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Beatriz II (06)

en Grandes Series

Beatriz II 06

Desperté con un sobresalto, estaba cubierta de sudor, muy nerviosa y excitada. ¡Qué sueño erótico ese! ¡Y qué extraño además! Vi el reloj y se estaba haciendo tarde, así que desperté a mi nena y esta se fue a preparar para irse a la escuela. Fui a ver como estaba Gisel, pero como dormía plácidamente no quise molestarla. Yo me levanté también y me fui a hacer el desayuno y la refacción de Mari, minutos después ella bajó, comió y se fue, no sin darme un beso largo y profundo antes.

Me quedé reflexionando un poco en ese extraño sueño, muy parecido al otro que ya les conté, con la diferencia que ahora el protagonista era yo. Pero al contrario de lo que se esperaría, yo no era la perra a la que se cogieron todos hasta el cansancio, sino que era el semental que llevaba la batuta de la orgía. Nunca había sentido aquello, el sueño fue tan real que hasta les podría jurar que experimente la sensación de tener una impresionante verga colgando entre mis piernas y las deliciosas sensaciones que vienen cuando un macho la mete dentro del sexo de una hembra deliciosa y el indescriptible placer de sus orgasmos.

Aparte, me intrigaba el hecho que el protagonista se llamase Jorge, como mi vecino y gran amigo. No le di mayor importancia a ese asunto, Jorges habían muchos en el mundo. Por otro lado tampoco podía perder demasiado tiempo pensando en un sueño, pues tenía mucho que hacer, comenzando con el desayuno para mis inquilinos, el de mi señor tendría que esperar, tenía que estar pendiente de Gisel.

A media mañana entré a ver a Gisel otra vez, y ya la notaba mejor. Nuevamente se echó a llorar como una Magdalena, empezó a contarme cosas sobre como fue que cayó en las manos de Carlos y de las atrocidades que le hacían en ese lugar.

Pero, ¿y tus padres no te decían nada?

A ellos no les interesaba lo que me pasara a mi… por eso no le costó nada a Carlos meterse en mi vida.

¡Pero todavía no entiendo como lo dejaste hacerte todo eso! Me hablás de orgías, de sexo violento, dominación, que te cogían como un espectáculo para un montón de malvivientes… ¿cómo dejaste que te pasara eso, cómo llegaste hasta ese punto?

No sé doña Bea… pero… – hizo un momento de pausa – creo que me drogaban. Casi siempre me mantenía caliente, mojada por dentro. Me costaba pensar, me costaba tener la atención en un solo punto. Y cuando se me pasaba, comenzaba a masturbarme como una loca, luchando por volverme a calentar… no sé… no sé que me daban señora…

Platiqué con ella un rato más, luego volví a mis quehaceres. Salí a la calle para comprar unas cosas en la abarrotería, pro cuando venía de regreso un camión estúpido me salpicó una asquerosa agua shuca. Me dio tanto asco, que al llegar me tuve que dar una buena ducha antes de cualquier otra cosa. Me desnudé y entré bajo la regadera, dejé correr el agua tibia por mi cuerpo, sentí un gran alivio. Entonces sentí una presencia, volteé sobresaltada y, mirándome atentamente, estaba el Coky. ¡Vaya perrito travieso, le gustaba espiar a las viejas mientras se bañaban!

¿Qué querés, perrito? – le pregunté, su súbita aparición me había asustado.

El animalito estaba olfateando por todos lados, me imagino que topándose con olores nuevos cada vez, recuerden que aun era un cachorro que apenas podía caminar. Y muy confianzudo, se metió al área de la ducha, olisqueando cada vez más cerca de mi. En una de esas, dirigió su nariz hacia mi entrepierna, poniéndose a olfatearla y a tratar de lamerla.

¡No, no, momento, momento! – le dije alejándolo suavemente con una rodilla – ¡Cómo que sos un poco pícaro, ¿verdad?! – le dije divertida, ahora el cachorro se puso a jugar con mis piernas, tratando de flanquearla para llegar a su objetivo mientras movía la cola alegremente – No Coky, ya, ya no más… – le dije ya con firmeza, aunque aun muy divertida.

Entonces sacó la cabeza de la ducha y regresó pero con algo en el hocico, parecía un calzón, que de hecho lo era.

Ya le agarraste la ropa a la nena. – le dije, pensando que era de Mari – Vení, dámelo malcriadote. – lo regañé cariñosamente y le quité la prenda.

