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Beatriz 02

en Grandes Series

Beatriz

Capítulo II

"Clanc, clanc, clanc"… aquel día en particular, sábado por la mañana, Jorge, mi vecino y amigo, me hacía el favor de arreglar el marco de una puerta, mientras yo lo miraba desde atrás.

Ya Ojos, ya quedó esto… ahora solo pongo la puerta de regreso y ya está… – él me llamaba "Ojos" por el color de estos, un brillante verde esmeralda.

Gracias Sequito, yo ya sentía que se me caía encima esa babosada… – yo lo llamaba a él "Seco" cariñosamente, por su gran delgadez… aunque de eso ya no quedaba mucho.

Si, es que el marco ya estaba todo carcomido… como era de pino tierno, todo gacho… y peor con "los cuidados" que le dan esos "tus inquilinos"… – "inquilinos" lo dijo haciendo comillas con los dedos – monteses parecen.

Yo sé que no fue muy buena idea… pero… ¿qué mas iba a hacer? – se me mojaron lo ojos.

Si, es cierto… pero igual no me gusta que metás desconocidos en la casa. – así era Jorge, mi gran amigo, siempre preocupándose por mi – De todas maneras ya sabés, cualquier cosa me pegás un grito que vengo como rayo…

Si, gracias Seco… no sé qué haría sin ti… y yo tanto que te molesto…

Ya, ya, no es para tanto que siempre te ayudo con gusto… y no te me pongás triste otra vez. – tras una pausa continuó – Bueno, la habitación ya está lista… y la puerta, esa si es de buena madera… ya no las hacen así…

Si, es que las puertas vos mismo las hiciste…

Si, el Fer me las encargó…

Mis ojos estaban mojados, así que me estrechó entre sus brazos como tantas otras veces había hecho durante mis momentos más duros, tratando de darme ánimos. Pero esa vez fue diferente… aunque desde hacía ratos ya no era lo mismo. Su abrazo duró más de la cuenta, sentía sus manos recorriendo mi espalda y su nariz tratando de percibir mi aroma de mujer. Y yo tampoco me quité, me gustaba estar así, atrapada entre esos 2 gruesos y robustos brazos de hombre trabajador, fuertes y duros para protegerme. Me gustó la sensación de mis 2 enormes senos comprimidos contra su marcado pecho, sintiéndolo yo a él y él a mí. No, ese ya no era solo un abrazo filial, definitivamente no. Pero al final, como siempre, se impuso nuestro buen juicio y la cordura, éramos solo amigos… mejores amigos desde hacía más de 30 años, pero solo amigos al fin y al cabo.

Bueno Beatriz… ahorita me voy de regreso a la casa a terminar de… de… de darle su manita de pintura a la puerta y… y… regreso mañana y la pongo… y vos…

Yo… si…

…me invitás a una taza de algo…

¡Te ofrezco atol de elote bien calientito!

¡Si, si porque está haciendo frío!

Parecíamos un par de adolescentes tontos, ¡a nuestra edad, 50 los 2! Pero es que siempre existió tensión entre nosotros, una fuerte atracción que disfrazábamos de un gran aprecio del uno por el otro, un amor de hermanos, aunque siempre nos quisimos como tales. Pero nunca pasó nada entre los 2, nos empeñábamos en no verlo para no afectar nuestra amistad. Él se retiró y se fue a su casa, yo me metí a mis diarios quehaceres, tenía que aprovechar para ordenar y limpiar, luego me serví un buen vaso de atol de elote.

Como les había comentado en el primer capítulo, convertí mi casa, un viejo y hermoso caserón de estilo colonial que Fer me dejó, con muchos jardines y habitaciones, en una posada para poderme sostener. Así las respuestas a mis plegarias no tardaron en llegar… aunque no de la forme en que esperaba. Entre mis primero inquilinos llegaron algunos que tendrían un papel muy importante en mi historia, como una mujer negra, alta y robusta, quien supuestamente trabajaba para una ONG local y que se interesó por un pequeño cuarto del fondo. Pero principalmente Gisel, una muchacha preciosa que a leguas se miraba que era hija de papi y de mami y, para colmo, fugada de casa… además no tenía con qué pagarme.

