Beatriz II 13
Abrí los ojos sobre mi cama, me sentía mareada y me ardía el sexo. Trabajosamente me puse de pié, recuerdo que iba como volando hacia la puerta, no sentía mis pasos, estaba ida, aterrada y extrañamente tranquila. Entonces recordé todo, la violación, que me dejaron tirada en la banqueta desnuda, el dolor, la humillación y la vergüenza. Y la inyección que me puso ese desgraciado en una nalga, no sabía cual era su contenido.
Tampoco recordaba bien como fue que llegué a la pensión y si alguien me vio entrar. Solo un par de ojos avellanados que me tranquilizaron ¡Jorge! ¡Jorge tiene los ojos avellanados! ¡Él me encontró en la calle y seguro me trajo, Dios mío, ¿y ahora cómo le explico?! Me puse muy mal y me volví a sentar sobre la cama, no era justo, no era justo. Pero me tranquilicé un poco al darme cuenta que realmente no me acordaba de quien me había recogido en la calle, tan solo esos ojos avellanados. Pero si no fue él, ¿quién? bueno, Robert también tenía los ojos de color miel. No sé porqué, pero eso me tranquilizó un poco, pero me puso algo triste también.
Me topé en ese momento con el pequeño detalle de que ya era de día y de encontrarme vestida con un camisón y sin rastros de semen, fuera quien fuera que me llevó de regreso, se tomó la libertad de bañarme por la noche. No tenía ni idea de lo que me había pasado, pero como una autómata tomé un toalla y me fui hasta los baños, en donde me desvestí me metí sin perder un segundo. Si, si, ya estaba bañada pero no me sentía limpia, la vergüenza que siente una mujer luego de ser ultrajada como lo fui yo es demasiada.
Abrí el grifo y dejé correr esa agua tibia y refrescante sobre mi cuerpo magullado, lleno de moretones y marcas feas. No sabía qué hacer, qué decir, con quién ir. No quería que nadie que me conociera supiera lo que me había pasado, me daba tanta vergüenza, por ello tenía miedo que en si hubiese sido Jorge quien me llevó hasta mi cuarto. Vi mi cuerpo, estaba todo marcado, en mi cuello aun estaba el enrojecimiento dejado por las manos de mi violador, además de besos y chupones del mismo. En las mismas condiciones estaban mis pechos y me dolía mucho la vulva.
No podía pensar con claridad por más que lo intentaba, mi mente estaba volando, perdida en un mar de sensaciones y emociones. Además, me preocupaba mucho la sustancia que me inyectaron, temía que fuera algún veneno o algo que pudiera causarme alguna enfermedad. Y efectivamente era un líquido destinado a enfermarme, pero no me imaginaba como
Mi cuerpo estaba como alterado, me sentía extraña, aquella sensación de cosquilleo que sentí antes que me secuestraran aun no se iba, pero ahora se alojaba en mis partes intimas. También sentía una considerable cantidad de flujos allí dentro, supongo que era lo que más me confundía. Instintivamente me llevé una mano y comencé a tocarme para ver qué era eso o tratar de quitarme esa sensación rascándome. Lo hice muy suavemente, temía estar más lastimada de mis partes de lo que pensaba, pero en vez de eso me encontré con un fuerte estremecimiento.
Mi piel sonrosada se erizó y se me puso como de gallina, mis pezones se me pararon y se pusieron duros, ¿qué me estaba pasando? El cosquilleo que llevaba en las ingles apareció en mis senos, sobre todo sobre las aureolas, me estaba calentando y no sabía por qué, ¿qué fue lo que me hicieron?
Aumenté la presión del agua fía para tratar de tranquilizarme, pero no podía, por más que trataba no lograba controlar esa tremenda excitación. Mi mente era un hervidero peor que hacía unos minutos, ahora mi juicio luchaba por sacar de ella imágenes del pasado que solo me ponían peor.