Era una tanga de hilo dental violeta, muy fina y muy sensual, con piezas de encaje y casi transparentes, Maritza no tenia de esas, por lo que pensé que sería de alguna vecina. Pero entonces ocurrió algo, tomé la prenda y sentí un estremecimiento, fue como un destello fuertísimo, que cuando pasó y logré enfocar nuevamente, me había llevado a otro lado, un gran salón oscuro y desconocido. Cerré los ojos y parpadeé con fuerza, por un segundo regresé de nuevo a la habitación, pero de nuevo un fuerte destello me devolvió al mismo lugar. 2 veces más logré regresar al cuarto, pero al final, me hallé sola en ese sitio, al que quien sabe como llegué.

Por segunda vez el don que me dio el Maestro me hacia una mala pasada. Estaba en una calle oscura, iluminada por los focos rojos o de colores chillones de innumerables lupanares y tugurios. Reconocí el sitio, era la zona roja de mi ciudad, no tenía ni idea de cómo llegué allí. Veía gente caminar a mi lado sin reparar en mi, pasarme sin siquiera voltearme a ver, me sentí mal, ignorada, además que no entendía nada. Me asusté mucho y me puse a llorar.

Empecé a caminar, sabía como hacer para regresar a mi casa, solo tenía que caminar unas calles, lo malo es que muy malas. Cuando, de pronto, una mujer que caminaba me llamó la atención. La reconocí rápidamente, era Gisel, verla me provocó una fuerte impresión, pues iba metida en un apretado vestido violeta, bastante corto de falda y con un pronunciadísimo escote que no cubría nada. Su cabello rubio iba suelto, su cara maquillada excesivamente en mi opinión, con los labios de un intenso rojo escarlata. Me dejó boquiabierta, se miraba vulgar, sucia.

Iba caminando de frente hacia mi, tenía que haberme visto, yo la saludé con una mano sin saber realmente que hacer, pero ello solo pasó a mi lado sin ponerme atención. Se me había olvidado que nadie me podía ver, que aquello no era más que una visión alucinatoria. Unos metros adelanto salió un tipo de muy mala apariencia de un portal, era Carlos, su novio, que comenzó a caminar a su lado, metiéndose luego se metieron a un local.

Los seguí y me quedé en la puerta, me daba miedo entrar. Pero, respirando profundamente, decidí meterme, además nadie me podía ver. Ingresé al fondo de aquel antro asqueroso, dirigiéndome directamente hacia una mesa. Debo reconocer que ese antro no era tan desagradable, de hecho lograba cierto nivel de elegancia, con una iluminación tenue y débil, las paredes bien pintadas (aparentemente) y el suelo de piso cerámico. La mesa que tomé fue la más apartada que encontré desde donde se podía ver casi todo el lugar, , con la pista de baile prácticamente frente a mi, aun no sabía bien lo que estaba pasando.

Me puse a observar todo mi alrededor, el lugar estaba lleno de hombres malvivientes y de apariencia patibularia, con mujeres vulgares y putonas, obviamente prostitutas, vestidas con ropas reveladoras y deshonestas, que se dejaban manosear como si fuese un verdadero placer para ellas. Y en una de esas, reparé con la vista en mi ex inquilina, Gisel, quien, en medio de la pista y enfundada en la minúscula ropa con que la había visto hacía rato, se encontraba arrodillada mamándole la verga a su novio como una verdadera loca. El hijo de puta estaba sentado sobre una silla, abierto de piernas y con el pantalón y el calzoncillo hasta los tobillos. Observaba a Gisel lamerle despacio el glande mientras le masajeaba el ano, lo que lo volvía loco del placer.

Le siguió mamando la verga hasta hacerlo, berreando como un torturado, terminar sobre su cara. Y mientras, el montón de pervertidos que contemplaban esa escena lo vitoreaban a el y la trataban de puta y ramera a ella. Sentí un no sé qué cuando la vi ponerse de pié con una sonrisa de oreja a oreja y chorreando semen por la boca y labios, relamiéndose de una forma lascivia y erótico, pero sucia y vulgar al mismo tiempo. Y todos los hijos de puta se pusieron como locos y ovacionándola de pié, ¿cómo podía caer una niña de 15 años tan bajo?

Carlos la tomó de la mano y se la llevó hasta el segundo nivel del local, donde parecía que estaba los salones VIP. Rápidamente me puse de pié y salí detrás de la pareja, ingresando con ellos a la misma sala y sentándome cerca. Habían allí 3 hombreas, con Carlos ya eran 4, estaban bastante tomados, jugando a las cartas, hicieron un gran relajo cuando entraron los 2 adolescentes… y como Gisel levaba aun la cara toda manchada de semen, temí lo peor.

