Beatriz II 05
Tirada en la puerta de mi casa, a las 3 de la mañana, con un embarazo de 8 meses mínimo y apenas vestida con escueta ropa de puta, Gisel estaba inconsciente y se veía mal. Jorge la había encontrado allí y tocó la puerta para avisarme, abriéndole Olivia, que vivía en una habitación cercana.
Gisel fue una de mis primera inquilinas, que llegó a vivir a mi pensión junto a su novio, Carlos, con quien se había fugado de su casa. El valiente noviecito la empezó a "alquilar" para obtener dinero, y con el tiempo terminaron por irse sin pagarme ni un centavo. La historia de Gisel la pueden leer en la primera parte de esta historia ("Beatriz").
Desde entonces no había vuelto a saber nada de ellos, y ahora aparecía la muchacha con una enorme barriga de embarazada y tirada inconsciente frente a la puerta de mi casa. Jorge la tomó entre sus fuertes brazos y la llevó hasta mi habitación, donde la tendió sobre mi cama. Mandé a Mari y a Olivia a preparar algo de té y chocolate caliente, mientras que Gerardo y Jorgito iban por Esteban, el médico hijo de mi difunto doctor de cabecera. Wendy y yo nos quedamos junto a la niña.
Si, si, es una fiebre alta lo que tiene, además de estar bastante debajo de su peso ideal sin mencionar su estado de gravidez dijo Esteban, señalando su prominente panza de 7 meses de embarazo ¿dice que no tiene nada más?
No que yo sepa.
Bueno, entonces le dejo estás pastillas, si para la mañana no se siente mejor me vuelve a llamar ahora pues me tengo que ir. me extrañó mucho su falta de cortesía y su tremenda seriedad, Esteban no era así pero parecía que todos a mi alrededor estaban poniéndose raros.
Esteban se retiró, tras de él Jorge, que mostraba varios moretones en la cara y un corte en un brazo. Por más que le pregunté lo que le había pasado no me quiso decir nada, me enojé. Luego Olivia, Gerardo y Wendy se retiraron a sus cuartos. Dejamos a Gisel durmiendo toda la noche en mi cama, mientras yo me iba al cuarto de Mari. Para la mañana siguiente Gisel ya se sentía un poco mejor, en cuanto me vio empezó a llorar y se lanzó a mis pies.
¡Discúlpeme doña Beatriz, perdóneme! ¡Usted tenía razón, siempre la tuvo, el solo me usaba, Carlos solo me usaba como a un objeto! ¡El maldito me vendió a un grupo de traficantes de blancas! ¡Dios mío Beatriz!
¡¿Y cómo te escapaste?!
No me acuerdo bien, la verdad es que estaba muy mal, me estaba desmayando. Pero un hombre entró, alto y robusto recuerdo una pelea, creo que el atacó a los hombres que me tenían no me acuerdo de más
¿Y Carlos?
No sé, más de un mes que no se de él de seguro el maldito se fue con el dinero que le deben haber dado por mi.
¡Hijo de puta! ¿Y ahora, qué vamos a hacer? ¿Podés llamar a tu casa?
Ya no puedo regresar, ya no tengo casa Bea ¡estoy sola, snif, snif, snif! ¡Por favor, déjeme quedarme, se lo suplico, le juro que la ayudo en todo, voy a trabajar para usted a cambio de comida! de verdad, ¡se lo ruego!
Ya, ya, no te preocupés por eso te podés quedar, ahora solo concentrate en recuperarte. Andá dormite que todavía no estás del todo bien vas a ver, todo va a estar bien.
Salí a la calle para comprar las medicinas en la farmacia de la esquina, al regresar se las di y la dejé descansando, mandé a todos a dormir otra vez, no sin agradecerles su ayuda. Yo me quedé junto a Mari en su habitación. Tenía muchas cosas en mi cabeza. ¿A quienes la vendió Carlos, quiénes eran? ¿Cómo se escapó y por qué paró conmigo de nuevo? No sé, pero algo me decía que el Maestro sabía las respuestas, pero no lo buscaría sino hasta la mañana siguiente. Durante la noche, nuevamente vino a mi el mismo sueño erótico, pero con modificaciones
"Me vi caminando por una callejuela estrecha, con las paredes de las casas muy cerca una de la otra, las ventanas cerradas con las cortinas echadas. Apenas lograba ver algo, el lugar estaba muy oscuro. Llegué al final, y, cruzando a la derecha, encontré una puerta enorme, de madrea, que me pareció familiar. De hecho, todo el lugar me parecía familiar, como si ya hubiese estado allí antes. La abrí y vi unas escaleras que bajaban a lo que parecía ser un sótano.
Entré despacio y calladamente mientras escuchaba voces a lo lejos, hasta que llegué al centro, en donde un nutrido grupo de hombres rodeaba a una mujer desnuda, parada en medio de ellos, mostrando 2 enormes senos colgantes, más no caídos, de pezones grandes coronados con 2 brillantes argollas; caderas anchas, cintura estrecha, culo grande y firme. Su cabello ondulado colgaba de su cabeza libre, era acariciado suavemente por uno de ellos, todos la miraban con ojos ambiciosos, y no era para menos, aquella mujer era preciosa. Mediría unos 175 cm., tenía piel blanca y unas tetas y unas caderas que la convertían en una auténtica diosa del placer.
Como verán, todas las recomendaciones que les hicieron sobre esta posada eran ciertas dijo uno de los hombres, quien parecía llevar la batuta ¿Les dijeron que tenía perra muy buena? todos asintieron con la cabeza.