Pero nena, no puedo darte un cuarto si no tenés con qué pagarme… yo tampoco tengo dinero.

Pero señora… si no, no voy a tener a donde ir… no conozco a nadie más por aquí…

Si, si… pero yo necesito el dinero de mis cuartos… de veras nena, no te miento. – pero vi una pena tan honda en los preciosos ojos de esa criatura, además de un gran miedo, que no pude evitar conmoverme… tengo corazón de pollo – Mirá… bueno… lo que si puedo hacer es esto…

¿Qué cosa señora? ¡Yo hago lo que sea! – los ojos se le iluminaron.

Mi posada ya casi está llena, y la verdad, entre mi ama de llaves y yo no nos damos abasto. Te propongo esto: te doy un cuartito a cambio de que nos ayudés con los quehaceres… ¿sabés hacer el oficio de una casa, verdad?

¡Si, si señora, si lo sé hacer!

Y, bueno… le di el trabajo a la preciosa muchachita… y no, no sabía hacer nada de la casa, niña de papi y mami, ya lo dije. Pero sí estaba en toda la disponibilidad de aprender y al final se convirtió en una gran ayuda para Ixcamil, mi ama de llaves, y para mi.

Y así miraba como poco a poco mi casa se estaba llenando y eso me sacaría de apuros. En el fondo deseaba que Fernando me pudiera ver, pues estaba saliendo adelante por mis propios medios, algo hasta hacía poco impensable para mi, ya que por mi educación machista y muy conservadora siempre viví bajo la protección de mi marido. Siempre fui mansa y sumisa a todos sus deseos, más no porque el fuera malo o dominante, todo lo contrario, simplemente yo era así.

Mi vida continuó su marcha, todo me estaban saliendo bien y me sentía más segura y confiada. Entonces ocurrió, el primero aviso de que algo no andaba bien, un traumático y doloroso aviso… Ese día, luego que Jorge se fue, me quedé en la cocina lavando los platos del desayuno al lado de Ixcamil mientras Gisel terminaba de arreglar el comedor.

Buenos días niña, ¿cómo dormiste?

Bien, bien seño… con frío…

Si anoche hubo mucho sereno.

… y hoy amaneció con chipi chipi. – el chipi chipi es una llovizna muy fina y persistente, que cae casi durante todo el día en las montañas altas y húmedas de las regiones frías de mi país.

Si… creo que la temperatura va a bajar más todavía…

El mes va a ser muy frío…

Seguimos platicando y comentando otras cosas, mi difunto marido habría dicho que no era más que una conversación de viejas, el muy grosero… aunque eso precisamente era, Ixcamil me enteró de los líos de casi toda la gente del vecindario. Más tarde, a eso de media mañana, salí a la calle para hacer unos mandados, encontrándome con un montón de conocidos con los que platicaba un rato. De vuelta a mi casa, me encontré en una tienda con un viejo conocido que no quería ver…

Buenos días… – me saludó con un vejo cantadito.

Buenos días Braulio. – respondí con amabilidad y mucho aplomo.

Braulio Juárez era un antiguo conocido, me pretendió de joven pero siempre lo rechacé pese a que era galante conmigo, pero era un joven difícil, amigo de la bebida y de las juergas. Desde entonces estaba obsesionado conmigo. Sin embargo, desgraciadamente, a él le arrendé la finca que mi Fer me dejó, era un ranchero experimentadísimo y yo no sabía nada de cómo trabajar la tierra.

Buenas noches señora hermosa, ¿cómo está?

Bien, bien…

Señora, ¿cuándo aceptará mi invitación para comer? – me dijo haciéndose el galante.

Siempre estás invitado a comer con nosotros. – me refería a los amigos que compartíamos.

Pero yo quiero comer solo contigo…

Estás casado… – le dije.

Si, pero mi esposa me trata mal, no me quiere y yo me siento muuuuy solito… pobrecito yo… ¿no quisiera su gran corazón consolarme?

¡Por favor, respetá a tu mujer!…

Lo hago, le prometí que solo le sería infiel con una mujer decente, bella e inteligente.