Por ejemplo, recordé mi noche de bodas al lado de mi amado Fernando, la forma en que me tocaba, su cuerpo desnudo junto al mío (era la primera vez que veía un cuerpo masculino desnudo en vivo) con ese enorme pene excitado entre sus piernas. Recordé otras noches de pasión loca, en las me le entregué una y otra vez, haciéndome gozar y gozando el conmigo. Recordé también cuando el Amo vino a mi vida, como espiaba a 2 inquilinas lesbianas y degeneradas mientras se comían la una a la otra, o de cómo espiaba a Carlos y a Gisel, de cuando descubrí que esta no era más que una puta y su novio su padrote.
"¡No!" gemí, abriendo mis ojos y tratando de volver a la realidad, sin darme cuenta ya me tenía agarrados los senos con una mano y el sexo con otra. Me solté y apoyé mis palmas contra el azulejo de la pared, tratando de respirar profundo y despacio, tratando de calmar mi agitación. Yo no era ninguna cualquiera para estarme pajeando pensando en esas cosas, mucho menos en momentos como estos.
Pero no pude, la calentura obnubilaba mi lucidez y me mandaba de regreso a mis recuerdos, lo que hacía que mi mente y mi corazón se acelerasen considerablemente, lo mismo que mi respiración. La comezón se me hacía insoportable, sentía que el cosquilleo, en vez de disminuir y aliviarse, solo se hacía mayor y se hacía acompañar de una agradable sensación que parecía estarme haciendo un silencioso llamado a continuar más allá. Ya no lo pude soportar más, apenas puse mi mano en mi vulva sentí una fuerte corriente eléctrica que de nuevo me puso la piel de gallina. Y apenas incursione con mis dedos dentro de mi ardiente gruta, note como se iban mojaron por completo con mis calientes y abundantes fluidos íntimos. Encontré mi clítoris estaba muy inflamado y cuando me lo toque me transmitió un placer tremendo que me consumió entera.
Ya no me interesó en lo más mínimo saber qué era lo que me estaba sucediendo, la necesidad de placer era tan atroz y era tan rico tocarme y acariciarme, que me abandoné por y seguí con mis manoseos. Me di cuenta que casa uno de mis sentidos estaba especialmente estimulado, cada roce que me pegaba lo sentía aumentado en 10.
Acomodé mi otra mano sobre mis pechos, rozándolos, apretándolos y acariciándolos, poniendo especial atención en mis pezones, que ya estaban muy duros y erectos. Mi otra mano continuaba restregando incansablemente mi hinchada, jugosa y tierna vulva, que continuaba manando sus viscosos y abundantes líquidos, me impresioné mucho de la abundancia de estos.
No me di cuenta de cuándo fue que comencé a menear las caderas y a meterme los dedos dentro, sacándolos y metiéndolos como si nuevamente ese violador me estuviera poseyendo. Pero si recuerdo que separé ansiosamente los carnosos y jugosos labios de mi vagina e inicié una vigorosa frotación, desplazando mis dedos por encima de mi engrosado y excitado clítoris. Rápidamente la presión y la velocidad de mis movimientos aumentaron considerablemente, mi respiración y corazón se agitaban y mi piel ardía, a pesar de estar bajo los fríos chorros de la regadera. Cerré los ojos en ese momento y apreté las mandíbulas, todo se me nubló, mi cuerpo se tenso y sentí un indescriptible placer que nacía en mi vagina y se extendía por cada poro de mi cuerpo.
¡¡¡¡¡GGGGGMMMMMMMMMAAAAAARRRRRRRGGGHHHHHH!!!!!
Grité de placer y caí sobre el frío piso agotada, trémula y jadeante, había conseguido el orgasmo más intenso de mi vida y había sido extraordinario, fenomenal, formidable sucio, denigrante, humillante, vergonzoso, excitada por obra de algún poder sucio y malsano de ese hijo de puta que me abusó. Me sentía tan mal, tan sola y tan sucia, jamás en mi vida me imaginé llegar hasta donde estaba, y heme ahora, sentada bajo la fría ducha y apoyada contra la pared, aun sin poder separarme de mi sexo al rojo vivo ni de mi busto ávido de más caricias
¡Maestro, Amo, aparezca ya! dije, llamándolo mientras bajaba por las gradas del sótano.