Ustedes deben ser los 2 patojos que el tal Aecio nos manda. – dijo uno de ellos con un acento raro, no era guatemalteco.

Así es, para servirles. – contestó Carlos.

¿Y qué van a hacer para divertirnos? – preguntó otro.

Mmmm… podríamos jugar algo.

¿Qué cosa? – preguntó el tercero.

Pues… les propongo un juego de cartas.

Eso ya lo estamos haciendo…

Si, pero uno diferente… con otro tipo de apuestas. – todos voltearon a ver a la pobre muchachita – Jugaremos póquer, pero no vamos a apostar dinero, apostaremos algo más interesante.

¿A ella?

Si, pero no toda, lo haremos por partes. A cada mano se jugará por una parte de su cuerpo. Y así, habrán 3 rondas por cada parte, para que pudieran haber 3 ganadores… o solo uno.

Gisel se le acercó entonces y el le bajó el vestido, mostrando un par de senos medianos, con pezones puntiagudos y erectos en medio de suaves aureolas claras. La niña era preciosa de verdad, ya casi había olvidado cuánto. Era de piel muy blanca y sonrojada, con ojos celestes y una carita de rasgos muy finitos, preciosa. Era delgada, con una cintura muy estrecha y caderas medianas, con una bien cuidada y recortada mata de pelos al frente y un trasero redondito por detrás.

Carlos terminó de desnudarla, pudiendo constatar yo que la tanga que llevaba puesta ese día era la que el Coky me entregó y que aun tenía entre mis manos. Les mostraba las partes más nobles de su novia como si se tratase de alguna especie de res o algo así, abriéndoles bien su vulva rosada y el agujero del culo. Pude ver que los 3 tipos muy estaban calientes.

Y así comenzaron la partida, primero con las tetas de la niña, luego siguieron con su boca y luego con su sexo. Cuando apostaron su culito uno de los tipos puso en la mesa un grueso fajo de billetes y lo que había ganado hacía 2 turnos. Y así fueron jugando, apostando y rifándose a Gisel como si fuera una mercancía más.

El juego terminó, cada uno de los tipos tenía una parte de Gisel, algunos repetidas más de una vez. Los 3 se veían como unos enfermos, ansiosos porque la cosa comenzara de una buena vez. Por su parte, Carlos parecía excitado y Gisel algo atemorizada, pero mientras jugaban no había dejado de sobarse la entrepierna, también estaba caliente.

Pero antes de proceder, vi que Carlos sacaba un pequeño franquito, cuyo contenido era un polvo gris. Tomó un poco con un dedo y se lo dio a su novia en la nariz, para que lo aspirara. Recordé que mi violador me había dado un trapo polvoroso, el cual tuve que aspirar con lo que comenzó un cosquilleo terrible sobre mis zonas erógenas, ¿era el mismo polvo?

Bueno, para comenzar propongo que comiencen con lo que ganaron en la primera ronda. – dijo Carlos, empujando a Gisel hacia un sofá donde estaban los 3 tipos sentados.

¡Ni mierda, que yo no gané nada en la primera ronda! – protestó uno de los 3, un tipo alto y moreno, bastante fornido.

Ni modo vos, te vas a tener que esperar. – le contestó otro, un gordo alto y de pelo largo.

Inmediatamente los 2 ganadores se le lanzaron encima. El gordo peludo se aferró a sus tetas y le comenzó a meter los dedos entre el culo, mientras el otro ganador, un tipo blanco, flaco y bajo, la tomaba del pelo y, casi por la fuerza, la ponía de rodillas a que le mamara la verga. Así dio inicio ese bacanal en donde esos 3 enfermos hicieron lo que se les dio la gana con esa pobre, pero calentísima, niña.

Pronto ya la tenían sobre el sofá largo, acostada en el respaldo con las caderas en el aire. Sobre su pecho se había trepado el blanco flaco, que, agarrándola violentamente del pelo, le ensartaba la verga hasta casi el fondo de su garganta. Mientras tanto, el gordo peludo comenzó a penetrarla, con una verga algo corta, pero considerablemente gruesa. La pobre no lograba ni gemir con la verga del otro entre la boca, apenas lograba sacar sonidos guturales como de atragantamiento mientras el gordo asqueroso ese le daba duro, estremeciendo todo ese delicado cuerpecito rosado.