Bueno, entonces conseguite una así, porque lo que soy yo…

¿Tu qué Bea?

…que no me interesa ser el segundo frente de nadie… – me sonrió con cinismo.

No me malentendás Beatriz, por favor, que mis intenciones son "muuuuy buenas", je, je.

Si, claro… me lo imagino… ¿y ella, qué tal siguió? Hace ratos que no la miramos…

Está en la capital… eeeehhhh… – noté su titubeo – con una familia que tienen allí. Ya sabés, allá son mejores los doctores…

¡Que no te oiga don Andrés que se va a ofender!

Ja, ja… pero ya ves, estoy solito…

…pues andá a ver a tu mujer…

Vas a ver… algún día veré mis zapatos bajo tu cama y tu vestido sobre la mía, je, je, je… pero bueno, que pasés muy buenas día, yo tengo que hacer algunos mandados. Te llamo más tarde para hablar de unas cosas del terreno.

Que te vaya bien Braulio y espero tu llamada… – le respondí.

Braulio Juárez tenía la cualidad de ser especialmente pesado y desagradable, por lo menos para mi. Algunas personas pueden decir verdaderas burradas sin ofender, con total descaro pero con gracia. Pero no él, jamás me cayó muy bien y sería el último hombre que quisiera tener entre mis sábanas… o entre mis piernas. Yo también me di la vuelta y me fui de regreso, iba muy contenta, cuando de pronto un carro pasó a exceso de velocidad sobre un charco cerca de mi y me empapó con agua sucia. Maldije en voz alta a toda la familia habida y por haber de ese hijo de puta y me metí a mi casa casi llorando de la cólera.

¡Ay seño, le pasaron echando agua! – me dijo Ixcamil en cuanto me vio entrar.

¡Si, un grandísimo idiota pasó como si fuera pista de carreras! – y volví a despotricar en contra de ese grandísimo idiota hasta que me sentí más desahogada – Me voy a bañar niña…

¡Si, mejor seño, no se vaya a quedar así que quien sabe todo lo que le echó encima! Yo voy a salir al mercado, que ya se acabó la carne y no hay para el almuerzo…

Vaya, tenés cuidado… ¿y Gisel?

La dejé limpiando el corredor del segundo nivel…

Me di la vuelta y subí a mi pieza, salí de ella envuelta en una bata de me dirigí al baño comunal, allí me desnudé y me metí bajo la regadera. De pronto escuché un ruido, volteé pero no había nada. No le di importancia, abrí el grifo y sentí la exquisita sensación del agua fría acariciando mi cuerpo. Pero entonces, "¡ZAAAAP!", una fuerte bofetada contra mi rostro me tiró al suelo, dejándome sin sentido unos segundos. Abrí los ojos y traté de reaccionar, pero no pude, un desconocido me tomó del pelo y me puso de pié, me arrinconó contra una pared y me plantó un beso violento. Quise resistirme pero fue en vano, me tenía sujeta con fuerza de los brazos. Estaba aterrada de lo que me pudiera hacer, pero de pronto se separó de mi, me tiró al suelo.

Si te oponés te mato. – me dijo con una voz ronca y cruel – Solo sos una perra sucia y caliente que necesita a alguien que la dome. Te voy a demostrar que sos una ramera, vas a terminar rogándome que te coja como a un gusano inmundo… te lo aseguro…

El desconocido me tomó de las muñecas y me colocó una servilleta en la nariz, impregnada con alguna especie de polvo que, por más que luché, no pude dejar de inhalar. La sustancia me dejó tonta, como lenta, haciéndole fácil esposarme las manos a la espalda y colocarme una bola de hule en la boca, amarrada detrás de mi cabeza para ahogar mis gritos. Entre mi aturdimiento pude observar a mi atacante, era alto, corpulento, fuerte, tenía la cara tapada con una máscara de plástico que no me dejaba ver ninguna facción de su rostro más allá de su boca, que si llevaba destapada. Llevaba además un filoso cuchillo con el que me amenazaba.

