Beatriz II 03
"Me vi caminando por una callejuela estrecha, con las paredes de las casas muy cerca una de la otra, las ventanas cerradas con las cortinas echadas. Apenas lograba ver algo, el lugar estaba muy oscuro. Llegué al final y, cruzando a la derecha, encontré una puerta enorme, de madera que me pareció familiar. De hecho, todo el lugar me parecía familiar, como si ya hubiese estado allí antes. La abrí y vi unas escaleras que bajaban a lo que parecía ser un sótano.
Entré despacio y calladamente mientras escuchaba voces a lo lejos, llegué al centro, en donde un nutrido grupo de hombres rodeaba a una mujer desnuda, parada en medio de ellos, mostrando 2 enormes senos colgantes, más no caídos, de pezones grandes coronados con 2 brillantes argollas; caderas anchas, cintura estrecha, culo grande y firme. Su cabello ondulado colgaba de su cabeza libre, era acariciado suavemente por uno de ellos, todos la miraban con ojos ambiciosos, y no era para menos, aquella mujer era preciosa. Mediría unos 175 cm., tenía piel blanca y unas tetas y caderas que la convertían en una auténtica diosa del placer. Era curioso que no podía verle el rostro, ya que aparecía como con una sombra que lo hacía borroso a mi vista, lo mismo con los rostros de los demás.
Como verán, todas las recomendaciones que les hicieron sobre esta posada eran ciertas dijo uno de los hombres, quien parecía llevar la batuta ¿Les dijeron que tenía perra muy buena? todos asintieron con la cabeza.
El que hablaba era un hombre muy corpulento, alto, aparentemente de piel morena y barbado, aunque, como todos, de su rostro solo podía descifrar sombras. No habló más y se fue directamente al grano, comenzando a manosear a la voluptuosa mujer, tocándole las chiches con sus grandes manos. Lo vi mejor, tenía un cuerpo colosal realmente, con hombros grandes y gruesos, y una musculatura muy marcada y definida. Los demás comenzaron a participar, eran de todas las razas y credos, negros, blancos, morenos, indígenas, asiáticos, etc., algunos más jóvenes que otros.
Quiero ver si de verdad ella sola puede aguantar con estas 6 vergas retó uno de los presentes.
Prueben les aseguro que no se van a ir defraudados respondió la mujer con voz melosa y excitada, definitivamente tenía que ser una puta
El tipo la tomó de los hombros y la lanzó en medio de todos para ser manoseada a su antojo, sufriendo metidas de mano por todos lados, recibiendo palmadas sobre sus senos y nalgas. Vi como, embelesados de su tamaño, algunos se concentraban en apretarle y estrujarle las chiches, otros iban más lejos y se las chupaban. Le metían los dedos entre la vagina y el ano, o le amasaban las nalgas y la jaloneaban del pelo, la puta estaba completamente cubierta de manos que la recorrían por cada rincón de su delicioso cuerpo y lo disfrutaba mucho.
La lamían y besaban mientras, poco a poco, los hombres se iban desnudando, dejando frente a ella una impresionante colección de vergas, todas duras como una roca. Calentaron a la perra hasta dejarla a punto de hervor, llevándola a otro mundo, completamente abandonada a lo que quisieran hacerle.
Ella se arrodilló, comenzando a pasar la lengua sobre cada uno de esos troncos que se le ofrecían. Estuvo lamiendo y chupando como por 20 minutos, antes que el tipo enorme la pusiera de pié con violencia, levantándola del pelo y tirándola luego sobre un colchón que, como por arte de magia, había aparecido en el suelo, justo en medio del grupo. Se le tiró encima a continuación, besándola con fuerza y ensartándole de un golpe seco todo su instrumento, que era de un tamaño colosal, dicho sea de paso. Pero ella, lejos de gemir y quejarse del dolor que seguramente causaría una ensartada con semejante animal, comenzó a gemir de placer y a pedir más.
¡¿Y eso es lo que dudaba que me fuera a entrar?! ¡¡¡QUIERO QUE UN MACHO DE VERDAD ME PARTA A LA MITAD!!!
¡Es que apenas estás en calentamiento, perra!
Y el tipo le comenzó a dar duro, tanto podía ver sus caderas estrellándose con tremenda violencia y potencia, estremeciendo a la pobre infeliz puta completamente. Ella gemía y gemía, al tiempo que lo agarraba de las nalgas y lo hacía penetrarla más duro y rápido. Lentamente el tipo se fue poniendo de pié, levantándola de las nalgas y cargándola en el aire, de manera que las penetraciones fueran más fuertes y profundas, pues era todo el peso de la perra el que se ensartaba en la tremenda macana. La mujer gritaba y gemía como una loca.
¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡DALE, DALE DUROOOOOOOO!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGHHHHH!!!!
Los otros 5 tipos se pusieron en fila y uno a uno, por turnos, la fueron sodomizando, aferrándose a sus caderas mientras ella seguía rebotando vehementemente sobre la verga del primero. Comenzó un gordo chaparro, con una verga igualmente corta, pero muy gruesa y dura, no sé cómo puso penetrarla por el ano sin lacerarla toda. Luego le tocó a un muchacho muy alto y delgado con un pene más bien normal, que al igual que el anterior, penetró a la puta como un desesperado. Y así hicieron los otros 3, un gordo alto, con una verga larga pero normal, un tipo musculoso con uno delgado pero largo, y luego uno delgado y bajito, pero con una auténtica macana entre las piernas.