Carlos y el moreno alto solo se pajeaban mientras veían como le daban duro, se deleitaban mirando sus enrojecidos pezones siendo estirados al máximo y retorcidos por los sucios y grasientos dedos de ese gordo, que bufaba como un toro y sudaba a cántaros. Así estuvieron unos 10 minutos, hasta que los 3 tipos alcanzaron sus orgasmos.

¡¡¡AAAHHHH, AHHHHH, AAAAHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHHH!!!! – gritó el primero, el blanco flaco que derramó los fuertes chorros de su semen sobre el rostro de la niña, que, con la boca abierta, trataba de tomar tanto como podía.

¡¡¡¡OOOOOOUUUUUHHHHGGGGGGGMMMMMM!!!! – rugió el gordo, quitándose el condón (por lo menos lo estaba usando) y eyaculando una considerable cantidad sobre el vientre plano de la muchachita.

La dejaron sola sobre el sofá, ella se deslizó hacia el piso en donde se masturbaba frenéticamente, toda manchada y chorreada de semen, y muy excitada. Ella también acabó en fuerte y ruidoso clímax.

¡¡¡¡AAAAAAGGGGGGHHHHHH!!!! – gimió mientras se revolvía tirada en el suelo y escurriendo semen por la boca.

Se uso de pié el moreno alto, él había ganado el culito y la boca de la segunda ronda, junto con el flaco que se había quedado con su sexo, el gordo había perdido esas 3 manos. Comenzaron, el moreno le ofreció la verga a Gisel que aun estaba sentada en el suelo y recostaba en el asiento del sofá. Esta lo tomó entre sus labios y se la comenzó mamar, era una verga larga, pero no muy gruesa, parecía una especie de gusano o lago así. Mientras, el flaco esperaba su turno de usar la boca.

¿Qué? ¿Querés que te la vuelva a chupar? – le preguntó el moreno alto.

Pues si… – respondió el flaco encogiéndose de hombros.

¡Ni mierda, que yo me gané la boca ahora!

¿Y qué hago para que se me ponga dura ahora?

¡Que te la mame aquel! – dijo el moreno, señalando al gordo, el cual le sacó el dedo de en medio en señal de "comé mierda! – Y si no quiere hacete la paja, que yo no me metí cuando ustedes 2 se la cogieron. – a regañadientes el flaco aceptó.

El moreno continuó recibiendo la mamada de Gisel, que se afanaba en darle el mejor de los servicios. Pasaba su delicada lengüita por todo lo largo de aquel pene, desde los huevos, que chupaba y lamía, hasta la punta, la cual se metía hasta el fondo un par de veces antes de comenzar de nuevo. Combinaba las mamadas con un vigoroso masaje a todo el tronco mientras ella misma se metía un dedito dentro de su propio sexo.

Antes de acabar el moreno la puse de pié y la colocó de rodillas y agachada sobre el asiento, el se sentó frente a ella y le dio de nuevo la verga para que continuara mamándosela mientras el, tras escupirse los dedos, iniciaba la tarea de dilatarle el ano. Ahí aprovechó el flaco para entrar, ya tenía la verga medio parada. Se sentó detrás de ella y empezó a meterle los dedos dentro de su vagina, moviéndolos adentro, dándoles vueltas y estirando al máximos los músculos de esa vagina.

¡¡¡MMMMMMFFFFF!!! ¡¡¡MMMMMMFFFFF!!! ¡¡¡MMMMMMFFFFF!!! – trataba de gemir ella, pero la presencia del cíngulo moreno dentro de sus labios casi no la dejaban.

¡Le gusta a la perra esta! – dijo el flaco, feliz de ver sus reacciones ante el ingreso de sus dedos.

Por fin el moreno consideró que ya la tenía lo suficientemente dilatada y le ordenó que le pusiera un condón… con los labios. Gisel, sin pensarlo 2 veces, mostró las habilidades de puta que ya había adquirido, colocándoselo ágilmente y sin problemas. Luego, dándole la espalda, procedió a ensartarse en esa estaca ella solita. Muy despacio se la fue metiendo hasta los huevos, mientras gemía y resoplaba, pues aparentemente no estaba acostumbrada a recibir cosas por el culo. Así empezó a subir y a bajar.

¡¡¡OOOOOGGGGHHHH!!! ¡¡¡PUTAAAAAAAGGHHHH!!! – gemía ella mientras empezaba a ser sodomizada con ritmo y fuerza.