Me agarró con fuerza y violencia del pelo y me levantó, tirándome luego sobre el inodoro abierto, de otro fuerte golpe me obligó a abrir las piernas. Trataba de suplicarle, llorando a mares, que no lo hiciera, que tuviera piedad de mi, pero hizo oídos sordos a mis gemidos y lamentos, que, de hecho, solo lo excitaban más. De sus bolsillos se sacó un par de ganchos metálicos que cerró sobre mis pezones, haciéndome chillar del dolor, pero el solo se divertía con eso. Pero inmediatamente ese dolor se transformó en un placer muy intenso. De hecho, un fuerte hormigueo apareció en mis partes erógenas, en mi vulva y en mis senos, específicamente en mis pezones. No sabía qué me pasaba, pero asumí que se trataba de lo que me dio a inhalar, seguramente algún tipo de droga.

Empezó a restregar mis labios vaginales con un dedo, despacio al principio, pero rápidamente aumentó la velocidad hasta ser un vigoroso frote. Yo me revolvía desesperada y aterrada sobre el excusado, pero presa también de un creciente placer. Casi me caigo varias veces pero a golpes me devolvía el equilibrio. Se ensalivó un dedo y quiso metérmelo entre el ano, y para evitar que pudiera moverme más colocó uno de sus pesados pies sobre mi pecho. Con su mano izquierda se puso a manosear mis senos, mientras metía 2 dedos de su manos derecha por mi vagina y el pulgar en mi ano, moviéndolos en forma de tenazas. Sentía como entraba más profundamente cada vez, como mis delicados pliegues íntimos iban dando más de si, forzados por esas manos sucias y estimulados simultáneamente. Avergonzada sentí que mi vagina se iba humedeciendo, lo justifiqué diciendo que era por el polvo ese y por que mi cuerpo quería que la cosa saliera un poco más fácil. Pero a la vez que aumentaba mi humedad íntima y el sudor comenzaba a cubrir mi cuerpo, mi temperatura subía también y las caricias intrusas iban pareciéndome un poco más placenteras… ¡me estaba violando y yo lo disfrutaba!

Pronto mis gemidos dejaron de ser de terror, sus dedos escarbando en mi intimidad los había convertido en jadeos placenteros que aumentaron sin que los pudiera detener hasta hacerme estallar en un fuertísimo orgasmo.

¡¡¡MMMGGGMMMMFFMFMMM!!!… ¡¡¡MMMGGGGMMMMFFMFMMM!!!… – gemía sin control – ¡¡¡¡¡MMMMMMMMGGGGGGMMRMRRRRRFFFFFFFFFF!!!! – dije explotando con un grito ahogado por la bola de hule en mi boca.

¡Te gustó, perra, no lo puedo creer, – me dijo excitado y entre risas – qué fácil acabaste!

Me convulsioné hasta que los fuertes espasmos cesaron, caí como un trapo y quedé tendida inerte en el frío piso, con mi mente en blanco, nada venía a ella, nada, estaba muy relajada, en un profundo transe y con una extraña sensación de bienestar. Sin embargo abrí los ojos y volví en mi, el tipo me veía con ojos sucios, me asusté de nuevo… y me excité otra vez.

¡Lo gozaste perra, lo gozaste! ¡Puta madre, jamás había visto una puta como vos!

En ese momento caí en la cuenta que no estábamos solos en el baño, un tipo estaba de pié en una esquina con una cámara en las manos, tomándome fotos sin parar. Intenté esconder mi rostro por todos los medios, aunque ya era inútil, quién sabe desde cuando me estuvo tomando. Además, en una esquina estratégicamente colocada, había una cámara de video sobre un trípode, seguro ahí estaba gravada la escena en la que me revolvía loca del placer.

El violador, dándose cuenta que quería esconder mi rostro, me agarraba del pelo y me obligaba a estar de frente a ambos lentes, uno a la vez. Mis senos fueron fotografiados y filmados mientras me los agarraba, pellizcaba o acariciaba, lo mismo con mi vulva siendo penetrada o restregada por sus dedos. Por aquellos manoseos, la presencia de las cámaras y el efecto del polvo, acabé mojada otra vez y así quedó registrado. Luego me vendó los ojos y, lentamente, lo oí desnudarse.

