Beatriz II 07
"Me vi caminando por una callejuela estrecha, con las paredes de las casas muy cerca una de la otra, las ventanas cerradas con las cortinas echadas. Apenas lograba ver algo, el lugar estaba muy oscuro. Llegué al final, y, cruzando a la derecha, encontré una puerta enorme, de madrea, que me pareció familiar. De hecho, todo el lugar me parecía familiar, como si ya hubiese estado allí antes. La abrí y vi unas escaleras que bajaban a lo que parecía ser un sótano.
Entré despacio y calladamente, escuchaba voces a lo lejos, en donde se hallaba un nutrido grupo de hombres, en actitud como de espera. Sin dudarlo 2 veces me planté frente a ellos, que comenzaron murmullos llenos de ansiedad e impaciencia, no sabía qué hacía allí realmente, pero me parecía que era parte de algo importante. Entonces llegó, aparentemente era quien llevaría la batuta de lo que fuera que iba a pasar.
Bienvenidos dijo el tipo, con una voz grave, profunda y penetrante vamos a iniciar, por favor, comencemos por quitarnos la ropa y todos se empezaron a desvestir usted también por favor me dijo.
¡¿Pero qué se creía, que yo me iba a desnudar como un objeto cualquiera frente a todos esos desconocidos?! Pues por increíble que pueda parecer, lo hice, despacio y parsimoniosamente me fui despojando de la ropa, depositándolo ordenadamente sobre una silla. El suéter, la blusa y el pantalón, luego me quitaría loa zapatos, el brasier y la tanga que llevaba.
Quedé completamente desnuda, increíblemente no sentía ninguna pena, al contrario, cada vez me sentía más excitada. En un abrir y cerrar de ojos me vi de pié en medio de todos ellos, mostrándoles mis 175 cm de piel blanca y un cuerpo que me convertían en una auténtica diosa del placer. 2 enormes melones colgantes pero aun firmes, de amplias aureolas y pezones grandes, perforados los 2 por sendas brillantes argollas, no podía creer que tuviera esas cosas puestas allí. Aparte, caderas anchas, cintura estrecha y culo grande y firme. Mi cabello ondulado caía libremente sobre mis hombros y era acariciado suavemente por uno de esos desconocidos, sentía que todos los ojos estaban sobre mi llenos de lujuria y deseo, a miraban con ojos ambiciosos, como a un pedazo de carne. Me hacían sentir como una cosa y la sensación, para aumentar mi sorpresa, me calentaba mucho.
Como verán, todas las recomendaciones que les hicieron sobre esta posada eran ciertas dijo el tipo que llegó de último y que llevaba la batuta ¿Les dijeron que tenía perra muy buena? todos asintieron con la cabeza, la perra resultaba ser yo y me gustó la su reacción.
Lo vi mejor, tenía un cuerpo realmente colosal, con hombros grandes y gruesos y una musculatura muy marcada y definida, además de ser velludo como un oso, su gran altura y corpulencia lo hacían resaltar entre todos. Llevaba tiras de cuero negro amarradas en las muñecas, antebrazos y tobillos, y un collar de perro rodeándole el cuello, también negro y además tachonado con filosos clavos platinados. Por arriba, sobre su pecho velludo y amplio, pasaban tiras de cuero que se trenzaban sobre sus grandes y marcados pectorales y bajaban hasta su vientre de lavadero. Las mismas se unían a un pedazo grande de cuero que le cubría la espalda, formando todo el conjunto una especie de chaleco. Más allá de esto, sus pezones también estaban perforados por 2 gruesas argollas de plata y llevaba una especie de anilla que le rodeaba la enorme verga y los gordos huevos.
Agudicé la vista y pude ver sus rostros, la reunión era de personas de todas las estaturas, complexiones, colores, razas y sabores. El "jefe", en particular, me recordaba mucho a alguien, no sabría decir a quien. Estaba barbado, con penetrantes ojos avellanados y cabello castaño entrecano, aparentaba estar por arriba de los 45.
Nunca me pensé llegar a verme metida en una situación así, desnuda en medio de un grupo de hombres de todas las razas y credos que, a todas luces, estaban a punto de cogerme en multitud como a un objeto, que en ese momento tenían echada a sus pies y era manoseada por todos. Sufría metidas de mano por todos lados, me daban palmadas sobre los senos y nalgas. Algunos, embelesados de su tamaño, se concentraban en apretarme y estrujarme las chiches, otros me las chupaban. Metían sus sucios dedotes entre mi vagina y ano, amasaban mis nalgas y me jaloneaban del pelo, era una puta completamente cubierta de manos que me recorrían por cada rincón de mi delicioso cuerpo lo disfrutaba mucho.