El flaco vio nuevamente la oportunidad allí y la penetró por la vagina, que es lo que él había ganado. Así le hicieron un sánguche en donde ella era la mitad de pan. Ahora si, Gisel gritaba y pedía más, enloquecida de tanto placer. Su cuerpecito menudo y delgado se sacudía en 2 frentes, mientras el moreno la levantaba para sacarle la verga de su ano, el flaco le enterraba la suya hasta el fondo de su sexo. Y cuando bajaba, atravesándose la paloma del moreno, la del flaco se salía de su interior.

Era una cogida bárbara, el que la sodomizaba era quien elevaba su pelvis y la dejaba caer, manejando al mismo tiempo la cogida que le daba el otro, que tan solo movía sus caderas de atrás para adelante y le pellizcaba con fuerza las chiches a la niña. Fue increíble, los 2 cerdos acabaron a gritos casi al mismo tiempo que ella.

¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡AAAHHH!!!… ¡¡¡AAAAAGGGGHHHHHHH!!! – rugió el moreno, enterrándole hasta el fondo toda su masculinidad.

¡¡¡¡PUTAAAAAAASSSSQUEROOOOOSSSSAAAAAGGGHHHHHH!!!! – gritó el flaco, también enterrándose hasta el fondo de su sexo.

¡¡¡YA NO AGUANTO, YA NO AGUANTOOOOOHHH!!! – gimió ella, estremeciéndose de por un nuevo orgasmo que le llegaba - ¡¡¡¡AAAAAUUUUUUUUGGGGGHHHHH!!!!

Los 3 terminaron, dejaron a Gisel tirada sobre el sofá, medio muerta, mientras ellos regresaban al otro para descansar un rato, aun tenían un turno cada uno, y esta vez incluiría al gordo y a Carlos, al que invitaron a echarse la última a su lado. Esa noche se la cogieron como locos, dándole duro por todos lados, sin tregua ni descanso.

Cuando terminaron ya era de madrugada, casi ni se podían, la nena menos, tenía la vulva irritada y el ano abierto, chorreaba semen de boca, cara y pecho, de hecho tenía embarrado casi todo el cuerpo, el pelo, la cara, las tetas, en fin, casi todo el cuerpo cubierto. Y aunque le dolía mucho la vagina y el culito, mantenía una media sonrisa de satisfacción en la boca.

Cuando abrí los ojos, aparecí de nueva cuenta dentro del baño, con el calzón en la mano y el Coky mirándome desde una esquina. Me di cuenta que aquello tuvo que haber ocurrido mientras estuvieron viviendo a mi lado. Dejé la prenda en el suelo y me quedé sentaba sobre el suelo, el perrito se vino a echar a mi lado como queriendo consolarme.

No le pregunté nada a Gisel, no vi el sentido de hacerlo. Permanecí como perturbada el resto del día, luego vino la noche y me fui a la cama, ella aun ocupó mi habitación. Esperaba que, al despertar, me sentiría un poco más relajada.

CONTINUARÁ…

Garganta de Cuero

Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.

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El Semental de las Mayén (03)

El Semental de las Mayén (02)

El Semental de las Mayén (01)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (05)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (04)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (03)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (02)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (01)

Ceviche de Sexo

Orgía Familiar II (03)

Orgía Familiar II (02)

Orgía Familiar II (01)

Esclavo de la Carne (06)

Esclavo de la Carne (05)

Esclavo de la Carne (04)

Esclavo de la Carne (03)

Esclavo de la Carne (02)

Esclavo de la Carne (01)

Orgía Familiar (03)

Orgía Familiar (02)

Orgía Familiar (01)

Fin es comenzar otra vez (09)

Fin es comenzar otra vez (08)

Fin es comenzar otra vez (07)

Fin es comenzar otra vez (06)

Fin es comenzar otra vez (05)

Fin es comenzar otra vez (04)

Fin es comenzar otra vez (03)

Fin es comenzar otra vez (02)

Fin es comenzar otra vez (01)

Todo por Puta

Javier (02)

Javier (01)

Kika

El Nacimiento de Kika

Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (16)

Perro de Alquiler (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (15)

Perro de Alquiler (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)

Perro de Alquiler (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (13)

Perro de Alquiler (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (12)

Perro de Alquiler (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (11)

Perro de Alquiler (02)

Perro de Alquiler (01)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Nos dejamos llevar

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)