¡Vean a esta perra! ¡La estoy violando y se calienta!… ¡miren como está de mojada! – decía el hijo de puta, quitándome la venda para mostrarme una verga enorme, muy gruesa y larga – Mirala bien perra, mirala bien, que esto es lo que te vas a comer hasta el hartazgo… si te gustó lo de antes, ahorita vas a gozar de verdad… – me dijo.

Ese maldito me volvió a poner la venda y me acomodó boca arriba, obligándome a bofetadas a abrirle las piernas. Luego sentí que colocaba su falo gordo y venoso en la entrada de mi vagina, lo restregaba despacio sobre mi vulva solo para desesperarme más. Por desgracia no solo consiguió desesperarme, además logró calentarme y encharcarme más todavía. Qué vergüenza, antes de dar la embestida final ya me tenía revolcándome como una babosa llena de sal, ardiendo y desesperada por ser cogida de una vez. Y luego por fin empujó su paloma tiesa por el estrecho conducto, abriéndose paso con violencia y forzando mis delicadas paredes íntimas. Traté de gritar con esa bola entre la boca, pero solo logré sacar sordos sonidos guturales. Sentí sus testículos topar con mis nalgas, entonces se detuvo, me dolía mucho, es cierto, pero lo gocé intensamente.

¡¡AAAAHHHH!!, ¡Qué buena estás perra, qué buena estás, sos todo cuanto un hombre puede querer para coger! ¡¡AAAAHHHH!!

Comenzó a violarme con fuerza, sentía su gordo garrote entrar y salir con muchísima fuerza y a toda velocidad de mi, el dolor era atroz, pero el morbo y el placer eran aun mayores, tanto que mi mente quedó obnubilada y terminé por entregarme a esa brutal invasión. Mis senos se mecían con violencia, todas mis carnes se estremecían y al aire me faltaba. Súbitamente se detuvo, me la sacó, aliviándome pero también quitándome mucho placer, me dio la vuelta y me dejó boca abajo.

¡Qué culo más bueno tenés perra! – me dijo – ¡Grande, duro y bien paradito!… lo vas a mantener paradito o te va a ir muy mal… ¿oíste?

Puso mi culo en pompa y para evitar que pudiera cambiar de posición enredó los dedos de una mano entre mis largos cabellos castaños y con la otra posicionó su grueso hongo en la entrada de mi sexo. Empujó sin compasión y se enterró hasta el fondo, yo traté de empujar y estirarme para separarme de el, pero solo conseguí un terrible dolor pues me tenía agarrada del pelo con tanta fuerza que me fue imposible separarme y evitar que su miembro se abriera paso casi lacerándome. Luego se quedó quieto un momento, susurrándome al oído lo puta que era yo.

¿Ya vez Beatriz, ya vez? – ¡momento, ¿cómo sabía mi nombre?! – Tenés la pusa mojadísima y muy caliente, lo estás gozando perra, ¡casi me lo estás suplicando!

Volvió al salvaje mete-saca, sus caderas se estrellaban con fuerza y gran velocidad contra mi y me enterraba toda su virilidad hasta el fondo. La sacaba despacio y luego la metía como una ráfaga, arrancándome gemidos casi animales. Las lágrimas rodaban por mis mejillas y el sudor por mi piel y en mi vagina grandes cantidades de flujos. Apenas minutos después de empezar a violarme me sentía en otro mundo, el placer amenazaba con terminar de romper mi débil y frágil defensa… y así lo hizo. Volví a reventar en un potentísimo orgasmo que me dejó sin aliento y casi sin sentido, quedando colgada de los cabellos como una muñeca de trapo en sus manos.

No sabría decir durante cuánto tiempo continuó cogiéndome, solo que se dio gusto con mi cuerpo. Al final, el también llegó a su orgasmo. Me clavó con mayor fuerza y salvajismo hasta que soltó sus calientes y abundantes chorros de esperma que me inundaron las entrañas hasta el último rincón. Luego se quedó encima de mi, jadeando, sudando. Minutos después me la sacó y se puso de pié, escuche que se vestía y que el otro tipo se retiraba, llevándose ambas cámaras. Liberó mis manos, amenazándome con que me iba a matar si me quitaba la venda de los ojos.

