Capítulo III
tras una hora de plática, planificación y negociación, Obregón y Mimí se retiraron de la cutre habitación de Braulio, quien descansaba desnudo sobre la cama. Había quitado las sábanas porque quedaron muy sudadas y llenas de semen luego de la cogida que le acababa de meter a Mimí en compañía de su hijo Benny. Estaba desnudo con su ingente verga descansando sobre su vientre, acariciándola y fumando. Su mente era un hervidero de planes, ideas que armaba poco a poco pero que caían derrumbadas a base de peros.
Recordaba su casa, su amada hacienda "Las Ilusiones" y todo el poder que había logrado tener. Y pensaba en mi, si, en mi, lo conocía desde hacía años, había sido mi pretendiente cuando éramos solteros. Pero siempre lo rechacé, primero porque, aunque era galante conmigo, era un joven de un carácter bastante difícil; segundo porque Fernando llegó a mi vida y en cuanto empezamos no hubo otro hombre más para mi. Desde entonces quedó obsesionado conmigo, no fueron pocas las veces que se me insinuó mientras estuve casada. Y tras enviudar llegó al colmo de pretender aprovecharse de mi dolor para lograr colarse en mi casa. Pero siempre lo rechacé, no era el tipo de hombre con el que intimaría mucho.
Tan solo pudo tenerme por la fuerza, aquella vez en que me violó estando enmascarado, que era otra cosa que tenía fija en la mente. Si antes estaba prendado de mi, ahora estaba obsesionado. "¡ZAAAAP!", recordaba una y otra vez la bofetada que me pegó cuando me halló bajo la ducha, y luego la cara de sorpresa y miedo que debí poner. Caí al suelo, quedándome casi sin sentido por unos segundos mientras él pateaba al Coky, un pequeño cachorro que tuve. Luego me contempló desnuda y mojada, con violencia me agarró del pelo y me puso de pié, arrinconándome contra una pared y plantándome un beso violento que sintió en la gloria, era la primera vez que sentía el calor de mis labios. Mis vanos intentos de resistirme y el miedo que me infundía lo excitaron más.
Sobre la cama se comenzó a acariciar la verga, que poco a poco se iba poniendo dura mientras seguía recordando como me insultó, me dijo todo aquello que siempre había querido. Luego me tomó de las muñecas y me golpeó en el estómago para dejarme indefensa mientras me colocaba una servilleta en la nariz impregnada con una potente droga que no pude dejar de inhalar. Satisfecho y cada vez más ansioso vio como esa sustancia me iba dejando atontada y lenta, lo que aprovecho para esposarme las manos en la espalda y colocarme una bola de hule en la boca para ahogar mis gritos.
En segundos me tenía totalmente sometida como siempre soñó, por completo a su merced y esta vez sin nadie que me defendiera. Luego me tomó del pelo con fuerza y violencia y me levantó, tirándome sobre el inodoro abierto. Se regocijaba con verme llorar y tratando de balbucear, haciendo oídos sordos a mis gemidos y lamentos que solo lo excitaban más.
Me obligó a abrirme de piernas, luego me colocó un par de ganchos metálicos sobre mis pezones causándome mucho dolor. Pero inmediatamente ese dolor se transformó en un placer muy intensos, un fuerte hormigueo que apareció en mis partes erógenas, sobre mi vulva y en mis senos, específicamente en mis pezones. El se regocijaba con mis chillidos y mi confusión, esa droga que me dio a inhalar era muy efectiva.
Empezó restregando mis labios vaginales con un dedo, despacio al principio, pero rápidamente aumentó la velocidad hasta ser un vigoroso frote. Me veía revolverme sobre el excusado desesperada y aterrada, pero presa también de un creciente placer. Luego se ensalivó un dedo y empezó a tratar de meterlo entre mi ano colocando uno de sus pesados pies sobre mi pecho para que no me siguiera agitando. Se sentía mi amo y señor.
Con la mano izquierda empezó a manosearme esos senos con los que siempre soñó, firmes, rotundos, enormes, pero suaves y tersos. Simultáneamente me metía 2 dedos de su mano derecha en mi vagina y el pulgar en mi ano, moviéndolos como tenazas. Los metía cada vez más profundamente, sintiendo como mis delicados pliegues íntimos iban dando más de si, forzados por sus manos sucias. Me descubrió avergonzada de sentir que mi vagina se iba humedeciendo y el sudor comenzaba a cubrir mi cuerpo, con mi temperatura subiendo y yo cediendo a esas caricias intrusas. Se dio cuenta que estaba disfrutando como me violaba, que mis gemidos dejaban de ser de terror sino de jadeos placenteros que aumentaban sin que yo los pudiera detener hasta hacerme estallar en un fuertísimo orgasmo.