Agucé la vista y pude ver sus rostros, la reunión era de personas de todas las estaturas, complexiones, colores, razas y sabores. Extraño, de repente parecía que me hubiesen rodeado o que yo hubiese pasado a ocupar el centro del salón. Entonces caí en la cuenta, el hombre que se hallaba en medio de todos, acariciando y manoseando a esa mujerzuela ¡era yo, me costaba creerlo, ¿en qué momento pasé a convertirme en el?!
Me vi mejor, tenía un cuerpo colosal realmente, con hombros grandes y gruesos y una musculatura muy marcada y definida. Llevaba tiras de cuero negro amarradas en las muñecas, antebrazos y tobillos, un collar de perro, también negro y además tachonado con filosos clavos platinados, rodeaba mi cuello. Mi gran altura y corpulencia resaltaban entre todos por otros elementos de mi atuendo. Por arriba, sobre mi pecho velludo y amplio, pasaban tiras de cuero que se trenzaban sobre mis grandes y marcados pectorales y bajaban hasta mi vientre. Dichas tiras se unían a un pedazo grande de cuero que me cubría la espalda, formando todo el conjunto una especie de chaleco. Más allá de esto, mis pezones estaban perforados por 2 gruesas argollas de plata, y una especie de anilla que rodeaba mi pene y testículos, enormes realmente.
Nunca me pensé llegar a verme vestido de esa forma, ni siquiera me lo imagine. Tampoco me imaginaba metido en un grupo como este, hombres de todas las razas y credos que, a todas luces, estaban a punto de cogerse en multitud a la puta voluptuosa esa, que echada a mis pies todos manoseaban en el centro a su sabor y antojo. La perra sufría metidas de mano por todos lados, recibiendo palmadas sobre sus senos y nalgas. Vi como, embelesados de su tamaño, algunos se concentraban en apretarle y estrujarle las chiches, otros iban más lejos y se las chupaban. Le metían los dedos entre la vagina y el ano, o le amasaban las nalgas y la jaloneaban del pelo, la puta estaba completamente cubierta de manos que la recorrían por cada rincón de su delicioso cuerpo y lo disfrutaba mucho.
La lamían y besaban mientras, poco a poco, los hombres se iban desnudando, dejando frente a ella una impresionante colección de vergas, todas duras como una roca, siendo la más impresionante la mía. No había rincón de ese cuerpo soberbio que no fuera sovijeado por esos degenerados. Calentaron a la perra hasta dejarla a punto de hervor, llevándola a otro mundo, completamente abandonada a lo que quisieran hacerle. La perra, en medio de su locura y calentura, hasta les suplicaban que empezaran de una vez.
Pruébenme, les aseguro que no se van a ir defraudados tengo muy buen sabor. les dijo con voz melosa y excitada.
La puta se arrodilló y comenzó a pasar la lengua sobre cada uno de esos troncos que se le ofrecían. Estuvo lamiendo y chupando como por 20 minutos, antes que la pusiera de pié con cierta violencia, levantándola del pelo y tirándola luego sobre un colchón que, como por arte de magia, había aparecido en el suelo, justo en medio del grupo. No soy un hombre violento usualmente, pero tratarla así me dio un morbo especial. Me le tiré encima a continuación, besándola con fuerza y ensartándole de un golpe seco todo mi colosal instrumento. Pero ella, lejos de gemir y quejarse del dolor que seguramente causaría una ensartada con semejante animal, comenzó a gemir de placer y a pedir más.
¡¿Y eso es lo que dudaban que me fuera a entrar?! ¡¡¡QUIERO QUE UN MACHO DE VERDAD ME PARTA A LA MITAD!!!
¡Es que apenas estás en calentamiento, perra! le contesté furibundo.
Y le comencé a dar duro, estrellando mis caderas con tremenda violencia y potencia contra las suyas, estremeciendo completamente a la pobre infeliz puta que gemía y gemía, al tiempo que me agarraba de las nalgas y me hacía penetrarla más duro y rápido. Lentamente me se fue poniendo de pié, levantándola de las nalgas y cargándola en el aire, de manera que las penetraciones fueran más fuertes y profundas, pues era todo el peso de la perra el que se ensartaba en mi tremenda macana. La mujer gritaba y gemía como una loca.
¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡DALE, DALE DUROOOOOOOO A TU PUUUTAAA JORGE!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡AAAAGGGHHHHH!!!!
Los otros 5 tipos se pusieron en fila y uno a uno, por turnos, la fueron sodomizando, aferrándose a sus caderas mientras ella seguía rebotando vehementemente sobre mi verga. Comenzó un gordo chaparro, con una verga igualmente corta, pero muy gruesa y dura, no sé cómo pudo penetrarla por el ano sin lacerarla toda. Luego le tocó a un muchacho muy alto y delgado con un pene más bien normal, que al igual que el anterior, penetró a la puta como un desesperado. Y así hicieron los otros 3, un gordo alto, con una verga larga pero normal, un tipo musculoso con una delgada pero larga, y luego uno delgado y bajito, pero con una auténtica macana entre las piernas.
Una vez que cada uno pasó visitando el hoyo trasero de la perra, decidí sentarme en el suelo poniéndola a cabalgar sobre mi. Y de nuevo, uno a uno, le fueron dando durísimo por el culo, como animales, eyaculando al final sobre su cuerpo empapado de sudor. El final llegó como una hora después, también yo acabé a manantiales sobre el cuerpo inerte de la mujer, la perra más sucia del mundo, que tirada sobre el suelo, empapada en sudor y semen, trataba de recibir en la boca los últimos, pero abundantes, chorros de esperma. Sobre ella ya habían pasado como 2 o 3 veces cada uno de los presentes, llenándose de su leche, era increíble aquello, me costaba creer que hubiera alguien en este mundo capaz de aguantar tanto "
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.