Me lamían y besaban mientras, poco a poco, se terminaban de desnudar, dejando frente a mis ojos una impresionante colección de vergas, todas duras como una roca, siendo la más impresionante la del jefe, como no. No había rincón de mi soberbio cuerpo que no fuera sovijeado por esos degenerados. Me calentaron hasta dejarme a punto de hervor, llevándome a otro mundo, completamente abandonada a lo que quisieran hacerle. Y yo, una perra en medio de su locura y calentura, terminé por suplicarles que empezaran ya.
Pruébenme, les aseguro que no se van a ir defraudados tengo muy buen sabor. les dije con voz melosa y excitada sin poderlo creer ni yo misma, ¿qué me estaba pasando?, esa no era yo.
Como una puta viciosa me arrodillé y comencé a pasar la lengua sobre cada uno de esos troncos que se me ofrecían. Estuve lamiendo y chupando como por 20 minutos, antes que me pusieran de pié con violencia, levantándome del pelo y tirándome sobre un colchón que, como por arte de magia, había aparecido en el suelo. Nunca me gustó la violencia, pero ser tratada así me dio un gran morbo.
El grandotón del jefe se me tiró encima, besándome con fuerza y ensartándome de un golpe seco su colosal instrumento completo. El dolor fue terrible, intenso, a pesar de que estaba muy mojada nunca me habían metido algo así adentro. Pero yo, lejos de quejarme del dolor, comencé a gemir de placer y a pedir más.
¡¿Y eso es lo que dudaban que me fuera a entrar?! ¡¡¡QUIERO QUE UN MACHO DE VERDAD ME PARTA A LA MITAD!!! ¡no podía creer que eso saliera de mi!
¡Es que apenas estás en calentamiento, perra! me contestó mi furibundo jinete.
Y me empezó a dar duro, estrellando sus caderas con tremenda violencia y potencia contra las mías, estremeciéndome completamente y haciéndome gemir y gemir. Al mismo tiempo lo agarraba de las nalgas, jalándolo hacia mi para que me penetrara más duro y rápido. Lentamente se fue poniendo de pié, levantándome del culo y cargándome en el aire, de manera que las penetraciones fueran más fuertes y profundas, pues era todo mi peso el que se ensartaba en esa gigantesca macana. Yo gritaba y gemía como una loca.
¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡DALE, DALE DUROOOOOOOO A TU PUUUTAAA JORGE!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGHHHHH!!!! puta, yo misma me llamaba así
Los otros tipos se pusieron en fila y uno a uno, por turnos, me fueron sodomizando, aferrándose a mis caderas mientras continuaba rebotando vehementemente sobre la verga del jefe. Pensé que me desgarraría el culo, pero, inexplicablemente, ese se abría como un guante para rodear el tallo de esos instrumentos, prodigándoles y prodigándome un intenso, pero inesperado, placer. El primero fue un gordo chaparro, con una verga igualmente corta pero muy gruesa y dura, no sé cómo pudo metérmela sin lacerarme toda. Luego le tocó a un muchacho muy alto y delgado con un pene más bien normal, que al igual que el anterior, penetró a esta, su puta, como un desesperado. Y así hicieron los otros 3, un gordo alto, con una verga larga pero normal, un tipo musculoso con una delgada pero larga, y luego uno delgado y bajito, pero con una auténtica macana entre las piernas.
Una vez que cada uno pasó visitando mi hoyito trasero, el jefe decidió sentarse en el suelo poniéndome a cabalgarlo. Y de nuevo, uno a uno, me fueron dando durísimo por el culo, como animales, eyaculando al final sobre mi cuerpo empapado de sudor. Parecía que mi vagina era propiedad exclusiva del jefe, pues solo el me cogió por allí.
El final llegó como una hora después, el líder también acabó a manantiales sobre mi cuerpo inerte. Me había convertido en la perra más sucia del mundo, que tirada sobre el suelo, empapada en sudor y semen, trataba de recibir en la boca los últimos, pero abundantes, chorros de esperma. Sobre mi ya habían pasado como 2 o 3 veces cada uno de los presentes, llenándome de su leche, era increíble aquello, me costaba creer que hubiera alguien en este mundo capaz de aguantar tanto y que ese alguien hubiese sido yo "
Desperté sobresaltada, cubierta de sudor, desnuda y calientísima. Aquel sueño cada vez cambiaba un poco mas. Primero yo solamente observaba esa escena, la segunda vez me convertí en el "jefe" de la orgía y ahora era la puta, ¿cómo iría a terminar ese sueño? ¿Y sobre todo, a dónde me llevaría? Y mientras tanto, dejé de pensar en ello, pues, al estar muy metida en esa fantasía, mis gemidos despertaron a Mari y la excitaron y ahora la tenía chupándome ávidamente la vulva y llevándome rápidamente a un fuerte orgasmo.
Las cosas estuvieron así por un par de día más, en los que Gisel continuó contándome con lujo de detalles todas las cosas aberrantes y sucias que le hicieron. Pero una mañana, ella simplemente desapareció, por más que la busqué, no la encontré por ninguna parte. Sabía bien a quien preguntar por su paradero
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.