Negro Semental Mío
IV
Hola, este es Steven Fearon otra vez. Les mando la última parte de mi historia al lado de mi negro amado, Said. Ha sido una resumidísima versión de mi historia, pues si me pusiera a contarles todo cuanto viví al lado de ese hombre, no terminaría nunca.
Si recuerdan, mi anterior relato se quedó cuando estaba en mi cama, tratando de dormir, pensando en cómo me trataría Said para la que supuestamente sería la última vez que estaríamos juntos. Yo le iba a dar el culo por una última ocasión y dejaría que me arrastrara hasta los límites de la resistencia, que me sometiera como jamás lo había hecho. Ese sería mi regalo de bodas para el.
Me llegó a buscar a las 5 PM en punto en el parque, donde habíamos quedado. No pude dormir bien esa noche pensando en lo que me esperaba ese día. Me duché poniendo mucha atención de quedar realmente limpio para el. También me fui a hacer un lavado intestinal con una enfermera a la que seduje, de manera de que mi ano y recto estuvieran libres de eses. Recordemos que ese sería el sitio que Said más utilizaría de mi ser. Me afeité y me depilé totalmente el cuerpo, según el negro me lo pidió (me extrañaba mucho aquel deseo suyo). Empaqué una caja de condones y salí a reunirme con el.
Subí a su Jeep y nos dirigimos a un lugar que yo ya conocía muy bien, el lugar donde me había arrebatado la virginidad a mi culito, donde me había violado: la finca de su padre. Caminamos hasta la misma laguna, nos subimos al mismo cayuco, y nos dirigimos al mismo claro entre los árboles. No dejó de manosearme y de besarme en todo el camino, estaba que ardía, yo también. Mi sometimiento era inminente y yo lo sabía, y eso me tenía como carbón encendido. Si mi culo fuese el órgano sexual de una mujer, habría estado chorreando sus jugos como una fuente.
Quítate todo- me ordenó. Yo obedecí. No sabés cuanto esperé por este día cerote. solo me sonreí, me gusta ser deseado.
No vayás a ser demasiado duro conmigo vos
¡A callar! Hoy sos mi regalo de bodas y no te voy a dejar ningún sitio sin usar. estaba mas agresivo que de costumbre y eso me daba en qué pensar.
Una vez desnudo comenzó lo que yo considero como el encuentro más fuerte y violento que he tenido. Ese encuentro fue bestial, y lo que vino después aún hoy no lo puedo creer
Me arrodillé como una perra buena y me comí su trozo. Lo hice como a el le gustaba. Lo lamía por todo lo largo, desde la parte posterior de sus huevos hasta la puntita, donde intentaba introducir mi lengua. Lo acariciaba con las manos y los restregaba entre las palmas, quería que se volviera loco del placer. Y sus ojos trabados me indicaban que lo estaba logrando.
Lentamente comencé a acariciarle en forma de círculos el anillo del ano. Con dulzura intentaba meterle un dedo, luego se lo sacaba. Loa jadeos se hacían más intensos en mi amante. Entonces me tragué todo su aparato. Me lo metía hasta el fondo y lo sacaba, al tiempo que le succionaba las entrañas y hurgaba con mas decisión su área anal. El me tomó de la cabeza y comenzó a dirigir lo movimientos, señal que se estaba preparando para expulsar sus flujos níveos. Cada vez me daba más duro y más rápido. A el le gustaba cogerme por la boca. Sus 25 cm. entraban me completos hasta la garganta y no me dejaban respirar bien, me producían arcadas, pero por alguna razón no me hubiese quitado ni aunque me lo pidiera, pues me sentía obligado y ser esclavo de un animal como Said.
Por fin se vino en mi boca. Una correntada impresionante me inundo y yo no estaba preparado para recibir todo eso. Jamás me había eyaculado tanto, y eso que había rebalsado la boca de la puta en la noche anterior. Me atraganté y casi me ahogo. Su gordo pedazo de carne estaba chorrando en el interior de mi cuello y no me dejaba ni tragar ni respirar bien. Tuve que dejar salir de mis labios una buena cantidad de semen. En cuanto me desempaló la boca, me incliné al suelo y comencé a toser. Mucho de su semen se derramó.