¡¡¡MMMGGGGMMMMFFMFMMM!!! ¡¡¡MMMGGGGMMMMFFMFMMM!!! Braulio se regocijaba oyéndome gemir fuera de control y explotando en un grito ahogado por la bola de hule en mi boca ¡¡¡¡MMMMGGGMMRRRFFF!!!!
¡Te gustó, perra, no lo puedo creer, qué fácil acabaste! ¡Lo gozaste perra, lo gozaste! ¡Puta madre, jamás había visto una puta como vos!
Él no podía darle crédito a sus ojos, aquello era como un sueño hecho realidad, tenerme reducida a su mero objeto de placer sexual. Y en su habitación se seguía masturbando mientras recordaba la forma en que convulsioné víctima de fuertes espasmos hasta que caí al frío piso como un inerte trapo. Pero no, él tenía que recuperar un poco la compostura, así que me agarró violentamente del pelo y me vendó los ojos y, lentamente, se fue desvistiendo, quería alargar esa emoción lo más que podía. Se le ocurrió quitarme la venda para mostrarme su enorme, gruesa y larga verga.
Mirala bien perra, mirala bien, que esto es lo que te vas a comer hasta el hartazgo si te gustó lo de antes, ahorita vas a gozar de verdad me dijo, regocijándose en su poder.
Me colocó de nuevo la venda en los ojos y me acomodó boca arriba, obligándome a bofetadas a abrirle las piernas. Aun se quedó contemplando mi raja colorada, cerrada virginalmente en medio de un denso matorral de pelos oscuros, justo como a él le gustan. Colocó su falo gordo y venoso en la entrada de mi vagina, restregándomelo despacio para desesperarme. Y para su sorpresa y placer, logró además calentarme más todavía, me moría de la vergüenza. Antes de darme la embestida final, me vio revolcándome en el suelo como una babosa llena de sal, ardiendo y desesperada por ser cogida de una vez.
Finalmente me embutió su paloma tiesa, cumpliendo un sueño que nunca creyó posible. Se abrió paso con violencia y a marchas forzadas a través de las delicadas paredes de mis entrañas. Y yo trataba de gritar a pesar de tener esa bola entre la mandíbula, pero tan solo conseguía sacar sordos sonidos guturales. Sus testículos toparon con mis nalgas y entonces se detuvo, dándose cuenta que junto a mi dolor también sentía un gran placer.
¡¡AAAAHHHH!!, ¡Qué buena estás perra, qué buena estás, sos todo cuanto un hombre puede querer para coger! ¡¡AAAAHHHH!!
Inició lo que tantos años había esperado, me comenzó a violar con furia, asegurándose de hacerme sentir su gordo garrote dentro de mi y de provocarme un dolor atroz, aun así el morbo y el placer todavía eran mayores. Sencillamente mi mente quedó ofuscada y gozando la brutal violación de la que estaba siendo víctima. Braulio veía mis senos meciéndose violentamente, mis carnes estremeciéndose y al aire faltándome. Pero de súbito se detuvo, me la sacó, me dio la vuelta y me dejó boca abajo.
¡Qué culo más bueno tenés perra! me dijo ¡Grande, duro y bien paradito! lo vas a mantener paradito o te va a ir muy mal ¿oíste?
Me puso el culo en pompa metiendo su mano bajo mis caderas y jalándome de las esposas con la otra. Para evitar que pudiera cambiar de posición enredó los dedos de una mano entre mis largos cabellos castaños y con la otra posicionó su grueso hongo en la entrada de mi sexo. Empujó sin compasión y se enterró hasta el fondo, riendo famélico y gozando con mi sufrimiento, no le importó que su miembro se abriera paso casi lacerándome. Luego se quedó quieto un momento, susurrándome al oído lo puta que era.
¿Ya vez Beatriz, ya vez? más adelante le preocupó haberme llamado por mi nombre, podía haberse delatado Tenés la pusa mojadísima y muy caliente, lo estás gozando perra, ¡casi me lo estás suplicando! exclamó aun sin creérselo del todo.