Una vez que cada uno pasó visitando el hoyo trasero de la perra, el tipo enorme, que llevaba la batuta, se sentó en el suelo y puso a la mujer a cabalgar sobre el. Y de nuevo, uno a uno, fueron cogiéndosela por el culo otra vez, dándole durísimo, pero que animales, eyaculando al final sobre el cuerpo empapado de sudor de la mujer.
El final llegó como una hora después, el jefe de la orgía acabó también a manantiales sobre el cuerpo inerte de la perra, que tirada sobre el suelo, empapada en sudor y semen, trataba de recibir en la boca los abundantes chorros del tipo. Sobre ella ya habían pasado como 2 o 3 veces cada uno de los presentes, llenándose de su leche, era increíble aquello, me costaba creer que hubiera alguien en este mundo capaz de aguantar tanto.
Empecé a alejarme del grupo sin yo quererlo, quería seguir viendo qué ocurría, pero una fuerza externa a mi me hacía avanzar como de espaldas y sin caminar, como flotando en el aire "
Abrí los ojos sobre mi cama, estaba sudorosa y mojada, el corazón me latía rapidísimo, la respiración la tenía agitada y toda yo estaba algo perturbada. Esbocé una sonrisa tonta, de esas que ponemos cuando queremos disimular algo bochornoso, y pensé "¡vaya sueño húmedo!". Aunque sabía de antemano que eso no había sido únicamente un sueño, algo me decía que ya conocía al autor de semejantes escenas en mi cabeza, pero bueno, el Amo es, por lo general, bastante juguetón.
Me levanté y preparé el desayuno, después de hacerle la lonchera a Mari para que se fuera al colegio. Luego alimenté al Maestro, les juro que no he vuelto a ver los vegetales de la misma manera desde que ese ser llegó a mi vida. Posteriormente tomé mi ya acostumbrada ducha post-paja y me entregue a los quehaceres de mi hogar y pensión. Aunque tenía la suerte que algunas de mis inquilinas me ayudaban.
Como les dije desde un principio, convertí mi casa en una pensión para poder sostenerme, luego de la muerte de mi esposo, Fernando. Dentro de la posada fue que me topé por vez primera con mi amo, Vorandemur, a quien a diario alimento a base de mi placer sexual. Siempre es mediante la masturbación, nunca he tenido sexo (por lo menos no voluntariamente) con nadie más, esa fue la condición que le puse para aceptar ser su sierva y estaba dispuesta a hacerla respetar.
En mi pensión hay todo tipo de personas, principalmente estudiantes, trabajadores que residen en otra ciudad y una que otra pareja en apuros económicos. Como por ejemplo Wendy, una dulce muchacha indígena de 19 años, recién casada con Gerardo, de 22. Ella me caía muy bien, por lo sincera que era y por el amor que le profesaba a su marido, pues me recordaba mis tiempos de lozanía al lado de mi difunto Fer. Tenían ya un precioso bebé, Juan, de apenas meses de edad.
Ella trabajaba como vendedora de dulces típicos y de comida típica. Aquello me convenía bastante, pues aunque usaba mi cocina para hacer sus cosas, siempre me dejaba parte de sus dulces o de lo que preparaba, y era la que más me ayudaba en las cosas del hogar. Por su parte, Gerardo trabajaba como mecánico automotriz por el día y por las noches asistía a la universidad, me gustaba mucho sus deseos de superación.
También estaba Olivia, una señora separada un poco más joven que yo, a la que sus hijos le mandaban dinero de los E.E.U.U. Era una mujer bastante agradable si le agarrabas el modo, pues era capaz de hablar por horas sin detenerse a tomar aire. Y era más chismosa que el chisme, por ella me enteraba de las cosas de todos en el barrio. A pesar de ello siempre estaba dispuesta a echarme una mano en todo lo que pudiera.
Todos convivíamos en armonía, con algunos tratando de pasarse de vivos a veces, pero nunca nada serio. Y mi rutina tampoco cambiaba, levantarme por las mañanas y preparar el desayuno, luego a darle de "comer" a mi Amo para, posteriormente, meterme de lleno en los quehaceres diarios. Luego venía el medio día, con él el almuerzo, y más tarde regresaba Maritza del colegio. Luego la cena y a la cama, hacer el amor con mi nena y caer rendida por el sueño hasta la mañana siguiente. Una rutina que no me molestaba en absoluto.
Sin embargo ese día, mientras hacía mis cosas, noté una mini van negra aparcada frente a mi casa. Usualmente esas cosas no me preocupan, pero Olivia se encargó de ponerme en guardia.
Ay doña, ese carro ya lleva horas ahí parado.
Tal vez sin visitas de la casa de enfrente. le dije.
¡Pero si allí no hay nadie ahorita, todos andan en la calle!
Bueno, tal vez son visitas de otra casa.
¿Y cómo, si no se ha bajado nadie dese carro?
¿Y entonces me va a decir que estuvieron allí metidos todo este rato?
Pues si, le estoy diciendo que no se ha bajado nadie de allí
¿Ha estad vigilando ese carro por 3 horas Olivia? le pregunté incrédula.
Pues pues si pueden ser ladrones o algo así en estos tiempos no se puede confiar en la gente porque y bla, bla, bla, bla, una disertación de media hora de porqué no se puede confiar en la gente en estos dorados tiempos.
La verdad no creí que fuera algo malo, Olivia tiende a ser muy alarmista y exagerada en ciertas cosas. Pero por otro lado si me llamaba la atención que ese vehículo continuara allí parado, sin moverse. Se me metió una espinita, sentí que, quizás, no todo andaba bien.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.