Me enderecé y clavó su mirada en mí. Yo era todo un espectáculo, arrodillado frente a el totalmente chorreado. Gruesas líneas de semen resbalaban desde la boca por mi cuello y pecho. Abrí las fauces y le mostré como jugaba con su leche sobre mi lengua, y después me la tragaba. Se arrodilló frente a mí y me besó suave y profundamente. Lamió los restos que todavía estaban sobre mi cara y me limpió el cuello y el pecho. Mi miembro estaba duro y en pié de guerra.
Tírate y limpia mi semen del suelo. le obedecí como una obediente putita, no dejé ni rastro del blanco líquido sobre la hojarasca. Bien. Ahora acostate perra.
Me recosté boca arriba bajo un alto árbol. Said succionó mi pene, lo disfruté mucho. Después de unos minutos me vine en su boca. El se lo tragó todo y me vio con una gran cara de satisfacción. Entonces se paró y sacó un maletín negro de entre la maleza. Ya lo conocía, era el mismo en el que había traído los lazos con los que me amarró aquella vez en que abusó de mí. Un escalofrío recorrió toda mi espalda y me sacudió. Un miedo horrible me invadió, pero no atiné a correr. Por otro lado, mi paloma se había puesto dura al ver esto.
No te irás a asustar ¿verdad? Acordate que hoy sos mi regalo y yo haré lo que se me de la gana con mi regalo.
No dije nada. Tampoco cuando comenzó a amarrarme las manos a un tronco. Sujetó mis muñecas a la base del árbol, anudando atrás de este. En esa posición, me dirigió una maléfica mirada y procedió a iniciar mi perdición. Ató una pequeña cuerda alrededor de mis testículos, pasándola por encima de mi pene. Se aseguró que estuviera bien firme y se sentó frente a mí.
¿Quién es tu amo? me preguntó, al tiempo que jalaba un poco la cuerda.
¿Qué no sabía que era lo que quería decir o escuchar de mi, así que no sabía que responder.
¿Qué quién es tu amo y señor, perra? me repitió exasperado, pegando un fuerte jalón a la cuerda. Me dolió por lo que le pedí que me soltara.
Ya soltame, mirá que ya te pasaste. Yo
¡¿QUIÉN ES TU AMO POR LA GRAN PUTA?! me gritó perdiendo el control. Esta vez el jalón me arranco lamentos de dolor. Said estaba fuera de control y esto tenía que para pero ya.
¡Said tranquilizate por favor
¡ME VAS A RESPONDER MALDITO PERRO DE MIERDA O TE VOY A ARRANCAR LO HUEVOS!
¡HAAAAAA! no jalés así por favor, te lo suplicooooohg ¡haaaagh!
¡¿QUIÉN ES TU AMO?!
¡VOS, VOS SOS MI AMO Y SEÑOR... VOOOOS... HAAAAAAAYY! me jalaba tan fuerte que sentía que me los iba a arrancar.
Lo siguiente que hizo fue tomar mis piernas y subirlas sobre sus hombros. Mientras me tortura pude observar que su verga había crecido con mucha rapidez, tenía sus usuales 25 cm., pero estaba descomunalmente gruesa, como hinchada. Era obvio que se había excitado como un loco viéndome grita y llorar del dolor. Esto ya no estaba bien, todo había tomado un rumbo diferente que a mi me asustaba. Ese ya no era mi amigo y salvaje amante Said, era un animal, una bestia peligrosa y violenta fuera de si, totalmente fuera de si. Y lo pero es que mi paloma tenía una erección fuertísima a pesar de estar amarrada por la cuerda, estaba muy caliente.