Inició entonces un salvaje mete y saca en que estrellaba sus caderas con fuerza y velocidad contra las mías, enterrándome hasta el fondo toda su virilidad. Estaba gozándome, quería comerme y saborearme a fondo, por lo que me la sacaba despacio y luego la metía como una ráfaga, arrancándome gemidos casi animales. Se regodeaba con las lágrimas que rodaban por mis mejillas y el sudor sobre mi frente y el resto de mi cuerpo y en mi vagina grandes cantidades de flujos. Volví a reventar en un potentísimo orgasmo que me dejó casi sin sentido, quedando colgada de los cabellos como una muñeca de trapo en sus manos.
No lo podía creer, alucinaba de tener en sus manos una mujer como yo, tan caliente y tan resistente. Se maravilló de la eficacia de la droga en mi, aunque que en verdad hubiese sido esa droga, la conocía bien, sabía que era potente pero no tanto, había algo más, casi estaba seguro. Pero no por ello se detuvo, me gozó como quiso, ese día se desquitó de todos mis rechazos y algunos desplantes que le hice cuando sentía que pasaba de la raya. Me violó un buen rato y se dio gusto con mi cuerpo, para que, al final y clavándome con mayor fuerza y salvajismo, inundó mis entrañas con sus calientes y muy abundantes chorros de esperma.
Braulio estaba hecho una brasa, esperando a que algún miembro de su banda regresara, pues recordar aquello le puso la verga parada y muy necesitada de mimos. Pero justo en ese momento su teléfono celular comenzó a sonar. Vio que el identificador de llamadas no daba ningún número, por lo que se imaginó quien podría ser.
¿Aló?
Braulio
Ingeniero, ¿cómo está? acertó en sus suposiciones.
Dejémonos de cortesías y vamos directamente al grano, ¿qué sabés de tu atacante?
La verdad, muy poco Ingeniero, Braulio tragó saliva, esa era una respuesta que no le gustaba a su jefe ninguno de mis contactos pudo decirme algo aunque todos suponen que se trata de los chamanes
Pero sus métodos fueron muy diferentes a los usados por los guerreros sagrados.
Entonces, ¿quién? No hay nadie más porque la otra posibilidad
¿Qué posibilidad?
Bueno si no fueron los chamanes tenemos un nuevo enemigo uno del que no sabemos nada pero que nos conoce. La cosa es ver como supo él de nosotros.
Esa es tu obligación, no quiero errores, Cobán tiene que ser recuperada cuanto antes y lo tenemos que hacer nosotros. El Pittbull ya se está movilizando y eso no nos conviene.
No tenga pena patrón, no le voy a fallar.
Otra cosa, ¿Obregón y Larios sospechan algo de la niña Pouirett?
No, no creo, nadie aparte de nosotros sabía de ella.
Pero tampoco sabés en dónde está ahora
No patrón ¡pero la estamos buscando!
¡Ella no puede caer en manos de los chamanes ni del Pittbull, ¿está claro?!
Si patrón
Tampoco quiero que Obregón y Larios sepan de ese pequeño problema no confío en mucho en ellos.
¿Y por qué no los matamos entonces y le echamos la culpa a los chamanes?
¿Y demostrarle a todo el directorio que los chamanes se han hecho tan poderosos que pudieron matar a 2 excelentes supervisores?
Bueno no patrón, yo decía
¿y así demostrar nuestra ineptitud e incompetencia?
No patrón claro que no
Te lo voy a dejar claro Braulio, vas a dejarlos hacer su trabajo y vos hacés el tuyo y no quiero errores esta vez.
No se preocupe patrón, todo va a estar bien.
Se despidieron y colgaron, Braulio se quedó pensativo y sudando frío, tenía las manos atadas con respecto a ese par de ejecutivos de mierda. Y ese asunto de la niña Pouirett era muy delicado de verdad, toda la organización corría peligro con su desaparición. Tenía que hallarla cuánto antes, aunque eso significara posponer sus planes. "¡Mierda!" exclamó, tenía tanto en qué pensar y qué planear que la calentura se le bajó y la verga se le durmió.
CONTINUARÁ
Garganta de Cuero
Pueden enviarme los comentarios que tengas sobre esta historia a mi correo electrónico, con gusto los leeré. Besos y abrazos.