un matorral de vellos.
Se quitó el brasier, mostrando sus firmes y grandes senos, blancos y con los pezones rosa y bien paraditos. Y cuando se bajó la tanga me quedé muda ¡era un hombre, tenía un pene enorme y bien duro, como de 22 cm.!
¡Es un hombre Maestro!
Si, lo es esos tipos son unos degenerados usted siga adelante señora.
Obedecí, no puse ninguna objeción, estaba tan caliente. Y me bastó tan solo que me lanzara una fuerte mirada, cargada de calor y deseo, para que yo, mansa perra, me arrodillara y le mamara la verga. La untaba con mucha saliva y me la sacaba para frotármela por toda la cara. Mientras tanto ella me quitaba la blusa y yo me bajaba la falda. Ambas quedamos totalmente empelotadas, menos ella que aun mantenía su velo azul marino en la cabeza.
Tomándome del pelo me separó de su tranca y me hizo ponerme de pié, entonces se agachó y empezó a lamerme las ingles y el sexo completamente ida. Tras unos minutos de caricias y manoseos se puso de pié y me volvió a besar con mucha fuerza. Me tiró sobre la una gran toalla que Alfredo trajo y se echó sobre mi mientras los 2 hombres nos miraban atentamente. Empezó a lamerme las tetas mientras yo movía la cintura para que mi vulva se restregara contra su muslo. Por medio de largas y lentas lamidas se fue aferrando a mis erectos pezones, succionando y tomándose mi leche hasta que decidió bajar y meterse entre mis genitales calientes y mojados.
Se puso a lamerme y a succionarme con fuerza, metiéndome la lengua lo más adentro de que podía mientras sellaba mis labios vaginales con los labios de su boca. Luego de unos minutos de ese tratamiento fue bajando hasta mis ano, que lamió y chupó unos momentos, introduciéndome uno de sus dedos en mi vagina, luego dos, tres y hasta cuatro. Yo estaba a punto de reventar, con mi cuerpo estremeciéndose entero y gimiendo como una perra loca.
Con una enorme sonrisa de satisfacción se levantó y se puso un condón, luego regresó, se colocó entre mis piernas, las tomó sobre sus hombros, me sujetó con fuerza y me clavó de una sola estacada. Me causó un dolor agudo que solo hizo aumentar mi excitación, que pronto convirtió a ese dolor en una intensa ola de placer que me recorrió toda la espalda, llevándome a los límites del éxtasis y disfrutando y gimiendo como una perra en celo.
¡¡¡AAAARRRGGHH!!! ¡¡¡AAAARRRGGHH!!! ¡¡¡AAAARRRGGHH!!!
Cindy parecía un animal, me cogía sin piedad como si se le fuera la vida en ello, era como si me quisiera partir en dos con cada embestida. Pero estaba bien, lejos de molestarme me excitaba más, me gusta que me traten así, que me den palo de esta forma. Y lo que me dieron a tomar me tenía tan caliente que no pude aguantarme el orgasmo mucho tiempo. Tan solo sentí un placer tremendo que me hizo cerrar los ojos y apretar las mandíbulas, mientras pegaba un berrido tremendo.
¡Cómo que le gustó mucho Gaviota! dijo Franco con sorna.
¡¡¡AAHHH!!! ¡¡¡AAHHH!!! ¡¡¡SI, MUCHOOOOOGGGHH!!! ¡¡¡AAHHH!!! ¡¡¡AAHHH!!!
Cindy me sacó la verga entonces y se puso re rodillas sobre mi abdomen, se quitó el condón y me penetró por la boca. Me pegó una cogida oral salvaje, su largo pedazo de carne me llegaba hasta la garganta y casi termino vomitando. En menos de 1 minutos, Cindy convertía mi boca en un mar de esperma, que por la fuerza de sus embestidas no logré mantener adentro y se me escapaba sin control. Quedé con toda la cara llena de semen.
¡Ah, qué rico! ¡Que rico! exclamé.
Ella se sentó en una banca dejándome tirada sobre la toalla, desnuda, desmadejada, cubierta de semen y con el sexo abierto como una flor, muy satisfecha. Aquello no hacía más que comenzar, pues en ese momento los otros 2 hombres se pusieron de pié junto a mi, mirándome con ojos lascivos y un brillo malévolo de hambre de carne, hambre de carne de hembra joven y sumisa.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.