Lo siguiente que supe es que me enterró la verga de un solo golpe, sin lubricación ni condón, desnuda ella. Me atacó con fuerza y violencia, como nunca me habían tomado. Sentía que mi ano se iba a romper, que no soportaría tanta salvajada, que me moriría. Sentía dolor cada vez que me la metía, fuertemente empujada hasta el fondo. Y cuando me la sacaba era peor. Su inusual grosor amenazaba con arrancarme el esfínter anal completo. Y su cabezota apenas alcanzaba a salir. Luego lo volvía a hacer desde el principio.
Desde ese momento todo se me hizo borroso. Solo recuerdo vagamente cuando el me desató, para amarrarme nuevamente en el suelo, pero esta vez en forma de cruz. Me obligó a que se la chupara y acabó en mí. Me sodomizó nuevamente y ató la cuerda de mis testículos a una rama de un árbol, por lo que estaban estirados constantemente. Y mientras me violaba me golpeaba y me azotaba con lo que tuviera a la mano. Llegó a meterme una macana que traía. Me la enterró muy profundo entre mis entrañas. Descansaba un poco y volvía a comenzar de nuevo.
Lo que si recuerdo claramente fue cuando por fin terminó. Eyaculó por última vez sobre mi cara dejándome ciego. Se sentó a mí costado jadeando y agotado, y me dijo:
¡Puta, puta, sos una puta! Encajaste todo esto re-bien.
Ahora soltame por favor le dije tímidamente.
¡Ja! Jamás. Nunca más voy a volver a esperar que se te ocurra regresar de la universidad. Ya te graduaste, ahora tenés que quedarte junto a mí. Vas a ser solo mío, mío para lo que me plazca.
Pero te vas a casar
Vos no te preocupés. Tengo muchas sorpresas para vos de ahora en adelante. Solo que te vas a tener que acostumbrar a ser mi perra y mi esclavo de hoy en adelante. Nunca jamás verás a tus seres queridos. En tu vida solo estaré yo, solo yo.
No tenía ni idea de lo que me estaba hablando, pero poco después me enteraría. Me escondió en una covacha de su finca, me inyectó no se qué, y me quedé profundamente dormido. Se casó al otro día en mi ausencia. Todo el mundo estaba preocupado por mi desaparición según me dijo Said. Con mis ojos vendados, solo pude sentir que alguien me cargaba como un bulto y me llevaba a no se donde. Luego otra inyección y no volví a saber de mi.
Luego desperté. Estaba amarrado en una especie de sótano. Mis manos estaban esposadas tras mi espalda y una cadena de hierro me mantenía cerca de la pared gracias al collar de perro que traía puesto. Una respiración débil llamó mi atención. Volteé la cabeza, y entre la suave luz que se filtraba pude ver algo que me heló. Mi triste destino estaba frente a mis ojos. En ese momento comprendí en lo en me había convertido Said. A mi costado, Sujeta a una cadena que salía de su collar, como una perra, en cuatro patas, se encontraban colgando lo grande senos de Gloria, que me miraba con una expresión de resignación, casi de un autómata. Ahora era el perro, o la perra, el esclavo de Said. Ahora realmente ya no era más que una cosa, que un juguete de placer.
Una semana después de me dejó salir de su casa, con la sorpresa de que me había conseguido un puesto en una constructora local. Con el tiempo empecé mi negocio de materiales para construcción y de decoración. Regresaba a ver a mi familia, pero nunca regresé a Belice a vivir otra vez, me quedé para siempre junto a mi negro y a su esposa. Gloria ya sabía de lo nuestro desde hacía mucho. No sé como Said la convenció de participar en esto, de aceptar ser la otra, porque creo que soy yo la esposa. Pero la respuesta debe ser similar a la mía. Ella lo ama, y le encanta ser su juguete y también da la vida por el.
Amigos, les agradezco que me hayan acompañado en estos 4 relatos, de verdad que sí. Gracias
FIN.
Garganta de Cuero
Si tienen algún comentario acerca de esta corta serie, pueden escribirme a mi correo electrónico garganta_de_cuero@latinmail.com. Acepto sugerencias. Hasta la otra.