Beatriz
¡¿Qué me pasó anoche, quien me rescató, dónde están lo violadores?!, ¿qué me está pasando que no logro tranquilizarme?, ¡estoy caliente como perra y por más que trató no logro relajarme!
Beatriz, le dije que un peligro muy grande estaba acechándola
¡Entonces el hombre que me violó en mi baño y en ese carro tiene que ver con Gisel! ¡Respóndame! se quedó mudo, el siempre tenía algo que decir, y su mutismo solo me daba la razón Quiero que me ayude a encontrarlos
¡¿Cómo dice?! ¿Lo quiere encontrar? ¿Para qué Bea, para qué? Solo se expondrá a un terrible peligro nuevamente
Ese peligro ya me encontró sin que lo tuviera que buscar le dije, nuevamente se calló ese hombre que le hizo tanto mal a esa niña y que me ha atacado 2 veces va a regresar por nosotras hasta que consiga lo que sea que está buscando en nuestras personas, y no me voy a quedar con los brazos cruzados, esperando a que eso suceda. Si no me va a ayudar, voy a hacer las cosas sola.
¿Y qué piensa hacer señora mía? pero no le respondí, solo me di la vuelta y me dirigí resueltamente hacia la puerta Alto Beatriz, espere, siendo tan terca no va a lograr nada bueno, escúcheme me detuve, pero sin decirle nada nunca le mentí mi señora, le dije que el peligro la estaba buscando
Si, lo sé
Yo no tengo control sobre los sucesos del destino, no hago que las cosas sucedan. ¿Comprende eso?
Si, lo comprendo, quiere decir que talvez no pueda defenderme y protegerme como ha dicho.
No pero le estoy diciendo que
No me interesa qué me esté diciendo, sé tan bien como usted que ese peligro, esa fuerza oscura como usted le llama tiene orígenes sobrenaturales como usted. Va a volver por mi y usted lo sabe. Si no me puede proteger como es debido mejor lárguese y búsquese a alguien más, pues igual estaría sola. Pero si de verdad puede pelear contra eso, si es verdad que me va a proteger a mi y a Mari, haga algo. ¿De qué me sirve ese tal Roberto si no hace nada por mi? Mi ambiente ya me es peligroso Maestro, y, la verdad, prefiero tomar al toro por los cuernos que esperar a que venga por mi.
¿Está segura señora?
Si ese hombre debe ser detenido a toda costa, ninguna mujer debe caer en sus manos. Estoy totalmente segura de ello tan solo me gustaría saber porqué esto me tiene que pasar a mi. ¿Qué tengo que ver en todo esto?
Mucho Beatriz, mucho un escalofrío recorrió mi espalda sin saber porqué cuidado hay nubes oscuras en su firmamento
¿A qué se refiere?
A muchas cosas Bea, a muchas cosas su entorno ha dejado de ser seguro, no lo será nunca más. Comprendo su deseo de querer tomar al toro por los cuernos, dicen que la mejor defensa es un taque implacable, y puede que tengan la razón. Ustedes, humanos, no pueden permanecer mucho tiempo sin saber lo que ocurre a su alrededor, pues temen mucho a lo que no ven, a lo que no conocen a lo que no pueden controlar. Si, usted está en peligro, por ello yo ya no me quedaré al margen de esta guerra
¿De qué guerra me está hablando? ¿Maestro? ¿Amo?
De una guerra de la que estoy huyendo desde hace muchos años pero ya no, la guerra me encontró. No se preocupe Beatriz, su sufrimiento será vengado. dejó de hablar, lo llamé pro ya no me contestó, se había ido.
Me quedé pensando y reflexionando todo el día en las palabras de mi Amo, además de tratar de combatir esa terrible calentura que no desaparecía de mi cuerpo. Regresé a la casa y me metí en mis labores cotidianas, tratando de fingir que no pasaba nada.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.