Perra, – me dijo – me voy a la mierda, por hoy terminamos… pero nos volveremos a ver…

Se fueron, dejándome desnuda como si nada. Por inercia me quité la venda y me senté en el suelo contemplando la pared de la regadera, pálida, fría, confundida. Me dolían los senos, mis 2 masas enormes de carne que tantos suspiros levantaban, dibujaban enrojecidas marcas ovoides, producto del brutal trató de ese infeliz. Mi rostro estaba pálido, pero con visibles áreas rojas, que luego se convertirían en los moretones de tantas y tan fuertes bofetadas. Y mi sexo me ardía terriblemente, manando de él abundantes hilos del semen repugnante de ese hijo de puta, espeso y viscoso… me sentía sucia y asquerosa como un cerdo.

CONTINUARÁ…

Garganta de Cuero

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Las Aventuras de Lorenzo (02: Diana)

Noche de Bar II 04

Noche de Bar II 03

Noche de Bar II 01

Noche de Bar II 02

Las Aventuras de Lorenzo (01)

Noche de Sexo, Sudor y Semen

El Semental de las Mayén (12 y final)

El Semental de las Mayén (11)

El Semental de las Mayén (10)

El Semental de las Mayén (09)

El Semental de las Mayén (08)

El Semental de las Mayén (07)

El Semental de las Mayén (06)

El Semental de las Mayén (05)

El Semental de las Mayén (04)

El Semental de las Mayén (03)

El Semental de las Mayén (02)

El Semental de las Mayén (01)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (04)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (05)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (03)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (02)

Alberto, el Semental que me hizo su Yegua (01)

Ceviche de Sexo

Orgía Familiar II (03)

Orgía Familiar II (02)

Orgía Familiar II (01)

Esclavo de la Carne (06)

Esclavo de la Carne (05)

Esclavo de la Carne (04)

Esclavo de la Carne (03)

Esclavo de la Carne (02)

Esclavo de la Carne (01)

Orgía Familiar (03)

Orgía Familiar (02)

Orgía Familiar (01)

Fin es comenzar otra vez (09)

Fin es comenzar otra vez (08)

Fin es comenzar otra vez (07)

Fin es comenzar otra vez (06)

Fin es comenzar otra vez (05)

Fin es comenzar otra vez (04)

Fin es comenzar otra vez (03)

Fin es comenzar otra vez (02)

Fin es comenzar otra vez (01)

Todo por Puta

Javier (02)

Javier (01)

Kika

El Nacimiento de Kika

Perro de Alquiler (18: Final)

Perro de Alquiler (17)

Perro de Alquiler (16)

Perro de Alquiler (15)

Perro de Alquiler (14)

Perro de Alquiler (13)

Perro de Alquiler (12)

Perro de Alquiler (11)

Perro de Alquiler (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (19 Final)

Perro de Alquiler (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (18)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (17)

Perro de Alquiler (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (16)

Perro de Alquiler (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (15)

Perro de Alquiler (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (14)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (13)

Perro de Alquiler (05)

Perro de Alquiler (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (12)

Perro de Alquiler (03)

Perro de Alquiler (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (11)

Perro de Alquiler (01)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (10)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (09)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (08)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (07)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (06)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (05)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (04)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (03)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (02)

De esposa ejemplar a ramera empedernida (01)

Amor de Hermanas (03)

Amor de Hermanas (02)

Amor de Hermanas (01)

Toda una Valkiria

Revolcado entre el Bosque

El Amigo de mi Esposo

Noche de Bar

Las Playas de Monterrico (02)

Las Playas de Monterrico (01)

Nos dejamos llevar

Mi Esposo se Entregó (03)

Mi Esposo se Entregó (02)

Mi Esposo se Entregó (01)

Poder entre mis Piernas

Negro Semental Mío (4)

Negro Semental Mío (3)

Negro Semental Mío (2)

Negro Semental Mío (1)